La llamada de la redactora del Philadelphia Inquirer pretendía sacarme un comentario, una reacción a esta maravillosa noticia, pero sólo pude preguntar cómo se había enterado ella, por qué lo sabía con tanta seguridad; ella insistió en que tenía sus «fuentes», no era un mero rumor.
Le di las gracias pero dije que prefería esperar al anuncio oficial.
Pero había ganado, insistió ella. ¡Unas horas después, iba a recibir una llamada de Estocolmo!
Cuando colgué el teléfono y le dije a Ray por qué era la llamada, se rió y dijo:
– ¡Ah, eso! Vámonos a la cama.
55. Registro de correos electrónicos
17 de marzo de 2008
A Edmund White
Muchas gracias por tu llamada, lo que pasa es que no me sentía capaz de contestar el teléfono en ese momento… He intentado pasar la noche sin la medicina [Lorazepam] y preferiría estar cansada y aturdida mañana que ser una «adicta»… he tenido pánico, sudores, ansiedad, pero estoy decidida a no rendirme… me he dedicado a leer y tomar notas en la cama, que me tranquiliza un poco… Los gatos están convencidos de que estoy completamente loca, porque paso despierta la noche, cosa que ni Ray ni yo hacíamos nunca; así que salen, y vuelven a entrar casi en cuanto se lo pido.
Creo que tú puedes tolerar tus pastillas para dormir, por supuesto, pero yo no estoy acostumbrada a ningún tipo de medicinas, y los «pensamientos suicidas» han sido muy fuertes…
He tenido una conversación deliciosa esta noche con Gail Godwin, que perdió a su marido/pareja de más de 30 años hace unos años…
Con mucho cariño para mi compañero de viaje,
«insomne en Princeton»
Joyce
17 de marzo de 2008
A Richard Ford
No me siento capaz de soportar ningún acto en su memoria [de Ray]… me asusta coger el teléfono y que sea un viejo amigo que quiere acompañarme en el duelo, como si me arrancara mis patéticas costras con los dedos, aunque tienen «buena intención», ¡lo sé!, pero no puedo soportar la perspectiva de que vengan aquí amigos sin que esté Ray presente; me enfermaría la situación, aunque Jeanne cree que es buena idea, pero yo no me siento capaz, espero que Jeanne lo entienda…
Lo que interpreto del mensaje [telefónico] de Ray es que era totalmente inconsciente de lo que le aguardaba. Tal vez una crisis médica, un aumento repentino de la fiebre; Jeanne dice que estas bacterias virulentas pueden invadir el torrente sanguíneo y llevarse por delante incluso a una persona más joven en cuestión de horas. Es aterrador. Pero quizá Ray se ahorró eso. (En cambio, Bob Fagles no se lo está ahorrando… ése es el verdadero horror, la verdadera tragedia.)
Prefiero pensar que se quedó dormido, que ni siquiera se enteró de lo que estaba pasándole. Las fiebres altas causan delirios… Seguramente no sintió ningún dolor.
Lo único que «escribo» en los últimos tiempos son correos electrónicos a un grupo muy reducido de amigos. No puedo coger el teléfono…
¿No es tremendo lo de Eliot Spitzer? Un cambio que se agradece…
Mucho cariño para los dos,
Joyce
22 de marzo de 2008
A Edmund White
Estoy deseando verte e ir a tu cena. Pero qué desastre de insomnio esta noche, a pesar de haber tomado toda una dosis de la medicina, no puedo dormir; y no puedo imaginarme muchas más noches como ésta. Qué tentación de tragarme todas las pastillas del frasco… Por supuesto, una tiene que dar ejemplo a los demás, incluidos los alumnos. Estoy abrumada de tareas y obligaciones; creo que fue un error no seguir a Ray de inmediato, la misma noche de su muerte. Todo el período posterior ha sido una locura, con pocos momentos para relajarme y escaso significado. Desde luego, agradezco enormemente tu presencia… Me has mantenido a flote… Si consiguiera dormir una hora o dos, estoy segura de que me sentiría de otra forma. Pero parece imposible.
Estos días siguen y siguen, sin que se vea el final, como esa obra de Sartre en la que quitan los párpados a la gente…
Con mucho cariño,
Joyce
22 de marzo de 2008, 4.08 a. m .
A Doug Hagley [tipógrafo, Marquette, Michigan]
Ninguna de estas cifras está muy clara en la letra de Ray… Es todo un poco abrumador… Este insomnio me está destrozando, no puedo dormir a pesar de haberme tomado las medicinas, de verdad que no sé qué hacer, pero no puedo imaginar muchos más días -¿semanas?- de esto. No me había dado cuenta de que la publicación [de Ontario Review ] sería tan difícil, y me pregunto ahora si tenía sentido seguir adelante después de que Ray muriera de repente. Estoy desbordada, por completo.
Con mucho afecto,
Joyce
23 de marzo de 2008
A Doug Hagley
Muchas gracias por tu consejo… Tengo que concentrarme en superar un día detrás de otro, luego una noche detrás de otra, e intentar no sentir pánico ante el vacío y la soledad. Aunque estoy rodeada de amigos, parece que no puedo recuperar mi vieja energía, y supongo que estoy lo que podríamos decir deprimida… no tenía ni idea de lo que era hasta ahora. Sentiré cuando acabe nuestra colaboración… Has sido una presencia maravillosa a kilómetros de distancia.
Voy a reunirme con nuestro contable mañana para preguntarle sobre muchas cosas, entre otras el futuro de OR Press. Supongo que dirá lo que han dicho muchos, incluido tú, que no debo tomar ninguna decisión hasta dentro de un tiempo.
Con mucho afecto a través de los kilómetros,
Joyce
23 de marzo de 2008
A Gloria Vanderbilt
… acabo de volver de un paseo rápido y me siento un poco animada. Mis peores momentos son las noches, por supuesto; estoy probando diferentes medicinas, pero, al final, seguramente es mejor sentarme a leer o tomar notas… No he podido escribir en serio, pero he tomado muchas notas enfebrecidas durante las últimas semanas… todo es confuso y enloquecido e irreal y no parece tener fin. Me encanta la preciosa figura de Santa Teresa, sugiere una gran calma y parece estar por encima del tiempo. Pienso: Nos sobrevivirá a todos. Y así debe ser.
Hoy es Pascua, y tengo la esperanza de ver la «novedad» en las cosas. ¡Las últimas seis semanas han sido claustrofóbicas y plomizas, y estoy deseando algún cambio!
Con cariño,
Joyce
Lorazepam: 43 tabletas de un miligramo, «para la ansiedad»
Methocarbamol: 67 píldoras de dos miligramos, «para los dolores musculares»
Citalopram: 29 tabletas de cuarenta miligramos, «para el dolor»
Vicodin Es: 29 tabletas de treinta miligramos, «para el dolor»
Propoxy: 30 tabletas de treinta miligramos, «para la depresión y la ansiedad»
Lunesta: 18 píldoras de tres miligramos, «para el insomnio»
Ambien: 30 píldoras de diez miligramos, «para el insomnio»
Quinidina: 5 tabletas de doscientos miligramos, «para la taquicardia»
Tylenol p.m.
Benadryl
Bufferin
Advil
Melatonina
El alijo de fármacos de la viuda, extendido sobre una encimera, es una acumulación caprichosa de años. Cada hogar de Estados Unidos debe de tener un arsenal semejante de medicamentos escondidos en botiquines, en la parte posterior de los estantes, en cajones. La receta más antigua que tengo aquí, la Quinidina, de un médico de Princeton jubilado hace mucho tiempo, data de 1989. (¿Valdrá la medicina todavía, después de tanto tiempo? ¿Cuántas tendría que tomar para detener por completo el corazón?) Los analgésicos son más recientes y las recetas contra la ansiedad, contra la depresión y contra el insomnio son todas recientes y todas mías.
Читать дальше