– Sabemos que ésa es la cuestión -dijo-. Si para algo no estamos preparados en este momento es para discutir sobre metodología. Pero en mi opinión, la relación con Poe es definitiva, y Bob está de acuerdo. Entonces, ¿cuál es la alternativa? ¿Decir que es imposible y dejarlo correr? No, actuemos pensando que puede haber otras vidas en peligro, porque es posible que lo estén. Esperamos encontrar respuestas a las preguntas que os hacéis. Pero estoy de acuerdo en que es algo que tenemos que considerar y en que el escepticismo es saludable. Se trata de una cuestión de control. ¿Cómo consiguió el Poeta hacerse con el control de esos hombres?
Volvió la cabeza y echó un vistazo por la sala. Smitty se quedó callado esta vez.
– Brass -dijo Backus-. Sigamos con las primeras víctimas.
– Vale, chicos, página siguiente.
Esa página contenía información sobre los crímenes que habían obsesionado a los detectives asesinados por el Poeta. El informe los llamaba víctimas secundarias a pesar de que, a decir verdad, habían sido los primeros en morir en cada una de las ciudades. Noté que una vez más la lista no había sido actualizada. Faltaba Polly Arnherst, la mujer cuyo asesinato había obsesionado a John McCafferty en Baltimore.
VICTIMOLOGÍA SECUNDARIA- PRELIMINARES
1. Gabriel Ortiz, Sarasota, Florida Estudiante
Hispano, nacido el 1-6-82, fallecido el 14-2-92 Estrangulamiento por ligadura, abusos deshonestos (fibra de capoc)
2. Robert Smathers, Chicago Estudiante
Negro, nacido el 11-8-81, fallecido el 15-8-93 Estrangulamiento manual, mutilación ante mortem
3. Althea Granadine, Dallas Estudiante
Negra, nacida el 10-10-84, fallecida el 4-1-94 Apuñalamiento múltiple, pecho, mutilación ante mortem
4. Manuela Cortez, Albuquerque, Nuevo México Sirvienta
Hispana, nacida el 11-4-46, fallecida el 16-8-94 Múltiples golpes con arma contundente, mutilación/?os¿ mortem (fibra de capoc)
5. Theresa Lo fio n, Denver, Colorado Estudiante, empleada de guardería
Blanca, nacida el 4-7-75, fallecida el 16-12-94 Estrangulamiento por ligadura, mutilación post mortem(ñbra de capoc)
– Bueno, también aquí nos falta una -dijo Doran-. Baltimore. En este caso no se trata de un niño, sino de una maestra llamada Polly Arnherst. Presenta estrangulamiento por ligadura y mutilación post mortem.
Esperó un poco por si alguien tomaba notas.
– Todavía estamos esperando que nos envíen por fax los expedientes y más datos sobre estos casos -prosiguió-. Esto lo acabamos de preparar para la reunión. Pero, ante todo, lo que estamos buscando con respecto a estos casos secundarios son coincidencias que impliquen a niños. Tres de las víctimas eran niños, dos trabajaban en contacto directo con niños, y la última, Manuela Cortez, era una sirvienta que fue raptada y asesinada en algún punto del camino hacia la escuela donde los hijos de su patrona esperaban que fuera a recogerlos. La extrapolación que hacemos es que las presas iniciales de esta cadena eran niños, aunque en la mitad de los casos quizás algo salió mal y el acecho se vio interrumpido por las víctimas adultas, que fueron eliminadas.
– ¿Y qué se desprende de las mutilaciones? -preguntó un agente desde la fila exterior-. Algunas de ellas fueron después de la muerte y en los niños… antes.
– No estamos seguros, aunque de momento suponemos que pueden tener algo que ver con su necesidad de ocultarse. Pretendía camuflarse utilizando métodos y patologías diferentes. Los casos enumerados en esta página parecen similares, pero cuanto más se profundiza en su análisis, más distintos son. Es como si a esas víctimas las hubiesen matado seis hombres distintos, con patologías diferentes. De hecho, todos los casos fueron sometidos a los cuestionarios del VICAP por las oficinas locales, pero no concordaban entre sí. Recordad que el cuestionario tiene actualmente dieciocho páginas. En resumen, creo que ese delincuente nos ha estudiado en profundidad. Creo que sabía actuar con cada una de esas víctimas de manera lo bastante diferente como para que nuestro fiable ordenador no registrara las semejanzas. El único error que ha cometido son las fibras de capoc. Ahí es donde le hemos cogido.
Un agente de la segunda fila levantó la mano y Doran le cedió la palabra con la cabeza.
– Si había tres incidentes en los que se recuperaron fibras de capoc, ¿cómo es que el ordenador del VICAP no registró esta coincidencia si como tú dices se introdujeron todos los casos?
– Error humano. En el primer caso, el del pequeño Ortiz, el capoc era originario de la zona y no se tuvo en cuenta. No lo señalaron en el cuestionario. En el caso de Albuquerque no se identificaron las fibras hasta después de que se nos enviara el informe del VICAP. Una vez identificadas como capoc, el informe no fue actualizado. Un descuido. Perdimos la conexión. Hasta hoy no hemos recibido la confirmación de nuestra oficina local. Sólo en el caso de Denver el capoc se consideró lo bastante significativo como para mencionarlo en el formulario del VICAP.
A varios agentes se les escapó un gruñido y yo mismo noté cómo se me aceleraba el corazón. Se había perdido la oportunidad de identificar que se trataba de un asesino en serie ya desde el caso de Albuquerque. Me preguntaba qué habría pasado si no se hubiera perdido esa pista. Quizá Sean estaría vivo.
– Esto nos lleva a la cuestión primordial -dijo Doran-. ¿Cuántos asesinos tenemos? ¿Uno que tira la primera piedra y otro que se carga a los detectives? ¿O sólo uno? Uno que lo hace todo. De momento, basándonos inicialmente en la improbabilidad logística que conlleva el hecho de ser dos, estamos siguiendo la teoría de la conexión. Nuestra presunción es que en cada ciudad las dos muertes están conectadas entre sí.
– ¿Cuál es la patología? -preguntó Smitty
– Sólo podemos hacer conjeturas, por ahora. La más obvia es que mata al detective para tapar sus propias huellas, para asegurarse la huida. Pero también manejamos otra teoría. Y es que el primer homicidio lo comete para poner a un detective ante el punto de mira. Dicho de otro modo, el primer homicidio es un cebo, presentado de manera suficientemente horripilante como para obsesionar a un detective de homicidios. Suponemos que entonces el Poeta acosa a cada uno de esos oficiales y se aprende sus hábitos rutinarios. Eso le permite acercarse a él y llevar a cabo el consiguiente asesinato sin que lo descubran.
Esto sumió la sala en el silencio.
Yo tenía la sensación de que muchos de aquellos agentes, aunque avezados en no pocas investigaciones de asesinatos en serie, no se habían encontrado nunca ante un depredador como ése al que ahora llamaban el Poeta.
– Por supuesto -dijo Brass-, para nosotros esta teoría es sólo provisional… Backus se puso en pie.
– Gracias, Brass -le dijo, y dirigiéndose a toda la sala añadió-: Rápidamente, porque quiero que tracemos unos perfiles y hemos de dejar esto listo, Gordon tiene algo que decirnos.
– Sí, muy rápido -dijo Thorson mientras se levantaba y se desplazaba hacia un caballete que sostenía una gran pizarra-. El mapa que tenéis en el expediente no está actualizado porque falta la conexión de Baltimore. Así que prestadme un momento de atención.
Dibujó rápidamente el perfil de Estados Unidos con un grueso rotulador negro. Después, con uno rojo, empezó a trazar la ruta del Poeta. Empezando por Florida, que había dibujado desproporcionadamente pequeña en relación con el resto del país, la línea subía hasta Baltimore y después hasta Chicago para luego bajar a Dallas, volver a subir a Albuquerque y finalmente llegar hasta Denver. Volvió a coger el rotulador negro y escribió las fechas de los asesinatos en cada ciudad.
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