– ¿Esto son las cosas de Fred? -preguntó sin mirar a los dos técnicos.
– Sí -respondió Kurt-. No tuvo tiempo de recogerlo todo. Lo hemos metido en una caja y pensábamos llevárselo. Ayer nos olvidamos.
Chávez frunció el ceño un momento, luego se volvió hacia la puerta sin responder. Rachel y yo nos quedamos de pie, esperando. Por fin vi a través del cristal a un hombre con bata blanca que enfilaba uno de los pasillos creados por las filas de torres de servidor. Era alto y delgado y por lo menos quince años mayor que el Patillas. Sabía que podías hacerte pasar por alguien mayor con un disfraz, pero hacerte más bajo y más joven era complicado. Rachel se volvió y me lanzó una sutil mirada inquisitiva. Yo negué con la cabeza subrepticiamente: no es él.
– Aquí viene nuestro espantapájaros -dijo Kurt.
Miré al chico.
– ¿Por qué lo llamáis así? ¿Porque es flaco?
– Porque es el encargado de mantener a todos los pajarracos lejos de los cultivos.
Estaba a punto de preguntarle qué quería decir con eso cuando Rachel volvió a llenar los espacios en blanco.
– Hackers, trolls , portadores de virus -dijo-. Está a cargo de la seguridad en la granja de datos.
Asentí con la cabeza. El hombre de la bata de laboratorio se dirigió a la puerta de vidrio y se estiró hacia un mecanismo de cierre situado a su derecha e invisible para nosotros. Oí un chasquido metálico y el tipo abrió la puerta, entró y volvió a cerrar. Se aseguró de que había cerrado correctamente. Noté una ráfaga de aire fresco procedente de la sala de servidores. Reparé en que justo al lado de la puerta había un lector de mano electrónico; hacía falta algo más que una simple tarjeta llave para acceder a la granja. Sobre el lector había un armarito con una puerta de cristal que contenía lo que parecían un par de máscaras de gas.
– Hola, soy Wesley Carver, director de tecnología de Western Data. ¿Cómo están?
Tendió la mano primero a Rachel, que se la estrechó y dijo su nombre. Luego se volvió hacia mí e hizo lo mismo.
– ¿Yolanda les ha dejado conmigo, pues? -preguntó.
– Ha dicho que volvería a buscarnos dentro de veinte minutos -dije.
– Bueno, haré lo posible para que no se aburran. ¿Les han presentado al equipo? Son Kurt y Mizzou, nuestros ingenieros de soporte de servidor de guardia hoy. Se encargan de mantener las cosas en marcha mientras yo paseo por la granja y persigo a los que piensan que pueden saltar los muros de palacio.
– ¿Los hackers ? -preguntó Rachel.
– Sí, bueno, sitios como este son un desafío para gente que no tiene nada mejor que hacer. Tenemos que estar permanentemente conscientes y alerta. Hasta ahora todo ha ido bien. Mientras seamos mejores que ellos, nos irá bien.
– Me alegro de oírlo -dije.
– Pero no es lo que han venido a escuchar. Puesto que Yolanda me ha entregado el bastón de mando, permítanme que les hable un poco de lo que tenemos aquí.
Rachel asintió con la cabeza e hizo una seña con la mano para que continuara.
– Por favor.
Carver se volvió y se quedó mirando a las ventanas que daban a la sala de servidores.
– Bueno, aquí tenemos el corazón y el cerebro de la bestia -dijo-. Como estoy seguro de que les habrá dicho Yolanda, el almacenamiento de datos, hosting, drydocking , o como quieran llamarlo, es el principal servicio que ofrecemos aquí en Western Data. O’Connor y sus muchachos de la planta de diseño y alojamiento saben lo que hacen, pero es esto lo que nadie más tiene.
Me fijé en que Kurt y Mizzou hacían un gesto de asentimiento y entrechocaban los puños.
– Ningún otro aspecto del mundo del negocio digital ha crecido tan exponencialmente deprisa como este segmento -dijo Carver-. Acceso directo y seguro a los registros y archivos de la empresa, conectividad avanzada y confiable. Eso es lo que ofrecemos. Eliminamos la necesidad de construir esta infraestructura de manera privada, ofreciendo la ventaja de una red troncal de Internet propia de alta velocidad. ¿Por qué construirla en la trastienda de su bufete de abogados cuando se puede tener aquí y contar con el mismo tipo de acceso sin los gastos generales ni los quebraderos de cabeza que ocasionarían su administración y mantenimiento?
– Eso ya nos lo han vendido, señor Carver -dijo Rachel-. Por eso estamos aquí y por eso hemos estado buscando en otras firmas. Por lo tanto, ¿puede hablarnos un poco acerca de su planta y su personal? Porque ahí es donde vamos a hacer nuestra elección. No necesitamos estar convencidos del producto. Tenemos que estar convencidos de las personas a las que confiamos nuestros datos.
Me gustó cómo Rachel lo estaba alejando de la tecnología y dirigiéndolo hacia las personas. Carver levantó un dedo como si fuera a señalar algo importante.
– Exactamente -dijo-. Siempre se reduce a la gente, ¿no?
– Por lo general -asintió Rachel.
– Entonces les voy a dar una imagen rápida de lo que tenemos aquí y luego podemos pasar a mi oficina y discutir las cuestiones de personal.
Pasó entre la fila de estaciones de trabajo de modo que se quedó de pie justo enfrente de los ventanales que daban a la sala de servidores. Lo seguimos y él continuó con la visita.
– Muy bien. Diseñé el centro de datos para que estuviera a la última en términos de tecnología y seguridad. Lo que ven ante ustedes es nuestra sala de servidores. La granja. Estas torres grandes y altas albergan alrededor de mil servidores dedicados en línea directa con nuestros clientes. Lo que eso significa es que si firman un contrato con Western Data, su empresa tendrá su propio servidor o servidores en esta sala. Sus datos no se mezclan en un servidor con los datos de ninguna otra empresa: tienen su propio servidor administrado con un servicio de cien megabits. Eso les da acceso instantáneo a la información que almacenan aquí desde cualquier lugar en el que se encuentren. Les permite copia de seguridad de intervalos o inmediata. Si es necesario, cada pulsación de teclado que hacen en sus equipos en… ¿dónde están ubicados?
– En Las Vegas -dije.
– En Las Vegas, pues. ¿Y cuál es el negocio?
– Un bufete de abogados.
– Ah, otro bufete de abogados. Entonces, si es necesario, cada pulsación de teclado en un ordenador de su bufete de abogados puede ser copiada y almacenada aquí. En otras palabras, nunca se pierde nada. Ni un dígito. Ese equipo en Las Vegas podría ser alcanzado por un rayo y la última palabra escrita en él estaría a salvo aquí.
– Bueno, esperemos que no llegue a eso -dijo Rachel, sonriendo.
– Por supuesto que no -dijo Carver de forma rápida y sin humor-, pero le estoy contando los parámetros del servicio que ofrecemos aquí. Ahora, la seguridad. ¿Para qué sirve tener todo copiado aquí si no está a salvo?
– Exactamente -dijo Rachel.
Dio un paso más hacia la ventana y, al hacerlo, se colocó delante de mí. Me di cuenta de que quería llevar la voz cantante en la conversación con Carver, y por mí estaba bien. Yo di un paso atrás y los dejé de pie uno al lado del otro junto a la ventana.
– Bueno, estamos hablando de dos cosas diferentes aquí -dijo Carver-. Seguridad de la planta y seguridad de los datos. Hablemos primero de la planta.
Carver repitió mucha información que Chávez ya nos había dado, pero Rachel no le interrumpió. Finalmente, habló del centro de datos y ofreció alguna información nueva.
– Esta sala es completamente inexpugnable. En primer lugar, todas las paredes, suelo y techo son de hormigón armado de dos metros de espesor, con barras de refuerzo doble y membrana de goma para protegerlo de filtraciones de agua. Estas ventanas son de vidrio laminado de nivel ocho, resistentes al impacto y a prueba de balas. Puede disparar con los dos cañones de una escopeta y probablemente solo conseguiría hacerse daño con el rebote. Y esta puerta es el único punto de entrada y salida, y se controla mediante exploración biométrica de la mano. -Señaló el dispositivo situado junto a la puerta de vidrio-. El acceso a la sala de servidores está limitado a los ingenieros de servidor y al personal clave. El escáner biométrico abre la puerta después de la lectura y la confirmación de tres elementos distintos: impresión de la palma, patrón de las venas y geometría de la mano. También comprueba el pulso. Así que a nadie le servirá cortarme la mano y usarla para entrar en la granja de servidores.
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