P. Cast - Profecía De Sangre

Здесь есть возможность читать онлайн «P. Cast - Profecía De Sangre» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Profecía De Sangre: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Profecía De Sangre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Elphame es mitad humana mitad centauro, hija de Etain, esposa de Epona. Es prácticamente humana pero su apariencia evidencia la rareza de su origen, sus piernas de centauro, su condición de híbrido, la separan del mundo.
Cuando emprende su viaje hacia el castillo de MacCallan lo hace dejándose llevar por una atracción que desde niña ha sentido por las leyendas del mundo antiguo. Cien años atrás, unas criaturas demoniacas y sangrientas llamadas Fomorians arrasaron aquel lugar. Una premonición de su hermano pequeño, que le acompaña en el viaje, le dice a Elphame que allí encontrará no solo su destino sino también un compañero para su vida. La profecía se cumple cuando Elphame conoce a un mitad hombre y mitad Fomorian llamado Lochlan.

Profecía De Sangre — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Profecía De Sangre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Buenas tardes, señoras -dijo Cuchulainn.

Su voz grave sonaba un poco forzada. Llevaba todo el día de mal humor, irritable, y sabía que estaba molestando a los trabajadores del tejado, más que ayudándolos, así que se había ido a buscar a su hermana, y la había hallado en el huerto. Al ver a Brenna, había decidido que tendría que seguir el impulso de su corazón, o de su instinto, o de ambas cosas.

Elphame le sonrió.

– ¿A que no tenías ni idea de que soy jardinera, Cuchulainn?

Él le devolvió la sonrisa y le limpió una mancha de tierra de la mejilla.

– No lo eres.

– Te vas a llevar una sorpresa, guerrero -ronroneó Wynne-. Nuestra Jefa tiene muchos talentos ocultos.

Cuchulainn apenas miró a la bella cocinera. Sus ojos buscaron y encontraron los de Brenna. Sonrió lenta y seductoramente, y el calor de aquella sonrisa le iluminó todo el rostro.

– Tal vez tengas razón, Wynne. Hay muchas cosas de nuestra Jefa, y de otras personas, que me han sorprendido. Y me estoy dando cuenta de que quiero saber más.

Brenna se quedó mirando al guerrero con la boca abierta. ¡Él la estaba mirando así, delante de todo el mundo! El mensaje de Cuchulainn estaba bien claro. Les estaba diciendo a las demás en quién estaba interesado. En ella. Brenna se quedó allí inmóvil, sin saber si quería desaparecer o quería que él siguiera mirándola así.

– Bueno, Cu… ¿necesitabas algo? -intervino Elphame.

Cu no apartó la mirada de Brenna.

– Sí hay algo que necesito, pero creo que ya lo he encontrado, hermana.

Brenna se quedó sin aliento y se puso muy roja.

– Si me disculpas, Elphame, tengo que ocuparme de algunas cosas -dijo, y apartó los ojos de Cuchulainn para poder aclararse la cabeza-. Tengo que irme -añadió rápidamente, y se dirigió a la salida del huerto.

– Entonces, ¿así son las cosas? -preguntó Wynne.

Sin dejar de mirar la figura de Brenna mientras ella se alejaba, Cuchulainn asintió.

– Así es.

Wynne miró al guerrero, se echó hacia atrás la melena rojiza y salió muy dignamente del jardín.

– Tal vez eso no sea lo más inteligente que has podido hacer, Cuchulainn -le dijo Elphame-. Ya sabes lo tímida que es Brenna. Creo que tal vez la hayas asustado, más que seducido.

– Quiero que sepa que voy en serio.

Brighid soltó un resoplido.

– ¿Y tú qué tienes que decir? -le espetó Cuchulainn.

La Cazadora se encogió de hombros.

– Nada, salvo que pareces un toro en celo. Sólo te ha faltado orinar a su alrededor para marcar tu territorio.

Elphame se dio cuenta de que su hermano empezaba a echar humo por las orejas, y se colocó entre ellos.

– Ya está bien. Marchaos fuera de las murallas del castillo.

La Cazadora y el guerrero miraron a Elphame sin comprenderla. Ella movió la cabeza con disgusto.

– Id a cazar los dos. Brighid, intenta no enfrentarte a mi hermano a cada instante. Cuchulainn, tú tienes que deshacerte de algo de esa tensión -dijo, señalando los hombros de su hermano. No te está ayudando con Brenna.

La Cazadora volvió a resoplar.

Elphame arqueó una ceja y se cruzó de brazos.

Brighid suspiró y miró a Cuchulainn con cara de pocos amigos.

– Vamos, guerrero. Veamos si eres capaz de matar un ciervo.

Cuchulainn frunció el ceño. No tenía ninguna intención de salir del castillo. Iba a ir tras Brenna y…

– Gracias, Brighid, es buena idea. Me alegro de que se te haya ocurrido esa idea -dijo Elphame-. Wynne siempre está diciendo que no tiene suficiente venado. Os veré a los dos a la hora de la cena -añadió, e ignoró la mirada fulminante que le lanzó su hermano mientras seguía a la Cazadora hacia la salida del huerto.

Con un suspiro, Elphame retomó la tarea de transplantar brotes de menta, pensando en las ventajas de romperle la cabeza a Cuchulainn para que Brenna tuviera que curarlo.

– Seguramente, él sería peor enfermo que yo, y ella terminaría poniéndole veneno en la tisana. Y nadie la culparía -murmuró.

Cuchulainn tenía que admitirlo: Elphame había tenido una buena idea. Él tenía que alejarse del castillo para aclararse la cabeza. No tenía puntería aquel día, pero se le habían calentado los músculos y se le había relajado la tensión. También tenía que admitir que Brighid era una magnífica Cazadora. Él había pasado años junto a su padre, así que la gracilidad y la fuerza de un centauro no eran nuevas para él, pero Brighid se movía con un sigilo que parecía casi sobrenatural.

– Por aquí -susurró ella, y Cuchulainn siguió su mirada hacia un riachuelo que atravesaba el prado. El ciervo estaba agachando la cabeza para beber.

Cuchulainn asintió y bajó silenciosamente del caballo. Puso una flecha en el arco y tensó la cuerda para hacer un tiro limpio. Había un tronco enorme en su camino, y él se movió lentamente para rodearlo. Se levantó una suave brisa, y Cuchulainn se quedó inmóvil, aunque soplaba en dirección contraria al ciervo. Entonces, percibió un olor fétido que le hizo fruncir los labios. Era el olor de la muerte y la putrefacción. Dio un paso para superar una rama del tronco, y oyó un sonido repulsivo al pisar un cuerpo en descomposición.

Sin poder evitarlo, se retiró con brusquedad. El ciervo, asustado, salió corriendo.

– Cuchulainn, ¿qué…? -comenzó Brighid, pero su mirada de irritación cambió por una de sorpresa al reunirse con él al otro lado del tronco.

– Un lobo muerto -dijo él, mientras se limpiaba la bota en el musgo-. Siento haber asustado al ciervo. Es que no me lo esperaba. Y menos así.

Brighid estaba estudiando atentamente el cuerpo del animal.

– Está empalada -dijo.

– Es muy raro, ¿verdad? El lobo debió de lanzarse contra esa rama astillada.

– Es una loba.

Cuchulainn la miró con extrañeza.

– Es una loba -repitió la Cazadora, señalando la parte inferior del cuerpo hinchado-. Y tenía lobeznos. Mírale las tetas.

Cuchulainn sintió curiosidad y se olvidó del hedor. Se acercó un poco más a la loba muerta.

– He visto este tipo de muerte pocas veces, y siempre les había ocurrido a lobas solitarias que acababan de parir. Están desesperadamente hambrientas -explicó la Cazadora-. Me imagino que están tan frenéticas que corren tras su presa con una intensidad que las ciega, y pierden conciencia de todo lo que las rodea. Seguramente, intentó saltar el tronco y, a tanta velocidad, la rama se le clavó como si fuera una lanza.

Cuchulainn se agachó. La loba se había empalado a sí misma a la altura del pecho. Él sacudió la cabeza.

– Pero ¿por qué estaba cazando sola? Los lobos viven en manadas.

– La mayoría sí, pero mira su tamaño. Claramente, es el animal más pequeño de una camada. Normalmente no le habrían permitido que tuviera lobeznos. Creo que la hembra dominante la echó de la manada, porque no quería compartir con ella al macho dominante, y la manada casi nunca permite que los miembros más débiles críen -la Cazadora siguió observando el cuerpo del animal, y leyendo la historia que contaba-. Mírale la cabeza y el cuello. Tiene muchas cicatrices. Debería haber muerto. Es asombroso que se recuperara y sobreviviera tanto tiempo por sí misma.

Muchas cicatrices… Debería haber muerto… Cuchulainn apretó la mandíbula. De repente, se incorporó y miró a la Cazadora.

– ¿Cuánto tiempo crees que lleva muerta?

Brighid se encogió de hombros.

– Unos dos días.

– No es demasiado tarde.

– ¿Para qué?

– Tal vez algunos sigan con vida. Vamos a buscarlos -dijo él, y se encaminó hacia su caballo.

– Cuchulainn, ¿a qué te refieres?

Él subió a la montura y la miró.

– Demuéstrame que eres tan buena Cazadora como yo creo que eres.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Profecía De Sangre»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Profecía De Sangre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Profecía De Sangre»

Обсуждение, отзывы о книге «Profecía De Sangre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.