Steve Berry - La conexión Alejandría

Здесь есть возможность читать онлайн «Steve Berry - La conexión Alejandría» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La conexión Alejandría: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La conexión Alejandría»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La legendaria biblioteca desaparecida esconde el futuro de tres religiones.
Fundada en el siglo III a.C., la biblioteca de Alejandría era la mayor fuente de conocimiento del mundo entero. Pero hace 1.500 años desapareció entre el mito y la leyenda sin dejar rastro arqueológico alguno. Su saber ha sido desde entonces codiciado por académicos, buscadores de tesoros y aquellos que creen que sus secretos esconden la llave del poder. Cotton Malone, el ya célebre agente del gobierno norteamericano, vive retirado en Copenhague, donde regenta una librería de segunda mano. Pero su tranquila vida se ve truncada de repente: su hijo es secuestrado y alguien prende fuego a la librería. Cotton Malone tiene una valiosa información capaz de revelar los secretos de la desaparecida biblioteca de Alejandría, y alguien parece dispuesto a cualquier cosa para conseguirla.

La conexión Alejandría — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La conexión Alejandría», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Nueve hombres y mujeres se aproximaron sin hacer ruido.

Entre ellos estaban Adán y Sombrero de Paja. Eva lloraba cuando se arrodilló junto a Haddad.

Los otros se arrodillaron con ella.

Pam permanecía inmóvil, observando.

Igual que él.

Al cabo se vio obligado a interrumpir el doloroso silencio.

– Supongo que tendrán un equipo de comunicaciones, ¿no?

Adán levantó la cabeza y asintió.

– Necesito usarlo.

86

Viena

Thorvaldsen volvía a hallarse en la biblioteca del ch â teau con Gary, pero esta vez Hermann y el vicepresidente sabían que estaba allí. Se encontraban solos, con la puerta cerrada, los de seguridad al otro lado.

– Estaban aquí la otra noche -comentó el vicepresidente, visiblemente nervioso-. Tenían que estarlo, en alguna parte. -Señaló las estanterías superiores-. Este maldito sitio es como una sala de conciertos. Llamó al fiscal general y se lo contó todo.

– ¿Supone eso un problema? -preguntó Hermann.

– Gracias a Dios, no. Brent será mi vicepresidente cuando pase todo esto. Se ha estado ocupando de todo en Washington mientras yo no estaba, así que al menos la cosa allí está controlada.

– Éste se llevó a mi hija ayer -contó Hermann, señalando a Thorvaldsen-. Lo hizo antes de oír nada la pasada noche.

La agitación del vicepresidente aumentó más aún.

– Lo cual plantea un montón de preguntas. Alfred, no cuestioné lo que querías hacer. Querías la Conexión Alejandría y la conseguiste. Fui yo quien se encargó de ello. No sé lo que hiciste con esa información ni quiero saberlo, pero es evidente que se ha convertido en un problema.

Hermann se frotaba la sien.

– Henrik, pagarás caro haberme golpeado. Nadie lo había hecho nunca.

El danés no estaba impresionado.

– Puede que ya fuera hora.

– Y tú, jovencito…

A Thorvaldsen se le hizo un nudo en la garganta. No pretendía poner en peligro a Gary.

– Alfred -terció el vicepresidente-, todo está en marcha. Vas a tener que ocuparte de esta situación.

El sudor perló la frente de Thorvaldsen al comprender el significado de esas palabras.

– Estos dos no dirán una sola palabra de lo que saben.

– ¿Matarías al chico? -inquirió Thorvaldsen.

– ¿Matarías tú a mi hija? Pues entonces, sí, lo mataría. -El anciano resoplaba, y sus ojos reflejaban la ira que sentía.

– No estás acostumbrado a esto, ¿eh, Alfred?

– Hostigarme no te servirá de nada.

Sin embargo, eso le estaba dando tiempo a Thorvaldsen, y ésa era la única jugada que se le ocurría. Se encaró con el vicepresidente.

– Brent Green era un buen hombre. ¿Qué le ha pasado?

– No soy su sacerdote, así que no lo sé. Supongo que vio las ventajas de asumir mi cargo. Estados Unidos necesita un liderazgo fuerte, gente que no tenga miedo de hacer uso del poder. Brent es así. Yo soy así.

– ¿Qué hay de los hombres con carácter?

– Ése es un término relativo. Yo prefiero verlo como que Estados Unidos se alía con la comunidad financiera mundial para conseguir metas de índole mutuamente beneficiosa.

– Es usted un asesino -espetó Gary.

Llamaron suavemente a la puerta, y Hermann fue a abrir. Uno de los hombres de seguridad del vicepresidente le dijo algo al oído al austríaco. Éste puso cara de extrañeza, asintió, y el de seguridad se marchó.

– El presidente está al teléfono -anunció Hermann.

La sorpresa inundó el rostro del vicepresidente.

– ¿Qué demonios…?

– El servicio secreto te ha seguido la pista hasta aquí. Tu equipo de seguridad informó de que estabas aquí conmigo y otras dos personas, una de ellas un chico. El presidente quiere hablar con todos nosotros.

Thorvaldsen se dio cuenta de que no tendrían elección: era evidente que el presidente sabía muchas cosas.

– También quería saber si yo tenía un manos libres -añadió Hermann mientras se dirigía al escritorio y presionaba dos botones.

– Buenos días, señor presidente -saludó el anfitrión.

– No creo que usted y yo nos conozcamos. Soy el presidente Danny Daniels y le hablo desde Washington.

– No, señor, así es. Encantado.

– ¿Está ahí mi vicepresidente?

– Aquí estoy, señor presidente.

– Y Thorvaldsen, ¿está usted ahí? ¿Con el hijo de Malone?

– El muchacho está conmigo -respondió Thorvaldsen.

– En primer lugar tengo una trágica noticia. Yo aún me estoy recuperando de ella. Brent Green ha muerto.

Thorvaldsen captó el instante de conmoción en el rostro del vicepresidente. Incluso Hermann se estremeció.

– Suicidio -puntualizó Daniels-. Se pegó un tiro en la cabeza. Me lo acaban de notificar hace unos minutos. Terrible. Estamos elaborando un comunicado de prensa en este mismo instante, antes de que estalle la historia.

– ¿Cómo ha ocurrido? -inquirió el vicepresidente.

– No lo sé, pero el hecho es que es así y él ya no está. También ha muerto Larry Daley. Un coche bomba. No tenemos idea de quiénes son los culpables.

Más consternación afloró al rostro del vicepresidente, y sus hombros parecieron hundirse un tanto.

– La situación es ésta -prosiguió el presidente-: dadas las circunstancias, no podré viajar a Afganistán la semana que viene. El país me necesita aquí y yo necesito que el vicepresidente ocupe mi lugar.

El aludido guardó silencio.

– ¿Hay alguien ahí? -preguntó Daniels, alzando la voz.

– Sí, señor -respondió el vicepresidente-. Estoy aquí.

– Excelente. Vuelva zumbando hoy mismo y prepárese para salir la próxima semana. Naturalmente, si no quiere efectuar ese viaje para ver a las tropas puede presentar su dimisión. Usted decide. Pero lo cierto es que yo preferiría que emprendiera el viaje.

– ¿Qué quiere decir?

– Ésta línea no es segura, así que dudo que quiera que diga lo que realmente pienso. Deje que le cuente un cuento, uno que solía contarme mi padre. Había una vez un pájaro que volaba al sur para pasar el invierno, pero quedó atrapado en una tormenta de hielo y cayó al suelo. Se congeló, pero por allí pasó una vaca que le cagó encima. La caca caliente lo descongeló, se alegro tanto que se puso a cantar. Un gato se acercó a ver qué era aquel alboroto, preguntó si podía ayudar, vio que era comida y se zampó al pájaro. Ésta es la moraleja de la historia: no todo el que te caga encima es tu enemigo; no todo el que acude en tu ayuda es tu amigo. Y si estás calientito y feliz, aunque sea en un montón de mierda, mantén el pico cerrado. ¿Me explico?

– Perfectamente, señor -repuso el vicepresidente-. ¿Cómo sugiere que justifique mi dimisión?

– Es peliagudo recurrir al siempre socorrido «pasar más tiempo con mi familia». Nadie en su posición se va por ese motivo. Veamos, el último vicepresidente que lo dejó se enfrentaba a una acusación. No podemos usar eso. Como es natural, no puede usted decir la verdad, que lo pillaron cometiendo alta traición. ¿Qué le parece: el presidente y yo ya no somos capaces de seguir trabajando juntos? Siendo el político consumado que es, estoy seguro de que elegirá las palabras con mucho cuidado, porque si oigo algo que no me guste contaré la verdad. Hable de discrepancias, comente nuestras diferencias, dígale a la gente que soy un capullo. Nada de eso me importa. Pero más le vale que no diga nada que yo no quiera oír.

Thorvaldsen observaba al vicepresidente: el hombre parecía querer protestar, pero comprendió que no le serviría de nada.

– Señor presidente -intervino Thorvaldsen-, ¿están bien Stephanie y Cassiopeia?

– Sí, Henrik. ¿Puedo llamarte así?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La conexión Alejandría»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La conexión Alejandría» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La conexión Alejandría»

Обсуждение, отзывы о книге «La conexión Alejandría» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x