Ursula Le Guin - Tehanu

Здесь есть возможность читать онлайн «Ursula Le Guin - Tehanu» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1991, ISBN: 1991, Издательство: Minotauro, Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Tehanu: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Tehanu»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El mal medra, y la magia se ha pervertido. En todas partes hay miedo e incertidumbre, y magos y reyes quieren que una mujer de Gont les muestre el camino. Tenar, sacerdotisa de Atuan, cuida de Therru, una muchacha que ha conocido el horror, y dedica toda su fuerza y sabiduría a proteger a la niña de sus perseguidores y llegar a entender un mundo que está cambiando de una manera misteriosa. A Tenar se le une Ged, en otro tiempo archimago de Terramar, y el hombre, la mujer y la niña descubren que se enfrentan a un enemigo que sólo podrá ser dominado con una nueva especie de poder…
Ganó el Premio Nébula como mejor novela en 1990, Premio Locus como mejor novela de fantasía en 1991.

Tehanu — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Tehanu», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ged colocó el nudo de un tronco en el fuego para que no ardiera demasiado y se consumiera lentamente, y los dos se quedaron observando los brincos y el parpadeo de fas llamas.

—Me gustaría que te quedaras aquí, Ged —dijo ella—. Si quieres.

Él no le respondió de inmediato. Ella dijo: —Tal vez pienses seguir hacia Havnor…

—No, no. No tengo adonde ir. He estado buscando trabajo.

—Y bien, aquí hay mucho que hacer. Arroyo Claro no lo va a reconocer, pero su artritis no le permite hacer casi nada más que ocuparse del huerto. He estado necesitando alguien que me ayude desde que regresé. Podría haberle dicho al viejo testarudo lo que pensaba de él por haberte mandado así a la montaña, pero no serviría de nada. No me escucharía.

—Me hizo bien —dijo Ged—. Me dio el tiempo que necesitaba.

—¿Estuviste pastoreando ovejas?

—Cabras. En lo alto de las praderas. El muchacho que habían contratado se enfermó y Serry me contrató, me mandó allá arriba el primer día. Dejan a las cabras muy arriba y hasta muy tarde, para que les crezca una lana gruesa. Este último mes estuve casi todo el tiempo solo en las montañas. Serry me mandó esa pelliza y algunas provisiones, y me dijo que mantuviera al rebaño lo más arriba que pudiera y por todo el tiempo que pudiera. Eso hice. Era un lugar hermoso.

—Solitario —dijo ella.

Él asintió con una semisonrisa.

—Siempre has estado solo.

—Sí, siempre he estado solo.

Ella no dijo nada. Él la miró.

—Me gustaría trabajar aquí—dijo.

—No hay más que hablar, entonces —dijo ella. Al cabo de un rato agregó—: Por el invierno, al menos.

Esa noche caía una helada más fuerte. Su mundo estaba sumido en un perfecto silencio que sólo rompía el murmullo del fuego. El silencio era como una presencia entre los dos. Ella alzó la cabeza y lo miró.

—Y bien —dijo—, ¿en qué cama duermo, Ged? ¿En la de la niña o en la tuya?

Él respiró profundamente. Habló en voz baja.

—En la mía, si quieres.

—Sí.

El silencio lo inmovilizaba. Ella se daba cuenta del esfuerzo que hacía para escapar de ese silencio. —Si me tienes paciencia… —dijo él.

—He sido paciente contigo durante veinticinco años —dijo ella. Lo miró y se echó a reír—. Ven, ven, querido… ¡Más vale tarde que nunca! No soy más que una vieja… Nada se pierde, nada se pierde jamás. Tú me lo enseñaste. —Ella se puso de pie y él se levantó; ella extendió las manos y él se las tomó. Se rodearon con los brazos, y se estrecharon. Se abrazaron con tal intensidad, con tal cariño, que todo lo que los rodeaba desapareció. Poco importó en qué lecho hubiesen pretendido dormir. Esa noche se tendieron en las piedras que rodeaban el hogar y allí Tenar le enseñó a Ged el misterio que ni siquiera los hombres más sabios podrían enseñarle.

Él reavivó el fuego una vez y cogió la manta gruesa de la banqueta.

Tenar no se opuso esta vez. La capa de ella y la pelliza de él fueron sus cobijas.

Se despertaron al alba. Una tenue luz plateada brillaba en las ramas oscuras y semidesnudas de los robles, del otro lado de la ventana. Tenar estiró todo el cuerpo para sentir la tibieza de Ged. Al cabo de un rato murmuró: —Aquí estaba él. Merluza. Debajo de donde estamos.

Ged dejó escapar una débil protesta.

—Ahora eres un verdadero hombre —dijo ella—. Primero llenas a otro hombre de agujeros y después te acuestas con una mujer. Supongo que ése es el orden correcto.

—¡Chsss! —murmuró Ged, volviéndose hacia ella y apoyando la cabeza en su hombro—. No hables de eso.

—Sí, Ged. ¡Pobre hombre! No tengo compasión, sólo deseo que se haga justicia. No me enseñaron a sentir compasión. El amor es lo único bueno que tengo. ¡Oh, Ged, no me tengas miedo! ¡Tú eras un hombre cuando te vi por primera vez! Ni un arma ni una mujer pueden hacer de alguien un hombre, y tampoco la magia, ni hay poder alguno que lo haga, nada salvo él mismo.

Se quedaron tendidos, sumidos en la tibieza y en. un dulce silencio.

—Dime algo.

Él asintió con un murmullo, soñoliento.

—¿Cómo llegaste a oír lo que decían? Merluza y Diestro y el otro. ¿Por qué estabas allí precisamente, en ese preciso momento?

Él se apoyó en un hombro para mirarla a la cara. La serenidad y la plenitud y la ternura le daban a su rostro una expresión tan franca y vulnerable que ella sintió el impulso irrefrenable de extender la mano y tocarle la boca, allí donde lo había besado por primera vez, meses antes, y eso lo hizo abrazarla nuevamente y el diálogo no continuó con palabras.

Había que ocuparse de ciertas formalidades. La más importante era decirle a Arroyo Claro y a los demás inquilinos de la Granja de los Robles que ella había sustituido al «viejo amo» por un empleado. Lo hizo rápidamente y sin ambages. No podían hacer nada al respecto y la situación no suponía ninguna amenaza para ellos. Una viuda podía disponer de las propiedades de su esposo siempre que no hubiese un heredero o un hombre que se considerara con derechos sobre ellas. El hijo de Pedernal, el marino, era su heredero, y la viuda de Pedernal se limitaba a conservar la granja para él. Si ella moría, Arroyo Claro conservaría la granja para el heredero; si Chispa no la reclamaba nunca, pasaría a manos de un primo lejano de Pedernal que vivía en Kahedanan. De acuerdo con la costumbre de Gont, ningún hombre que viviera con la viuda, ni siquiera si se casaba con ella, podía expulsar a las dos parejas que no eran dueñas de la tierra pero que tenían derecho a seguir trabajando y recibiendo las ganancias que dejara la granja durante toda su vida; pero Tenar temía que tomasen a mal el que no le hubiese sido fiel a Pedernal, al que después de todo habían conocido por más tiempo que ella. Se tranquilizó al ver que no ponían ninguna objeción. «Halcón» se había granjeado su aceptación con sólo enterrar una horquilla. Además, era razonable que una mujer quisiese tener en casa un hombre que la protegiera. Si se acostaba con él…, y bien, la avidez de las viudas era algo proverbial. Y, después de todo, era una forastera.

La reacción de los aldeanos fue muy parecida. Unas cuantas murmuraciones y risas disimuladas, pero poco más que eso. Aparentemente, ser respetable era más fácil de lo que pensaba Musgo; o tal vez lo que sucedía era que los objetos usados tenían poco valor.

Ella se sintió tan mancillada y rebajada por su aceptación como se habría sentido por su desaprobación.

Alondra era la única que la liberaba de su humillación no dando opiniones ni definiendo lo que observaba con palabras —hombre, mujer, viuda, forastera—, sino simplemente observando, mirandolos a ella y a Halcón con interés, con curiosidad, envidia y generosidad.

Como Alondra no veía a Halcón a través de las palabras pastor, empleado, hombre de la viuda, sino que lo veía a él mismo, observaba muchas cosas que la desconcertaban. Su dignidad y su sencillez no eran más notorias que las de otros hombres que había conocido, pero tenían algo diferente; había algo imponente en él, pensaba, algo que no era su altura ni su corpulencia, naturalmente, sino su alma y su mente. Le dijo a Hiedra: —Ese hombre no ha vivido entre cabras toda la vida. Sabe más del mundo que de una granja.

—Yo diría que es un hechicero al que le echaron una maldición o que perdió sus poderes de alguna manera —dijo la bruja—. A veces sucede.

—¡Ah! —dijo Alondra.

Pero la palabra «archimago» era demasiado importante y solemne como para traerla de pompas y palacios distantes y aplicársela al hombre de ojos oscuros y cabellos canos que vivía en la Granja de los Robles, y nunca lo hizo. De haberlo hecho, nunca se habría sentido tan cómoda con él como se sentía. La sola idea de que hubiese sido un hechicero la inquietaba un poco, la palabra se interponía entre ella y el hombre, hasta que volvió a verlo. Estaba subido a uno de los viejos manzanos que había en el huerto, cortando ramas secas, y la saludó al verla entrar en la granja. El hombre le venía bien, pensó al verlo sentado allá arriba, y lo saludó con la mano y sonrió sin detenerse.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Tehanu»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Tehanu» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Tehanu»

Обсуждение, отзывы о книге «Tehanu» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x