Joseph Gelinek - Morir a los 27

Здесь есть возможность читать онлайн «Joseph Gelinek - Morir a los 27» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Morir a los 27: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Morir a los 27»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

“John Winston, cantante y líder de The Walrus, aparece muerto con cuatro disparos en la suite de su hotel después de un concierto. La policía pronto descubre que Winston ha fallecido a una edad considerada maldita en el mundo de la música pop. Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison son algunos de los ilustres miembros del macabro club de los 27. A pesar de su imagen de apóstol de la paz, Winston tenía numerosos enemigos. Entre ellos, el irlandés Ronan O’Rahilly, “Mr. Download”, el más famoso pirata informático que mediante holografías, ha conseguido piratear el último bastión que les quedaba a los músicos: los conciertos en directo. Además, la investigación da un vuelco inesperado: Markk David Champman, el asesino de John Lennon que lleva recluido en prisión más de treinta años, asegura estar detrás de la muerte de Winston. Empresas discográficas sin escrúpulos seductoras groupies caza estrellas, fans enloquecidos… la novela muestra la cara más oscura del negocio del rock”.

Morir a los 27 — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Morir a los 27», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¡Qué historia tan hermosa! -exclamó Anita, que en esos momentos parecía sentirse atraída por la personalidad de aquel excéntrico hombrecillo.

– Yo también soy músico -dijo el extraño-. Pero lo mío es la música pura, abstracta. Usted en cambio, que escribe canciones, seguro que encontrará muy inspiradoras esas palabras en griego.

El hombre no sólo había reconocido a John Winston, sino que parecía conocer íntimamente su alma, pues era cierto que había heredado de John Lennon el talento para escribir canciones a partir de frases aparentemente triviales.

– ¡Es la señal! -murmuró John al oído de Anita-. ¡Este hombre es el enviado de Jim para entregarme la receta del éxito! ¡«Kata ton daimona eaytoy»! Ésa será mi próxima canción. ¿Has traído la cámara de fotos?

– Por supuesto. Salir a pasear por París sin cámara es tan absurdo como hacerlo por Londres sin paraguas.

Winston agarró la pequeña cámara digital que su mujer extrajo del bolso, la programó en modo timer y fue a situarla sobre una lápida cercana, con el objetivo orientado hacia la tumba de Morrison. A continuación se dirigió al extraño y le invitó a sumarse entre él y Anita para una instantánea de recuerdo.

– Pas de photographie, monsieur! ¡No en la tumba de Jim Morrison! ¡Y menos en un día como hoy! -concluyó, señalando con la cabeza hacia el diario que sostenía el vigilante.

El hombre había empleado un tono educado pero contundente. ¿Eran ilusiones de la pareja o a John y a Anita les había parecido percibir en su rostro, durante un fugaz instante, un gesto de terror?

– ¿Cuál es el problema? -preguntó John, que ya empezaba a barruntar que algo siniestro había ocurrido en aquel lugar.

– No me gustan los fantasmas -replicó el otro con su semblante más adusto.

Y sin añadir nada más, comenzó a alejarse del lugar, con pasos rápidos y ligeros, hasta doblar en pocos segundos por una de las calles adoquinadas del Pére-Lachaise y perderse definitivamente de vista. Durante unos instantes, ni siquiera los grajos del cementerio, que herían el silencio de aquel lugar sagrado con sus funestos graznidos, osaron emitir sonido alguno. John y Anita se miraron y a ninguno le gustó lo que vio en la cara del otro.

– Vamonos de aquí -dijo la mujer-. Tengo frío y además de un momento a otro esto se va a poner de fans de Morrison hasta arriba.

Anita tenía razón. Aunque aún no se divisaba a ningún mochilero por las calles adyacentes, la brisa del Pére-Lachaise comenzaba ya a traer hasta ellos retazos de risas, cánticos y gritos de jóvenes que se aproximaban.

– ¿Qué habrá querido decir ese hombre con lo de los fantasmas? -preguntó John, mientras se acercaba a la cámara de fotos y oprimía el obturador.

– ¡Date prisa, hombre, que no quiero salir sola en la foto! -le urgió su mujer.

John Winston se lo estaba tomando con calma. Había programado el timer con tiempo de sobra para colocarse junto a su mujer frente a la tumba de Jim Morrison. Del bolsillo interior de la cazadora, que llevaba Anita sobre los hombros, extrajo un CD de música y se lo mostró a su compañera, mientras la luz roja de la cámara aceleraba su parpadeo, indicando que el momento del disparo se acercaba.

– ¿Qué vas a hacer? -preguntó Anita-. ¿Le vas a regalar tu último disco?

– Es lo menos que puedo hacer, después de haberme obsequiado el estribillo para la canción que nos sacará de la mediocridad: Kata ton daimona eaytoy.

La mujer estalló en una carcajada.

– ¡No seas absurdo! ¡Probablemente el bueno de Jim no sepa ni que el CD contiene música! ¿No te das cuenta de que él pertenece a la época de los discos de vinilo?

– ¡ Breakon through to the other side! -voceó Winston, exagerando la fonética de la última sílaba, saaaaaid, para marcar la sonrisa con la que quería aparecer en la foto, al tiempo que se inclinaba sobre la tumba, en el acto de ofrecer el disco al difunto.

El estallido del flash les indicó que ya podían moverse y Winston se acercó a recoger la cámara de fotos. Antes de guardarla, la pareja se cercioró de que la instantánea había quedado a su gusto.

– Perfecta -sentenció Anita, para alivio de su marido, al que más de una vez había obligado a borrar una foto de la cámara por el simple hecho de que ella se encontraba poco favorecida.

Un grupo de no menos de diez mochileros se estaba acercando a buen paso a la tumba de Morrison y John y Anita comenzaron a alejarse del lugar casi a la carrera. Pero ya era demasiado tarde, pues a pesar de sus gafas de sol y de su fular, varios de los jóvenes habían confundido a Winston con un actor de moda y comenzaban a rodearle para que no pudiera escapar de allí sin firmarles un autógrafo.

– Parece mentira que teniéndole a él tan cerca -dijo el músico, señalando la tumba del líder de los Doors- perdáis el tiempo conmigo.

– Es que él está muerto, amigo -le respondió un barbudo con aspecto resacoso-. Y los muertos no firman autógrafos.

17 My eyes have seen you

Al llegar al hotel de la place Vendóme donde estaban alojados, lo primero que hizo Winston, antes siquiera de subir a la habitación, fue enterarse por el conserje de si alguien conocía la historia del fantasma de la tumba de Jim Morrison. El hombre se limitó a poner cara deje suis desolé y a prometerle que intentaría averiguar el dato. John le preguntó entonces si tenía a mano algún periódico británico y el empleado le facilitó un par de ellos. El Times no hacía mención alguna a su entrada en la edad fatídica pero The Independent, en sus páginas de cultura, reproducía su fotografía al lado de los otros cinco grandes. «Will he die?», se preguntaba el diario, al más puro estilo de los tabloides sensacionalistas.

Una hora más tarde, cuando la pareja bajó a la terraza del hotel para tomar el aperitivo, una señorita rubia de estatura inverosímil -debía de rondar el metro ochenta y cinco- enfundada en un traje sastre de rayas y que portaba un MacBook Air en la mano se presentó ante ellos como la relaciones públicas del hotel.

– Mi nombre es Janis -dijo con una sonrisa encantadora-. Creo que están interesados en esa leyenda del Pére-Lachaise, ¿no? Díganme cuándo es un buen momento para ustedes y yo, con mucho gusto, me encargaré de aclararles todas las preguntas que tengan al respecto.

John y Anita le comunicaron que aquél era un momento tan bueno como otro cualquiera para hablar del tema e invitaron a la relaciones públicas a que les acompañara a tomar el aperitivo.

– Lo primero que tienen que saber -comenzó a aclararles aquella kilométrica mujer- es que los relatos de fantasmas atraen a los turistas. El Pére-Lachaise no los necesita (me refiero a los fantasmas, no a los turistas) porque ya habrán visto que es un lugar maravilloso para pasear y tan lleno de celebridades como el Paseo de la Fama de Hollywood. ¿Pudieron ver la tumba de Edith Piaf?

– No nos dio tiempo -se lamentó Anita-. Tardamos casi media hora en localizar la de Morrison y luego tuvimos que irnos, porque aquello empezó a llenarse de turistas. Con mi marido es imposible moverse a gusto por sitios con gente, porque siempre le confunden con ese actor de moda -añadió, casi en tono de reproche.

– Bueno, ya la verán otro día -les consoló la relaciones públicas-. El Pére-Lachaise merece más de una visita. ¿No les resultó encantadora esa sensación que se vive allí dentro de que el tiempo se ha detenido por completo?

Los recién casados asintieron con la cabeza.

– Y desde la parte más alta del cementerio hay unas vistas preciosas de la ciudad -añadió la chica. Luego la sonrisa se borró de su cara-. ¿Quién les habló del fantasma?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Morir a los 27»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Morir a los 27» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jakob Arjouni - More Beer
Jakob Arjouni
Joseph Gelinek - La décima sinfonía
Joseph Gelinek
libcat.ru: книга без обложки
Joseph Gelinek
Serena S. Murray - Lost Spirit
Serena S. Murray
Jacob y Wilhelm Grimm - Los tres pelos de oro
Jacob y Wilhelm Grimm
Jacob y Wilhelm Grimm - Los siete cabritillos y el lobo
Jacob y Wilhelm Grimm
Jacob y Wilhelm Grimm - Los músicos de Brema
Jacob y Wilhelm Grimm
Mario de los Santos - Noche que te vas, dame la mano
Mario de los Santos
Отзывы о книге «Morir a los 27»

Обсуждение, отзывы о книге «Morir a los 27» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x