Qiu Xiaolong - Visado Para Shanghai

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Visado Para Shanghai: краткое содержание, описание и аннотация

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La nueva novela de Qiu Xiaolong retoma las andanzas protagonizadas por el Inspector Chen en su anterior gran éxito, Muerte de una heroína roja. En esta ocasión, Chen ha de investigar la misteriosa desaparición de la bailarina Wen Liping durante su regreso a China desde Estados Unidos. La vigorosa trama policial propicia la radiografía de un país en plena mutación, sirviéndose de un personaje que está ya en las antologías del género: un amante de la literatura que resuelve intrincados enigmas en tanto recita proverbios de Confucio y moderna poesía china. El estilo de Xiaolong ha hecho ya las delicias de miles de lectores en todo el mundo. A pesar de su juventud se trata de un autor contrastado, cuyo futuro se adivina enormemente brillante.

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Ella se sentó a su lado en el sofá.

– Podría leérmelo.

Mientras ella se inclinaba para mirar el poema, él pensó que percibía el olor del jabón que desprendía la piel de ella, aún húmeda por la ducha. Respiró hondo y empezó a leer, en inglés:

El roce de las yemas de los dedos
Estamos hablando en un taller abarrotado
Decidiendo nuestros actos y nuestras palabras,
Entre todos los premios, estatuillas doradas
Que miran fijamente las moscas que vuelan en círculos.
«El material para tu informe del periódico: milagros
Hechos por los trabajadores chinos», dice el director.
«En Europa, sólo máquinas afiladoras especiales
pueden hacer el trabajo, pero los dedos de nuestros
trabajadores pulen las piezas de precisión».
A nuestro lado, las mujeres se inclinan sobre el trabajo,
Moviendo a toda prisa los dedos
Bajo la luz fluorescente.
Enfoco con mi cámara a una de edad madura,
Pálida en su blusa negra tejida en casa
Empapada de sudor. El calor del verano es sofocante.
Al enfocarla con el zoom me sorprende verme
Movido a centrarme en la pieza de acero
Que las yemas de los dedos de Lili rozan,
Suaves aunque robustas
Como una exótica máquina afiladora.

– ¿Quién es el reportero de la primera estrofa? -preguntó ella con expresión perpleja.

– Deje que se lo explique cuando termine.

No es que
Lili realmente me tocara. Ella no, la más guapa
Izquierdista de la estación, julio, 1970.
Nos marchábamos, el primer grupo
De «jóvenes educados»
Que partía hacia el campo.
«¿Oh, ser re-re-re-educados por
los campesinos po-bres y de clase media ba-ba-ja!».
La voz del presidente Mao rechinaba
Desde un disco rayado de la estación.
Junto a la locomotora Lili
Se puso a bailar, blandiendo
Un corazón de papel rojo que había recortado, un milagro
En el dibujo de una chica y un chico
Sosteniendo el carácter chino «leal»
Al presidente Mao. La primavera
De la Revolución Cultural se filtraba
Entre sus dedos. El pelo se le derramaba
En el oscuro ojo del sol.
Un salto, su falda
Como un capullo, y el corazón
Se le escapó de la mano, aleteando
Como un faisán sonrojado. Un error -
Me precipité a rescatarlo cuando ella
Lo cogió- un toque final a
Su actuación. La multitud rugía.
Yo me quedé helado. Ella me cogió la mano,
Temblando, entrelazándose
Nuestros dedos, como si mi error
Fuera un acto muy ensayado, como si
El telón cayera sobre el mundo
En un pedazo de papel blanco
Para que resaltara el corazón rojo, en el que
Yo era el chico y ella la chica.
«Los mejores dedos»,
dijo el director y yo asentí. Es ella.
No hay error. Pero qué puedo decir,
Digo, claro está, lo que me conviene
A mí, que las cosas cambian, como
Reza un dicho chino, de un modo tan espectacular
Como mares celestes en campos de moras,
O que todos estos años desaparecen… de un capirotazo.
Ahí está ella, cambiada
Y no cambiaba, sus dedos
Enjabonados en el verdoso abrasivo,
Nuevos brotes de bambú sumergidos largo rato
En agua helada, pelándose, pero
Perfeccionándose. Ella levanta la mano,
Sólo una vez, para secarse el sudor
De la frente, dejando
Un rastro fosforescente. Ella
No me conoce… ni aun llevando
La tarjeta con mi nombre,
Periodista del Wenhui Daily,
Colgada al pecho.

«No hay historia»,
dice el director.
«Es una de los millones
de jóvenes educados, y se ha convertido
en "una campesina de clase media-baja-pobre",
sus dedos, duros como una máquina pulidora,
pero revolucionaria, pulen
el espíritu de nuestra sociedad, hablando

en abundancia de la superioridad de
nuestro socialismo.»
Así se me ocurrió una metáfora central
Para mi reportaje.
Un caracol esmeralda
Se arrastra por la blanca pared.

– Es un poema triste -dijo ella en un murmullo.

– Un buen poema, pero la traducción no logra hacer justicia al original.

– El lenguaje es claro y la historia, conmovedora. No veo nada malo en la traducción. Es muy emotiva.

– «Emotiva» es la palabra correcta. Me costó encontrar un equivalente. Es el poema de Liu Qing.

– ¿Quién? ¿Liu Qing?

– Aquel compañero de clase de Wen; su hermano Lihua le mencionó… aquel advenedizo que organizó la reunión.

– Sí. «La rueda de la fortuna gira muy deprisa.» Zhu también le mencionó y dijo que en el instituto no era nadie. ¿Por qué su poema de pronto es tan importante para nosotros?

– Bueno, encontraron una antología poética en casa de Wen. Creo que se lo mencioné.

– Se menciona en el expediente. Un momento, la pulidora revolucionaria, la fábrica de la comuna, las trabajadoras que pulen las piezas con sus dedos, y Lili…

– Ahora lo entiende. Por eso quería comentar el poema con usted esta noche -dijo él-. Después de dejarla a usted he llamado a Yu. El poema de Qing está en esa antología, y Yu me envió una copia por fax. El poema se publicó por primera vez hace cinco años, en una revista llamada Stars. En aquella época Liu trabajaba como periodista para el Wenhui Daily. Como el narrador del poema, escribió sobre una factoría de una comuna modelo del condado de Changle, provincia de Fujian. Aquí hay una copia del reportaje que apareció en el periódico -Sacó un periódico de su cartera de mano-. Propaganda. No he tenido tiempo de traducirlo.

– Pocas librerías, salvo en las grandes ciudades, venden poesía en la actualidad. Es inimaginable que una mujer campesina pobre fuera desde su aldea a comprar un libro de poesía.

– ¿Cree que el poema cuenta una historia verdadera?

– Es difícil saber cuánto de ese poema es cierto. La visita a la fábrica de Wen, tal como se describe en el poema, fue una coincidencia. Pero Liu utilizó la misma metáfora en su artículo del periódico: «una máquina pulidora revolucionaria puliendo el espíritu de la sociedad socialista». Podría haber sido parte del motivo por el que dejó su trabajo.

– ¿Por qué? Liu no hizo nada malo.

– No debería haber escrito esas tonterías políticas, pero no tuvo agallas para negarse. Además, debía de sentirse culpable por no haber hecho nada por ayudarla.

– Me parece que ahora entiendo lo que quiere decir -se apoyó en el borde de la cama, de cara a él-. Si la historia del poema es cierta, Liu no le reveló su identidad en aquel momento, y mucho menos la ayudó. Ese es el significado de la imagen del caracol esmeralda arrastrándose al final. Es la culpa de Liu, un símbolo de los remordimientos de Liu.

– Sí, el caracol lleva una carga siempre. Por eso en cuanto he terminado de traducir el poema me he apresurado a venir.

– ¿Qué pretende hacer ahora? -preguntó ella.

– Debemos entrevistar a Liu. Puede que entonces no hablara con Wen, pero más tarde debió de enviarle un ejemplar de la antología, que ella guardó. Y posiblemente hubo otros contactos entre ellos.

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