Steve Berry - La profecía Romanov

Здесь есть возможность читать онлайн «Steve Berry - La profecía Romanov» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La profecía Romanov: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La profecía Romanov»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El 16 de julio de 1918 el Zar Nicolás II y toda la familia imperial son ejecutados a sangre fría, pero cuando en 1991 se inhuman sus restos se descubre que faltan los cadáveres de dos de los hijos del Zar. Hoy, tras la caída del comunismo, el pueblo rusa ha decidido democráticamente el regreso de la monarquía. Una Comisión especial queda a cargo de que el nuevo Zar sea escogido entre varios familiares distantes de Nicolás II. Cuando el abogado norteamericano Miles Lord es contratado para investigar a uno de los candidatos, se ve envuelto en una trama para descubrir uno de los grandes enigmas de la Historia: qué le sucedió realmente a la familia imperial. Su única pista es un críptico mensaje en los escritos de Rasputín que anuncia que aquel cruento capítulo no será el último en la leyenda de los Romanov.

La profecía Romanov — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La profecía Romanov», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Su ruta los hizo pasar por varios deprimentes emporios de fundición y de fabricación de tractores. El aire olía a una mezcla de carbón y ácido, y todo se veía sucio de hollín. Toda la zona había sido escenario bélico. Paganos tratando de rechazar a los cristianos, príncipes compitiendo por el poder, tártaros a la conquista de algún territorio. Como escribió alguien, era una zona en que la tierra rusa bebía sangre rusa.

Starodub era una localidad mucho más larga que ancha, y de sus arcadas comerciales y sus edificios de madera y ladrillo se desprendía un aire colonial. Las calles estaban flanqueadas de abedules de corteza blanca, y en el centro se alzaba, dominándolo todo, una iglesia de tres torres, todas coronadas por sendas cúpulas de bulbo y estrellas doradas que resplandecían al sol poniente. Una enfermiza sensación de podredumbre corrompía el ambiente, causada por los edificios tambaleantes que nadie reparaba, el pavimento desmigándose y los espacios verdes descuidados.

– ¿Se te ocurre algún modo de encontrar a Kolya Maks? -le preguntó Lord a Akilina, mientras circulaban lentamente por una de las calles.

Ella señaló hacia delante.

– No creo que eso sea problema.

Lord miró por el parabrisas sucio y vio un rótulo que decía KAFE SNEZHINKI. En el cartel de afuera se anunciaban las especialidades de la casa: pastel, tarta de carne y helado. El establecimiento ocupaba la planta baja de un edificio de tres pisos, de ladrillo, con los marcos de las ventanas muy alegremente tallados. En el rótulo también decía: PROPIETARIO, IOSIF MAKS.

– Qué raro -dijo Lord.

Los rusos no eran aficionados a airear sus propiedades. Echó un vistazo en torno y vio otros rótulos de tienda, pero en ninguno se especificaba el nombre del dueño. Pensó en la Nevsky Prospekt de San Petersburgo y en el barrio Arabat de Moscú. Ambas eran zonas de moda, con cientos de tiendas carísimas, dispuestas a lo largo de muchos kilómetros, en una especie de cancán comercial. Pocas de estas tiendas exhibían los precios en el escaparate, por no decir nada del nombre de los dueños.

– Debe de ser una señal de los tiempos -dijo Akilina-: el capitalismo se nos está echando encima. Incluso aquí, en la Rusia rural.

Su sonrisa indicaba que era una broma.

Lord aparcó el Lada y ambos se apearon, a la luz menguante del final del día. Desanduvieron el trayecto recorrido desde que pasaron frente al Kafe Snezhinki. El único ocupante de la calle era un perro que perseguía a una urraca en vuelo. Pocas tiendas estaban iluminadas. Los establecimientos rusos rara vez abrían en fin de semana. Como bien sabía Lord, eran restos del pasado bolchevique.

El café estaba escasamente alumbrado. En el centro había cuatro filas de mesas. Los platos del día estaban en vitrinas de cristal. Llenaba el aire un olor a café amargo. Había cuatro personas, tres en una mesa y una en otra. Nadie pareció fijarse en Akilina y Lord, aunque éste no dejó de preguntarse cuántos negros entrarían al día en ese local, para que a nadie le llamase la atención.

El hombre de detrás del mostrador era bajo y fornido, con el pelo muy abundante y del color del cobre, un bigote muy poblado y una barba a juego. Lucía todo un muestrario de manchas en el delantal y, al acercarse a él, Lord pudo comprobar que desprendía un olor a queso feta. Se secaba las manos con una toalla sucia.

– ¿Es usted Iosif Maks? -le preguntó Lord en ruso.

El hombre le respondió con una mirada de extrañeza.

– ¿De donde es usted? -le pregunto a Lord, en ruso.

Éste decidió que cuanta menos información, mejor.

– ¿Por qué le da usted importancia a eso?

– Porque ha entrado usted en mi local y se ha puesto a hacer preguntas. Hablando como un ruso.

– Entonces, ¿puedo suponer que es usted Iosif Maks?

– Suelte lo que sea.

El tono era áspero, de pocos amigos, y Lord se preguntó si sería por prejuicios o por ignorancia.

– Mire, señor Maks, no estamos aquí para crear problemas. Buscamos a un hombre llamado Kolya Maks. Seguro que lleva años muerto, pero nos gustaría saber si algún familiar suyo sigue viviendo por aquí.

El hombre lo miró con mucha atención.

– ¿Quién es usted?

– Me llamo Miles Lord. Ella es Akilina Petrovna. Venimos de Moscú buscando a Kolya Maks.

El hombre dejó la toalla a un lado y cruzó sus fornidos brazos.

– Hay muchos Maks que viven por aquí. No conozco ningún Kolya.

– Debió de vivir aquí en tiempos de Stalin. Quizá quede algún hijo, o algún nieto suyo.

– Yo soy Maks por parte de madre, y nunca he tenido nada que ver con ninguno de ellos.

– Y ¿por qué lleva usted el apellido Maks? -se apresuró a preguntar Lord.

Una expresión de desconcierto se instaló en el rostro del ruso.

– No tengo tiempo para esto. Debo atender a mis clientes.

Akilina se acercó al mostrador.

– Esto es importante, señor Maks. Necesitamos localizar a los parientes de Kolya Maks. ¿No puede usted decirnos si viven aquí?

– ¿Qué les hace a ustedes pensar que pueden vivir aquí?

Lord oyó pasos a su espalda y se dio media vuelta: había entrado en el café un policía muy alto, con el uniforme de las militsya rurales y un shlapa azul de piel. Se desabrochó la pelliza, se la quitó y tomó asiento a una de las mesas, para a continuación hacerle una seña a Maks. El dueño del local acusó recibo y se puso de inmediato a preparar un cate. Lord se situó más cerca del mostrador. El policía lo ponía nervioso. Bajó la voz para contestarle a Maks:

– Quien resista hasta el fin se salvará.

Maks giró bruscamente la cabeza.

– ¿Qué significa eso?

– Dígamelo usted.

El ruso negó con la cabeza.

– Un americano loco. ¿Están todos ustedes igual de locos?

– ¿Quién ha dicho que yo sea americano?

Maks miró a Akilina.

– ¿Por qué está usted con ese chornye?

Lord no reaccionó ante el calificativo de desprecio. Tenían que salir del café con el menor alboroto posible. Pero había algo en los ojos de Maks que contradecía sus palabras. No estaba seguro, pero quizá aquel hombre estuviera tratando de indicarle que no eran el lugar ni el momento adecuado. Decidió probar suerte.

– Nos vamos, señor Maks. ¿Puede usted sugerirnos dónde pasar la noche?

El propietario terminó de preparar el café y salió por un extremo del mostrador, para llevárselo al policía. Depositó la taza encima de la mesa y regresó.

– Prueben en el hotel Okatyabrsky. Al llegar a la esquina, tuerzan a la izquierda, y es la cuarta bocacalle en dirección al centro.

– Gracias -dijo Lord.

Pero Maks no devolvió la cortesía y se retiró detrás de su vidriera, sin pronunciar una palabra más. Akilina y Lord echaron a andar hacia la salida, pero tuvieron que pasar junto al policía, que degustaba su café humeante. Lord notó que la mirada de aquel hombre se detenía en él más de lo debido, y que luego se dirigía al mostrador, al otro lado del local. Lord vio que Iosif también lo había notado.

Encontraron el Okatyabrsky. El hotel ocupaba un edificio de cuatro plantas y las habitaciones que daban a la calle tenían todas unos balcones destartalados. El suelo del vestíbulo estaba cubierto de negra suciedad y había en el aire el típico olor a sulfuro de las cañerías mal instaladas. El tipo de detrás del mostrador, muy malhumorado, inmediatamente les contestó que no se aceptaban huéspedes extranjeros. Akilina tomó las riendas de la situación y puso en su conocimiento que Lord era su marido y que esperaba que lo tratasen con el debido respeto. Tras un poco de regateo, el hombre les alquiló una habitación a un precio por encima de lo normal, y ellos dos subieron por las escaleras que conducían al tercer piso.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La profecía Romanov»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La profecía Romanov» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La profecía Romanov»

Обсуждение, отзывы о книге «La profecía Romanov» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x