John Gardner - Scorpius
Здесь есть возможность читать онлайн «John Gardner - Scorpius» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Scorpius
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Scorpius: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Scorpius»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Scorpius — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Scorpius», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Continuó citando otras operaciones. La campaña parecía carecer de un plan concreto. Figuraban en ella candidatos de todos los partidos: antiguos ministros, dos ex jefes whips, el lord canciller. Londres, Ealing, Edimburgo, Glasgow, otra vez Londres, Kensington, no muy lejos de donde Bond había permanecido la noche anterior, Cambridge, Canterbury, Leeds, York. Prácticamente todas las grandes ciudades de Inglaterra, Escocia y Gales, además de Belfast. Las fechas constaban de un modo concreto. Los objetivos habían sido bien seleccionados. Junto a cada lucecita parpadeante Bond podía leer los nombres de las víctimas, en color escarlata, y debajo otros nombres demasiado pequeños como para poderlos distinguir desde aquella distancia, pero casi con toda seguridad los de quienes deberían actuar de asesinos.
– Pero ¿y si se efectuaran cambios en los días y las horas previstos? -preguntó Bond con el estómago revuelto ante el horror que le causaba imaginar semejante carnicería.
– Ya lo han hecho -respondió Scorpius mirando a Bond a la cara. Sus pupilas perforaron de nuevo la mente de 007. Éste había bajado la guardia ladeando la cabeza, reemplazó sus ideas normales por la imagen de Scorpius cayendo víctima de una de aquellas bombas humanas-. Ya han cambiado fechas e itinerarios, pero poseo los nuevos datos.
– ¿Y cómo sabe si son correctos?
Pero en realidad la respuesta importaba poco. Aquel hombre estaba practicando un insensato despliegue de poder. Era como un niño cuando se jacta de algo, un niño loco, malvado y asesino.
– Sé que son correctas -respondió Scorpius sonriendo con una expresión que parecía aún más malvada y pérfida a causa de querer ser natural-. Porque tengo confianza en la persona que me informa.
– Pues no confió en los informes sobre usted mismo.
– ¡No! Y evidentemente he sido tonto. Porque se trata de una de las primeras reglas a seguir, ¿no cree? Usted, como agente con muchos años de experiencia, debe saberlo. Una de las primeras reglas es la de no desechar aquellos informes que no digan lo que uno desea creer. No confiar sólo en aquello que a uno le interesa. ¿Es cierto o no?
– Sí, es cierto -afirmó Bond-. Sin embargo observo la ausencia de una víctima importante.
– ¡0h! ¿Quién puede ser?
– El primer ministro. A menos de que tenga usted algún motivo para mantenerle vivo.
Scorpius se echó a reír en un tono profundo y resonante.
– ¡0h, no, James Bond! No me he olvidado del primer ministro. Desde luego que no. Pero a ese señor le reservo un tratamiento muy especial que no aparece mencionado en este mapa.
El cerebro de Bond trabajaba a plena actividad, tanteando, considerando cada posible objetivo y cada lugar, anotándolos en su memoria y reteniéndolos allí con la esperanza de salir del trance en que se hallaba y advertir del peligro.
– Usted dijo que no le era posible detener la marcha de la operación.
– Correcto.
– Sin embargo puede conseguir que quienes han de efectuar tareas mortales sepan que las fechas y los horarios han sido cambiados. ¿Cómo lo logra?
– Es relativamente fácil. Sé dónde se encuentra cada uno de ellos y puedo contactarlos y cambiar el momento y el lugar. La única cosa que no puedo variar son los objetivos. -Explicó a continuación cómo los hombres y las mujeres eran atraídos a las redes de los Humildes, cómo eran escogidos y manipulados de modo que no sintieran temor a la muerte porque, cuando les llegara, alcanzarían el paraíso-. Todo esto es relativamente fácil. -Afirmó en el mismo tono de un vetusto profesor de universidad dando su lección sobre algún aburrido episodio de la historia-. Sin embargo, la motivación final y el método utilizado para definir el objetivo deben ser exactos. Y quedar tan profundamente fijados en el subconsciente de mis misiles humanos que lleguen incluso a olvidarlo. Si por azar uno de los nuestros es detenido, no lograrán que revele cual es su misión incluso luego de largas horas de interrogatorios. Quizá los interrogadores consigan adivinar en algunos casos de quién se trata, pero nunca lo sabrán con certeza absoluta.
– ¿Y usted no puede o no quiere poner fin a esta… esta… matanza?
– Ni puedo ni quiero. No; no puedo, a no ser que le revele a usted o a alguien como usted los momentos, lugares y personas de cada operación y añada los nombres de quienes realizarán la tarea final.
– ¿Y si el objetivo no aparece en el momento previsto? ¿Qué sucede entonces?
– El misil que he enviado contra él lo buscará. A él y a ningún otro. El personaje marcado puede considerarse muerto porque hay una persona encargada de la misión de acabar con la vida de quien se le ha indicado. Del objetivo concreto. Puede pasar una semana, un mes, incluso un año. Pero al final, y sin necesidad de mi ayuda, el que tiene a su cargo una tarea mortal, encontrará su objetivo y… ¡boom! -Hizo chasquear los dedos con lo que la alusión se hizo todavía más horrible.
James Bond estuvo evocando mentalmente toda la información que había podido recoger hasta entonces. Su memoria retendría horas, lugares y muy especialmente objetivos. Su concentración era tal que durante un segundo no se dio cuenta de que Scorpius continuaba hablando.
– ¡Ahí! -exclamó señalando en el mapa el objetivo número doce, el conjunto del cual parpadeaba ahora como un árbol de Navidad-. Cuando lleguemos ahí algo completamente distinto va a suceder. Habrá un problema.
– ¿Qué clase de problema?
– ¡Oh, una pequeña cuestión financiera!
– Si se refiere a la Avante Carte y al supuesto dinero utilizado con fines deshonestos en la cuenta de lord Shrivenham… -Bond se detuvo en mitad de la frase porque la puerta se había abierto y una tercera persona acababa de entrar sin hacer ruido en la habitación.
– ¿Shrivenham? ¡Ja, ja! Tenemos algo mucho mejor que eso en reserva. Lord Shrivenham no ha sido más que un… ¿Cómo le llaman las escritoras de novelas detectivescas? Un medio para desviar la atención. La Avante Carte de la cual usted ha visto dos, lleva en su seno una bomba financiera de carácter mucho más sutil. Vamos a olvidarnos del viejo amigo Basil Shrivenham, ¿no le parece, querido? -miraba más allá de Bond en dirección a la puerta-. Me parece que ya conoce usted a mi esposa, señor Bond. Pero si no es así, le presento a la señora Scorpius.
– Sí, nos hemos conocido en circunstancias de lo más curiosas. Vladi tiene razón. Podemos olvidarnos del viejo y pobre papá -intervino Trilby Shrivenham, que parecía gozar de un perfecto estado de salud-. Y ahora ¿por qué no cenamos? Tengo entendido que Vladi quiere hacerle una propuesta.
19. «¿Por qué no esta noche?»
– ¿De modo que lo de Londres fue pura comedia? El estado de coma, las frases en clave: «La sangre de los padres caerá sobre los hijos», y todas las demás tonterías, así como la voz satánica. -Bond miró primero a Vladimir Scorpius y luego a la honorable Trilby Shrivenham, ahora supuesta esposa suya.
– No exactamente -respondió Trilby, tendiendo una mano para apretar el brazo de Scorpius-. No soy tan buena actriz como usted cree.
– Bond se dio cuenta de que la mano le temblaba un poco al tocar a su marido…, si es que en realidad lo era.
Tal como había adivinado al verla inconsciente en su casa, y luego en la clínica de Puttenham junto a Molony, Trilby era una joven alta y esbelta, de proporciones tan armoniosas como las de una modelo de las que aparecen en las revistas de modas. Vestía un atuendo deslumbrante de una seda roja espectacular. De habérselo preguntado, Bond habría dicho que, a su modo de ver, procedía de la tienda de Azzedine Alaia. Se había cortado el largo pelo y lo llevaba peinado de un modo distinto. Pero en su aspecto general se observaba una nota discordante. Se había excedido en el maquillaje.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Scorpius»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Scorpius» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Scorpius» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.