Joseph Finder - Paranoia

Здесь есть возможность читать онлайн «Joseph Finder - Paranoia» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Paranoia: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Paranoia»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Adam Cassidy tiene veintiséis años y odia su empleo miserable en una compañía tecnológica, pero su vida cambia por completo cuando le ofrecen convertirse en espía infiltrado en la Trion Systems, el principal competidor de su empresa. Sus superiores le preparan, le proporcionan información sobre su nueva empresa y, en cuanto empieza a trabajar en ella, se convierte en empleado estrella ascendiendo rápidamente a puestos de gran responsabilidad. Ahora su vida es perfecta: adora su trabajo, conduce un Porsche y tiene una novia que quita el sueño; lo único que tiene que hacer para mantener las cosas como están es traicionar a todos los que le rodean.
«Ha llegado el nuevo Grisham… Paranoia es un thriller magistralmente narrado y tremendamente absorbente» People Magazine

Paranoia — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Paranoia», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El tío me sostuvo la puerta sin mirarme siquiera, y yo entré apresuradamente. Nada quedó registrado. Hasta donde el sistema central podía saber, yo seguía arriba, en mi cubículo.

Subí por la escalera a la tercera planta. La puerta no estaba cerrada con llave. También esto era norma del Departamento de Bomberos: en edificios de una cierta altura, en caso de emergencia, se tenía que poder ir de una planta a la siguiente por la escalera. Probablemente algunos pisos tenían un puesto de control de identificaciones apenas uno entraba por la puerta de la escalera. Pero la tercera planta no. Entré directo al área de recepción, justo afuera de Recursos Humanos.

El área de espera tenía el perfecto aspecto de Recursos Humanos: mucha caoba muy majestuosa, para decir somos serios y es tu carrera la que está en juego, y sillas acogedoras de apariencia cómoda que te decían: cuando vengas a Recursos Humanos, vas a tener que esperarte durante horas y horas.

Miré alrededor, tratando de encontrar cámaras de circuito cerrado, y no vi ninguna. No esperaba que hubiera; esto no era un banco, ni la sección de trabajos subterráneos, pero simplemente quería asegurarme. En todo caso, asegurarme tanto como fuera posible.

Las luces estaban bajas, lo cual hacía que el lugar pareciera más majestuoso. O espeluznante. No pude decidirme.

Me quedé allí unos segundos, pensando. No había alrededor nadie del personal de limpieza que pudiera abrirme; probablemente venían a últimas horas de la noche o temprano por la mañana. Ésa hubiera sido la mejor forma de entrar. En vez de eso, tendría que volver a usar el viejo truco de mi-tarjeta-no-funciona que me había traído hasta donde estaba. Volví a bajar por la escalera y entré en la recepción por la parte de atrás, donde encontré a una recepcionista de pelo rojo cobrizo que estaba viendo un episodio repetido de Survivor en una de las pantallas de seguridad.

– Y yo que me creía el único obligado a trabajar en domingo -dije.

Levantó la cara, sonrió educadamente y siguió viendo su programa. Yo tenía todo el aspecto de ser de allí, tenía la tarjeta de acceso colgada del cinturón y venía desde dentro, así que era normal que estuviera allí, ¿no? La mujer no era muy conversadora, y tanto mejor: sólo quería que la dejara sola para seguir viendo Survivor. Haría lo que fuera para deshacerse de mí.

– Oiga -le dije-, siento molestarla, pero ¿no tiene una de esas máquinas para arreglar tarjetas? No es que me muera por entrar al despacho, pero tengo que hacerlo o me echarán, y el maldito lector de tarjetas no me deja entrar. Es como si supiera que debería estar en casa, viendo el fútbol, ¿sabe?

Sonrió. Probablemente ni siquiera estaba acostumbrada a que los empleados de Trion se percataran de su existencia.

– Sí, lo entiendo muy bien -dijo-. Pero lo siento, no hay máquina hasta mañana.

– Joder, ¿y cómo voy a entrar? No puedo esperar a mañana. Me han jodido.

Asintió, levantó el teléfono.

– Frank -dijo-, ¿nos puedes echar una mano?

Un par de minutos después llegó Frank, el guardia de seguridad. Era un tipo pequeño, enjuto y moreno de unos cincuenta años, que llevaba un evidente peluquín de pelo negro sobre el pelo de verdad, que estaba echando canas. Nunca he logrado entender por qué alguien se molesta en ponerse un peluquín si no va a actualizarlo cada cierto tiempo para darle un aspecto más o menos convincente. Cogimos el ascensor hasta el tercer piso. Empecé a parlotear acerca de cómo Recursos Humanos tenía un sistema de tarjetas jerárquicamente distinto, pero él no parecía muy interesado. Quería hablar de deportes, y yo eso podía hacerlo, no hay problema. Estaba deprimido por lo de los Broncos de Denver, y yo fingí estarlo también. Cuando llegamos a Recursos Humanos, sacó su tarjeta de acceso, que probablemente le permitía entrar a todas partes en esta zona del edificio. La movió frente al lector.

– No se quede hasta demasiado tarde -dijo.

– Gracias, jefe -dije.

Se dio la vuelta para mirarme.

– Será mejor que se haga ver esa tarjeta -dijo.

Estaba dentro.

Capítulo 30

Tan pronto como uno pasaba del área de recepción, Recursos Humanos tenía el mismo aspecto que cualquier otro departamento de Trion: el mismo despliegue genérico de cubículos. Sólo las luces de emergencia estaban encendidas, y no los fluorescentes del techo. Por lo que pude ver mientras daba un paseo, todos los cubículos estaban vacíos, al igual que todos los despachos. No me tomó demasiado tiempo descubrir dónde estaban los archivos. En el centro de la planta había una cuadrícula inmensa hecha de largos corredores de archivadores horizontales de color beige.

Había pensado hacer todo el espionaje por medio de la red, pero eso no hubiera funcionado sin una contraseña de Recursos Humanos. Ya que estaba aquí, pensé, podía aprovechar para dejar uno de mis sistemas de almacenamiento de pulsaciones. Después podría volver a por él. Era Wyatt Telecom quien pagaba por estos juguetitos, no yo. Encontré un cubículo e instalé el aparato.

Por ahora, pensé, lo que tenía que hacer era hurgar en los archivadores y encontrar a la gente de Aurora. Y tenía que darme prisa: cuanto más tiempo me quedara, más posibilidades tenía de ser descubierto.

La pregunta era: ¿cómo estaban organizados? ¿Alfabéticamente, por apellido? ¿Por orden del número de empleado? Cuanto más miraba las etiquetas de los archivadores, más desalentado me sentía. Qué, ¿acaso creía que iba a entrar bailando, abrir una puerta y sacar las carpetas que necesitaba? Había filas y filas de cajones con etiquetas como administración de beneficios y pensiones/rentas/jubilaciones y enfermedad, sabáticos y otros permisos; cajones etiquetados como solicitudes, compensación laboral y solicitudes, en litigio; un área llamada registros de inmigración y nacionalización… y así una tras otra. Era abrumador.

Por alguna razón, en mi cabeza estaba sonando una cancioncilla ñoña, un viejo éxito: Band on the run, de la desafortunada época de Paul McCartney con los Wings. Es una canción que de verdad detesto, más que cualquier cosa de Celine Dion. La tonada es molesta pero pegajosa, como una conjuntivitis, y la letra no tiene ningún sentido. «A bell was ringing in the village square for the rabbits on the run.» [9]Eh, si, vale.

Probé con uno de los cajones, y, obviamente, estaba cerrado con llave; todos lo estaban. Cada archivador tenía una cerradura en la parte superior, y todos debían estar igualmente cerrados. Busqué un escritorio de asistente, y mientras tanto la maldita canción me seguía dando vueltas en la cabeza… « The county judge… held a grudge»… [10]también mientras buscaba en el escritorio. Por supuesto, la llave de los archivos estaba allí, en un llavero que había en el cajón superior del centro. Meacham tenía razón: la llave siempre es fácil de encontrar.

Me decidí por el orden alfabético.

Tras escoger un nombre de la lista de Aurora -Yonah Oren-, empecé a mirar por la O. No había nada. Busqué otro nombre -Sanjay Patel- y tampoco encontré nada allí. Lo intenté con Peter Daut: nada. Curioso. Sólo por ser concienzudo, busqué esos nombres en los cajones de pólizas de seguros, accidentes. Nada. Lo mismo con los archivos de pensiones. De hecho, al parecer, no había nada en ninguno de los cajones.

«The jailer man and the Sailor Sam…» [11]Esto era como una de esas torturas chinas con agua. ¿Qué coño significaba esa insípida letra? ¿Alguien lo sabía?

Lo extraño era que en los lugares donde debían estar los registros parecía a veces haber pequeños vacíos, fichas sueltas, como si alguien hubiera retirado las carpetas. ¿O me lo estaba imaginando? Justo cuando estaba a punto de darme por vencido, recorrí de nuevo las filas de archivadores, y en ese momento vi un nicho separado, una habitación separada junto a la cuadrícula de archivadores. En la entrada del nicho había un letrero:

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Paranoia»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Paranoia» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Кейт Новак - Finder's Bane
Кейт Новак
Joseph Finder - Guilty Minds
Joseph Finder
Ruth Warburton - Witch Finder
Ruth Warburton
Colin Harrison - The Finder
Colin Harrison
Roger Taylor - Dream Finder
Roger Taylor
Kimberly Derting - The Body Finder
Kimberly Derting
Joseph Finder - Power Play
Joseph Finder
Joseph Finder - Vanished
Joseph Finder
Gill Hasson - Career Finder
Gill Hasson
Отзывы о книге «Paranoia»

Обсуждение, отзывы о книге «Paranoia» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x