– Mira, Rebus, no es…
– Si no puedes decírnoslo, habla con tu jefe. Que lo diga él. Si no, tal como va la investigación, es posible que más tarde o más temprano encontremos algo feo.
Abernethy retrocedió un paso.
– Me parece que lo entiendo -dijo, y en su rostro se dibujó una sonrisa-. Lo que queréis es darme puerta. Eso es -añadió mirando a Hogan.
– En absoluto -replicó Rebus-. Lo que he dicho es que vamos a redoblar esfuerzos y a fisgar en donde sea preciso: la Ruta de Ratas, el Vaticano, la metamorfosis de ex nazis en espías de los Aliados durante la Guerra Fría…, todo puede servir de prueba. Tendremos que hablar con los demás sospechosos de tu lista para comprobar si conocieron a Joseph Lintz. Quién sabe si no coincidieron con él en la red secreta de evasión.
Abernethy meneó la cabeza de un lado a otro.
– No lo consentiré.
– ¿Vas a entorpecer la investigación?
– No he dicho tal cosa.
– No, pero es lo que estás haciendo. -Rebus hizo una pausa-. Si crees que trepamos al árbol que no es y que nos vamos por las ramas, demuéstralo. Danos todos los datos que haya sobre el pasado de Lintz.
Abernethy le miró furioso.
– Si no, seguiremos rebuscando y husmeando -dijo Rebus abriendo otra carpeta y cogiendo el primer folio.
Hogan volvió al teléfono para hacer otra llamada y Siobhan Garlee miró una lista y comenzó a marcar otro número.
– Oiga, ¿Sinagoga Central? -preguntaba Hogan-. Aquí el inspector Hogan de la comisaría de Leith. ¿No tendrían ustedes información sobre un tal Joseph Lintz?
Abernethy cogió su gabardina y tomó el portante. Aguardaron medio minuto y Hogan colgó el teléfono.
– Parecía muy fastidiado.
– Una petición mía a los Reyes Magos -dijo Siobhan Clarke.
– Gracias por ayudarnos, Siobhan -dijo Rebus.
– Lo he hecho encantada. ¿Por qué me llamasteis?
– Porque él sabe que tú eres de la Brigada Criminal y me propuse hacerle creer que aumentaba el interés por el caso, y dado que la última vez tú y él no hicisteis muy buenas migas… La hostilidad puede ser una palanca.
– ¿Qué hemos logrado? -preguntó Bobby Hogan recogiendo archivadores y carpetas, pertenecientes casi todos a otros casos.
– Hacerle la pascua -dijo Rebus-.Él no está aquí por su cara bonita, sino porque la Brigada Especial de Londres le ha encomendado averiguar cómo iba la investigación, lo que me hace pensar que se temen algo.
– ¿La Ruta de Ratas?
– Yo diría que sí. Abernethy es el encargado del seguimiento de todos los casos que van saliendo a la luz en Inglaterra. En Londres debe de haber algunos bastante nerviosos.
– ¿Nerviosos por la vinculación de la Ruta de Ratas con el asesinato de Lintz?
– No estoy seguro de que llegue a tanto -dijo Rebus.
– ¿Es decir?
Rebus miró a Clarke.
– Es decir, que no estoy seguro de que llegue a tanto.
– Bueno, yo creo que de momento me lo he quitado de encima; lo cual os agradezco -dijo Hogan levantándose-. ¿Alguien quiere un café?
– Vale -dijo Siobhan Clarke consultando su reloj.
Rebus esperó a que Hogan saliese y volvió a darle las gracias.
– No estaba seguro de que pudieras venir.
– De momento hemos reducido al máximo los contactos con Jack Morton -dijo ella-. Ahora sólo cabe esperar mordiéndose las uñas. ¿Y tú, qué haces?
– ¿Yo? Procuro andar con cuidado.
– Ya me lo imagino -comentó ella sonriendo.
Volvió Hogan con los tres cafés.
– Leche en polvo, lo siento.
Clarke arrugó la nariz.
– Bueno, yo me tengo que ir -dijo levantándose y poniéndose el abrigo.
– Te debo un favor -dijo Hogan al darle la mano.
– Tenlo muy en cuenta -replicó ella-. Hasta luego -añadió volviéndose hacia Rebus.
– Adiós, Siobhan.
Hogan juntó el vaso de ella al suyo.
– Bien, nos hemos quitado a Abernethy de encima, pero ¿qué más hemos conseguido?
– Paciencia, Bobby. No he tenido tiempo de urdir un plan.
Sonó el teléfono en el momento en que Hogan daba un sorbo al café ardiendo, y Rebus lo cogió.
– Diga.
– ¿Eres tú, John?
Por la música country de fondo supo que era Claverhouse.
– Siobhan acaba de marcharse -dijo Rebus.
– No es con Clarke con quien quería hablar; sino contigo.
– Ah.
– He pensado que te interesaría saber algo que nos ha llegado del SNIC. -Oyó que Claverhouse removía papeles-. Sakiji Shoda…, no sé si se pronuncia así…, llegó ayer en vuelo de Kansai a Heathrow según un comunicado recibido en la Brigada Criminal del sudeste.
– Estupendo.
– Tomó inmediatamente un vuelo de conexión a Inverness, pasó la noche en un hotel y ahora me dicen que está en Edimburgo.
Rebus miró por la ventana.
– El tiempo que hace no es el más indicado para jugar al golf.
– No creo que venga a jugar al golf. Según el informe, el señor Shoda es un miembro importante de la… No se lee bien en el fax: Soka… no sé qué.
– ¿Sokaiya? -dijo Rebus sentándose.
– Sí, debe de ser eso.
– ¿Dónde está ahora?
– He llamado a un par de hoteles y he averiguado que se aloja en el Caly. ¿Qué es la Sokaiya?
– Los mandos superiores de la Yakuza.
– ¿Qué piensas de esto?
– Iba a decirte que pensaba que era el suplente de Matsumoto, pero me da la impresión de que es de rango superior.
– ¿Un jefe de Matsumoto?
– Lo que significa que seguramente ha venido a averiguar qué le pasó a su muchacho -dijo Rebus dándose golpecitos en los dientes con un bolígrafo, mientras Hogan escuchaba la conversación sin entender nada-. ¿Por qué habrá venido a través de Inverness en vez de en vuelo directo a Edimburgo?
– Es lo mismo que he pensado yo -respondió Claverhouse estornudando-. Estará muy cabreado, ¿no?
– De «regular» a «mucho». Pero lo que más nos interesa es ver cómo reaccionan Telford y el señor Ojos Rosa.
– ¿Crees que Telford dará marcha atrás en lo de Maclean's?
– Al contrario. Creo que tratará de demostrar al señor Shoda que sabe hacer bien ciertas cosas -respondió Rebus pensando en algo que había dicho Claverhouse-. ¿Dijiste que era un comunicado a la Brigada Criminal del sudeste?
– Sí.
– ¿Por qué no a Scotland Yard?
– ¿No viene a ser lo mismo?
– Tal vez. ¿Tienes algún número de teléfono de contacto?
Claverhouse se lo dio.
– ¿Hablarás esta noche con Jack Morton? -preguntó Rebus.
– Sí.
– Infórmale de esto.
– Volveré a llamarte.
Rebus colgó pero cogió otra vez el receptor para pedir línea y hacer una llamada. Cuando contestaron explicó el asunto y preguntó si podía atenderle alguien. Le dijeron que no se retirase.
– ¿Es algo relacionado con Telford? -preguntó Hogan.
Rebus asintió con la cabeza.
– Oye, Bobby, ¿volviste a hablar con él?
– Un par de veces, pero se obstina en que debió de tratarse de un error de número.
– ¿Y los empleados dicen lo mismo?
Hogan asintió con la cabeza y sonrió.
– ¿Sabes una cosa graciosa? Entré en el despacho de Telford y al ver que había alguien sentado de espaldas a la puerta me excusé y dije que aguardaba fuera hasta que terminase de hablar con la señora… Y la «señora» volvió la cabeza hecha una furia…
– ¿Era El Guapito?
Hogan asintió con la cabeza.
– Y más cabreado que una mona -añadió con una carcajada.
– Le paso -le anunciaron desde la centralita.
– ¿En qué puedo ayudarle? -preguntó una voz con acento gales.
– Soy el inspector Rebus de la Brigada Criminal escocesa -dijo, haciendo un guiño a Hogan por la mentira que decía para darse más importancia.
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