Tim Green - Ambición

Здесь есть возможность читать онлайн «Tim Green - Ambición» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Ambición: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ambición»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Thane Coder lleva una existencia que muchos envidiarían: un buen trabajo en la poderosa compañía King Corp, una mujer hermosa, un generoso salario… Un sueño hecho realidad pero que, como él mismo confiesa, no es suficiente. Cuando el dueño de la compañía anuncia que cederá el mando de la empresa a su hijo Scott, Thane decide que el puesto ha de ser suyo al coste que sea. Espoleado por la ambición de su esposa y cómplice, recurre al asesinato, al engaño, a los contactos con criminales… Matar le resulta cada vez más fácil, incluso tanto como engañar al FBI y a la mafia, pero pronto queda claro que Thane ha entrado en una espiral de locura para la que sólo hay un final.

Ambición — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ambición», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cuando las sirenas se acercaron al cadáver él ya había llegado a campo abierto. Demasiado lejos para renunciar a la caza.

El helicóptero era otro problema.

Bucky oyó el sonido en el aire antes de poder localizarlo. Volaba sobre el parque, desde los edificios del oeste, y siguió adelante pasando por encima de su cabeza. No tenía de qué preocuparse por el momento, de manera que concentró su atención en la hierba. La débil capa de escarcha mostraba claras huellas humanas y Bucky las siguió, consciente de que Thane empezaba a arrastrar la pierna derecha: el rastro de sangre le condujo hasta un puente de madera, gastado y abombado en su parte central.

Un pato graznó desde el agua, enojado ante tanto alboroto. Avanzó hasta oír de nuevo el sonido de la cascada. Le levantó el ánimo. Se oían voces a lo lejos. Agarró el rifle con las dos manos, dejando que el láser enfocara el serpenteante sendero que se abría ante él.

Alguien se acercaba. Se apostó en las sombras y apoyó el hombro en el suave tronco de un haya. Percibió el hedor de las hojas en descomposición. Los pasos eran perfectamente audibles. Cercanos. Contuvo el aliento.

El hombre rodeó la curva y Bucky dirigió el punto rojo a su nariz. El tipo se movió y retrocedió. Bucky relajó el dedo. No era su presa.

Quienquiera que fuera, había sacado el móvil y gritaba como un imbécil, rasgando la quietud del bosque.

No le convenía. No, con un helicóptero sobrevolando la zona.

Bucky apretó la mandíbula y siguió por el sendero sin preocuparse de buscar rastros de sangre. El hombre se había alejado: seguramente había visto a Thane arrastrando la pierna ensangrentada. Bucky avanzó con cuidado, prestaba atención a cualquier ruido. Algo se cernía sobre su cabeza. Luces. No muchas. Un edificio de piedra.

Bucky recordó el mapa. Aquello debía de ser el castillo Belvedere. El punto más alto del parque. Si la memoria no le fallaba, había unas escaleras descendentes a un lado, que daban a un jardín y a una especie de teatro.

Bucky se detuvo. Giró a la izquierda y se metió en el bosque: las luces del castillo quedaban a su derecha. Rodeó la colina, cortando cualquier posible vía de escape.

Dibujó un círculo alrededor del castillo, pasó el teatro, cruzó el jardín y bajó por los gastados escalones de piedra. El castillo se alzaba sobre el precipicio de roca. Bucky se agachó y miró a su alrededor, por si Thane hubiera bajado por ese lado. Nada.

Inició un lento ascenso por la escalera. Le tenía: era sólo cuestión de tiempo. Pero el helicóptero venía hacia donde se encontraba él. Zumbaba como una sierra en un día de otoño, y el ruido sofocaba cualquier otro sonido. No podía evitarse.

Lo mismo sucedía con los coches que cruzaban el parque, con sus frenazos y chirridos de ruedas.

– Hijo de puta -dijo Bucky, permitiéndose el lujo de gritar con todo ese alboroto.

Empezó a correr. Oía gritos a lo lejos. Tenía el helicóptero encima: su foco brillante rasgaba la noche, sumándose a la luz de las farolas de acero de la muralla. Gracias a ellas, Bucky distinguió unas gotas de sangre. Cruzaban el patio de piedra… hasta llegar a un punto: una esquina oscura, escondida, de la muralla. Agachado, con las manos sobre la cabeza, estaba Thane.

Bucky se mantuvo erguido y empuñó el arma. El corazón le latía por el esfuerzo de la carrera y se detuvo un instante para recuperar fuerzas y no fallar el disparo.

El punto rojo se posó en el centro de Thane. Pero tardó demasiado en apretar el gatillo. La figura de una mujer se interpuso entre él y su presa. Le apuntaba con una pistola.

– ¡Tire el arma! -gritó ella.

El punto rojo señalaba ahora la nuez de la mujer. El disparo le atravesaría el cuello y le reventaría el cerebro, matándola al instante. No tendría tiempo de apretar el gatillo. Podía deshacerse de ella y luego ir a por Thane. Bucky tomó aire; lo soltó despacio… Hundió los hombros.

– Hola, agente Lee -dijo.

Su dedo se alejó del gatillo y dejó caer el rifle al suelo.

74

¿ La atraparon? -pregunta é l.

– S í . La pillaron cuando iba a tomar un autob ú s en Massena y la encerraron por tr á fico de drogas. Diez a ñ os: le dijeron que se pasar í a diez a ñ os en la c á rcel por cruzar la frontera con tanta droga. En Nueva York te cae una condena peor por tr á fico de drogas que por matar a alguien. Como Bucky. Cinco a ñ os en libertad vigilada por cargarse a ese tipo.

¿ Tambi é n ella declar ó contra ti?

Le sonr í o.

¿ Cree que hizo lo que hizo porque no me quer í a?

É l se encoge de hombros.

– Ella no se percat ó de que me hab í a agarrado a la manecilla. Lo creo de verdad. Tambi é n s é que ella siempre iba un paso por delante. ¿ Se acuerda de la grabadora que compr ó antes de reunirse con Johnny G en el Met? Eso le dio lo que ellos quer í an: Johnny G autoinculp á ndose de lo de Milo.

– Pero t ú est á s aqu í -dice é l.

– No gracias a las tres cadenas perpetuas que ped í an para m í . Ella les ofreci ó un trato en cuanto la esposaron: inmunidad total para ella a cambio de entregarles a Johnny G. Yo hice mi propio trato. Me declar é culpable de homicidio en primer grado. Doce a ñ os. Que en realidad han sido seis.

– Pero ella no lleg ó a declarar -dice é l.

Desv í o la mirada, apretando los ojos para contener las l á grimas.

– Creo que me lo dej ó a m í

¿ Y el dinero?

– Creo que supuso que me culpar í an a m í . Al fin y al cabo, yo era el hombre - ¿ Qui é nes? -El sindicato. -Pero no fue as í … -Al parecer, no.

75

El hombre se frotó los ojos e intentó espabilarse. Colocó el respaldo del asiento en posición vertical, apartó la manta que daban en el avión y miró por la ventanilla. Las nubes grises daban paso a las frondosas colinas verdes que se alzaban a las afueras de Milán. El paisaje le recordó a los Catskills.

Una vez en el aeropuerto, buscó alguna señal. El chico era prácticamente un chaval. El cabello largo, por detrás de las orejas; un abrigo largo de cuero negro y una camisa verde lima. Hablaba inglés, y mientras viajaban en dirección norte, hacia Como, los dos fumaron como carreteros y el chico le contó lo que sabía.

– Ella comprar palacio Apuzzi. Dos años atrás. Siete millones. Ahora se llama Agujero Negro. Palacio viejo. Antes, muy hermoso.

– ¿Qué coño es eso? -preguntó el hombre.

El chico frunció el ceño.

– ¿Por qué? -dijo el hombre, hablando muy despacio-. ¿Por qué Agujero Negro?

– Como una araña -explicó el chico, asintiendo para que el hombre le entendiera-. Todo entra. Nada sale.

– ¿Una araña?

– Agujero de araña. Agujero negro -dijo el chaval. Se encogió de hombros y encendió otro cigarrillo-. Muchos paquetes. Muchas entregas. Comida. Muebles. Ropa. Joyas. Incluso coches. Mucho dinero. Pero no sale nadie. Ni personas. Ni basura. Nada.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Ambición»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ambición» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Ambición»

Обсуждение, отзывы о книге «Ambición» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x