Petros Márkaris - Noticias de la noche

Здесь есть возможность читать онлайн «Petros Márkaris - Noticias de la noche» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Noticias de la noche: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Noticias de la noche»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Atenas, años noventa, la presión de los emigrantes, clandestinos o no, de los antiguos países del Este, el dinero fácil, los empresarios del pelotazo, la corrupción policial, el todo vale de algunos medios de comunicación, también la conciencia de una democracia reconquistada después de una dictadura, son el telón de fondo de una historia que se inicia con la muerte a cuchilladas de una pareja de albaneses y continúa con el asesinato de dos reporteras de una popular cadena de televisión.

Noticias de la noche — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Noticias de la noche», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Sabe de cuándo es esta foto? -pregunto a Antonakaki.

– No, aunque Yanna tendría unos veinticuatro o veinticinco años.

Caramba con Karayorgui. Consigue sorprenderme hasta después de muerta. Regaló la foto a Anna para que cada noche, antes de dormir, viera el rostro de su padre.

Capítulo 44

Antes de marcharme de la casa de Antonakaki llamo a Hellas Channel y pregunto por el marine de barrio que estaba de guardia la noche del asesinato de Karayorgui. Dicen que entra a trabajar a las cuatro.

Son las doce y media, pero no me apetece ir al despacho. Las dos aspirinas no me han hecho efecto, y la cabeza me pesa una tonelada. Me indigno conmigo mismo por haber elegido precisamente ese día para empinar el codo; justo ahora que necesito la mente despejada, no puedo pensar con claridad. Decido volver a casa y acostarme. Tengo que ordenar las ideas.

Sovatsís se libra definitivamente. Una vez demostrado que no mató a las dos mujeres ni pagó para que las liquidaran, no podemos hacer nada contra él. Duru será condenada por tráfico de niños. El cargo de inducción al asesinato irá a la papelera. Desde el momento en que se trata de niños albaneses y no griegos, un buen abogado conseguirá una pena de risa. Los que pagarán el pato serán Jurdakis y los dos camioneros.

Si no me hubiese topado con la información sobre Pilarinós, tal vez me habría resultado más fácil encontrar al asesino. La carpeta me despistó. La carpeta y el hecho de haber dejado marchar a Kolákoglu. Cierto que he cosechado elogios, de destreza por parte de Guikas, y de humanidad por parte de Zisis. Aunque en realidad lo que me merezco es un corte de mangas. De acuerdo, mi despiste tuvo su aspecto positivo. He desmantelado la banda, aunque sólo sea parcialmente. Los peces gordos se escabulleron pero, incluso así, ganaré unos points. Sin embargo, no me siento satisfecho. Pienso en lo que me espera y se me parte el alma.

Son las cuatro y media cuando llego a Hellas Channel. El marine de barrio está en su puesto. Me reconoce de inmediato y se levanta. Le propongo ir a un lugar tranquilo para hablar. Me acompaña al cuarto de guardia, que está vacío.

– Me gustaría refrescar algunos detalles -empiezo cuando nos sentamos-.Dijiste que la noche del asesinato Karayorgui llegó a los estudios a las once y cuarto. ¿Es correcto?

– Correctísimo.

– Y estaba sola.

– Totalmente.

– ¿Estás seguro?

– Segurísimo. Soy una máquina, ya se lo dije.

– Bien. Si tienes memoria de ordenador, recordarás también cuántas veces te ausentaste de tu puesto después de la llegada de Karayorgui.

– También se lo dije. Sólo durante un par de minutos, cuando vino mi compañero a decirme que la habían matado.

– Me refiero a antes de encontrar el cadáver, ¿cuántas veces te ausentaste?

– Ninguna -responde rápidamente.

– Déjate de hostias. No me vengas con cuentos, porque sé que te marchaste. ¿Hablarás por las buenas o prefieres que te encierre y te lo ponga más difícil? Si te las das de listillo, hasta podría hacer que te despidieran, ya lo sabes.

Hunde los hombros, abatido.

– Aquella noche jugaban un partido de baloncesto. Poco antes del final me acerqué a ver el resultado.

– ¿A qué hora?

– No sé exactamente. -La máquina se le ha cascado-. Poco después de que llegara Karayorgui.

– ¿Cuánto rato estuviste fuera?

– Cinco minutos, máximo.

– ¿Pongamos diez?

Suspira.

– Vale -dice.

En estos diez minutos, el asesino pudo entrar en los estudios tan ricamente.

Lo dejo volver a su puesto y bajo al garaje en el ascensor. A esta hora está lleno de coches. Sólo uno se dispone a salir. Lo espero. La puerta se abre con una tarjeta magnética. Empiezo a contar el tiempo a partir del momento que se levanta del suelo. Diez segundos para subir, diez segundos abierta y otros diez para bajar. Un total de treinta segundos. No es probable que el asesino saliera por la puerta principal. No sabía si encontraría al guardia en su puesto y no querría arriesgarse. Se escondió en el garaje, esperó a que saliera un coche y lo siguió antes de que se cerrara la puerta.

El ascensor se detiene en la planta baja y entra Petratos. Se sorprende al verme. Me dirige una mirada hostil y adopta su expresión más avinagrada.

– He venido para hablar contigo -le informo.

– Creía que ya habíamos terminado.

– Vengo a pedir tu colaboración. Me la debes.

– ¿Y se puede saber por qué? -pregunta sorprendido.

– Porque si no hubieseis echado los perros a Kolákoglu, él no se habría escondido y habríamos atrapado al asesino mucho antes.

– Así que es él. ¡Lo sabía!

– No sabes una mierda -lo corto.

Mi respuesta enrarece aún más el ambiente y no volvemos a cruzar palabra hasta llegar a su despacho. Al recorrer la sala de redacción, los periodistas nos miran con curiosidad.

– Sé breve -dice, y se sienta-. Estamos preparando el informativo de las ocho y media, y estoy de trabajo hasta las cejas.

– ¿Cuándo se metió Karayorgui en el mundo del periodismo? -pregunto.

– En el setenta y cinco, si mal no recuerdo.

– ¿Cómo empezó?

– Como empezamos todos, en revistas y periódicos. Cuando salió la radio independiente, se pasó a este medio. Y finalmente dio el salto a la televisión.

– ¿Podría haber trabajado en esto antes del setenta y cinco?

Piensa.

– Ahora que lo dices, en cierta ocasión me comentó que había trabajado una temporada en el RTVG, el entonces llamado Servicio de las Fuerzas Armadas. Aunque no recuerdo cuándo.

– Vale, es lo que quería saber -digo, y me levanto.

A última hora de la tarde me llaman Adrianí y Katerina. Adrianí está entusiasmada con Panos. Que si es un buen chico, que si la trata como a una reina, que si preparó él la comida de Navidad, que si cocina de maravilla. Le llena de elogios y me deja a mí como una piltrafa.

– ¿Valió la pena que te quedaras en Atenas? -pregunta Katerina cuando llega su turno de hablar-. ¿Has resuelto el misterio?

– Sí, pero no me gusta lo que he encontrado.

– ¿Por qué?

Todavía me duele la cabeza. Quiero acostarme, pero no puedo. Tengo que salir, y lo que me espera es un palo.

Capítulo 45

Nos encontramos en su sala de estar, que en nada se parece a la de Antonakaki ni a la mía. Un viejo sofá, reliquia de los años cincuenta, una mesa de formica y cuatro sillas de plástico, de esas que venden los gitanos por cuatro cuartos. La mesa está cubierta con un mantel bordado a mano. La mesa y las sillas las ha comprado él. El sofá y el mantel son herencia de la familia.

Habla despacio, con dificultad. A menudo humedece los labios con la lengua.

– La conocí en el Servicio de las Fuerzas Armadas. Allí empezó. -Calla e intenta concentrarse-. ¿Se lo imagina? No logro recordar en qué año fue.

– Fue en el setenta y tres. Me lo confirmó un ex técnico de TVG2 que la recuerda.

– Tiene razón. Fue en el setenta y tres. Trabajaba en un programa de la policía y la enviaron a la academia para hacer un reportaje. Interrumpió la clase para hacernos preguntas a los estudiantes. Al final de la clase me esperaba en el pasillo. Dijo que quería hacerme algunas preguntas más. Temí meterme en un lío y me negué. Pero ella me tranquilizó. «No te preocupes. Si surge algo indecoroso lo censurarán», dijo riéndose. Así nos conocimos. -Se le escapa un suspiro.

– Y la relación siguió.

– Salimos un par de veces. Después me presentó a sus amigos, pero no les dijo que estudiaba en la academia de policía. Me presentó como estudiante de Derecho. Yanna y su chico. Así nos llamaban.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Noticias de la noche»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Noticias de la noche» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Noticias de la noche»

Обсуждение, отзывы о книге «Noticias de la noche» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x