Steve Berry - La Habitación de Ámbar

Здесь есть возможность читать онлайн «Steve Berry - La Habitación de Ámbar» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Habitación de Ámbar: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Habitación de Ámbar»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La Habitación de Ámbar es uno de los mayores tesoros creados por el hombre. Las tropas alemanas que invadieron la Unión Soviética se hicieron con ella en 1941. Cuando los Aliados comenzaron los bombardeos fue ocultada y se convirtió en un misterio que perdura hasta nuestros días.
A la juez Rachel Cutler le encantan su trabajo y sus hijos, y mantiene una relación civilizada con su ex marido Paul. Todo cambia cuando su padre muere en misteriosas circunstancias, dejando pistas acerca de un secreto llamado 'la Habitación de Ámbar'. Desesperada por descubrir la verdad, Rachel viaja a Alemania seguida de cerca por Paul.
Enfrentados a asesinos profesionales en un juego traicionero, los dos chocan contra las fuerzas de la avaricia, el poder y la misma Historia.

La Habitación de Ámbar — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Habitación de Ámbar», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ella se detuvo.

Knoll señaló con la cabeza el panel abierto y relajó levemente su presa para permitirle mirar.

– Está ahí.

Volvió a asegurar la mano sobre la garganta y bajó el cuchillo hacia la camisa, donde se dedicó a arrancar los botones uno a uno. Después apartó los faldones. El pecho desnudo de ella sufrió un espasmo. Knoll trazó el contorno de cada uno de los pezones con la punta del cuchillo.

– La he visto antes desde detrás de la pared. Es usted una amante… intensa.

Rachel le escupió en la cara.

Knoll le propinó un revés.

– Puta insolente… Su padre hizo lo mismo y mire lo que le sucedió.

Le asestó un puñetazo en el estómago y oyó cómo Rachel se quedaba sin aliento. Le golpeó una vez más en cara, esta vez con el puño. La mano regresó a la garganta. Rachel cerró los ojos, aturdida. Knoll le pellizcó las mejillas y le sacudió la cabeza de un lado a otro.

– ¿Lo ama? ¿Por qué arriesga su vida? Imagine que es usted una puta y que el precio de mi placer es… una vida. No será desagradable.

– ¿Dónde… está… Paul?

Knoll negó con la cabeza.

– Cuánta testarudez… Canalice toda esa furia en la pasión y su Paul verá un nuevo amanecer.

La entrepierna le palpitaba, lista para la acción. Devolvió el cuchillo a la barbilla y apretó.

– De acuerdo -dijo ella al fin.

Knoll titubeó.

– Voy a quitar el cuchillo. Pero muévase un milímetro y la mataré. Y después lo mataré a él.

Bajó lentamente la mano y el cuchillo. Se desabrochó el cinturón y estaba a punto de bajarse los pantalones cuando Rachel gritó.

– ¿Cómo consiguió los paneles, Loring? -preguntó McKoy.

– Un regalo del cielo.

McKoy soltó una risita. Paul estaba impresionado por la calma que demostraba el hombretón. Se alegró de que alguien mantuviera el control. Él estaba muerto de miedo.

– Imagino que su plan es usar esa pistola en algún momento. Así que honre a un hombre condenado y responda algunas preguntas.

– Tenía razón antes -contestó Loring-. Los camiones dejaron Königsberg en 1945 con los paneles. Al final fueron cargados en un tren. Ese tren se detuvo en Checoslovaquia. Mi padre intentó hacerse con ellos, pero no lo consiguió. El mariscal de campo Von Schórner era leal a Hitler y no pudo comprarlo. Von Schórner ordenó que los cajones fueran transportados en camión hacia el oeste, hacia Alemania. Tenían que haber llegado a Baviera, pero no pasaron de Stod.

– ¿Mi caverna?

– Correcto. Mi padre encontró los paneles siete años después de la guerra.

– ¿Y mató a sus ayudantes?

– Una decisión empresarial necesaria.

– ¿Rafal Dolinski fue otra decisión empresarial necesaria?

– Su amigo reportero se puso en contacto conmigo y me proporcionó una copia de su artículo. Demasiado informativo para su propio bien.

– ¿Y qué hay de Borya y de Chapaev? -preguntó Paul.

– Muchos han buscado lo que tienen ante ustedes, Pan Cutler. ¿No está de acuerdo en que es un tesoro por el que merece la pena morir?

– ¿Mis padres incluidos?

– Descubrimos las indagaciones de su padre por toda Europa, pero al encontrar a ese italiano se acercó demasiado. Aquella fue nuestra primera y única ruptura del secreto. Suzanne se encargó tanto del italiano como de sus padres. Por desgracia, otra decisión empresarial necesaria.

Paul se lanzó contra el anciano. El arma se elevó y apuntó. McKoy agarró a Paul por el hombro.

– Cálmese, supermán. De nada sirve que se deje meter una bala en el cuerpo.

Paul forcejeó para liberarse.

– Retorcerle el puto cuello sí que va a servir. -La furia lo consumía. Nunca se había creído capaz de una ira tal. Quería matar a Loring sin importarle las consecuencias y disfrutar de cada segundo de tormento de aquel hijo de perra. McKoy lo empujó hacia el otro extremo de la estancia.

Loring se dirigió hacia la pared de ámbar opuesta. McKoy le daba la espalda al anciano cuando le susurró a Paul:

– Cálmese. Haga lo que yo haga.

Suzanne encendió una lámpara de techo y la luz bañó el vestíbulo y la escalera. No había peligro de que el personal interfiriera con las actividades nocturnas. Loring les había dado instrucciones específicas de que nadie entrara en el ala principal después de aquella medianoche. Ella ya había pensado en el modo de disponer de los cuerpos y había decidido enterrarlos a los tres en los bosques fuera del castillo, antes de que amaneciera. Subió lentamente las escaleras hasta llegar al desembarco de la cuarta planta, con la pistola en la mano. De repente, un grito perforó el silencio desde la Cámara Nupcial. Suzanne corrió por el pasillo, pasó junto a la balaustrada abierta y se lanzó a por la puerta de roble.

Intentó abrirla. Cerrada con llave.

Otro grito llegó desde el interior.

Suzanne realizó dos disparos contra la vieja cerradura. La madera se astilló. Dio una patada a la puerta. Otra. Un nuevo disparo. Una tercera patada abrió la puerta hacia dentro. En la cámara en penumbra vio a Christian Knoll en la cama, con Rachel Cutler forcejeando debajo de él.

Knoll la vio y propinó un fuerte golpe a Rachel en la cara. Después buscó algo en la cama. Suzanne vio el estilete aparecer en su mano. Apuntó la pistola y disparó, pero Knoll rodó hacia un lado de la cama y la bala no acertó su objetivo. Suzanne reparó en el panel abierto junto a la chimenea. El muy hijo de puta había estado usando los pasadizos. Se arrojó al suelo y se protegió detrás de una silla, pues ya sabía lo que iba a suceder. El estilete surcó la oscuridad y perforó la tapicería, fallando por meros centímetros. Suzanne disparó dos veces más en su dirección. Le respondieron cuatro disparos silenciados que destrozaron el respaldo de la silla. Knoll estaba armado. Y demasiado cerca. Le disparó una vez más y se arrastró hacia la puerta abierta de la habitación, desde donde salió al pasillo. Dos disparos de Knoll rebotaron en la jamba. Una vez fuera, Suzanne se incorporó y echó a correr.

– Tengo que llegar hasta Rachel -susurró Paul, que aún hervía.

McKoy seguía dando la espalda a Loring.

– Salga de aquí cuando yo actúe.

– Tiene una pistola.

– Apuesto lo que sea a que ese hijo de puta no dispara aquí. No va a arriesgarse a agujerear el ámbar.

– No cuente con…

Antes de que Paul pudiera preguntar qué pretendía hacer, el hombretón se volvió hacia Loring.

– Supongo que ya puedo olvidarme de mis dos millones, ¿no? Desgraciadamente. Pero ha sido un alarde de audacia por su parte. Me viene por parte de madre. Trabajó en los campos de pepinos en el este de Carolina del Norte. No dejaba que nadie le tocara los cojones.

– Qué entrañable.

McKoy se acercó un poco.

¿Qué le hace pensar que nadie sabe dónde estamos?

Loring se encogió de hombros.

– Es un riesgo que estoy dispuesto a asumir.

– Mi gente sabe dónde estoy.

Loring sonrió.

– Lo dudo, Pan McKoy.

– ¿Qué le parecería llegar a un acuerdo?

– No me interesa.

De repente, McKoy se arrojó a por Loring y cruzó los tres metros que los separaban lo mas rápido que permitía su cuerpo grueso. Cuando el anciano disparó, McKoy se encogió y gritó:

– ¡Váyase, Cutler!

Paul corrió hacia las puertas dobles que salían de la Habitación de Ámbar, pero echó un instante la vista atrás para ver cómo McKoy se desplomaba sobre el parque y Loring reajustaba su puntería. Paul salió de un salto de la cámara, rodó sobre el suelo de piedra, se incorporó y corrió por la galería a oscuras, hasta la apertura que daba a la Habitación Románica.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Habitación de Ámbar»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Habitación de Ámbar» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Habitación de Ámbar»

Обсуждение, отзывы о книге «La Habitación de Ámbar» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x