– ¿Por qué? ¿Qué ocurre?
Por toda respuesta, la mujer se limitó a sonreír. El sirviente regresó con una tetera de hierro colado y dos pequeñas tazas de porcelana china. Gideon estudió a su anfitriona mientras esta servía el té. Ciertamente era la misma mujer que aparecía en el vídeo del aeropuerto. Al pensar en el camino largo y tortuoso que lo había llevado hasta allí, no pudo evitar sentirse impresionado por su presencia. Sin embargo, vista en persona, parecía muy diferente. Irradiaba una especie de energía vital que la imagen granulosa del vídeo no había podido captar. Tuvo la sensación de que nunca se había encontrado ante una persona mayor tan despierta y vigorosa. Era como un pájaro, vivaz, rápida y alegre.
Le entregó una de las tazas y, arrellanándose en su asiento, entrelazó los dedos y lo miró con tanta intensidad que Gideon estuvo a punto de ruborizarse.
– Veo que hay algo que desea preguntarme -le dijo.
Gideon no respondió de inmediato. Su mente trabajaba a toda velocidad. Había inventado varias historias falsas, para sonsacarle la información, pero sentado ante ella, cara a cara, comprendió que no era de esas personas que se dejan engañar. Por nada. Todas sus ocurrencias, maquinaciones y estratagemas habían quedado hechas añicos. Intentó pensar en una historia mejor, en una concatenación de mentiras y medias verdades más eficaz, pero comprendió que se trataría de un esfuerzo inútil.
– Dígame simplemente la verdad -le dijo ella, como si le hubiera leído el pensamiento.
– Yo… -No pudo seguir. Si le decía la verdad, todo estaría perdido. Se ruborizó, azorado.
– Está bien -dijo ella-. Deje entonces que sea yo quien haga las preguntas.
– Sí, será mejor, gracias -repuso con alivio.
– ¿Cómo se llama?
– Gideon Crew.
– ¿De dónde es y a qué se dedica?
Vaciló, buscando nuevamente una mentira verosímil, pero por primera vez en su vida no se le ocurrió ninguna.
– Vivo en Nuevo México y trabajo en el Laboratorio Nacional de Los Álamos.
– ¿Dónde nació?
– En Claremont, California.
– ¿Y sus padres?
– Mis padres eran Melvin y Doris Crew. Ambos han muerto.
– ¿Y por qué razón está aquí?
– Mi hijo, Tyler, irá el próximo curso a la clase de Jie, en Throckmorton, y…
Ella levantó las manos y lo interrumpió.
– Lo siento -dijo tranquilamente-, pero creo que usted es un mentiroso profesional que acaba de quedarse sin mentiras que decir.
Gideon no supo qué contestar.
– Así pues -prosiguió la anciana-, ¿por qué no prueba con la verdad, para variar? Es posible que así consiga lo que desea.
Se sentía arrinconado por aquella mujer. No tenía escapatoria. ¿Cómo era posible que se hubiera dejado atrapar de ese modo?
La anciana seguía esperando, con las manos sobre el regazo, sonriendo.
«¡Qué demonios!», se dijo Gideon.
– Podría decirse que soy un agente especial -repuso.
La mujer enarcó las cejas, cuidadosamente pintadas.
Gideon respiró hondo. No podía aferrarse a nada que no fuera la verdad y, curiosamente, se sintió aliviado.
– Mi misión consiste en averiguar qué pretendía introducir Mark Wu en nuestro país y hacerme con ello.
– Mark Wu… -murmuró la mujer-. Sí, tiene sentido. ¿Para quién trabaja usted?
– Trabajo para el gobierno de Estados Unidos, indirectamente.
– ¿Y qué relación tengo yo con todo esto? -quiso saber la mujer.
– Usted le entregó algo a Mark Wu en el aeropuerto, justo antes de que subiera a un taxi y lo asesinaran. Necesito saber qué le dio. Aparte de esto, quisiera saber si es cierto que Wu llevaba los planos de una nueva arma secreta, qué tipo de arma es y dónde están esos planos ahora.
La anciana asintió lentamente. Tomó un sorbo de té y dejó la taza en la bandeja.
– ¿Es usted diestro o zurdo?
– Zurdo -repuso Gideon, sorprendido.
Ella volvió a asentir, como si aquello explicara muchas cosas.
– Por favor, extienda la mano izquierda -le pidió.
Gideon dudó un momento antes de acceder. La mujer se la cogió suavemente con la derecha. Durante unos instantes, lo único que sintió Gideon fue el tacto seco y apergaminado de la piel de la anciana. De repente, gritó de dolor y sorpresa. La mano de la vieja parecía estar quemando la suya.
Dio un respingo en la silla, y ella lo soltó.
– Intentaré responder a todas sus preguntas -dijo, con las manos nuevamente en el regazo-. A pesar de que usted es un mentiroso profesional, está claro que eso forma parte de su trabajo. Veo, percibo, que es usted persona de buen corazón y me da la impresión de que, ayudándolo a usted, podremos ayudarnos a nosotros mismos.
Tomó otro sorbo de té.
– Mark Wu era un científico que trabajaba en un proyecto secreto en China. Y también era un devoto seguidor de Falun Dafa. -Asintió varias veces, dejando que la tensión se acumulara con el silencio-. Quizá esté al corriente o quizá no, pero Falun Dafa ha sido brutalmente reprimida en China. Por este motivo, Falun Dafa se ha vuelto clandestina, muy clandestina.
– ¿Por qué la han prohibido las autoridades?
– Porque suponemos una amenaza para su monopolio del poder. China tiene una larga tradición de imperios que se han venido abajo gracias a movimientos espirituales seguidos por la gente. En este caso, las autoridades tienen motivos para estar preocupadas, porque Dafa desafía no solo sus planteamientos comunistas con sus correspondientes prácticas totalitarias, sino también su visión sobre el valor del materialismo y el capitalismo salvaje.
– Entiendo -repuso Gideon, que comprendía que aquello podía justificar la deserción de Wu. Sin embargo, si era cierto, ¿qué sentido tenía la trampa sexual de la CIA?
– Debido a la persecución que sufren, los seguidores de Falun Dafa se ven obligados a seguir con sus prácticas clandestinamente, en secreto. Aun así, nos mantenemos en contacto entre nosotros y con nuestros hermanos en China. Dafa requiere una comunión espiritual. El gobierno ha intentado cerrar nuestras páginas web y silenciarnos, pero no lo ha conseguido.
– ¿Es por eso que ha dicho antes que su vida corre peligro?
– En parte. -Sonrió-. No está tomándose el té…
– Ah, lo siento. -Gideon cogió la taza y bebió un sorbo.
– Muchos seguidores de Falun Dafa son científicos e ingenieros informáticos. Hemos desarrollado un poderoso programa de software llamado Freegate. Quizá haya oído hablar de él.
– El nombre me suena.
– Lo hemos distribuido por todo el mundo. Permite que los usuarios de internet chinos y de otros países puedan acceder a las páginas bloqueadas por los gobiernos. Pero no solo eso, con ella también pueden saltarse los cortafuegos que ciertos gobiernos utilizan para bloquear páginas y redes sociales.
Mientras escuchaba, Gideon tomó otro sorbo de té, que le pareció excelente.
– Los servidores de Freegate camuflan las verdaderas direcciones IP, de modo que la gente puede navegar libremente por la red. Aquí, en el Bergen Dafa Center, tenemos un gran conglomerado de servidores.
– ¿Y qué tiene que ver todo esto con Wu?
– Todo. Mark Wu nos traía un gran secreto de China, un secreto muy importante.
– Cuando dice «nosotros», ¿se refiere a Falun Gong?
La anciana asintió.
– Estaba todo listo. Iba a entregárnoslo y nosotros íbamos a introducirlo en nuestros servidores Freegate y, a partir de ahí, difundirlo por todo el mundo.
Gideon tragó saliva.
– ¿Y en qué consiste ese gran secreto?
La anciana volvió a sonreír.
– No lo sabemos.
– ¿Qué quiere decir? ¿Cómo es posible que no lo sepan? No la creo. -Las palabras le salieron antes de que pudiera controlarlas.
Читать дальше