Jonathan Kellerman - La Rama Rota

Здесь есть возможность читать онлайн «Jonathan Kellerman - La Rama Rota» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Rama Rota: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Rama Rota»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Hay algo espectral en este caso. El suicidio de un violador de niños, una red oculta de pervertidos, todos ellos gente de clase alta, y una aterrada niña que podría atar cabos sueltos… si el psicólogo infantil Alex Delaware logra hacerle recordar los horrores de que ha sido testigo. Pero cuando lo hace, la policía parece falta de interés. Obsesionado por un caso que pone en peligro tanto su carrera como su vida, Alex queda atrapado en una telaraña de maldad, acercándose más y más a un antiguo secreto que hace que incluso el asesinato parezca un asunto limpio.

La Rama Rota — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Rama Rota», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Doctor -dijo, con un acento tan espeso como el goulash-. ¡Cuánto tiempo desde que yo ver usted!

– Lo sé, André. Demasiado. Me he abandonado, pero espero que me puedas ayudar.

Se echó a reír.

– Hum. Tengo grupo intermedio a las once y clases privadas a las doce. Luego irme a Hawaii, doctor. Para coreografiar escenas de peleas para nuevo programa de televisión. Chica policía que hace judo y atrapa violadores. ¿Qué piensa?

– Muy original.

– Ja. Tener que trabajar con chica cabello rojo, esa Shandra Layne. Para enseñar a ella como tirar a hombres grandes. Como Wonder Woman, ¿ja?

– Ja. ¿Tienes tiempo antes de la once?

– Para tú, doctor… siempre. Ponerte en forma. Ven a las nueve y te daré dos horas.

El Instituto de Artes Marciales estaba situado en Donehy, en Santa Mónica, junto al club nocturno Troubadour. Era toda una institución en Los Ángeles, anterior a la locura por el kung-fu al menos en quince años. Jaroslav era un checo de piernas arqueadas que se había escapado en los años cincuenta. Tenía una voz chillona y aguda que él atribuía a que los nazis le habían pegado un tiro en la garganta. La verdad es que había nacido con el registro vocal de un capón histérico. No había sido fácil sobrevivir en la Praga de la postguerra, siendo un judío de voz chillona, pero Jaroslav había inventado su propio modo de hacerlo. Empezando de niño se había autoenseñado educación física, levantamiento de peso y las artes de la autodefensa. Cuando estaba en la veintena dominaba cualquiera de las doctrinas de las artes marciales, desde la esgrima con sable al hopkaido, y un montón de matones se habían llevado dolorosas sorpresas.

Me recibió a la puerta, desnudo de cintura para arriba, con un manojo de narcisos en la mano. La acera estaba repleta de tipos anoréxicos, de sexo indefinido, agarrándose a estuches de guitarra como si fueran salvavidas, chupando ansiosamente cigarrillos y contemplando el tráfico que pasaba con la incomprensión de los muy colgados.

– Audición -gimió, señalando con un dedo la puerta del Troubadour y mirándolos con ironía-. Los artesanos de la nueva era, doctor.

Entramos en su estudio, que estaba vacío. Colocó las flores en un jarrón. La sala de prácticas era una extensión de suelo de arce pulimentado bordeado por paredes blanqueadas. Fotos autografiadas de estrellas y cuasiestrellas colgaban en grupos. Fui a un vestidor con las tiesas prendas blancas que me entregó y surgí con el aspecto de un extra en una película de Bruce Lee.

Jaroslav estaba en silencio, dejando que su cuerpo y sus manos hablasen. Me situó en el centro del estudio y se quedó frente a mí. Sonrió levemente, ambos hicimos una reverencia y me llevó a través de una serie de ejercicios de precalentamiento que hicieron que me crugiesen las articulaciones. Había sido demasiado tiempo.

Cuando se hubieron desarrollado los katas introductorios, volvimos a inclinarnos. Él sonrió y pasó a barrer el suelo conmigo. Al final de una hora notaba como si me hubieran metido a presión por el triturador de desperdicios. Cada fibra muscular me dolía, cada sinapsis se estremecía en exquisita agonía.

Él siguió adelante, sonriendo y haciendo reverencias, a veces lanzando un alarido agudo, perfectamente controlado, tirándome de un lado a otro como un saco de patatas. Hacia el final de la segunda hora el dolor había dejado de ser inoportuno, para convertirse en un modo de vida, un estado de la conciencia. Pero, cuando nos detuvimos estaba empezando a sentirme de nuevo al control de mi cuerpo. Estaba respirando fuerte, estirándome, parpadeando. Mis ojos me ardían al ir goteando a su interior el sudor. Jaroslav parecía que sólo acababa de estar leyendo el diario de la mañana.

– Usted toma baño caliente, doctor. Que niña mona le haga masaje, usando loción de olmo escocés. Y recuerde: practicar, practicar, practicar.

– Lo haré, André.

– Usted llamarme cuando yo vuelva, en una semana. Le contaré lo de Shandra Layne y comprobaré si ha practicado – me clavó un dedo en la tripa, jocosamente.

– Trato hecho.

Tendió la mano. Yo también, para estrechársela, pero en seguida me puse en tensión, preguntándome si no me iría a derribar de nuevo.

– Ja, bien -dijo. Luego se echó a reír y me dejó ir.

La pulsante agonía me hacía sentirme recto y ascético. Comí en uno de los restaurantes montados en alguna de las docenas de congregaciones cuasi-hindúes que parecen preferir Los Ángeles a Calcuta. Una chica de ojos perdidos y perenne sonrisa, ataviada con ropajes blancos y algo así como un albornoz me sirvió. Tenía la cara de una niña rica unida a los modales de una monja y conseguía sonreír mientras hablaba, sonreír mientras tomaba nota y sonreír mientras se marchaba. Me pregunté si eso también haría daño.

Me acabé un plato repleto de lechuga picada, brotes, gramos de soja refritos y queso de cabra fundido, todo sobre un pan chapad, o sea una tostada sagrada, pasándolo con dos vasos de néctar de pina, coco y guava importado del sagrado desierto de Mojave. La cuenta fue nada menos que diez dólares y treinta y cinco centavos. Aquello explicaba las sonrisas.

Regresé a casa justo cuando Milo aparcaba un Matador color bronce, sin marcas de la policía.

– El Fiat murió al fin -me explicó-. He hecho que lo incineren y dispersen las cenizas sobre las plataformas petrolíferas marinas que hay frente a Long Beach.

– Te doy el pésame -tomé el historial de Bruno.

– Se aceptan contribuciones al pago del primer plazo de mi próximo trasto, preferiblemente a coronas de flores.

– Haz que el doctor Silverman te compre un coche.

– Estoy pensando cómo.

Me dejó leer unos minutos y luego preguntó:

– Entonces, ¿qué es lo que piensas?

– No se me ocurre nada genial. A Bruno lo mandó a ver a Handler el Departamento de Libertad Provisional tras su problema con los cheques sin fondos. Handler lo vio una docena de veces durante un período de cuatro meses. Cuando terminó el período de la libertad provisional, también terminó el tratamiento. Una cosa en la que me fijé es en que las notas de Handler acerca de él son relativamente benignas. Bruno fue uno de sus pacientes adquiridos más recientemente. En el momento en que inició su terapia, Handler estaba en su período más desagradable, y sin embargo no hay comentarios malévolos sobre él. Mira, aquí al principio, Handler le llama «un timador muy caradura» – pasé unas páginas-. Y un par de semanas más tarde Handler hace un comentario acerca de «la sonrisa de gato de Cheshire» de Bruno. Pero luego nada más.

– ¿Como si se hubieran hecho amigos?

– ¿Por qué dices eso?

Milo me entregó un trozo de papel.

– Toma. Mira esto.

Era un listado de la telefónica.

– Esto – señaló a un número de siete cifras rodeado por un círculo- es el número de Handler, el de su casa, no el de su oficina. Y este otro es el de Bruno.

Habían sido trazadas líneas entre los dos, como los lazos que cierran una bota de caña alta. Habían tenido montones de conexiones durante los últimos seis meses.

– Interesante, ¿eh?

– Mucho.

– Y aquí tienes algo más. Oficialmente, el forense dice que resulta imposible fijar el momento de la muerte de Bruno. El calor de dentro de la casa mandó al traste los cálculos basados en las tablas de descomposición… y con todos los palos que le han estado dando últimamente no se atreve a arriesgar el cuello y que quizá se lo corten si se equivoca. Pero uno de los chicos jóvenes de la oficina forénsica me dijo, extraoficialmente, que su suposición va de los diez a los doce días.

– Justo alrededor del momento en que asesinaron a Handler y Gutiérrez.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Rama Rota»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Rama Rota» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jonathan Kellerman - Devil's Waltz
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Billy Straight
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Obsesión
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Test krwi
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Compulsion
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Dr. Death
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - True Detectives
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Evidence
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - The Conspiracy Club
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Rage
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Gone
Jonathan Kellerman
Отзывы о книге «La Rama Rota»

Обсуждение, отзывы о книге «La Rama Rota» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x