P.C. Cast - En El Lugar De La Diosa

Здесь есть возможность читать онлайн «P.C. Cast - En El Lugar De La Diosa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

En El Lugar De La Diosa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «En El Lugar De La Diosa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La única emoción que esperaba Shannon Parker de las vacaciones de verano era hacer unas cuantas compras. Sin embargo, recibió la llamada de un ánfora antigua y se vio transportada a Partholon, donde todos la trataron como a una diosa. Una diosa muy temperamental…
Sin saber cómo, Shannon había adoptado el papel de otra, se había convertido en la encarnación de la diosa Epona. Y, aunque eso tenía una ventaja (¿a qué mujer no le gustaban los lujos?), también conllevaba un matrimonio ritual con un centauro y la amenaza de muerte a su nuevo pueblo. Además, todo el mundo la odiaba, porque pensaban que era una simple doble de su diosa.
Shannon tenía que averiguar cómo podía volver a Oklahoma sin morir en el intento, sin contraer matrimonio con un centauro y sin volverse loca…

En El Lugar De La Diosa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «En El Lugar De La Diosa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Alanna, Carolan y yo nos reunimos junto a la entrada, y Carolan habló en voz baja, en un tono urgente.

– Sólo he hecho un examen superficial de varios pacientes, pero lo que he averiguado me preocupa mucho. Creo que todos padecen la misma enfermedad, pero que se desarrolla en tres estadios diferentes. En el primero, los enfermos comienzan a tener fiebre y sarpullido. Parece que comienza en la cara, y después se extiende por todo el cuerpo y las extremidades. El sarpullido se convierte en ampollas, que se llenan de pus y putrefacción. La fiebre vuelve, y provoca delirios. Este estadio es peligroso y mortal. Los niños se están deshidratando. Algunos tienen fluidos en los pulmones, y la garganta cerrada. Esto no es la varicela infantil, que sólo es mortal para los bebés o para los ancianos y los débiles. Estos niños y estas mujeres son fuertes y jóvenes, pero están muy enfermos.

– Viruela -dije yo.

– ¿Qué es la viruela? -preguntó Carolan.

– No sé mucho de ella. En mi mundo, o al menos en la parte civilizada de mi mundo, está prácticamente erradicada. Pero por lo que recuerdo, esto puede ser una enfermedad similar.

– Me será útil cualquier cosa que puedas decirme.

– En circunstancias normales, es decir, que una raza de personas haya estado expuesta a la viruela periódicamente, la enfermedad puede acabar con los más pequeños, con los viejos y los enfermos. Sin embargo, si en un país nunca ha habido viruela, la enfermedad podría devastar a la población. Mataría al noventa y cinco por ciento de los infectados. Es como una plaga. ¿Partholon nunca ha sufrido esta enfermedad?

Carolan se frotó la barbilla mientras pensaba.

– Me parece que tengo algunos escritos sobre una enfermedad como ésta que se ha producido periódicamente en la gente que vive cerca de Ufasach Marsh, y que se contagia de vez en cuando a la población general. Pero ellos son gente extraña, reservada, que nunca pide ayuda a los de fuera, así que tengo pocas referencias.

De repente, se me ocurrió algo.

– Alanna, me has dicho que las doncellas se quejaron de que estaban enfermas cuando volvieron de un retiro, ¿no?

– Sí.

– ¿Y dónde fue ese retiro?

– En el Templo de la Musa.

– ¿Y eso no está cerca de Ufasach Marsh?

– Sí -respondió Carolan.

– Estoy segura de que, si investigamos esto, averiguaremos que el brote de la enfermedad se originó en el retiro. Eso significa que seguramente las Encarnaciones de las Musas también están padeciendo la viruela. Lo peor de todo esto es que es una enfermedad muy contagiosa. Se transmite por los fluidos corporales y por el contacto. Por ejemplo, si duermes en la misma cama de un enfermo, te contagias. O si bebes de la misma taza que ellos. La gente que está cuidando a los enfermos se arriesga a contraer la enfermedad.

– Entonces, Alanna y tú debéis alejaros de aquí.

– Tienes razón -dije yo, y miré a Alanna-. Tienes que salir de la habitación… Ya te has expuesto demasiado.

– Y tú también -dijo ella.

– No, yo no puedo contagiarme -respondí, y le mostré una diminuta cicatriz que tenía en el brazo-. Cuando era niña, me pusieron una vacuna.

Carolan se quedó desconcertado. Yo suspiré y les expliqué lo que era una vacuna.

– Hizo que mi cuerpo generara una cosa llamada «anticuerpos» contra la viruela. Aunque me exponga a la enfermedad, mi cuerpo luchará contra ella.

– Parece un milagro -dijo Carolan en un tono reverencial.

– Sí, ojalá yo fuera médico, para poderte explicar cómo funciona -dije, y me encogí de hombros con impotencia-. Lo siento, conseguisteis a la profesora de literatura y lengua inglesa, no a la doctora.

– Para mí está muy bien la profesora -dijo Alanna dulcemente.

Yo le di las gracias con una sonrisa y me volví hacia Carolan.

– Bueno, ¿y qué tenemos que hacer?

– El primer paso es poner en cuarentena a los enfermos.

– Y todo lo que toquen -añadí-. Y a sus familias.

– Sí -dijo él, asintiendo-. Creo que lo mejor será limitar el contacto con los enfermos a mis ayudantes, y quizá, a unos cuantos voluntarios sanos, probablemente a miembros de la familia de aquéllos que hayan estado expuestos a la enfermedad. Después, voy a mirar mis libros para encontrar todo lo que haya sobre esta enfermedad. Lo único que podemos hacer por ahora es mantener cómodos e hidratados a los pacientes.

– Hay que hervir el agua antes de que la beban -dije-. También hay que asegurarse de que las sábanas y la ropa sucia estén aisladas del resto del templo, y hay que lavarla con agua hirviendo, y con mucho jabón del fuerte.

– Hervir el agua acaba con el demonio del contagio -dijo él, agradado con mis sugerencias.

– Sí, y con la mayoría de los gérmenes.

Carolan me miró con las cejas arqueadas, pero no me contradijo, ni me pidió explicación.

– A mí me preocupa el origen de este brote. Sería un desastre que nuestros guerreros enfermaran cuando estuvieran tomando posiciones para rodear a los Fomorians. Si esta viruela se originó en el Templo de la Musa, los guerreros deben mantenerse alejados de esa zona.

– Espera. Tienes razón en eso, pero… Bueno, corrígeme si me equivoco, pero creo que nunca he oído que un caballo tuviera la viruela. ¿Y tú? -dije, mientras mi mente daba vueltas como un hámster en una rueda.

– No… -dijo Carolan, frotándose la barbilla-. No se me ocurre ningún ejemplo de viruela equina.

– ¿Y en centauros?

– Tu esposo sabrá más de eso que yo, pero no creo que los centauros hayan enfermado nunca de viruela.

– Bien -dije, y sentí que me quitaba un peso de los hombros-. Entonces, tendremos que asegurarnos de que sólo los guerreros centauros se acerquen al Templo de la Musa para atacar Laragon desde el este.

– Eso sería muy inteligente, pero de todos modos debemos contener este brote.

– Desde luego. Manos a la obra -dije.

– Amor mío -le dijo Carolan a Alanna, suavemente-, tú no puedes ayudar aquí. No quiero que te expongas al contagio.

– Pero tú te estás exponiendo -replicó ella.

– Yo debo hacerlo -respondió Carolan, y le dio un beso en la frente-. Sabes que debo hacerlo. Pero no puedo hacer lo que hay que hacer si estoy preocupado por tu seguridad. Puedes ayudarme avisando a mis asistentes, y después, yendo a la cocina a supervisar cómo hierven el agua y hacen infusiones para los enfermos.

– Y yo necesito que te asegures de que las mujeres están haciendo lo que tienen que hacer -añadí-. Creo que Maraid es muy capaz, pero no es tú. Además, tienes que hablar con las familias de los enfermos, y detectar si hay más casos nuevos de viruela.

Alanna suspiró y se rindió. Yo sabía que lo haría. Su sentido de la responsabilidad y de la integridad nunca le permitía ser egoísta ni infantil. No iba a insistir en quedarse allí con Carolan. Alanna y Suzanna eran mujeres que ponían las necesidades de los demás por delante de sus propios deseos.

Ojalá yo pudiera ser como ellas.

Alanna besó a su nuevo marido en los labios y yo oí que se susurraban palabras de adoración el uno al otro Después, se volvió hacia mí y me dio un abrazo.

– Cuídalo por mí -me pidió-. Y cuídate tú también.

– No hay problema. Oh, ¿y puedes ir a buscar a ClanFintan y explicarle lo que ha sucedido? Y pregúntale si puede venir aquí cuando haya terminado con los guerreros.

Alanna asintió.

– Nos veremos esta noche. Os quiero a los dos.

Se marchó rápidamente, como si tuviera que obligar a sus piernas a moverse antes de que su corazón le ordenara que se detuviera.

Ninguno de nosotros dijo nada: sólo observamos cómo se alejaba. Su dignidad y su calma nos conmovieron.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «En El Lugar De La Diosa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «En El Lugar De La Diosa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «En El Lugar De La Diosa»

Обсуждение, отзывы о книге «En El Lugar De La Diosa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x