– Steph -dijo-, ¿puedes pedirle a Nora que venga?
Minutos después, colgó con energía el teléfono, se incorporó de un salto y me estrechó la mano. Llevaba una alianza grande y brillante.
– ¡Hola, Adam, bienvenido al equipo! -dijo-. ¡Me alegro de haberle contratado! Siéntese, siéntese.
Eso hice.
– Lo necesitamos, amigo mío. Lo necesitamos con urgencia. Estamos al límite de nuestras capacidades, de verdad que no llegamos. Cubrimos veintitrés productos, hemos perdido personal importante, y estamos al límite. La chica a la que usted reemplaza ha sido transferida. Va usted a unirse al equipo de Nora, para trabajar en la renovación de la línea Maestro, la cual, como verá, se encuentra en apuros. Hay problemas graves que es preciso solucionar, y… ¡mire, aquí está!
Nora Sommers estaba de pie en el umbral, con una mano en el marco de la puerta, posando como una diva. Me alargó la otra mano con coquetería.
– Hola, Adam. Bienvenido. Me alegro de que esté con nosotros.
– Es un placer estar aquí.
– No fue una contratación fácil, se lo digo con franqueza. Teníamos muchos candidatos, todos muy buenos. Pero es como dicen, los mejores siempre acaban destacando. ¿Qué, nos ponemos manos a la obra?
Su voz, que tenía un timbre casi infantil, pareció volverse más profunda tan pronto como Tom Lundgren salió del despacho. Hablaba rápidamente, casi escupiendo las palabras.
– Su cubículo está allá -dijo, golpeando el aire con el dedo índice-. Aquí usamos teléfonos web. Supongo que sabrá usted utilizarlos.
– No se preocupe.
– Ordenador, teléfono… todo debe estar listo. Para cualquier cosa, sólo llame a Mantenimiento. Muy bien, Adam, déjeme advertirle algo, aquí no vamos cogiditos de la mano. Se trata de un aprendizaje difícil, pero no dudamos de que usted estará a la altura. Acabamos de echarle al agua: ahora, nade o húndase.
Me miró con aire retador.
– Prefiero nadar -dije con una sonrisa.
– Me alegro -dijo ella-. Me gusta su actitud.
Tenía un mal presentimiento acerca de Nora. Era el tipo de persona que me pondría un bloque de cemento en los pies, me metería atado en el maletero de un Cadillac y me echaría al fondo de East River. Hundirse o nadar. A mí me lo dices.
Me dejó en mi nuevo cubículo para que terminara de leer los textos de orientación, para que aprendiera los nombres secretos de los proyectos. Todas las compañías de alta tecnología dan nombres secretos a sus productos; los de Trion eran tipos de tormenta: Tornado, Tifón, Tsunami, y así. El nombre secreto de Maestro era Vortex. La existencia de tantos nombres distintos era confusa, y encima tenía que tantear el terreno para Wyatt. A eso del mediodía, cuando ya comenzaba a tener hambre de verdad, un hombre de unos cuarenta años, bajo y fornido, con coleta, camisa hawaiana y gafas redondas de montura gruesa y negra, apareció en mi cubículo.
– Debes de ser la última víctima -me dijo-. La carne fresca arrojada a la jaula del león.
– Y vosotros sois todos muy amables -dije-. Adam Cassidy.
– Lo sé. Noah Mordden. Ingeniero Distinguido en Trion. Es tu primer día, no sabes en quién confiar, de parte de quién ponerte. Quién quiere jugar contigo y quién quiere que te la pegues. Pues bien, estoy aquí para responder a todas tus preguntas. ¿Qué te parece si comemos en la cafetería de empleados?
Un tío raro, pero me despertó la curiosidad. Mientras caminábamos hacía el ascensor, dijo:
– Bueno, y te dieron el trabajo que nadie más quería, ¿no?
– ¿Ah, sí?
Genial.
– Nora quería llenar el puesto con alguien de adentro, pero nadie quería trabajar para ella. Alana, la mujer a la que reemplazas, llegó a implorar que la sacaran de allí, así que la transfirieron a otra parte de la casa. El rumor es que Maestro está a punto de estallar. -Apenas alcanzaba a oírle; el tío susurraba mientras caminábamos hacia los ascensores-. Siempre se apresuran a cargarse lo que no funciona. Aquí, uno coge un resfriado y ya le están preparando el ataúd.
Asentí.
– El producto no aporta nada nuevo -dije.
– Es una mierda. Tiene los días contados. Además, Trion está lanzando un teléfono móvil todo-en-uno que tiene exactamente el mismo sistema inalámbrico de mensajes de texto, así que ¿de qué servirá? Mátalo ya y no dejes que sufra. Y no ayuda que Nora sea una verdadera bruja.
– ¿Lo es?
– Si no te has dado cuenta a los diez segundos de haberla conocido, es que no eres tan inteligente como se dice. Pero no la subestimes: es cinturón negro en políticas empresariales, y además tiene sus lugartenientes, así que cuídate.
– Gracias.
– A Goddard le gustan los coches clásicos americanos, así que a ella también le gustan. Tiene un par de deportivos restaurados, pero no la he visto nunca conducirlos. La idea es que Jock Goddard sepa que ambos están cortados con el mismo patrón. Es hábil.
El ascensor estaba lleno de empleados que bajaban a la cafetería de la tercera planta. Muchos de ellos llevaban camisas de golf o polos con el logo de Trion. El ascensor se detuvo en todas las plantas. Alguien que había detrás de mí bromeó: «Parece que hemos cogido el de cercanías.» Cada día, en cada ascensor empresarial del mundo, hay alguien que hace esa broma.
La cafetería, o comedor de empleados, como lo llamaban, era inmensa, y vibraba con la electricidad de cientos, tal vez miles, de empleados de Trion. Era como el salón comedor de un lujoso centro comercial: una barra de sushi con dos chefs; un mostrador de pizzas gourmet del tipo escoja-su-salsa; una barra de burritos; comida china; carnes y hamburguesas; una impresionante barra de ensaladas; incluso un mostrador vegetariano.
– Dios mío -dije.
– Pan y circo para el pueblo -dijo Noah-. Juvenal. Mantén al campesino bien alimentado, y no notará su esclavitud.
– Supongo que así es.
– Vaca contenta da mejor leche.
– Lo que sea, siempre que funcione -dije, mirando alrededor-. Y de austeridad más bien poca, ¿eh?
– Ah. Dale una mirada a las máquinas de las salas de descanso: veinticinco centavos por un pollo satay con cacahuetes, pero un dólar por una barra de chocolate; Las bebidas y las sustancias con cafeína son gratis. El año pasado, el director de servicios financieros, un hombre llamado Paul Camilletti, trató de eliminar las fiestas de la cerveza semanales, pero entonces los directivos empezaron a gastar dinero de su bolsillo para comprar cerveza, y alguien hizo circular un correo electrónico que presentaba argumentos financieros para mantener las fiestas. La cerveza cuesta X al año, mientras que contratar y formar nuevos empleados cuesta Y, así que, dado lo que cuesta estimular la moral y conservar a los empleados, el rendimiento de la inversión, bla bla bla, ya me entiendes. Camilletti, que vive para los números, acabó por ceder. De todas formas, su campaña de austeridad está a la orden del día.
– En Wyatt pasaba igual -dije.
– Incluso en vuelos internacionales se nos exige volar en clase turista. El mismo Camilletti se hospeda en Motel 6 cuando viaja dentro de Estados Unidos. Trion no tiene avión empresarial. Pero seamos claros, la esposa de Jock Goddard le regaló uno por su cumpleaños, así que no tenemos que sentir lástima por él.
Pedí una hamburguesa y una Coca-Cola Light, y él pidió una especie de misteriosa fritura asiática. Todo era ridículamente barato. Con las bandejas en la mano, dimos una mirada alrededor, pero Mordden no encontró a nadie con quien quisiera sentarse, así que nos sentamos los dos solos. Yo tenía esa sensación de primer día de colegio, de cuando no conoces a nadie. Aquello me hizo pensar en el día que entré en Bartholomew Browning.
Читать дальше