3. Lugar de trabajo
4. Horario laboral; raptada después del trabajo
5. Tipo corporal: jirafa
6. Dirección de la casa del marido
Las dos listas eran cortas y casi idénticas y estaba seguro de que contenían la conexión entre las dos mujeres y su asesino. Desde el punto de vista de este, se trataba de cosas que aparentemente tendría que conocer antes de actuar.
Bajé las ventanas del coche para que entrara el aire húmedo del mar. Pensé en el Sudes y en cómo había llegado a elegir a esas dos mujeres de dos lugares diferentes.
La respuesta simple era que las había visto. Ambas exhibían sus cuerpos en público. Si estaba buscando un conjunto específico de atributos físicos, podría haber visto tanto a Denise Babbit como a Sharon Oglevy en el escenario.
O en el ordenador. La noche anterior, mientras elaboraba las listas, había comprobado que tanto la revista exótica Femmes Fatales como el club Snake Pit tenían páginas web donde no faltaban las fotografías de sus bailarinas. Había numerosas imágenes de cada una, entre ellas tomas de cuerpo entero en las que se les veían las piernas y los pies. En www.femmesfatalesatthecleo.com había imágenes del coro al completo en las que aparecían las bailarinas lanzando patadas altas a la cámara. Si la parafilia del Sudes requería ortesis y la necesidad de un tipo de cuerpo jirafa, como Rachel había sugerido, la página web le habría permitido investigar a su presa.
Una vez elegida la víctima, el asesino tendría que trabajar en la identificación de la mujer y completar los otros detalles de las listas. Se podía hacer de esa manera, pero yo tenía la corazonada de que no era así como lo había hecho. Estaba seguro de que había algo más en juego, de que las víctimas estaban conectadas de alguna otra manera.
Me concentré en el primer elemento de ambas listas. Me parecía claro que en algún momento el asesino se había familiarizado con los detalles de la situación legal de las víctimas.
En el caso de Denise Babbit tenía que conocer su detención del año anterior por compra de droga y que esta se había producido en Rodia Gardens. Esa información inspiró la idea de dejar el cadáver en el maletero de su coche cerca de ese lugar, sabiendo que el coche podría ser robado y trasladado, pero que en última instancia sería relacionado con ese lugar. La explicación obvia sería que ella había ido otra vez allí a comprar drogas. Una hábil manera de desviar la atención.
Con Sharon Oglevy, el asesino tenía que conocer los detalles de su divorcio. En concreto, tenía que estar al corriente de la supuesta amenaza del marido de matarla y enterrarla en el desierto. De ese conocimiento surgiría la idea de poner el cadáver en el maletero de su coche.
En ambos casos, el asesino podía obtener los detalles legales, ya que figuraban en los documentos judiciales que estaban disponibles para el público. No había nada en ninguno de los registros que yo poseía que indicara que los registros de divorcio de Oglevy no fueran públicos. Y en cuanto a Denise Babbit, los juicios penales formaban parte del registro público.
Entonces caí en la cuenta de mi error. Denise Babbit había sido detenida un año antes de su muerte, pero en el momento de su asesinato, la causa seguía abierta. La joven estaba en lo que los abogados defensores llamaban estatus de «preséntate y mea». Su abogado la había metido en un programa de intervención previa al juicio. Como parte de su tratamiento ambulatorio por abuso de drogas, su orina se analizaba una vez al mes en busca de indicaciones de consumo de drogas, y los tribunales aparentemente estaban esperando a ver si enderezaba su vida. Si lo hacía, se retirarían los cargos contra ella. Si su abogado era bueno, incluso lograría que se borraran los antecedentes de la detención.
Todo eso eran solo detalles legales, pero ahora vi en ello algo que se me había pasado por alto antes. Si el caso Babbit seguía activo, todavía no se habría inscrito en el registro público. Y si no formaba parte del registro público a disposición de cualquier ciudadano por medio de un ordenador o una visita al palacio de justicia, ¿cómo había podido conseguir el Sudes los detalles que necesitaba para preparar el crimen?
Pensé un momento acerca de cómo responder a esta pregunta y concluí que la única forma sería obtener la información de la propia Denise Babbit, o de alguien más directamente relacionado con su caso: el fiscal o el abogado defensor. Hojeé los documentos del archivo de Babbit hasta que encontré el nombre de su abogado. Hice la llamada.
– Daly y Mills, habla Newanna. ¿En qué puedo ayudarle?
– ¿Puedo hablar con Tom Fox?
– El señor Fox está en el tribunal esta mañana. Puedo tomar nota de que ha llamado.
– ¿Habrá vuelto a la hora del almuerzo?
Miré el reloj. Eran casi las once. Tomar conciencia de la hora me dio otra punzada de ansiedad, porque todavía no había tenido noticias de Rachel.
– Por lo general regresa a la hora de almorzar, pero no hay garantía de ello.
Le di mi nombre y mi número y le expliqué que era un reportero del Times y que le dijera a Fox que la llamada era importante.
Después de cerrar el teléfono arranqué mi ordenador portátil y puse la tarjeta de Internet en la ranura correspondiente. Decidí probar mi teoría y ver si conseguía acceder a los registros legales de Denise Babbit en línea.
Pasé veinte minutos en el proyecto, pero logré recoger muy poca información sobre la detención de Babbit y su acusación por medio de los servicios de datos legales de acceso público o el motor de búsqueda jurídica privado al que estaba suscrito el Times . No obstante, encontré una referencia a la dirección de correo de su abogado y preparé un mensaje rápido con la esperanza de que recibiera correo electrónico en su teléfono móvil y atendiera mi solicitud de una llamada telefónica lo antes posible.
De: Jack Mc Evoy «JackMc Evoy@LATimes.com·
Asunto: Denise Babbit
Fecha: 18 de mayo de 2009 10:57 PDT
Para: TFox@dalyandmills.com
Señor Fox, soy periodista del Los Angeles Times y trabajo en la serie de artículos sobre el asesinato de Denise Babbit. Es posible que ya haya hablado con alguno de mis colegas sobre su representación de Denise, pero necesito hablar con usted lo antes posible sobre un nuevo ángulo de la investigación que estoy siguiendo. Por favor, llámeme o mándeme un mail lo antes posible. Gracias.
Jack Mc Evoy
Envié el mensaje y supe que lo único que podía hacer era esperar. Miré la hora en la esquina de la pantalla del ordenador y me di cuenta de que eran más de las dos en Washington. No parecía plausible que la vista de Rachel se hubiera prolongado tanto tiempo.
Sonó un pitido en mi ordenador. Miré y vi que ya había recibido una respuesta de correo electrónico de Fox.
De: Tom Fox «TFox@dalyandmills.com·
Asunto: RE: Denise Babbit
Fecha: 18 de mayo de 2009 11:01 PDT
Para: JackMc Evoy@LATimes.com
Hola, no puedo responder a su mensaje de inmediato porque estoy en un juicio esta semana. Tendrá noticias mías o de mi asistente, Madison, en cuanto sea posible. Gracias.
Tom Fox
Socio Principal, Daly y Mills, Abogados
www.dalyandmills.com
Era una respuesta generada automáticamente, lo cual significaba que Fox aún no había visto mi mensaje. Tenía la sensación de que no tendría noticias suyas hasta la hora del almuerzo, si tenía suerte.
Me fijé en la página web del bufete de abogados que figuraba en la parte inferior del mensaje e hice clic en el enlace. Me llevó a un sitio que pregonaba con audacia los servicios que la empresa proporcionaría a sus clientes potenciales. Los abogados de la firma estaban especializados en derecho penal y civil. Había una ventana con el texto «¿Tiene usted un caso?», en la cual el visitante de la página podía presentar los detalles de su situación para obtener una revisión gratuita y la opinión de uno de los expertos legales del bufete.
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