Irving Wallace - Fan Club
Здесь есть возможность читать онлайн «Irving Wallace - Fan Club» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Fan Club
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Fan Club: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Fan Club»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Fan Club — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Fan Club», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Hubieran podido proseguir los estudios que habían elegido y gozar al mismo tiempo de una sexualidad libre de sentimientos de culpabilidad.
Y aquí estaba Brunner, un contable descarrilado que no se dirigía a ninguna parte.
Y allí estaba Parmalee, pegado desde hacía veinte años a su profesión de agente del Servicio de Impuestos sobre Bienes Muebles sin posibilidad alguna de prosperar.
Todo aquello era muy triste.
Leo Brunner suspiró y volvió a colocarse las gafas sobre el caballete de su puntiaguda nariz, se inclinó hacia adelante sentado en la silla giratoria y se dispuso a reanudar su trabajo y terminarlo cuanto antes.
Acababa de tomar el lápiz cuando se abrió bruscamente la puerta del despacho e irrumpió en la estancia Frankie Ruffalo.
Brunner fue a saludarle, pero Ruffalo ni siquiera había advertido su presencia y se dirigió a toda prisa hacia el gran escritorio de madera de roble.
Ruffalo era un hombre moreno, de pequeña estatura, ojos de abalorio y fino bigote, que, al parecer, se pasaba la vida estrenando atuendos caros, como la chaqueta de ante y los pantalones que lucía en aquellos momentos.
Para ser un hombre de negocios tan próspero era sorprendentemente joven, Brunner calculaba que debía tener treinta y tantos años.
Quitándose la elegante chaqueta sin bolsillos, Ruffalo la arrojó a un sofá y, al hacerlo así, se dio cuenta de que no estaba solo.
– Ah, Sig me ha dicho que estaba aquí.
Pensaba que ya habría terminado y se habría ido.
– He tenido que ordenar muchas cosas, señor Ruffalo.
Podré estar listo dentro de media hora.
– No, no se preocupe.
Quédese donde está y siga trabajando. Yo tengo otras cosas que hacer.
Me ha dejado una de mis mejores chicas. Tengo que hacer unas pruebas para sustituirla inmediatamente.
– Podría irme a otro…
– No, no, quédese donde está. No nos molestará.
Nadie se percatará de su presencia.
Brunner no creía posible que nadie se percatara de su presencia.
– De veras, señor Ruffalo, si va usted a probar a algunas chicas, tal vez prefiere estar solo con…
– He dicho que se quede -le interrumpió Ruffalo en tono impaciente-.
Pero, bueno, ¿es que voy a tener que decírselo por escrito? Perdone pero tenerle aquí en el despacho conmigo es como estar solo.
Y se lo digo como un cumplido. Siga, pues, con su trabajo.
Para Brunner aquello no era en modo alguno un cumplido. Estaba acostumbrado a los ataques cotidianos de la vida contra su dignidad. Hacía tiempo que se había resignado a no ser una persona, a no ser más que un dibujo de papel de pared.
Pero esta noche tenía la sensibilidad a flor de piel y la observación de Ruffalo, le hizo daño.
Procuró concentrarse en las cuentas pero los movimientos y las palabras de Ruffalo le distraían.
Ruffalo había descolgado el teléfono y, al parecer, estaba llamando a los vestuarios de abajo.
– Oye, Sig, ¿cuántas hay? -Escuchó-.
Muy bien, envíame a tres.
Al terminar de hablar por teléfono, Ruffalo, empezó a pasear por la estancia, después se dirigió a la puerta, la abrió y asomó la cabeza.
– Muy bien, chicas, moved los traseros. Por aquí.
Regresó al escritorio y empezó a tamborilear sobre su superficie con los dedos de bien cuidadas uñas.
Sin mover el lápiz, Brunner estaba mirando hacia la puerta.
Las tres entraron rápidamente en el despacho, una tras otra, y todas ellas saludaron cordialmente a Ruffalo coqueteando un poco.
Ruffalo las saludó con un gesto de la mano y le ordenó a la última que cerrara la puerta.
– Muy bien, chicas, no perdamos el tiempo -dijo Ruffalo-.
Poneos allí, delante del sofá.
Las tres mujeres se dirigieron sumisamente al sofá y se quedaron de pie sobre la blanca y peluda alfombra.
Simulando trabajar, Brunner las contempló por el rabillo del ojo.
Todas eran bonitas, tal vez un poco ordinarias por lo que respectaba al atuendo y los modales pero jóvenes y llamativas.
– Ya sabéis por qué estáis aquí -les dijo Ruffalo sin más preámbulos-.
Estoy seguro de que Sig ya os habrá puesto en antecedentes.
Voy a contratar a una de vosotras.
Quiero que ya empiece a actuar en el último espectáculo de esta noche.
¿Habéis entendido? Las jóvenes asintieron al unísono.
– Muy bien, pues. Empecemos por ti -,dijo Ruffalo señalando a la muchacha de la cabellera platino, que tenía más cerca-.
Dime cómo te llamas, de momento el nombre de pila, tu último empleo, el motivo por el que te marchaste o fuiste despedida y lo que mejor sabes bailar para un club como el nuestro. Te escucho.
La rubia platino poseía boca rosada, labios húmedos y aspecto nórdico.
Lucía un jersey color púrpura de cuello cisne, una cortísima falda amarilla, pantimedias y botas de cuero color morado. Tenía una voz estridente.
– Me llamo Gretchen. Trabajaba de modelo en la agencia Grossser. Era modelo de ropa interior. Un fabricante de las prendas que yo presentaba… bueno, a su mujer yo no le era simpática, me parece que estaba celosa y consiguió que me despidieran.
Eso fue hace algunos meses, últimamente no ha habido mucho trabajo en la industria de la confección.
– ¿Lo que mejor sabes bailar? -preguntó Ruffalo.
– Sé menearme y oscilar.
– Bien.
La siguiente.
Los ojos de Brunnner enfocaron a la muchacha de en medio, más baja que las otras y también más llenita…
Tal vez midiera un metro sesenta y dos. Llevaba corto el cabello castaño, poseía unas ventanas de la nariz muy anchas y el busto más exuberante que las demás. Lucía una camiseta suelta y unos pantalones de terciopelo a juego con el color de su cabello.
– Me llamo Vicky.
Actuaba dos veces por noche en el Figón de Al, cerca del aeropuerto. Un sitio de camareras desnudas de cintura para arriba. Clientela acaudalada. Me marché al empezar a salir con un dentista cliente habitual de allí que quería casarse conmigo. Me fui y estuve viéndome con él un año. Después nos peleamos y él me dejó. Estoy dispuesta a volver a empezar. Sé bailar una danza del vientre estupenda.
– Muy bien. ¿Estás en forma?
– Véalo usted mismo señor Ruffalo -repuso Vicky sonriendo.
– Lo haré -le prometió Ruffalo-.
Ahora tú -dijo señalando a la tercera.
Poseía lustroso cabello rojizo que le caía hasta los hombros, un redondo y cremoso rostro de ingenua, hombros y caderas muy anchas pero cintura muy fina y piernas largas.
Vestía un ajustado traje que le llegaba hasta la rodilla, iba sin medias y calzaba sandalias. Hablaba arrastrando las palabras y jugueteaba con su cabellera.
– Puede llamarme Paula.
Soy modelo de fotógrafo. En cueros. Me detuvieron en San Francisco por posesión de droga. Era reincidente y estuve en la sombra algún tiempo. Después pensé que me convendría trasladarme a vivir aquí, He empezado a buscar trabajo para hacer algo distinto.
– ¿Ya no tiene nada que ver con la droga? -preguntó Ruffalo.
– ¿Usted qué piensa? Pues claro que no. Estoy completamente limpia. Jamás he bailado profesionalmente, pero he tomado lecciones. Cosas de tipo interpretativo.
Estilo Isadora Duncan. Pero también sé bailar cosas más animadas. Y entonces mi cuerpo resulta estupendo. De veras que me gustaría actuar aquí.
Ruffalo, que había estado sentado en el borde del escritorio, se levantó súbitamente.
– Todo bien, hasta ahora.
Ahora viene lo más importante. -Señaló con la mano a las tres muchachas-. Vamos a ver lo que tenéis. Quitaos la ropa.
En el rincón más alejado del despacho, Brunner tragó saliva y se apartó del libro mayor hundiéndose en el asiento y mirando furtivamente a las muchachas para comprobar si éstas se habían percatado de su presencia o se sentían cohibidas.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Fan Club»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Fan Club» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Fan Club» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.