José Somoza - El Cebo

Здесь есть возможность читать онлайн «José Somoza - El Cebo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Cebo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Cebo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Madrid. Un brutal atentado terrorista. Un futuro desolador.
El Espectador, el mayor y más salvaje homicida de todos los tiempos, anda suelto. La policía va en su búsqueda. Los métodos policiales han cambiado. La tecnología no funciona. Tiene que buscar dentro, en la mente, en los deseos del asesino. Para ello utilizan cebos, expertos en conductas humanas, entrenados para conocer las filias de los delincuentes y manipularlas a través de máscaras. Diana Blanco es la mejor, la más prepaparada, la única que puede atrapar al Espectador.
Cuando la protagonista descubra que su hermana ha sido secuestrada por el asesino, iniciará una carrera contrarreloj para salvarla que la conducirá a la guarida del monstruo.
A partir de este momento se desencadena un trepidante juego de sospechas que llevará a la protagonista a un sorprendente final lleno de acción y erotismo.

El Cebo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Cebo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Hubo una pausa. Me cubrí la cabeza y me encorvé en el suelo, esperando. Ya no podía intentar otra cosa: a partir de ese momento todo quedaba en manos de Miguel.

– Haremos algo -dijo al fin-: llamaré a Olga y le diré lo de Gens. Si lleva la pulsera, daremos con él de inmediato. Pero también le contaré lo que acabo de encontrar en tu casa, Diana. El hecho de que Gens se haya marchado no significa que seas inocente.

Era el típico sentido de la justicia de Miguel. Acepté aquellas condiciones, no me quedaba otro remedio. Me ordenó que no me moviese mientras llamaba.

En ese instante un sonido familiar nos interrumpió.

– Quizá sea Olga -dijo Miguel tras dejar sonar el timbre del teléfono de mi casa dos veces-. Contesta.

– «Contestar» -pedí desde el suelo al receptor, sin moverme.

Sin embargo, la voz que se oyó en los altavoces del dormitorio no era la de Olga.

– Hola, Diana y Miguel… Me reconocéis, ¿verdad? Soy Víctor Gens… -Era su inconfundible tono, su graznido orgulloso pero también violento y jadeante, como poseído de furia-. Sé que estáis juntos, puedo veros y oír lo que habláis… -Una pausa-. Buen punto el de la pulsera clínica, Diana, la verdad, no lo había pensado, y ahora ya es tarde para destruirla… -Una pausa-. Pero también es tarde para pedir ayuda. -Una pausa-. Quiero veros a los dos, ahora mismo. Estoy en la granja. Ya sabéis el camino… -Se oyó su ronca risita-. Debo advertiros que estoy controlando todas vuestras llamadas, Miguel, así que no aviséis a nadie o me enfadaré. Y no creo que te guste mi enfado, Diana… ¿Quieres saber por qué?

De súbito escuché la otra voz, el angustioso, horrible grito:

– ¿Diana…? ¡Diana, ayúdame!

Antes de que pudiese reaccionar, Gens volvió a llenar los altavoces.

– Tengo a tu hermana -dijo.

31

– Lo siento.

– No fue culpa tuya.

– Cada vez es más frecuente en cebos veteranos… Lo de caer al foso, me refiero… Pero no me lo creí de verdad hasta que no hallé esa muñeca en tu armario… Yo…

Miguel se inclinaba mucho sobre el volante al hablar. Recordé cierta técnica para la máscara de Juego en que debías inclinarte así con el fin de resaltar el decorado. Sin embargo, sabía que en aquel momento Miguel solo intentaba ser sincero.

– Está bien -dije.

Yo no deseaba ningún examen de conciencia. Y realmente lo comprendía. A veces yo misma había creído estar a punto de caer al foso. Los cebos jugábamos con nuestras emociones, nuestro placer, nuestras verdades íntimas, hasta que la frontera entre la máscara y lo que éramos bajo ella se borraba. Si es que éramos algo más, y no, como creía Gens, solo nuevas máscaras como estratos geológicos que ocultaban, al fondo, un magma de placer.

«Gens», pensé. Ahora también él parecía haber caído al foso.

– Quería confiar en ti, Diana… -Miguel desovillaba su inútil arrepentimiento-. Quería creerte, te lo juro… Pero tenía un trabajo que cumplir. Y te confieso que ha sido el más difícil de mi vida…

– Lo sé.

De sobra conocía la lealtad casi obsesiva con que Miguel acataba las órdenes. Era lo que menos me gustaba de él, aquello que más se parecía a la mentalidad de soldado lobotomizado que Mario Valle nos adjudicaba. Pero no lo censuraba: todos teníamos nuestra manera de sobrellevar la vergüenza, y la suya era obedecer. Para hacer teatro, el actor Miguel necesitaba seguir ciegamente las instrucciones del director.

Lo miré un instante desde mi asiento: su hermoso rostro, su cabello y barba níveos como un rey de cuento infantil. En verdad, no me importaba que hubiese sospechado de mí. Freud habría dicho que yo intentaba recuperar al padre perdido. Gens diría que la primera vez que lo vi, Miguel hizo algo, o sucedió algo a su alrededor, y mi psinoma quedó enganchado. Daba igual. Fuera lo que fuese, yo lo llamaba amor. Y me pregunté si sería posible salvar nuestra relación cuando aquella pesadilla finalizara.

– Hiciste lo que tenías que hacer -dije-. Y te agradezco que hayas decidido no pedir ayuda ahora…

– No podemos arriesgar la vida de Vera. Ese bastardo va en serio. No sé cómo lo ha hecho, pero parece interceptar los canales de la policía. Si los aviso, lo detectará.

Era cierto. Miguel había intentado llamar a Olga cuando, tras vestirme, salimos apresuradamente de mi apartamento en dirección a su coche, pero la voz que había aparecido en el móvil había sido, de nuevo, la de Gens. Nos dijo que no nos permitiría otra desobediencia similar, y habíamos optado por seguir su juego.

El mundo a nuestro alrededor se había convertido en una oscuridad vertiginosa mientras Miguel pisaba a fondo el acelerador. Era madrugada, y todos aquellos que pretendían salir de la ciudad o entrar en ella para pasar el día de fiesta lo habían hecho ya. Casi íbamos solos por la autopista, nuestros rostros apenas revelados bajo las escasas luces de coches y farolas. Pronto entraríamos en la zona «fantasma», el campo yermo, eternamente invernal del 9-N, y entonces la noche nos envolvería por completo.

Allí nos esperaba Gens. Con mi hermana.

¿Qué haríamos al llegar a la granja? Conversamos sobre ello, pese a que ignorábamos si, de alguna forma, Gens podía seguir escuchándonos. Miguel llevaba su pistola, pero sabíamos que ningún arma resultaba más peligrosa que nosotros mismos. Sin embargo, en esta ocasión no se trataba de un simple psico. Miguel lo dejó claro:

– Loco o no, es Víctor Gens, y conoce a los cebos mejor que nadie. No sé qué quiere: quizá presionarnos o eliminarnos para que no denunciemos el asunto Renard… Pero, si es verdad que tiene a tu hermana, debemos ser precavidos…

– ¿«Si es verdad»? -dije, y Miguel asintió.

– No olvides que solo hemos oído una voz… Incluso aunque se trate de la voz de Vera, no significa que ella esté allí, o que él la tenga en su poder. Lo que te dije era cierto: hay datos que permiten suponer que Vera se marchó a Londres… Si Gens los ha falsificado también, entonces sería el rey del universo.

– Quizá lo sea.

Su silencio me hizo pensar que entendía lo que yo quería decir. Lo ocurrido con Álvarez y Padilla, y el hallazgo de la muñeca en mi casa, delataban algo más que simple astucia. Ni siquiera era capaz de imaginarme cómo lo había logrado Gens, o a quién podía haber recurrido para ello, pero intuía que quien nos aguardaba en la granja no era el Gens de siempre, si es que alguna vez había existido algo así. Y eso me daba miedo. Como cuando intentaba una máscara en un momento de extrema necesidad y fallaba: miedo y confusión. Por no mencionar lo que pudiera sucederle a Vera, si es que Gens realmente la había capturado.

Diana, ayúdame.

Prefería no pensar en ella.

Sentí la mano de Miguel en mi brazo, y supe que nuestra telepatía mutua volvía a funcionar.

– No dejaré que le haga daño a Vera. Te lo juro, cielo. Ese cerdo no os hará daño a ninguna de las dos.

Miré sus ojos, que se habían apartado un instante de la carretera para observarme, su rostro enmarcado por la oscura ventanilla, y le creí.

– A ninguno de los tres -dije, y apreté su mano con la mía.

No hablamos durante el resto del viaje, como si hubiésemos querido prolongar así el calor y la luz de aquella declaración postrera. Poco después nos deteníamos frente a la monstruosa negrura de la granja. Llovía de nuevo, aunque no con intensidad, y sentí frío al bajarme del coche y me froté los brazos sobre la cazadora. El viento convertía las gotas en salpicaduras. «Aquí empezó todo para mí -pensé-, y aquí acabará todo.»

– ¡Víctor! -llamó Miguel, y su grito sonó casi obsceno en la espantosa soledad-. ¡Hemos llegado! ¿Me oye? ¿Por qué no sale y hablamos?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Cebo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Cebo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


José Somoza - Clara y la penumbra
José Somoza
Jose Somoza - Art of Murder
Jose Somoza
Clifford Simak - Il cubo azzurro
Clifford Simak
Jaspreet Singh - Chef
Jaspreet Singh
José Somoza - La Caja De Marfil
José Somoza
José Somoza - Dafne desvanecida
José Somoza
José Somoza - Silencio De Blanca
José Somoza
José Somoza - Zigzag
José Somoza
Отзывы о книге «El Cebo»

Обсуждение, отзывы о книге «El Cebo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x