• Пожаловаться

Harlan Coben: Por siempre jamás

Здесь есть возможность читать онлайн «Harlan Coben: Por siempre jamás» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Harlan Coben Por siempre jamás

Por siempre jamás: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Por siempre jamás»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Will Klein tiene su héroe: su hermano mayor Ken. Una noche de calor agobiante aparece en el sótano de la casa de los Klein una joven, antiguo amor de Will, asesinada y violada. El principal sospechoso es Ken. Ante la abrumadora evidencia en contra suya, Ken desaparece. Una década después de la desaparición, Will se ve mezclado en un inquietante misterio. Está convencido de que Ken está tratando de ponerse en contacto con él y de la existencia de un terrible secreto por el que alguien está decidido a matar porque no se desvele.

Harlan Coben: другие книги автора


Кто написал Por siempre jamás? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Por siempre jamás — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Por siempre jamás», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Y tú estás muy bien.

– Sí; es cierto -contesté.

Ella hizo amago de darme una bofetada.

– Sabes que te quiero -añadió.

– ¿Qué es la vida sin amor?

Sheila puso los ojos en blanco, volvió la vista hacia el lado que solía ocupar mi madre en la cama y se calmó.

– ¿En qué piensas? -pregunté.

– En tu madre. La apreciaba mucho -contestó sonriendo.

– Ojalá la hubieses conocido antes.

– Ojalá.

Comenzamos a ojear recortes plastificados y tarjetas de nacimiento: la de Melissa, la de Ken, la mía; artículos sobre los triunfos de Ken en tenis: sus trofeos, aquellos homúnculos con raqueta que seguían llenando su dormitorio. Había fotos, casi todas antiguas, de antes del asesinato. Sunny, así llamaban a mi madre desde niña. Le pegaba. Había una foto suya de cuando fue presidenta de la Asociación de Padres, en donde se la veía haciendo no sé qué en el escenario con un sombrero ridículo mientras las otras madres se partían de risa. En otra aparecía en la fiesta del colegio vestida de payaso. Sunny era la persona mayor preferida de mis amigos; les encantaba cuando organizaba el transporte de la gente en los coches; les gustaba hacer una fiesta de fin de curso en nuestra casa. Sunny era una madre enrollada sin ser empalagosa, sólo un poco «ida», quizás algo alocada y por ello imprevisible. Era una mujer que suscitaba siempre cierto alboroto, cierta agitación como quien dice.

Estuvimos en la habitación más de dos horas. Sheila miraba despacio y atentamente las fotos. Al llegar a una de ellas se detuvo y frunció la frente.

– ¿Quién es éste? -preguntó.

Me pasó la fotografía. En la izquierda se veía a mi madre con un bikini amarillo algo obsceno, de hacia 197z, pensé, luciendo sus curvas y apoyando el brazo en el hombro de un hombre bajito de bigote negro y sonrisa feliz.

– El rey Hussein -contesté.

– ¡Qué dices!

Asentí con la cabeza.

– ¿El de Jordania?

– Pues sí. Mis padres lo conocieron en el Fontainebleau de Miami.

– Ah.

– Y mamá le pidió que posara con ella para una foto.

– No me digas.

– Ahí tienes la prueba.

– ¿Y no llevaba guardaespaldas o algo?

– No creo que ella pareciera armada.

Sheila se echó a reír y recordé a mi madre contándome la anécdota: ella posando con el rey Hussein mientras mi padre farfullaba maldiciones porque la cámara no funcionaba y ella le fulminaba con la mirada para que disparase, y el rey aguardando pacientemente mientras el jefe de seguridad examinaba la cámara, arreglaba el fallo y se la devolvía a mi padre.

Mi madre: Sunny.

– Era encantadora -dijo Sheila.

Es un tópico muy manido decir que parte de ella murió cuando encontraron el cadáver de Julie Miller, pero sucede que los tópicos suelen ser ciertos. A partir de entonces, el ánimo chispeante de mi madre se quebró y después del asesinato no volvió a gastar bromas ni a gritar histérica. Ojalá lo hubiera hecho. Mi veleidosa madre cayó en una atonía inquietante y se volvió apagada, monótona -desapasionada sería el término más apropiado-, lo que, en una persona como ella, era para nosotros más insoportable que la payasada más intempestiva.

Sonó el timbre, miré por la ventana del dormitorio y vi la furgoneta de reparto de Eppes-Essen. Comida triste para los dolientes. Mi padre, optimista, la había encargado en exceso, iluso hasta el final. Se quedaba en su casa como el capitán del Titanio. Recordé la primera vez que dispararon contra las ventanas con una escopeta de perdigones poco después del asesinato, él esgrimiendo el puño, desafiante. Creo que mi madre quería mudarse de casa, pero mi padre no; para él, cambiar de casa habría sido una derrota. Irse a otro lugar habría sido reconocer la culpabilidad de su hijo. Una traición.

Bobo.

Sheila me miraba. Su cordialidad era casi palpable, como un rayo de sol en mi rostro, y por un instante dejé que me bañase aquel calor. Nos habíamos conocido en el trabajo poco menos de un año antes. Yo soy director ejecutivo de Covenant House de la Calle 41 en Nueva York, una fundación benéfica que ayuda a jóvenes que abandonan su casa y viven en la calle, y Sheila entró allí de voluntaria procedente de un pueblo de Idaho, aunque poco tenía de pueblerina; me comentó que hacía muchos años ella también se había escapado de casa, pero fue todo cuanto me explicó de su pasado.

– Te quiero -dije.

– ¿Qué es la vida sin amor? -replicó.

Yo no puse los ojos en blanco. Sheila se había portado muy bien con mi madre en los últimos días. Tomaba el autobús desde Port Authority hasta Northfield Avenue y llegaba a pie al centro médico de St. Barnabas, donde, antes de caer enferma, la última vez que mi madre había estado allí fue para traerme al mundo. Probablemente hubiera en ese dato algo conmovedor vinculado al ciclo vital, pero en aquellas circunstancias yo era incapaz de establecer esa relación.

El hecho de haber visto a Sheila hacer compañía allí a mi madre despertó mi curiosidad y me arriesgué.

– Tienes que llamar a tus padres -dije en voz baja.

Sheila me miró como si le hubiese dado una bofetada y se levantó despacio de la cama.

– Sheila.

– No es momento, Will.

Cogí una foto enmarcada de mis padres de vacaciones, bronceados.

– Como otros cualesquiera -dije.

– Tú no sabes nada de mis padres.

– Pero me gustaría conocerlos -repliqué.

– Tú has trabajado con jóvenes fugitivos -añadió volviéndome la espalda.

– ¿Y qué?

– Sabes lo contraproducente que puede ser.

Era cierto. Miré de nuevo intrigado sus rasgos asimétricos, aquella nariz, por ejemplo, con un abultamiento revelador.

– Pero sé también que es peor si no se habla de ello -dije.

– Ya he hablado de ello, Will.

– No conmigo.

– Tú no eres mi terapeuta.

– Pero soy el hombre a quien quieres.

– Sí. Pero ahora no, ¿de acuerdo? Por favor -dijo volviéndose.

No sabía qué replicar; quizá tuviese razón. Mis dedos jugueteaban distraídamente con la foto enmarcada. Y entonces sucedió.

La fotografía se desplazó un poco y al bajar los ojos vi que aparecía otra debajo. Desplacé un poco la de encima y apareció una mano; traté de apartarla más pero no cedía: busqué las tarabillas traseras, las descorrí y sobre la cama cayó la tapa seguida de dos fotografías.

Una -la de encima- era de mis padres en un crucero, con aspecto feliz, y sanos y relajados como casi no recordaba haberlos visto nunca. Pero la que llamó mi atención fue la otra fotografía, la que estaba escondida.

La fecha en rojo de la parte inferior era de hacía menos de dos años y estaba tomada en un terreno elevado o una colina. En el fondo no se veían casas, sino montañas de cumbres nevadas muy parecidas a las de la primera escena de Sonrisas y lágrimas. El hombre que aparecía en la fotografía llevaba pantalones cortos, mochila, gafas de sol y botas de montaña gastadas. Su sonrisa me resultaba familiar. Su cara también, aunque tenía ya más arrugas y llevaba el pelo más largo y una barba canosa. Pero no había duda: aquel hombre era mi hermano, Ken.

2

Mi padre estaba solo en el patio trasero. Se había hecho de noche, pero él seguía sentado inmóvil y miraba a la oscuridad. Al acercarme a él por detrás recordé de pronto una escena contradictoria.

Unos cuatro meses después del asesinato de Julie lo encontré en el sótano de espaldas a mí, igual que en ese momento. Él, convencido de que no había nadie en casa, sostenía en la mano derecha su carabina Rugger del calibre 22. La acunaba con ternura, como si fuese un animalito; yo nunca había sentido más miedo en mi vida. Me quedé paralizado; él miraba fijamente el arma. Al cabo de unos minutos interminables volví a subir la escalera de puntillas y una vez arriba fingí que entraba. Bajé los escalones pesadamente, la escopeta había desaparecido.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Por siempre jamás»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Por siempre jamás» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Harlan Coben: La promesa
La promesa
Harlan Coben
Harlan Coben: Última oportunidad
Última oportunidad
Harlan Coben
Sophie Hannah: Matar de Amor
Matar de Amor
Sophie Hannah
Отзывы о книге «Por siempre jamás»

Обсуждение, отзывы о книге «Por siempre jamás» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.