Nicholas Wilcox - La Sangre De Dios

Здесь есть возможность читать онлайн «Nicholas Wilcox - La Sangre De Dios» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Sangre De Dios: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Sangre De Dios»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Tercera y última entrega de la exitosa trilogía templaria.
Simón Draco, un detective privado de Londres, antiguo mercenario en el Congo, recibe el encargo de viajar a Hamburgo para recoger dos piedras negras que forman parte de un antiguo legado templario. Siguiendo su rastro, Draco descubrirá una trama más compleja de lo que sospechaba, que llega a involucrar a criminales de guerra nazis emboscados en Paraguay, mafiosos sicilianos y monjes ortodoxos. Éstos custodian el arma más potencialmente subversiva para Occidente: la verdadera reliquia de la sangre de Cristo, a partir de la cual un laboratorio de ingeniería genética se propone devolver a Cristo a la vida. En este punto, la intervención de los servicios secretos de diversas potencias, entre ellas el Vaticano e Israel, conducen sin respiro al lector hacia un sorprendente e inesperado final.

La Sangre De Dios — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Sangre De Dios», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

«Él parece saludable», había dicho. Había usado un tiempo presente. ¿Se refería al cardenal Leoni o estaba hablando de Jesucristo? Perceval había dejado de teclear y estaba atento.

– Eso nos dijo -prosiguió Draco cautamente, sin revelar ninguna emoción en la voz-. Que Jesucristo está creciendo como un niño fuerte y sano.

– Increíblemente sano, si se tiene en cuenta la cantidad de problemas que los laboratorios convencionales han tenido con sus productos -se enorgulleció Hartling-. Los escoceses fracasaron más de trescientas veces antes de crear a la oveja Dolly y no saben cómo controlar su rápido proceso de envejecimiento.

Draco aplastó el cigarrillo contra el cenicero.

– O sea, grandísimo cabrón, que es cierto que habéis clonado a Jesucristo, que no es un mero proyecto sino una realidad de carne y hueso.

Hartling comprendió, demasiado tarde, que había hablado de más. Quizá aquellos sujetos no habían obtenido la información que decían de Leoni. Incluso era posible que no hubiesen visto en su vida a Leoni. El cardenal era más precavido que él.

– ¿Dónde está Jesucristo? -preguntó secamente Draco.

– No lo sé.

– Lo sabes. Y también sabes lo cobarde que eres, sabes que no podrás resistirte mucho tiempo. Te produciremos dolor y acabarás hablando. Es preferible que empieces ya, para evitarte situaciones desagradables.

Hartling emitió un largo sollozo. Se mesó la cara dejando caer sus delicadas gafas de miope con montura de oro.

Draco las recogió y las colocó en su lugar, sobre el caballete de la nariz.

– Te diré lo que voy a hacer. -Tomó un puñado de jeringuillas hipodérmicas de una bandeja del laboratorio-. ¿Ves estas jeringuillas? Voy a llenarlas de diferentes líquidos, no todas, solamente ocho o nueve. Las llenaré con todo lo que encuentre por aquí: una, con agua; otra, con alcohol de quemar; otra, con una medicina rara de esas que fabricáis; otra, con cualquier cosa, como la lejía de limpiar el retrete. Cada diez minutos te inyectaré una, vaciaré su contenido en tu gordo culo hasta la última gota. Será como jugar a la ruleta rusa. No sabrás en cuál va la lejía, si en la primera o en la última.

– ¡No, no por favor! -suplicó Hartling moqueando-. ¡Diré lo que sé! ¡Tengan piedad de mí! Tengo cuatro hijos.

– Está bien -concedió Draco aflojando la presión de la tenaza-. Adelante. Hazlo por tus hijos. ¿Dónde está Jesucristo?

– En Egipto -sollozó Hartling-, en un poblado llamado Dashur, cerca de El Cairo.

– Ya estoy -dijo Perceval extrayendo el último disco del puerto del ordenador.

– Pues vámonos pitando antes de que esto se ponga feo.

– ¿Qué hacemos con Hartling?

El científico, arrodillado en el suelo, sollozaba y moqueaba.

– Levántate.

– ¡No quiero morir! -suplicó Hartling.

– No te voy a matar -repuso Draco-. No quiero privarte del placer de explicarle al cardenal Leoni lo que has hecho. Entra en ese cuarto.

Lo encerró en el archivo donde se almacenaban las copias de seguridad del proyecto Mercur, cerró la puerta blindada y se guardó la llave.

– Cuando quieras podemos irnos -le dijo a Perceval.

Abandonaron el edificio caminando tranquilamente y se dirigieron al extremo de la calle donde habían aparcado el coche. Un minuto después cruzaban las calles desiertas de Toulouse a la luz mortecina de las farolas municipales. Cuando salieron de la ciudad, Perceval se puso al volante para que Draco descabezara un sueño.

45

– Soy Hartling -dijo la voz ronca y ansiosa al otro extremo del hilo.

El cardenal, alertado bruscamente por el teléfono, miró la esfera brillante del despertador sobre la mesita de noche.

– ¿Está loco, profesor? ¿Sabe qué hora es?

– Dos hombres me han asaltado -sollozó Hartling, en pleno ataque de nervios-. Han asaltado los laboratorios.

Leoni se incorporó completamente despierto. Apartó con brusquedad el brazo del muchacho que dormía plácidamente a su lado.

– ¿Quiénes?

– Dos desconocidos… me encañonaron. Eliminaron a los guardias. Han sacado copia de los programas del proyecto Mercur y saben dónde se esconde Único.

Único era la palabra clave con la que el proyecto Mercur designaba al Jesucristo clónico.

– Sólo usted y yo lo sabíamos, profesor-advirtió Leoni severamente-. ¿Por qué ha cometido la torpeza de traicionarnos?

– Creí que lo sabían ya, dijeron que lo habían capturado a usted.

– ¿Y no se le ocurrió comprobarlo?

– ¿Cómo iba a comprobarlo?: me amenazaban con una pistola.

– Ahora puede darse por muerto.

– Quizá no todo esté perdido aún.

– ¿Qué quiere decir?

– Me encerraron en el archivo sin advertir que hay un dispositivo para abrir la puerta desde dentro. Logré alcanzar la consola de televisión que vigila la calle y apunté la matrícula del coche en el que huyeron, un Peugeot 607 azul.

– Dígamela

– Es 2792 B 34, suizo.

– Bien. ¿Ha llamado a la policía?

– Todavía no.

– Pues no lo haga. Nadie debe saber lo que ha ocurrido ahí esta noche.

– Lo que ordene su eminencia.

46

Petisú recibió la llamada de Leoni en el móvil cuando se dirigía a Toulouse por la autopista. El fusil de alta precisión y mira telescópica viajaba en el maletero, disimulado entre palos de golf.

– Soy Brenner -dijo Leoni secamente-. Cambio de planes. Los dos hombres han conseguido lo que buscaban. Ahora conducen de vuelta a Suiza. Elimínelos y rescate el material informático robado. ¿Ha comprendido?

– He comprendido.

Petisú aparcó en el área de descanso de Lot y consultó La Guide des Autoroutes ASF. El laboratorio Traber Inc. estaba al otro lado de Toulouse. Calculó que, a aquella hora de la madrugada, Draco no habría invertido más de veinte minutos en alcanzar la autopista norte. Calculándole una velocidad media moderada, unos ciento cuarenta kilómetros por hora, y suponiendo que regresara a Suiza por el camino más lógico, en aquellos momentos podía encontrarse en algún punto entre Narbona y Nimes. Consultó el reloj: las seis y veinte. Salió del área de servicio y atravesó la autopista por el paso elevado para aparcar nuevamente a un kilómetro escaso, en un espacio despejado que encontró en la cabecera del carril de aproximación en dirección norte. Sacó de la guantera unos prismáticos y se apostó sobre el paso elevado desde el que cómodamente podía ver el tráfico que fluía por la autopista en dirección norte. Durante veinte minutos observó los coches que pasaban, hasta que el Peugeot 2792 B 34 suizo apareció. Mantuvo los prismáticos elevados para que le taparan la cara y miró pasar el coche por debajo de él. Draco iba dormido en el asiento del copiloto y un hombre joven, pálido y delgado, manejaba el volante.

– Ya son míos -murmuró, y dirigiéndose a su coche se unió al tráfico de la autopista.

Petisú localizó el Peugeot 2792 B 34 y lo siguió a prudente distancia dejándose adelantar por otros vehículos. Condujo así durante una hora hasta que, a unos kilómetros de Tournon, el Peugeot encendió el intermitente de la derecha para entrar en el centro de descanso de Vallier. Petisú lo siguió y cuidó de aparcar en el extremo opuesto de la explanada, lo más lejos posible de su objetivo.

Mientras Draco y su joven acompañante desayunaban, Petisú reconoció los alrededores, buscando el lugar adecuado para la emboscada. Antes de incorporarse a la autopista, el carril de aceleración atravesaba un tupido bosquecillo de pinos replantados, con merenderos y fuentes falsamente rústicas. Había una mesa de piedra, disimulada tras un cobertizo de jardineros, que parecía a propósito para albergar a un tirador que pretendiera disparar sobre el carril. Petisú aparcó su automóvil en las proximidades, medio oculto por un majestuoso sauce llorón, y se apostó en el lugar elegido con su fusil automático.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Sangre De Dios»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Sangre De Dios» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Nicholas Mosley - Time at War
Nicholas Mosley
Fred Wilcox - Scorched Earth
Fred Wilcox
Åsa Larsson - Sangre Derramada
Åsa Larsson
Nicholas Sparks - Un Paseo Para Recordar
Nicholas Sparks
Arturo Pérez-Reverte - Limpieza De Sangre
Arturo Pérez-Reverte
Nathan Burkhard - Sello de Sangre
Nathan Burkhard
Ella Wheeler Wilcox - Poems of Experience
Ella Wheeler Wilcox
Victory Storm - Cenicienta De Sangre
Victory Storm
Vicente Blasco Ibáñez - Sangre y arena
Vicente Blasco Ibáñez
Отзывы о книге «La Sangre De Dios»

Обсуждение, отзывы о книге «La Sangre De Dios» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x