Jonathan Kellerman - La Rama Rota

Здесь есть возможность читать онлайн «Jonathan Kellerman - La Rama Rota» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Rama Rota: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Rama Rota»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Hay algo espectral en este caso. El suicidio de un violador de niños, una red oculta de pervertidos, todos ellos gente de clase alta, y una aterrada niña que podría atar cabos sueltos… si el psicólogo infantil Alex Delaware logra hacerle recordar los horrores de que ha sido testigo. Pero cuando lo hace, la policía parece falta de interés. Obsesionado por un caso que pone en peligro tanto su carrera como su vida, Alex queda atrapado en una telaraña de maldad, acercándose más y más a un antiguo secreto que hace que incluso el asesinato parezca un asunto limpio.

La Rama Rota — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Rama Rota», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Me habéis emocionado…

– Póntela -me dijo Milo-. Que sea un acto oficial. La galleta no era muy diferente a la que había usado en el Pediátrico de Oeste: llevaba detrás un imperdible. Me la colgué de la camisa.

– Muy atractivo – dijo Hardy-. Con eso y diez centavos puede hacer una llamada de teléfono local.

Buscó en su bolsillo y sacó un pedazo de papel doblado.

– Ahora, si me hace el favor de leer esto y firmarlo – me tendió una pluma.

– Aquí dice que no tienen que pagarme por esto.

– Justo – dijo Hardy con fingida y burlona tristeza -. Y si se corta con el borde de un papel mientras revisa el archivo, no puede ponerle un pleito al Departamento.

– Esto hace felices a los jefazos, Alex -me dijo Milo. Me alcé de hombros y firmé.

– Ahora -me dijo Hardy -, ya es usted un experto oficial del Departamento de Policía de Los Ángeles.

Dobló el papel y se lo metió en el bolsillo.

– Me recuerda al gallo aquel que no dejaba tranquilas a las gallinas del gallinero, de modo que lo castraron y lo nombraron «Consejero».

– Muy alentador, Del.

– Cualquier amigo de Milo lo es mío y todas esas chorradas…

Milo, mientras tanto estaba abriendo las cajas precintadas con una navaja de las del Ejército suizo. Sacó los historiales a docenas y fue haciendo cuidados montones que cubrieron la mesa del comedor.

– Están por orden alfabético, Alex. Puedes irlos mirando y separar los casos raros.

Acabó de disponer las cosas y él y Hardy se prepararon para marcharse.

– Del y yo estaremos hablando con los tipos malos del listado del ordenador.

– Nos dan el trabajo ya preparado -dijo Hardy. Se chasqueó los huesos de los dedos y buscó un lugar en el que dejar el cigarrillo, que ya había fumado hasta el filtro.

– Tírelo al retrete. Salió para hacerlo.

Cuando estuvimos solos, Milo me dijo:

– Realmente aprecio lo que estás haciendo, Alex. No te mates a trabajar… no trates de mirarlo todo hoy.

– Haré todo lo que pueda, hasta que me comiencen a doler los ojos.

– Vale. Te llamaremos un par de veces, para ver si tienes algo en lo que podamos trabajar mientras estamos por las calles.

Hardy regresó arreglándose el nudo de la corbata. Iba muy elegante con su traje azul marino de tres piezas, camisa blanca, corbata rojo sangre y brillantes zapatos negros acharolados. A su lado, a Milo se le veía más desmañado que nunca con sus pantalones colgando arrugados y su deformada chaqueta deportiva de franela.

– ¿Estás dispuesto? -preguntó Hardy.

– Dispuesto. -Adelante.

Cuando se hubieron ido puse un disco de Linda Rondstad en el tocadiscos. Y empecé mi investigación a los acordes de Poor, Poor pitiful Me.

El ochenta por ciento de los pacientes masculinos del archivo caía dentro de dos categorías: o bien ejecutivos adinerados, enviados a la consulta por sus médicos de cabecera, con una serie de síntomas relacionados con el estrés: anginas, impotencia, trastornos abdominales, dolores de cabeza crónicos, insomnios, erupciones cutáneas de origen desconocido… y luego los hombres deprimidos, de todas las edades. Revisé éstos y separé el restante veinte por ciento para una investigación más a fondo.

Cuando empecé no sabía nada acerca del tipo de psiquiatra que había sido Morton Handler, pero tras varias horas de revisar sus dossiers comencé a formarme una imagen de él, una imagen que distaba mucho de ser la de un santo.

Las notas de sus sesiones de terapia eran poco profundas, descuidadas y tan ambiguas que estaban desprovistas de todo sentido. Leyéndolas, resultaba imposible imaginar lo que había estado haciendo durante esas incontables horas de cuarenta y cinco minutos. Apenas si había mención alguna de planes de tratamiento, prognosis, historiales de estrés… cualquier cosa que hubiera podido ser considerada como significativa, médica o psicológicamente. Este modo descuidado de trabajar era aún más evidente en las notas tomadas en los últimos cinco o seis años de su vida.

En cambio, sus archivos financieros eran meticulosos y detallados. Sus honorarios eran altos, sus notas de reclamación a los deudores estaban redactadas con dureza.

Aunque durante los últimos años había hablado menos y recetado más, la frecuencia con la que recetaba medicación no era inusual. A diferencia de Towler, no parecía alguien comprado por las industrias farmacéuticas. Pero tampoco era demasiado bueno como terapeuta.

Lo que realmente me preocupaba era su tendencia, que de nuevo era más habitual durante sus últimos años, de introducir comentarios burlones en sus notas. Éstos, que ni siquiera se molestaba en disimular con la jerga profesional, no eran más que bromas sarcásticas a costa de sus pacientes; «Le gusta quejarse y sonreír como un bobalicón, alternativamente», era su descripción de un viejo con problemas de estabilidad en su humor. «Es poco probable que sea capaz de hacer algo constructivo», era su afirmación acerca de otro. «Quiere la terapia para disimular su vida, que es aburrida y sin sentido.» «Un deshecho total.» Y así muchos más.

Hacia última hora de la tarde había completado mi autopsia psicológica de Handler. Era una persona quemada, uno más entre las legiones de hormigas trabajadoras que han llegado a odiar su profesión elegida. Quizá hubo un tiempo en que sentía la responsabilidad: sus primeros historiales, aunque no inspirados, al menos eran decentes… pero al final, desde luego no la sentía. No obstante, había seguido en ello, día tras día, sesión tras sesión, no deseando perder unos ingresos del orden de las seis cifras y todo lo que lleva consigo la prosperidad.

Me pregunté cómo debía pasar el tiempo mientras sus pacientes escupían su torbellino interno. ¿Soñaba despierto? ¿Se dedicaba a sus fantasías (sexuales, financieras, sádicas)? ¿Planeaba el menú de la cena? ¿Hacía operaciones aritméticas mentalmente? ¿Contaba borreguitos? ¿Calculaba cuántos depresivos podrían bailar en la cabeza de una aguja de coser?

Hubiera sido lo que fuese, desde luego lo que no estaba incluido era escuchar a los seres humanos que estaban frente a él, convencidos de que su curación le importaba.

Aquello me hizo pensar en el viejo chiste, aquél acerca de un par de comecocos que, al final de la jornada, se encuentran en el ascensor. Uno de ellos es joven, un novato, y se ve claramente que está destrozado: la corbata mal anudada, el cabello enmarañado, doblado por la fatiga. Se vuelve y ve al otro, un veterano ya muy bregado, que está totalmente compuesto: moreno, en forma, cada cabello en su sitio, con un clavel recién cortado metido en el ojal de su solapa.

– Doctor – suplica el joven-, por favor, dígame cómo lo hace…

– ¿Cómo hago el qué, hijo?

– Estar sentado hora tras hora, día tras día, escuchando los problemas de la gente sin que éstos logren afectarle.

– ¿Y quién los escucha? -le contesta el gurú.

Muy divertido. A menos que le estuviera uno pagando noventa pavos por sesión a Morton Handler y lo único que lograse por su dinero fuera la secreta valoración de ser un quejica sonriente.

¿Acaso alguna de las víctimas de su malvada prosa habría descubierto lo farsante que era y le habría asesinado? Era difícil imaginar a alguien recurriendo a la elaborada técnica de matarife que había sido empleada con Handler y su amiguita sólo para vengar una afrenta así. Claro que uno nunca sabía… la ira es una cosa muy engañosa: a veces yace durmiente durante años, sólo para ser disparada por el estímulo aparentemente más trivial. Hay gente a la que han descuartizado por hacer una abolladura en el parachoques de un coche.

Aun así, me costaba creer que los depresivos y psicosomatizadores cuyos historiales yo había revisado fueran la materia prima con la que se moldean los que acechan en la noche. Aunque lo que realmente no quería creerme era que tuviéramos que enfrentarnos con dos mil sospechosos en potencia.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Rama Rota»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Rama Rota» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jonathan Kellerman - Devil's Waltz
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Billy Straight
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Obsesión
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Test krwi
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Compulsion
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Dr. Death
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - True Detectives
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Evidence
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - The Conspiracy Club
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Rage
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Gone
Jonathan Kellerman
Отзывы о книге «La Rama Rota»

Обсуждение, отзывы о книге «La Rama Rota» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x