Sue Grafton - T de trampa

Здесь есть возможность читать онлайн «Sue Grafton - T de trampa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

T de trampa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «T de trampa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Es el mes de diciembre, y Kinsey Millhone atraviesa una época de calma. Tiene entre manos un caso rutinario: una colisión entre dos vehículos, que ha de investigar para el abogado Lowell Effinger. Sin embargo, a medida que avanza en sus pesquisas, empieza a sospechar que la mayoría de los implicados, incluidos los testigos, no son lo que parecen. Además, la tranquilidad de Kinsey se ve perturbada cuando Gus Vronsky, un vecino que no se distingue precisamente por su amabilidad ni su buen humor, sufre una caída y no puede valerse por sí mismo; contrata entonces a Solana Rojas, una enfermera que habrá de cuidarlo y tras cuya aparición Gus parece ir de mal en peor. Para colmo, Henry, el octogenario casero de Kinsey, se echa novia e insiste en que la detective le dé su opinión. Inmersa de pronto en todos estos asuntos que no le dan respiro, Kinsey se ve obligada a agudizar su olfato de investigadora, pues tendrá que lidiar con peligrosos psicópatas, con desaprensivos inquilinos y caseros y con ciudadanos aparentemente honestos que, de una manera u otra, hacen trampa y ocultan una identidad irredenta.

T de trampa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «T de trampa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

A mí me gusta poner el punto final. Me saca de quicio ver la puerta de un armario entreabierta. Me gusta planificar. Lo preparo todo por adelantado y no dejo nada al azar, en tanto que Cheney se considera un espíritu libre, que se toma la vida tal como viene. Sin embargo, yo compro a locas, y Cheney, en cambio, se pasa semanas haciendo investigaciones de mercado. Le gusta pensar en voz alta, en tanto que a mí me aburre debatir sobre ternas en los que no tengo un interés personal. No es que lo suyo fuera mejor ni peor que lo mío. Sencillamente éramos distintos en terrenos innegociables. Al final fui franca con él en una conversación tan dolorosa que no merece la pena repetirla. Todavía no creo que él se sintiera tan dolido como me indujo a pensar. En cierto sentido, debió de experimentar alivio, porque no podía ser que él disfrutara de los roces más que yo. Para mí, lo más satisfactorio a partir de la ruptura fue el súbito silencio en la cabeza, la sensación de autonomía, la libertad de cualquier obligación social. Y sobre todo el placer de darme la vuelta en la cama sin chocar con nadie.

A las siete y cuarto me obligué a abandonar el sofá y tiré la servilleta que había utilizado como plato. Alcancé el bolso y la chaqueta, cerré con llave y recorrí la media manzana hasta el local de Rosie, que es una fea mezcla de restaurante, taberna y bar de barrio. Digo «fea» por la exigua decoración del laberíntico espacio. La barra es como cualquier otra barra: un reposapiés de latón a lo largo y botellas de distintos licores en estantes con espejos por detrás. En esa misma pared hay un pez espada disecado de cuyo pico cuelga un suspensorio. Esa desagradable prenda la lanzó allí un alborotador durante un juego de azar cuya práctica ha desalentado Rosie desde entonces.

A lo largo de dos de las paredes se suceden unos toscos reservados, hechos a base de láminas de contrachapado unidas con clavos y ahora de un tono oscuro y pegajoso a causa de la suciedad. El resto de las mesas y sillas son la clase de objetos que pueden encontrarse en un mercadillo, piezas disparejas de formica y cromo con alguna que otra pata demasiado corta. Por suerte, la iluminación es mala, así que muchos de los defectos pasan inadvertidos. El ambiente huele a cerveza, cebolla salteada y ciertas especias húngaras sin identificar. Ha desaparecido ya el humo del tabaco, que Rosie prohibió hace un año.

Como estábamos a principios de semana, eran pocos los parroquianos. Por encima de la barra, el televisor emitía, sin sonido, La rueda de ¡afortuna. En lugar de ocupar mi habitual reservado al fondo, me encaramé a un taburete y esperé a que Rosie saliera de la cocina. Su marido, William, me sirvió una copa de Chardonnay y la dejó delante de mí. Al igual que su hermano Henry, es alto, pero de indumentaria mucho más formal, prefiere los zapatos de cordones, muy lustrosos, mientras que Henry siente predilección por las chancletas.

William se había quitado la americana y se habían puesto toallitas de papel en los puños, sujetas con gomas elásticas, para protegerse las mangas de la camisa, blancas como la nieve.

– Hola, William -saludé-. Hace una eternidad que no hablamos. ¿Cómo te va?

– Tengo una leve congestión de pecho. No obstante, espero que no acabe en una infección de las vías respiratorias superiores en toda regla -contestó. Sacó una cajetilla del bolsillo del pantalón y, tras echarse un comprimido a la boca, explicó-: Cinc.

– Vaya, vaya.

William era un heraldo de enfermedades menores, que él se tomaba muy en serio por miedo a que se lo llevaran a la tumba. Aunque se había moderado y ya no llegaba a los límites de antes, permanecía atento a cualquier defunción inminente.

– He oído que Gus anda mal -comentó.

– Magullado y maltrecho; aparte de eso, se encuentra bien.

– No estés tan segura -dijo él-. Una caída como ésa puede traer complicaciones. Parece que uno se encuentra bien, pero en cuanto tiene que guardar cama pilla una neumonía. Otro riesgo son los trombos, y ya no hablemos de las infecciones por estafilococos, que pueden llevárselo a uno al otro barrio en un periquete.

Con un chasquido de dedos, William puso fin a cualquier infundado optimismo que yo pudiese haber concebido. Por lo que a él se refería, Gus ya estaba prácticamente bajo tierra. En lo tocante a la muerte, William se mantenía siempre alerta. En gran medida, Rosie lo había curado de su hipocondría, puesto que su fervor culinario generaba las suficientes indigestiones para mantener a raya las enfermedades imaginarias de William. Aun así, él todavía era propenso a la depresión y consideraba que no había nada como un funeral para proporcionar un pasajero estímulo anímico. ¿Quién podía echárselo en cara? A su edad, habría sido un alma de cántaro si ver a un amigo recién fallecido no le levantase un poco la moral.

– Más me preocupa lo que le pase a Gus cuando vuelva a casa. Estará fuera de combate durante un par de semanas.

– Si no más.

– Exacto. Teníamos la esperanza de que Rosie conociera a algún pariente dispuesto a cuidar de él.

– Yo no contaría con la familia. Ese hombre tiene ochenta y nueve años.

– La misma edad que tú, y tú tienes cuatro hermanos vivos, tres de los cuales pasan de los noventa.

– Pero nosotros estamos hechos de una pasta más resistente. Gus Vronsky ha fumado la mayor parte de su vida. Por lo que sabemos, aún fuma. Lo mejor es un servicio de asistencia sanitaria a domicilio, como por ejemplo la Asociación de Enfermeras Visitadoras.

– ¿Crees que tiene algún seguro de salud?

– Lo dudo. Probablemente ni siquiera imaginaba que viviría tanto como para beneficiarse de él, pero sí debe de tener seguridad social.

– Sí, supongo.

Rosie salió de la cocina por la puerta de vaivén caminando de costado. Llevaba un plato en cada mano, uno lleno a rebosar de lomo frito y rollos de col rellenos y el otro con estofado húngaro y tallarines al huevo. Se los sirvió al par de bebedores diurnos sentados ante el extremo opuesto de la barra. Estaba segura de que los dos llevaban allí desde el mediodía, y bien podía ser que ella los invitase a la cena con la esperanza de que se les pasara la borrachera antes de marcharse a casa.

Se reunió con nosotros en la barra y la puse al corriente brevemente de nuestras preocupaciones por Gus.

– Hay una sobrina nieta -dijo ella de inmediato-. Como no lo ve desde hace años, le tiene mucho cariño.

– ¿No me digas? ¡Qué bien! ¿Y vive aquí?

– En Nueva York.

– A Gus eso va a servirle de poco. El médico no le dará el alta a menos que tenga a alguien que lo cuide.

Rosie descartó la idea.

– Metedlo en una residencia. Eso hice yo con mi hermana.

William se inclinó hacia mí y aclaró:

– … que murió poco después.

Rosie no le prestó la menor atención.

– Es un lugar agradable. En la esquina de Chapel y Missile.

– ¿Y qué hay de su sobrina? ¿Sabes cómo podríamos ponernos en contacto con ella?

– Gus tiene una agenda en su escritorio, allí seguro que aparece el nombre.

– Algo es algo -dije.

Cuando sonó el despertador el martes a las seis de la mañana, salí a rastras de la cama y me puse las zapatillas Saucony. Había dormido en chándal, lo que me ahorraba un paso en mi recién inaugurado ritual matutino. Mientras me lavaba los dientes, me miré en el espejo con desesperación. Durante la noche, mi pelo rebelde había formado un cono en lo alto de la cabeza, que tuve que humedecer con agua y alisar con la palma de la mano.

Cerré la puerta y me até la llave del estudio en el cordón de una de las zapatillas. Al cruzar la verja me detuve y, por si a alguien le interesaba, estiré los ligamentos de las rodillas con gran alarde. Luego me dirigí hacia el bulevar Cabana, donde troté por el carril bici hasta la siguiente travesía, con la playa a mi derecha. Amanecía más tarde que la última vez que corrí, hacía varias semanas, por lo que a esas horas de la madrugada reinaba aún más la oscuridad. El mar ofrecía un aspecto negro y hosco, y las olas, a juzgar por el ruido al romper contra la arena, parecían frías. Unos kilómetros mar adentro, las islas del canal, recortadas contra el horizonte, formaban una hilera oscura e irregular.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «T de trampa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «T de trampa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Sue Grafton - U Is For Undertow
Sue Grafton
Sue Grafton - I de Inocente
Sue Grafton
Sue Grafton - H is for Homicide
Sue Grafton
Sue Grafton - P is for Peril
Sue Grafton
Sue Grafton - O Is For Outlaw
Sue Grafton
libcat.ru: книга без обложки
Sue Grafton
Sue Grafton - F is For Fugitive
Sue Grafton
Sue Grafton - C is for Corpse
Sue Grafton
Sue Grafton - E Is for Evidence
Sue Grafton
Sue Grafton - K Is For Killer
Sue Grafton
Sue Grafton - Z Jak Zwłoki
Sue Grafton
Sue Grafton - S is for Silence
Sue Grafton
Отзывы о книге «T de trampa»

Обсуждение, отзывы о книге «T de trampa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x