Arnaldur Indriðason - La voz

Здесь есть возможность читать онлайн «Arnaldur Indriðason - La voz» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La voz: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La voz»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Gulli, el viejo portero de uno de los más conocidos hoteles de Reykjavik, aparece desnudo y acuchillado hasta morir en su miserable habitación en el sótano. Pero Gulli es mucho más que un simple portero que se disfrazaba de Papa Noel todas las navidades, es un completo misterio. Veinte años en el hotel y nadie le conoce realmente. Erlendur Sveinsson decide alojarse en el mismo hotel en busca de la asesina, que, también de eso cree estar convencido, aún debe permanecer muy cerca, pese a que las vacaciones de Navidad están ya encima y el hotel completo. Mientras que al director tan sólo le importa que el asesinato permanezca oculto y su reputación intacta. Erlendur, sin embargo, recibe la visita de su hija, que de nuevo se adentra entre las brumas de la droga y el alcohol, dejando al inspector al borde de la desesperación y la impotencia.

La voz — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La voz», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

«…y algunos serán siempre niños pequeños…»

12

Cuando Erlendur subió a su habitación poco después de mediodía, el jefe de recepción ya había instalado un tocadiscos y dos altavoces, El hotel tenía unos cuantos tocadiscos antiguos que no se habían usado en mucho tiempo. En cuanto a Erlendur, tenía uno y no tardó en hacer funcionar este. Nunca había adquirido un lector de CD y desde hacía años no compraba discos. No oía música actual. Había oído hablar del hip-hop, pero durante bastante tiempo creyó que era un sinónimo del hula-hop.

Elínborg iba camino de Hafnarfjórdur. Erlendur le había pedido que fuera a ver la escuela a la que había asistido Gudlaugur sus primeros años. Había pensado en preguntar al respecto al padre y a la hermana, pero como su conversación tuvo aquel final tan brusco, no tuvo ocasión de hacerlo. Tendría que volver a hablar más tranquilamente con los dos. Entre tanto, quería que Elínborg localizara a quienes conocieron a Gudlaugur en sus tiempos de niño prodigio, que hablara con sus compañeros de clase. Quería saber la influencia que había tenido aquella supuesta fama sobre un muchacho tan joven. También quería saber cómo se lo habían tomado los compañeros de escuela, y si alguno de ellos recordaba que le pasó cuando perdió la voz y durante los años siguientes. También estaba dándole vueltas a la posibilidad de que alguien supiera si tenía algún enemigo en aquella época.

Todas estas cosas se las había enumerado prolijamente a Elínborg en el vestíbulo del hotel, y se dio cuenta de que ella se sentía un poco molesta, porque no veía necesidad alguna de que insistiera de aquel modo. Ella ya sabía de qué iba el caso, y era plenamente capaz de plantearse sus propios objetivos.

– Y por el camino puedes comprarte un helado -le dijo Erlendur para tomarle un poco el pelo. Ella prorrumpió en una serie de maldiciones sobre los viejos descerebrados y desapareció por la puerta.

– ¿Cómo reconozco al Wapshott ese? -dijo una voz detrás de él, y cuando se dio la vuelta vio a Valgerdur con su bolsa de muestras en la mano.

– Es un inglés bastante calvo, de aspecto fatigado, con los dientes quemados, que colecciona niños de coro -dijo Erlendur-. No se te escapará.

– ¿Dientes quemados? -dijo ella-. ¿Y que colecciona niños de coro?

– Es una historia muy, muy larga que te contaré algún día. ¿Hay alguna novedad sobre las pruebas? No nos llevará una eternidad, espero.

Estaba extrañamente alegre de volver a verla. Cuando oyó su voz detrás de él fue como si el corazón se detuviese por un instante. La tristeza desapareció por un momento y su voz se llenó de vida. Casi se quedó sin respiración.

– No sé cómo va -respondió ella-. Hay un número increíble de muestras.

– Pues yo… -Erlendur intentaba encontrar una excusa por lo sucedido la noche anterior-. Anoche me quedé totalmente atascado. Accidentes, muertes a la intemperie. No te dije la verdad cuando me preguntaste por mi interés en las muertes de gente perdida en las montañas.

– No tienes que decirme nada -repuso ella.

– Sí, sí, claro que tengo que decírtelo -dijo Erlendur-. ¿Existe alguna posibilidad de repetir aquello?

– No… -calló-. No te preocupes. Estuvo muy bien. Olvidémoslo. ¿Vale?

– Vale, si eso es lo que quieres -dijo Erlendur, muy a pesar suyo.

– ¿Dónde está ese Wapshott?

Erlendur la acompañó a recepción, donde le dijeron el número de habitación. Se estrecharon la mano y ella se dirigió a los ascensores. El se quedó mirándola. Ella esperó el ascensor sin mirar atrás. Erlendur pensó si debería hacer otro intento, y había ya dado el primer paso cuando se abrió la puerta y ella entró en el ascensor. Lo miró en el momento mismo en que se cerraba la puerta, y sonrió con una sonrisa casi invisible.

Erlendur se quedó inmóvil un momento y vio que el ascensor se detenía en la planta de Wapshott. Entonces apretó el botón para hacerlo volver. Sintió el aroma de Valgerdur mientras subía a su planta.

Puso en el tocadiscos el disco del niño de coro Gudlaugur Egilsson, comprobando que había fijado la velocidad en 45 revoluciones. Luego se tumbó en la cama. El disco estaba como nuevo. Parecía que nunca lo hubiesen tocado. Ni chasquidos ni crujidos. Un chirrido al principio, pero enseguida empezó la introducción y finalmente, una voz infantil límpida y de inusitada belleza comenzó a cantar el Ave Marta.

Estaba allí solo, en el pasillo, y abrió con mucha precaución la puerta de la habitación de su padre, y lo vio sentado en el borde la cama, con la mirada fija en el infinito, en silenciosa angustia. Su padre no participaba en la búsqueda. Consiguió regresar a la granja en pésimo estado, después de perder a sus dos hijos en el páramo en medio de una tormenta que se había desatado sin previo aviso. Los había buscado a ciegas entre las ráfagas de viento gritando sus nombres, pero no podía ver ni siquiera la mano delante de sus propios ojos y el estruendo de la tormenta ahogaba sus gritos. Su desesperación era más profunda de cuanto pueden expresar las palabras. Se había llevado a los chicos para que le ayudaran a buscar unas ovejas. Tenía unas cuantas ovejas y algunas se habían escapado al páramo. Su intención era volverlas a llevar al establo. Había llegado ya el invierno, pero la previsión meteorológica era buena y cuando se pusieron en camino el tiempo parecía espléndido. Pero no eran sino previsiones y apariencias. La tormenta no anunció su llegada.

Erlendur entró en la habitación de su padre y se detuvo junto a él. No comprendía por qué estaba sentado en la cama, en vez de andar con los demás por el páramo, buscando. Aún no habían encontrado a su hermano. Podía estar vivo aún, aunque resultaba poco probable. Erlendur lo leía en el gesto de los hombres que regresaban exhaustos a la granja, descansaban y tomaban algo de alimento antes de volver a salir. Habían acudido de las aldeas y de las granjas de alrededor todos los hombres válidos, con perros y largas pértigas que clavaban en la nieve. Así encontraron a Erlendur. Así pensaban encontrar a su hermano.

Iban a las parameras en grupos de ocho o nueve hombres, clavaban las pértigas en la nieve y gritaban el nombre de su hermano. Habían pasado dos días desde que encontraron a Erlendur y tres desde que la tormenta separó al padre y sus dos hijos. Los hermanos consiguieron mantenerse juntos al principio. Gritaban en medio de la nevada e intentaban escuchar la voz de su padre. Erlendur, dos años mayor, llevaba de la mano a su hermano, pero las manos se abotargaron con el frío y Erlendur ni siquiera se dio cuenta cuando se soltaron. Creía que aún lo llevaba de la mano cuando se dio la vuelta y ya no lo vio. Mucho más tarde creyó recordar el roce de una mano deslizándose de la suya, pero aquel recuerdo lo había construido él mismo. En ningún momento había notado que sucediera nada.

Estaba convencido de que iba a morir, a los diez años de edad, en una tormenta de nieve que no lo dejaría escapar. Lo atacaba desde todas direcciones, lo desgarraba, lo golpeaba y le impedía la visión, fría, feroz e implacable. Por fin cayó en la nieve e intentó enterrarse en ella. Se quedó allí, pensando en su hermano, que también estaría muñéndose en el páramo.

Despertó al sentir un violento pinchazo en el hombro, y de pronto apareció un rostro desconocido. No oyó lo que decía aquel hombre. Quería seguir durmiendo. Lo sacaron de la nieve y se fueron relevando para bajarlo del páramo, aunque él apenas recordaba nada de su vuelta a casa. Oía voces. Oyó a su madre que lo arropaba. Un médico lo examinó. Congelaciones en manos y pies, pero nada demasiado serio. Vio la habitación de su padre. Lo vio sentado solo en el borde de la cama, como si lo que estaba sucediendo no tuviera nada que ver con él.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La voz»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La voz» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Arnaldur Indridason - Silence Of The Grave
Arnaldur Indridason
Arnaldur Indridason - Tainted Blood
Arnaldur Indridason
Arnaldur Indriðason - Silence of the Grave
Arnaldur Indriðason
Arnaldur Indriðason - Operation Napoleon
Arnaldur Indriðason
Arnaldur Indriðason - Kältezone
Arnaldur Indriðason
Arnaldur Indriðason - Engelsstimme
Arnaldur Indriðason
Arnaldur Indridason - Voices
Arnaldur Indridason
Arnaldur Indridason - Arctic Chill
Arnaldur Indridason
Arnaldur Indridason - The Draining Lake
Arnaldur Indridason
Arnaldur Indriðason - Silencio Sepulcral
Arnaldur Indriðason
Arnaldur Indriðason - Las Marismas
Arnaldur Indriðason
Arnaldur Indriðason - Hypothermia
Arnaldur Indriðason
Отзывы о книге «La voz»

Обсуждение, отзывы о книге «La voz» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x