Gregg Hurwitz - Cuenta Atrás

Здесь есть возможность читать онлайн «Gregg Hurwitz - Cuenta Atrás» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cuenta Atrás: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cuenta Atrás»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Latinoamérica es víctima de constantes desastes ecológicos: los rayos solares que atraviesan los agujeros de la capa ozono pueden quemar la piel humana en cuestión de minutos, muentras que los terremotos y los huracanes están a la orden del día. Un grupo de investigadores es enviado a una isla de las Galápagos con el objetivo de instalar unos detectores de actividad sísmica que permitan prevenir futuros seísmos y paliar de algún modo sus devastadores efectos. Como refuerzo y protección, les acompaña un equipo de soldados de la marina estadounidense.

Cuenta Atrás — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cuenta Atrás», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Después de ducharse, de haber llenado una bolsa con suministros y de haberse vestido con unos tejanos y una camiseta de nailon, Diego estaba preparado para desafiar al sol y embarcar hacia Sangre de Dios. Vació el segundo vaso de whisky.

El gato se tumbó en el suelo y se dedicó a jugar con la parte inferior del asiento de la desvencijada silla. Diego lo miró con animosidad. Cuando se engordara un poco haría lo mismo que los demás gatos y perros asilvestrados: saldría a barrer la zona de huevos de tortuga y de iguanas terrestres.

– ¿Sabes? -dijo Rex-. Aunque coloque el equipo de GPS en Sangre de Dios, todavía hará falta que alguien reciba aquí la información de telemetría y la mande a Estados Unidos.

– Bueno -respondió Diego-, tendrás que enseñarme cómo funciona el equipo.

– Creí que estabas retirado -dijo Juan.

– Eran los efectos de la sangre de cerdo. -Diego se levantó-. Vamos a preparar el equipo. Luego entraré la barca y la cargaremos.

Se levantaron y se dirigieron a la puerta. Al salir, Diego agarró al gato por la cola. Cuando estuvo fuera, le dio una vuelta en el aire y lo lanzó contra la pared. Luego tiró el cuerpo inerte en un cubo de basura antes de enfilar hacia la Estación.

24

No pudieron permitirse el lujo de esperar al anochecer y, así, evitar los fuertes rayos UV. Antes de cargar el equipo en El Pescador Rico, Diego le hizo lavar las botas en el embarcadero, para evitar transportar a la isla cualquier huevo de insecto o semilla que se hubiera quedado incrustado en ellas. Cameron estaba fascinada: le costaba creer que la ecología de cada una de las islas fuera tan frágil que pudiera ponerse en peligro por una sola semilla. Aunque la ecología de Sangre de Dios ya se encontraba en una situación difícil, Diego afirmaba que todavía podía agravarse más si llegaban especies extrañas a ella. Diego obligó a Tucker a tirar una manzana que tenía guardada en la mochila desde Guayaquil, y Savage tuvo que esconder los cigarrillos en el bolsillo de su camisa para salvarlos del mismo destino.

Se notaba que la embarcación había sido muy cuidada: Cameron se dio cuenta de que Diego limpió con la uña un poco de sangre seca que estaba incrustada en la proa antes de subir a bordo. Rex se sentó encima de la caja de viaje con las bolsas de nailon acolchadas en el regazo mientras la barca zarpaba en dirección a Sangre de Dios. Diego la condujo a motor hacia el oeste a una velocidad de ocho nudos. Derek volvió a guardar las dos Sig Sauer en la caja de armas y la cerró.

Circundaron el extremo sur de Isabela, el pie de la isla en forma de bota. El humo, visible a pesar de la niebla, se levantaba amenazador desde los picos de Cerro Azul y Sierra Negra. Fernandina, recostada en la bahía más grande de la isla, apareció a la vista justo cuando dejaron atrás Isabela. El aire espeso olía a lava, lo cual hacía que el calor fuera más opresivo. Finalmente, el sol empezó a hundirse en el agua delante de ellos hasta que desapareció en el Pacífico.

Excepto por el reflejo de las estrellas y el destello ocasional de los peces muertos que flotaban en la superficie, el océano se sumió en la oscuridad. La brisa tenía un olor limpio, a sal y a vegetación. La luna llena brillaba encima de ellos como un agujero en el cielo. Al cabo de veinte horas de viaje desde Puerto Ayora, el oscuro perfil teñido por la luz de la luna de Sangre de Dios apareció entre la niebla como la corona de un tímido animal pelágico.

Los miembros de la escuadra se revolvían en la barca y se desperezaban. Justin estiró los brazos con las manos juntas e hizo crujir los nudillos. Tank bostezó. Savage jugó con su Viento de la Muerte y luego lo devolvió a su funda con habilidad. Descubrió a Szabla mirándole, pero ella apartó la vista con rapidez. Cameron notó los movimientos bruscos y los gestos de intranquilidad y sintió cierta preocupación. Después de haber pasado un tiempo en reserva, todos ellos habían ido poniéndose en forma poco a poco durante los últimos días. Durante los trayectos, lo habitual era que los soldados se sentaran con la espalda erguida o aprovecharan para preparar el equipo. Pero en aquella misión no había nada que preparar. Sólo era posible continuar esperando.

Para que la intranquilidad de los demás no se le contagiara, Cameron se levantó y estiró las piernas. Juan estaba de pie y contemplaba el agua que se estrellaba contra la proa. Ella se acercó y se apoyó en la barandilla, a su lado. El casco abría una luminosa grieta blanca en la superficie del océano.

– Siempre hemos estado equivocados, ¿sabes? -dijo Juan.

– No -respondió Cameron con una sonrisa-, no lo sabía.

– En que somos los reyes de la tierra, de que tenemos el dominio de las tierras y los mares porque somos las criaturas más desarrolladas que habitan en ella.

Algo en la expresión de Juan impidió que Cameron hiciera ningún comentario.

– Nuestra importancia nos ha sido arrebatada -continuó-. Hasta Copérnico, pensábamos que éramos el centro del universo; hasta Darwin, creíamos que éramos una creación del cielo. -Rió para sí mientras se rascaba la barbilla-. Hasta Freud pensábamos que éramos los dueños de nuestra propia mente. -Bajó la vista hasta las aguas y dio unos golpecitos en la barandilla con el anillo-. Y ahora esto. Traicionados por los cielos y las mareas, por la tierra, cuya obligación era permanecer a nuestros pies. -Volvió a reírse, pero tenía los ojos tristes.

– No tiene mucho sentido tener fe, ahora -dijo Cameron.

Juan la miró, sorprendido.

– ¿Ésta es tu conclusión? -le preguntó. Negó con la cabeza y continuó-: Uno debe tener su propia fe. Su propio lugar en medio de este caos. Agarrarse a él como si fuera lo único que existiera. Eso es lo que todos debemos hacer. ¿No fue por eso por lo que te alistaste en el ejército?

Cameron se inclinó hacia delante y sintió la brisa y la sal en las mejillas.

– No fue por algo tan elevado -respondió.

– ¿Por qué, entonces?

Ella se encogió de hombros.

– Nunca pertenecí a ningún lugar. El equipo me dio eso. Me dio un lugar al que pertenecer.

Juan asintió con la cabeza. Sus labios dibujaban una línea fina.

– Pero también te quita algo, ¿no?

– ¿Como qué?

Juan jugó con el anillo pero no contestó.

Cameron se sintió a la defensiva.

– El ejército se comprometió conmigo sin cuestionar nada, y yo hice lo mismo. -Se rió, aunque no tenía muy claro cuál era ese compromiso-. Aquí no hay complicaciones. Nunca. -Una pequeña ola se estrelló contra la proa y salpicó su camisa de camuflaje. Cameron se frotó la parte húmeda de la camisa con el pulgar-. Por eso soy tan buen soldado.

La embarcación se inclinó, y Cameron se apartó de la barandilla y se dirigió a popa. Se sentó en silencio y contempló a Diego mientras éste conducía el barco en las tranquilas aguas hacia la isla.

Cameron había consultado los escasos mapas y cartas de navegación durante el tedioso viaje. Sangre de Dios, de una irregular forma circular, se formó por el volcán Cerro Verde, cuya cima alcanza una altitud de 515 metros. El volcán apagado está a un kilómetro de la costa oriental, como la yema descentrada de un huevo frito. Desde la cima hasta la costa oriental, el terreno desciende abruptamente hasta un despeñadero donde, hace cientos de años, una vieja fisura se ensanchó y dejó sólo una pared vertical. La franja que va desde la cima hasta la costa oeste tiene una curva más suave, de ocho grados, mientras que el lado este tiene veinte, y las zonas de vegetación que pueblan esta parte se distinguen unas de otras con sorprendente claridad: la zona costera, la zona árida, la zona de transición y la zona de Scalesia que cubre la cumbre y forma un fértil anillo de bosque interrumpido por la caldera del pico del volcán. Estas zonas se dibujan en franjas sobre la isla con tanta claridad que es posible señalar la línea de altitud en que una deja paso a la otra.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cuenta Atrás»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cuenta Atrás» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Gregg Hurwitz - The Survivor
Gregg Hurwitz
Gregg Hurwitz - We Know
Gregg Hurwitz
Gregg Hurwitz - The Tower
Gregg Hurwitz
Gregg Hurwitz - The Crime Writer
Gregg Hurwitz
Gregg Hurwitz - Minutes to Burn
Gregg Hurwitz
Iris Johansen - Cuenta atrás
Iris Johansen
Gregg Hurwitz - Comisión ejecutora
Gregg Hurwitz
Gregg Hurwitz - Troubleshooter
Gregg Hurwitz
Gregg Hurwitz - The Program
Gregg Hurwitz
Gregg Hurwitz - Prodigal Son
Gregg Hurwitz
Отзывы о книге «Cuenta Atrás»

Обсуждение, отзывы о книге «Cuenta Atrás» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x