Irving Wallace - Fan Club

Здесь есть возможность читать онлайн «Irving Wallace - Fan Club» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Fan Club: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Fan Club»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Sharon Fields, estrella de cine, es una mujer cuyo éxito parece irresistible a todo el mundo. Existe un silecioso grupo masculino de fans que está planeando raptarla. Su meta retorcida, sus aspiraciones, son satisfacer sus más oscuros deseos y frustraciones con ella. Sharon, a quien la vida sonreía, se ve secuestrada, atada, humillada y, lejos de rendirse, planea su propia escapada. Uno por uno engatusa a los secuestradores para salir sana y salva de su prisión.

Fan Club — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Fan Club», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Después… vamos a ver… he hecho algunas compras en el mercado. Tu padre ha llamado y me ha tenido hablando por teléfono por lo menos una hora. Me temo que no tendremos más remedio que afrontar la situación, Howard…Se está haciendo viejo.

Ah, sí, también ha llamado Grace. Acaban de pasar cuatro días en Las Vegas. Se lo han pasado estupendamente bien. Ojalá pudiéramos marcharnos de vez en cuando como hacen otras personas.

– Ojalá tuviéramos un poco de dinero para hacer lo que hacen otras personas -dijo él amargamente mientras se terminaba de preparar el martini.

– ¿Qué pretendes decir? ¿Que gasto demasiado?

– No pretendo decirte nada, Elinor. ¿Por qué no me dejas beber en paz y echarle un vistazo al periódico de la mañana?

– Ahora resulta que soy una pesada.

– Yo no he dicho que fueras una pesada. He dicho que me gustaría disponer de un ratito para descansar antes de la cena.

Elinor le miró enfurecida, se mordió la lengua, se volvió y se encaminó hacia la cocina.

Yost abrió el periódico por la página deportiva y, sorbiendo el martini, se hundió en el sillón.

Leyó los resultados de béisbol mientras se terminaba el martini y empezó a sentirse mejor. Llegó a la conclusión de que si un martini le hacía a uno sentirse mejor, dos martinis tal vez le hicieran sentirse bien.

Se levantó, se llenó prácticamente el vaso con ginebra, añadió un chorro de vermut y después se dirigió a la cocina a por una aceituna.

Al verle entrar en la cocina, Elinor miró el vaso y frunció el ceño.

– ¿No irás a tomarte otro, verdad? más parecen tres vasos que dos.

– ¿Y por qué no? -dijo él-. Estamos en un país libre.

– Porque sé el efecto que te produce. Bueno, la cena ya está casi lista.

– Puede esperar.

– No puede esperar. Se va a enfriar todo.

¿Es que no puedes prescindir del segundo vaso por una vez?

– No, maldita sea. Déjame en paz, Elinor, ¿quieres? He tenido un día muy ajetreado.

Esperó a que ella le preguntara cariñosamente a qué se había debido el ajetreo y le demostrara comprensión.

Pero Elinor había vuelto a prestar toda su atención al estofado de buey.

Entonces Yost se dio cuenta de que él no se había mostrado en modo alguno comprensivo con el ajetreado día de su esposa. Estaban empatados.

Regresó al salón decidido a emborracharse. Bebió pausadamente.

Elinor emergió varias veces de la cocina para mirarle con ojos de reproche y preguntarle si ya estaba dispuesto.

No lo estaba y así se lo dijo, pero media hora más tarde, ligeramente anestesiado, empezó a mostrarse amable con Elinor y, al final, se reunió con ella para cenar.

En el transcurso de toda la cena se dedicó a mirarla con simpatía y a asentir sin dejar de comer mientras escuchaba distraído el relato detallado de todos los acontecimientos de su jornada.

El temario, pensó Yost, era espantoso. Un tratado acerca de cómo se hacen las camas. Una historia de intrascendentes llamadas telefónicas. Una diatriba acerca de los precios de los alimentos. Un informe psicológico acerca de los hijos y los problemas de éstos. Una revisión fiscal de las finanzas familiares con especial hincapié en las facturas no pagadas y los acreedores. Una genealogía desfavorablemente equilibrada en relación con los parientes de Yost. Un deseo de escapar, de descansar un poco, de hallar un poco de alivio. Esto último Yost lo comprendía muy bien.

En resumen, experimentó afecto hacia ella y deseó que se le correspondiera con afecto. Ella también era una persona, una persona que le pertenecía, y, bien mirado, a él hubieran podido irle peor las cosas, mucho peor.

Estaba empezando a experimentar los efectos de la borrachera y Elinor volvía a antojársele tan joven y atractiva como antes.

Se acrecentó su sensación de bienestar y se inclinó hacia ella mirándola con una burlona expresión lasciva.

– Oye, encanto, ¿te apetece que nos acostemos temprano y nos hagamos un poco el amor? Ella hizo una mueca y se acercó un dedo a los labios.

– Ssss.

¿Por qué hablas tan alto? ¿Quieres que te oigan los niños?

– Ya saben que no les trajo la cigueña.

¿Qué dices, cariño? -Digo que ya era hora que me demostraras un poco de interés. -Se secó la boca con la servilleta, se levantó y empezó a quitar la mesa-.

Ya veremos.

De repente se sintió abandonado, sereno, de nuevo en casa como siempre.

Empujó la silla hacia atrás y se levantó para buscar un puro.

Lo encontró, lo encendió y se preguntó si sucedería lo mismo en otros lugares y con otras mujeres.

¿Sucedería lo mismo en el caso de la pareja de la Casa Blanca o de la pareja del palacio de Buckingham o del presidente de la Compañía de Seguros de Vida Everest y su esposa en su residencia de Manhattan? ¿Sucedería lo mismo en el caso de aquellos astros cinematográficos que vivían en Holmy Hills o Bel Air? Eso no era posible que le sucediera a uno que fuera alguien con poder y riqueza y toda la libertad y las alternativas del mundo.

Elinor había regresado al comedor y estaba quitando el mantel.

¿Tenemos algo en el programa de esta noche? le preguntó él.

– Si te refieres a si vamos a ver alguien… no, hasta el sábado por la noche.

– ¿Y qué haremos el sábado por la noche?

– Prometimos ir a casa de los Fowler, a jugar un poco al "gin rummy".

– ¿Otra vez?

– ¿Pero qué te ocurre, Howard? Creía que te resultaban simpáticos.

– De vez en cuando, de vez en cuando. ¿Y ahora qué vas a hacer?

– Terminar de arreglar la cocina. Y después quiero que no me estorbes. Tengo que coser un poco.

Y, si no tuviera demasiado sueño, querría terminar de leer aquella novela para devolverla a la biblioteca antes de que expire el plazo.

– ¿Dónde están los niños?

– Pegados al aparato de televisión, ¿dónde si no? A veces pienso que somos demasiado indulgentes porque les permitimos ver estas idioteces una noche sí y otra también.

Debieras ponerte un poco serio a este respecto.

Permitirles mirarla sólo cuando hubieran terminado los deberes y ordenado sus habitaciones como es debido.

Debieras ver el desorden que reina en sus cuartos.

– Muy bien, de acuerdo.

Elinor se dirigió de nuevo a la cocina y él salió al pasillo para decirles hola a su hijo de doce años, Tim, que ya era tan alto como él a esta edad, y a su hija de diez años, Nancy, que se estaba convirtiendo en una niña muy guapa a pesar de las abrazaderas que llevaba en la dentadura.

Entró en la habitación que jamás habían terminado de amueblar y que utilizaban como cuarto de juego para encerrar en él a los niños sobre todo cuando había invitados.

Tim y Nancy se hallaban sentados sobre la alfombra marrón con las piernas cruzadas, mirando atentamente la pantalla del aparato de televisión en color.

– Hola, monstruos -les saludó Yost.

Tim levantó una mano y le saludó sin volverse. Nancy se puso rápidamente de rodillas para besarle.

– ¿Qué estáis mirando? -les preguntó señalando el aparato.

– Una birria de película del Oeste -repuso Tim-.

Estamos esperando lo que vendrá después.

– El estreno -añadió Nancy-.

Va a haber un programa de una hora dedicado al estreno de la gran película de Sharon Fields "La prostituta real" en el Teatro Chino Grauman.

Asistirá Sharon Fields en persona.

– Es muy llamativa -dijo Tim sin apartar los ojos de la pantalla.

– Es la que más me gusta de todas -dijo Nancy.

Yost se sentó en el borde de un desvencijado sillón, fumando el puro y recordando súbitamente el extraño encuentro de la noche anterior en el bar del All-American Bowling Emporium.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Fan Club»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Fan Club» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Fan Club»

Обсуждение, отзывы о книге «Fan Club» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x