– No lo hizo.
– Cuando tuvo lugar aquella visita a urgencias, ella ya estaba en fase terminal -dije.
– Aún mejor -respondió Petra-. Sabe que va a morir. Quizá estaba nerviosa porque Whitbread podría herir a Tanya y decidió ir hasta él y zas.
– Tú no has sido capaz de localizarlo -afirmé-. ¿Por qué ella debería haber tenido más suerte que tú?
– Todos estos años sin decir ni pío, ¿por qué iba a amenazarla justo ahora?
– Quizá no fue una amenaza, solo un comentario sutil que la atormentaba. Ella tenía un tipo de mente muy especial: era obsesiva, su mente no paraba ni un momento. Aprendió a controlarlo, hay gente que lo hace. Pero los instintos permanecen y el estrés puede reavivarlos. Añade ciertos problemas cognitivos debidos a la enfermedad y no hay forma de saber cómo podía llegar a razonar.
Petra se mordió el labio.
– Mi cerebro está listo para una parada técnica… su casa en Culver City, no está tan lejos de las otras tres casas, ¿no? ¿Cuánto puede haber? ¿Unos ocho kilómetros al sureste?
– Es otra página totalmente distinta del mapa -respondí-. En el sentido literal y figurado. Y lo que es más importante, no está relacionado con los Bedard. Se fue para aclararse consigo misma.
Petra cerró la guía de carreteras.
– Una cosa fácil que puedo hacer mañana es comprobar quién era el propietario del edificio de Whitbread en aquel entonces. Si el nombre de Myron aparece en la escritura, estaré dispuesta a seguir escuchando -hizo una mueca-. Esto va a encantarle.
– ¿A quién?
– A Cruella. Por mucho que me pese admitirlo, tenía razón. Encontrar a su ex y hablar con él es algo que tenemos que hacer. Pero si vuelve a llamarme «cariño» con ese tono, le giro la cara de una bofetada.
***
Estuvimos jugando con el ordenador durante una hora más. Intentamos, sin éxito, saber algo más sobre Moses Grant y Peterson Whitbread o Blaise de Paine.
– Chicos, se me cierran los ojos, vamos a dejarlo -acabó diciendo Petra.
– Una pregunta: ¿corre Tanya peligro?
– Si estás en lo cierto y Peterson amenazó a Patty por algún oscuro secreto, el peligro es significante. ¿Cómo es la seguridad de la casa?
– Decente -contestó Milo-. Ya le di un sermón y pareció comprenderlo. También hice algunas comprobaciones en la calle. Nada sospechoso, en mi opinión.
– Diecinueve años y vive sola -apuntó Petra-. No sé cómo me las arreglaría. ¿Qué es lo que sabe ella de todo esto?
– Le contamos lo del asesinato de Jordan -le dije-. Quería saber si tenía algo que ver con su madre y le dijimos que no existía ninguna prueba directa.
– ¿ Se lo tragó?
– Quizá.
– Bien -contestó-, si algo de lo que hemos estado hablando esta noche es remotamente cierto, no vais a poder esconderle la verdad durante mucho tiempo… ¿está visitándote para recibir terapia, Alex?
– No sigue sesiones regularmente, solo cuando lo necesita. ¿Hasta dónde debo contarle?
Petra miró a Milo.
– Es tu homicidio, detective Connor -contestó él.
– Bien -dijo-, no me gustaría que conozca cada detalle de la investigación, pero necesita saber lo suficiente para entender que debe tener cuidado. ¿Tiene algún otro sitio en el que pueda vivir en caso necesario?
– No tiene ningún familiar -respondí-. Dice tener amigos.
– ¿Dice? ¿Crees que te está mintiendo?
– Dice que estudia con otros compañeros, pero nunca me ha hablado de una relación puramente social. Y no hay nada en su casa que huela a vida estudiantil.
– Suena a alguien demasiado mayor para su edad. Perder a un progenitor puede hacerte algo así. ¿Piensas que el embalse no podrá resistir la presión?
– Estoy vigilando el nivel del agua.
– Ahora tiene una relación -intervino Milo-. Kyle Bedard la localizó en la página web de Facebook, dice que sintió curiosidad tras hablar con nosotros de cuando Tanya y Patty vivían en la casa de su abuelo. Le advertimos que podía involucrarse demasiado, pero ya sabes cómo son los jóvenes.
– ¿Crees que está acechándola por alguna razón peligrosa?
– Seguramente no, pero ¿quién sabe? ¿Es una evaluación correcta, Alex?
Asentí con la cabeza.
– Un enredo más de los Bedard -comentó Petra-. Alex, quizá deberías guiarla lejos de él. De alguna manera, está resultando que esta familia extiende sus tentáculos por todas partes.
– Pero no le des detalles sobre la investigación.
Petra suspiró y jugueteó con el pelo.
– Tenemos una deuda moral para protegerla, pero asustarla por nada no puede ser bueno para su salud mental. ¿Podemos confiar en que no le filtrará información a Kyle o a alguien más?
– Creo que sí.
– Entonces sigue tu instinto.
– Puede que mientras hablas con ella, descubras si se acuerda de Blaise de Paine -sugirió Milo.
– Lo haré.
Petra se levantó y les hizo un gesto con la cabeza.
– Acompañadme al coche, chicos.
***
A la mañana siguiente, a las nueve, le dejé un mensaje a Tanya para que me llamara.
A la una todavía no había tenido noticias suyas. A y diez, Milo me llamó por teléfono.
– Por fin, bingo. Cuando Patty se mudó al dúplex de la calle Cuarta, la propietaria era Mary Whitbread, además del propio edificio de Mary y otros dos cercanos. Pero dos años antes, todas las propiedades pertenecieron a la fundación de la familia Bedard.
– ¿Myron se las vendió?
– La fundación lo hizo. Los miembros del consejo de administración eran el anciano y Myron.
– ¿Consiguió una ganga?
– ¿Un caramelito para su amante? No soy un experto, pero las cifras no parecen bajas, quizá Mary tenía su propia fuente para conseguir pasta. Tu idea de que fue Myron quien mandó a Patty allí comienza a verse más claramente. El otro gran hallazgo es que las balas que extrajeron del cuerpo de Armbruster no coinciden con la pistola de Patty.
– ¡Gracias a Dios!
– Raul y Petra han comenzado esta mañana a buscar la pista de Myron en Europa. En cuanto a mí, cero. El resultado final de la autopsia de Lester Jordan no es muy profundo: «Método de asesinato: estrangulamiento, modo de muerte: homicidio». Robert Fisk todavía no ha aparecido y Petra no ha podido encontrar las direcciones actuales de Blaise de Paine o Moses Grant. Pero oye, si la vida fuera demasiado fácil, empezaríamos a pensar que no somos más que monos con piel fina.
– ¿No tenemos un diseño inteligente según tú?
– No cuando leo el periódico.
Blaise de Paine es potencialmente accesible -sugerí-, conocemos a su madre. La opinión de Petra sobre eso, y yo coincido con ella, es que volver a visitar ahora mismo a Mary Whitbread dispararía muchas alarmas y aumentaría el riesgo de una nueva desaparición de algún cómplice. Lo que pudimos hacer fue localizar una dirección para el Hummer, no es un coche muy común. No había ninguna matriculación inscrita por De Paine o Peterson Whitbread, pero puede que utilizara otro apodo. Estoy esperando a que la DMV me envíe una lista por fax de todas las inscripciones de la marca Hummer. Mientras tanto, he estado preguntando a algunos representantes, pero no ha habido suerte. Teniendo en cuenta cómo le gusta a De Paine llamar la atención, me he preguntado si no sería de alquiler y empecé por el aparcamiento de Budget en Beverly Hills, porque tienen todo tipo de soluciones para un día. Hace un par de años le alquilé a Rick un Lamborghini para su cumpleaños. Acabó con un tremendo dolor de espalda, pero eso ya es otra historia. Por desgracia, el único Hummer negro de su lote ha estado alquilado a largo plazo a un equipo cinematográfico. Los otros tres son plateado, rojo y un descapotable amarillo, hablamos de tener buen gusto. Estaba a punto de llamar a Hertz.
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