Rex Stout - Los Amores De Goodwin

Здесь есть возможность читать онлайн «Rex Stout - Los Amores De Goodwin» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los Amores De Goodwin: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los Amores De Goodwin»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando un poderoso representante gubernamental de la O.R.P. (Oficina de Regulación de Precios) está preparándose para hablar ante un grupo de millonarios pertenecientes a la A.I.N. (Asociación Industrial Nacional) muere asesinado. El mundo de los negocios se tambalea ante las sospechas vertidas sobre los magnates asistentes a la conferencia. La A.I.N. exige que se encuentre al asesino y Nero Wolfe decide hacerse cargo del caso.

Los Amores De Goodwin — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los Amores De Goodwin», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¡Qué fracaso! -gruñó Herb-. ¿Por qué no le rebasamos y le preguntamos adónde se dirige?

– O’Neill no tiene razón alguna para sospechar que le vamos siguiendo, a menos que le hayan puesto sobre aviso y en tal caso no habrá ya nada que le tranquilice y estaremos perdidos. Retrásese un poco más. Lo bastante para que no nos pueda separar ninguna luz de tráfico.

Herb lo hizo así y se ocupó en sortear las señales de circulación como si en ello le fuera la vida. Con el débil tráfico de aquella mañana de domingo, sólo tropezamos con dos antes de llegar a la calle 46, donde el coche de O’Neill torció hacia la izquierda. Una manzana después, en la avenida Lexington, se volvió hacia la derecha y al cabo de un minuto se detuvo en la entrada de la estación Grand Central. Nosotros estábamos separados del suyo por dos coches. Herb giró hacia la derecha y frenó. Yo salí, protegido por un coche de los parados.

– ¿No se lo dije? Ha soltado el coche. Espéreme en el patio.

Apenas hubo pagado O’Neill al taxista y cruzó la acera, yo salí de mi abrigo. Seguía poniendo pocas esperanzas en mi persecución y lo que me parecía más verosímil en aquel momento es que tuviera que seguirle hasta Greenwich y participar en una excursión campestre, de esas donde se bebe un poco y se juega al poker , de una forma u otra O’Neill no parecía tener la menor duda de lo que buscaba, porque entró en el largo corredor y atravesó la gran sala central de la estación como si anduviera seguro de su destino. No daba el menor indicio de sospechar que nadie le fuese siguiendo. Finalmente dio la vuelta, pero no para entrar en los andenes, sino para subir a la consigna. Me quedé a distancia, abrigado por una esquina. Había varias personas en la cola antes que él, y él esperó turno, luego entregó un taloncito y al cabo de un minuto o cosa así le entregaron un paquete.

Aun desde la distancia a que yo permanecía, cosa de unos diez metros, aquel objeto tenía aspecto de ser interesante. Era una cajita rectangular de cuero. O’Neill la cogió y salió con ella. En aquel momento yo tenía menos interés en que mi presencia pasase inadvertida y al mismo tiempo me sentía mucho más afanoso de no perder contacto con él. De esta suerte, me acerqué un poco más y casi le fui pisando los talones. Súbitamente, se frenó en su paso, casi hasta detenerse, metió la caja debajo del gabán, pasó el brazo en torno de ella y se abrochó. Luego continuó en su marcha, En vez de regresar a la entrada de la avenida de Lexington, bajó por la rampa que conduce a la calle 42 y cuando salió a la acera se volvió hacia la izquierda hasta llegar a la parada de taxis que hay delante del hotel Commodore. Seguía sin haber advertido mi presencia. Después de una breve espera cogió un coche, abrió la puerta y entró. Iba a cerrar.

Me propuse que no lo consiguiese. Hubiera sido bonito enterarse de la dirección que iba a dar al conductor, pero esto no era trascendental. En cambio, si yo perdía el contacto con aquella caja de cuero en los riesgos de la persecución, tendría que buscar otro empleo ayudando a Hattie Harding a coser botones. Así me adelanté con rapidez suficiente para impedir que cerrase la puerta y le rogué:

– Hola, O’Neill. ¿Va a la ciudad? ¿Le importa llevarme?

Me senté a su lado y entonces, ya queriendo aportar mi colaboración, cerré la puerta.

– ¡Vaya, hola, Goodwin! ¿De dónde sale usted? Voy… Bueno, no, el caso es que no voy a la ciudad. Voy hacia abajo.

– A ver si se decide -gruñó el conductor.

– No importa -le dije alegremente a O’Neill-. Lo qué me interesa es hacerle a usted un par de preguntas acerca de esta caja de cuero que lleva usted debajo del abrigo. -Y al chofer le dije-: Siga adelante, y dé la vuelta en la calle 8.

– Este no es su coche -dijo el taxista mirándome con odio.

– Es igual -dijo O’Neill-. Somos amigos. Vamos allá.

El coche se puso en marcha. No nos dijimos nada. Pasamos por delante del Vanderbilt y después de detenernos ante una luz, íbamos a cruzar la avenida de Madison, cuando O’Neill se inclinó hacia adelante para decirle al taxista.

– Vuélvase hacia la Quinta Avenida.

El taxista estaba demasiado agraviado para atinar a responder, pero cuando llegamos a la Quinta y dieron la luz verde, se volvió hacia la derecha.

– Si esto es lo que usted quiere, conforme -le dije-; pero me parece que ganaríamos tiempo yendo directamente a casa de Nero Wolfe. El se sentirá aún con más curiosidad que yo acerca de lo que lleva usted ahí. Claro está que no podemos debatirlo en este taxi, puesto que el conductor no nos tiene simpatía.

Volvió a inclinarse hacia el taxista y le dijo su dirección de la Park Avenue. Estuve considerando esta nueva posibilidad durante tres calles, y me pronuncié contra ella. La única arma que llevaba encima yo era un cortaplumas. Supuesto que había estado vigilando aquella entrada desde las ocho de la mañana, parecía improbable que el comité ejecutivo de la A.I.N. estuviese en sesión en el piso de O’Neill, pero si estaban, y sobre, todo si estaba con ellos el general Erskine, mecería en el caso de hacer una presión demasiado brutal para conseguir salir de allí con la cajita. Por todo ello, le dije a O’Neill en voz baja:

– Oiga, si el taxista es un ciudadano dotado de espíritu cívico y oye que hablamos de algo que tenga querer con un asesinato, lo más fácil es que se detenga delante del primer policía que encuentre. Quizá es esto también lo que usted quiere: un policía. Si es así, le complacerá saber que la idea de ir a su piso no me divierte. Si me lleva usted allí, le exhibiré mi documentación al portero, le sujetaré a usted y le ordenaré que vaya a avisar al cuartelillo 19, que está en el número 153 de la calle 67 Este. El incidente provocaría un desagradable estrépito. ¿Por qué no nos libramos de ese robaperas y discutimos el asunto en un banco tomando el sol? Además le he de advertir que he visto una expresión en sus ojos que no me ha gustado nada. Le advierto que tengo veinte años menos que usted y que hago gimnasia cada mañana.

O’Neill dejó de poner cara de. tigre y volvió a inclinarse para decirle al taxista:

– Pare aquí.

Aunque yo dudaba de que llevase armas, no quise que hiciese tonterías con los bolsillos, y por ello pagué yo la cuenta del taxi. Estábamos en la Calle 69. Después que et taxi se hubo alejado, cruzamos la calle y nos dirigimos a uno de los bancos que hay junto a la pared que cierra el Parque Central y nos sentamos. Seguía apretando el brazo izquierdo contra el objeto que llevaba debajo del abrigo.

– Un procedimiento muy fácil sería dejarme echar una mirada a este paquete, por dentro y por fuera. Si contiene sólo mantequilla de «estraperlo», vaya usted con Dios.

– Le diré, Goodwin -dijo pesando muchos las palabras-. No quiero apelar a la indignación para calificar la persecución de usted y todo esto. Pero le puedo explicar de qué manera ha venido a mis manos esta caja, de una manera absolutamente inocente, absolutamente, Y no tengo más noticia que usted de lo que hay en ella. No tengo ni idea.

– Echemos una ojeada.

– No -dijo con resolución-. A los efectos de usted, es propiedad mía…

– Pero ¿lo es en realidad?

– Insisto en que por lo que a usted respecta, es mío y que tengo derecho a examinarlo en privado. Derecho moral. Reconozco que no puedo plantear la cuestión en el terreno del derecho legal, porque usted ha brindado diferir el caso a la policía y esta solución es legalmente correcta. Pero el derecho moral está de mi parte. Usted ha insinuado antes que fuéramos a ver a Nero Wolfe. ¿Cree usted que lo aprobaría la policía?

– No, pero él sí.

– No lo dudo -dijo O’Neill recobrando facultades y adoptando un tono serio y persuasivo-. Pero ya lo ve usted, ninguno de nosotros dos quiere acudir a la policía. De una manera efectiva, nuestros intereses coinciden. El problema es, pues, de mero procedimiento. Considérelo usted desde su punto de vista personal: Lo que usted quiere es poder presentarse ante su jefe y decirle: «Me mandó usted a realizar un trabajo, lo he hecho y aquí están los resultados». Y entregarle esta cajita de cuero y llevarme de paso con usted, si le parece. ¿No es esto lo que usted desea?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los Amores De Goodwin»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los Amores De Goodwin» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los Amores De Goodwin»

Обсуждение, отзывы о книге «Los Amores De Goodwin» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x