Jeffery Deaver - El Hombre Evanescente
Здесь есть возможность читать онлайн «Jeffery Deaver - El Hombre Evanescente» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El Hombre Evanescente
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El Hombre Evanescente: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Hombre Evanescente»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Un nuevo caso del detective tetrapléjico Lincoln Rhyme, enfrentado a un criminal de habilidades extraordinarias: engañar, escapar, disfrazarse…
El Hombre Evanescente — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Hombre Evanescente», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Y oí gritos… -dijo Loesser en un susurro.
– ¿Los gritos? Fue idea de Kara. Pensó que podíamos decir a Kadesky que informara al público de que iba a haber un descanso para que un estudio cinematográfico rodara una escena en la carpa, precisamente una escena sobre el incendio de un circo. E hizo que todo el público gritara en el momento oportuno. Estaban encantados, de repente eran extras en una peli.
– No -murmuró El Prestidigitador-. Fue…
– … una ilusión -le dijo Rhyme-. Fue una ilusión.
Algunos pases mentales realizados por «El hombre inmovilizado».
– Será mejor que me encargue de esta escena -dijo Sachs, señalando con la cabeza la habitación y frunciendo el ceño.
– Claro, claro, Sachs. ¿En qué estaría yo pensando? Aquí estamos, sentaditos, charlando y contaminando una escena del crimen…
Con sus múltiples esposas y grilletes, y con un agente a cada lado, el asesino fue conducido fuera de la habitación, mucho menos insolente que la última vez que le llevaron al Centro de Detención.
Y en el momento en que dos oficiales de los Servicios de Emergencia estaban a punto de transportar de nuevo a Rhyme, sonó el teléfono de Lon Sellitto.
– Aquí la tengo… -miró a Sachs-. ¿Quieres hablar con ella? -Le hizo un gesto negativo a Sachs con la cabeza y siguió escuchando con un gesto serio en la cara-. De acuerdo, se lo digo ahora. -Colgó el teléfono-. Era Marlow -le informó.
El jefe de los Servicios de Patrulla. ¿Qué pasaría?, se preguntó el criminalista mirando la cara de preocupación de Sellitto.
El arrugado detective continuó hablando con Sachs.
– Quiere que te pases mañana por allí a las diez. Es sobre tu promoción. -Sellitto puso un gesto de extrañeza-. Y ha habido otra cosa que me ha dicho que te diga, algo sobre tu nota en el examen, ¿qué era? -Movió la cabeza en sentido negativo, miró hacia el techo, con gesto de preocupación-. ¿Qué era?
Sachs lo miraba impávida, aunque Rhyme observó que una de las uñas emprendía un breve ataque a la cutícula de su pulgar.
Entonces, el detective chascó los dedos.
– ¡Ah, sí!…, ya me acuerdo. Me ha dicho que has conseguido la tercera puntuación más alta en la historia del departamento. -Arrugó la cara y miró a Rhyme-. Sabes lo que eso significa, ¿verdad? ¡Que el Señor se apiade de nosotros!: ahora ya no habrá quien la aguante.
Corría, sin aliento.
El pasillo tenía casi dos kilómetros de largo.
Kara iba corriendo sobre el linóleo gris con una única cosa en la mente, y no era el difunto Erick Weir, ni su psicótico ayudante Art Loesser, ni el brillante número de ilusionismo con fuego en el Cirque Fantastique. No. Ella sólo pensaba: ¿voy a llegar a tiempo?
Avanzaba por el oscuro pasillo…, las pisadas resonaban en el suelo.
Dejaba atrás puertas cerradas y puertas abiertas. Le llegaban fragmentos de programas televisivos y de música; escuchaba retazos de conversaciones de despedida de las familias, que se disponían a marcharse tras pasar allí las horas de visita del domingo.
Escuchaba sus propias pisadas huecas.
Se detuvo al llegar ante la puerta de la habitación. Respiró hondo una docena de veces para recobrar firmeza en la voz y, más nerviosa que en cualquier otra ocasión antes de salir al escenario, entró en la estancia.
Una pausa. Y luego dijo:
– ¡Hola, mamá!
Su madre desvió la vista del televisor, parpadeó con sorpresa y sonrió.
– ¡Oh!, mira quién ha venido. Hola, cariño.
Dios mío, pensó Kara, mirándola a sus ojos vivos. ¡Ha vuelto! ¡Ha vuelto de verdad!
Se acercó a ella, la abrazó y aproximó la silla.
– ¿Qué tal estás?
– Bien. Esta noche hace un poco de frío.
– Voy a cerrar la ventana -Kara se levantó y la cerró.
– Pensé que no llegarías a tiempo, cielo.
– He tenido una noche muy ajetreada. Tengo que contarte lo que me ha pasado, mamá. No te lo vas a creer.
– Soy toda oídos.
– ¿Quieres un té o algo? -le preguntó Kara llena de excitación. Sentía una tremenda necesidad de contarle todo lo acaecido en su vida en los últimos seis meses, hasta el más pequeño detalle. Pero se dijo a sí misma que sería mejor calmarse; le pareció que demasiada efusión podría abrumar a su madre, que tenía un aspecto tremendamente frágil.
– No, no quiero nada, cielo… ¿Podrías apagar el televisor? Prefiero charlar contigo. No sé qué pasa con el mando, pero no consigo que funcione. A veces incluso pienso que hay alguien que entra y cambia los botones.
– Me alegro de haber venido antes de que te acostaras.
– Me hubiera quedado levantada para charlar contigo.
Kara le sonrió. Su madre dijo:
– Cielo, he estado pensando en tu tío, mi hermano.
Kara asintió. El difunto hermano de su madre había sido la oveja negra de la familia. La madre y los abuelos de Kara se habían negado a hablar de él, y estaba prohibido mencionar su nombre en las reuniones familiares. Pero, desde luego, los rumores volaban: era homosexual, era heterosexual y estaba casado, pero había tenido una aventura amorosa con una gitana rumana, había disparado a un hombre por una mujer, nunca se había casado y era un músico de jazz alcohólico…
Kara había deseado siempre saber la verdad sobre él.
– ¿Qué pasa con el tío, mamá?
– ¿Quieres saberlo?
– Oh, por supuesto; cuéntamelo -le dijo, inclinándose hacia adelante y poniendo la mano sobre el brazo de su madre.
– Bien, veamos, pues: ¿cuándo sería eso? Calculo que en mayo del setenta, tal vez del setenta y uno, no estoy segura del año -qué cabeza tengo-, pero estoy segura de que era mayo. Tu tío y algunos de sus compañeros del ejército habían vuelto de Vietnam.
– ¿Fue soldado? No lo sabía.
– Oh, estaba muy guapo con el uniforme… Bueno, pues lo habían pasado fatal allí. -Su tono se hizo más serio-. Al mejor amigo de tu tío lo mataron justo a su lado; murió en sus brazos. Un tipo negro y grandote. Bien, pues a Tom y a otro soldado se les metió en la cabeza que iban a poner un negocio para ayudar a la familia de su amigo muerto; y lo que hicieron fue irse al Sur y comprar un barco. ¿Te imaginas a tu tío en un barco? Yo pensé que era la cosa más extraña del mundo. Montaron un negocio de gambas y Tom hizo una fortuna.
– Mamá -dijo Kara suavemente.
Su madre sonrió al acordarse de algo, y movió la cabeza negativamente.
– Un barco… Bien, pues la empresa marchaba de maravilla, y la gente estaba sorprendida, porque…, bueno…, porque Tom nunca había sido muy brillante. -Los ojos de la madre se iluminaron-. Pero, ¿sabes lo que él solía decirles?
– ¿Qué, mamá?
– Que las apariencias engañan.
– Eso está bien -susurró Kara.
– Ay, a ti te hubiera encantado ese hombre, Jenny. ¿Sabías que una vez estuvo con el presidente de los Estados Unidos? ¿Y que jugó al ping-pong en China?
Sin advertir el silencioso llanto de su hija, la anciana continuó contándole a Kara el resto de la historia de Forrest Gump , la película que acababa de ver en la televisión. El tío de Kara se llamaba Gil, pero en la fantasía de su madre era Tom, seguramente por el nombre del actor, Tom Hanks. La propia Kara se había convertido en Jenny, la novia de Forrest.
No, no, no, pensó Kara llena de desesperación. No he llegado a tiempo, después de todo.
El alma de su madre había vuelto, y se había ido otra vez, dejando sólo ilusión.
El cuento de la mujer se fue convirtiendo en un torrente embrollado que iba del barco de gambas en el Golfo a otro barco atunero en el Atlántico Norte al que sorprendió algo parecido a una «tormenta perfecta», y de ahí a un transatlántico que se hundió mientras su hermano, vestido de esmoquin, tocaba el violín en cubierta. Pensamientos, recuerdos e imágenes procedentes de una docena de películas o libros se mezclaban con los recuerdos verdaderos. Pronto, el «tío» de Kara, como cualquier otro rastro de coherencia, se desvanecieron completamente.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El Hombre Evanescente»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Hombre Evanescente» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El Hombre Evanescente» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.