• Пожаловаться

Elmore Leonard: Bandidos

Здесь есть возможность читать онлайн «Elmore Leonard: Bandidos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Elmore Leonard Bandidos

Bandidos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Bandidos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En Nueva Orleans, una fundación de ayuda a la `contra` nicaragüense guarda todo el dinero recaudado con la bendición de Reagan entre los magnates y empresarios norteamericanos. El coronel Dagoberto Godoy y su siniestro guardaespaldas, Franklin de Dios, son los encargados de recoger el dinero y de organizar el embarque clandestino, de las armas destinadas a la guerrilla antisandinista. La CIA sigue con atención los acontecimientos, pero nadie puede sospechar que se ha formado entre tanto un singular grupo de bandidos dispuestos a dar un golpe magistral. Aunque parezca una locura, Lucy Nichols, que había sido monja en una leprosería de Nicaragua, Jack Delaney, ex presidiario, y Roy Hicks, que fue expulsado de la policía acusado de soborno, tienen un plan infalible para hacerse con el botín.

Elmore Leonard: другие книги автора


Кто написал Bandidos? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Bandidos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Bandidos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Mario se metió por debajo de la barra para coger la botella y Jack recordó a las chicas. A ellas no les costaba nada convertirse inmediatamente en parte de lo que hacían, mostrando su repertorio de poses con cara inexpresiva, o sonriendo, o aparentando sorpresa. Le fascinaban sus estudiadas poses. Eran chicas que cuando hacían de modelo eran capaces de olvidarse de sí mismas entre tanta pose. Una vez, en un aparte, les dijo:

– ¿Os imagináis un fulano con esta ropa?

Y las chicas contestaron:

– Verdaderamente…

Le gustaban cuando posaban, y él les gustaba a ellas cuando no lo hacía.

Mario volvió y le llenó el vaso. Jack siguió:

– Fuimos a Tulane. Yo llevaba aquellos jodidos pantalones de color verde brillante y una camiseta rosa, con el tulipán, y allí mismo, en la avenida Saint Charles, estaban los albañiles de la South Central Bell levantando la calle. En mi trabajo habitual de entonces, con los malditos tubos de órgano, trabajaba cada día tan duramente como ellos. Pero no podía acercarme y explicárselo. Eso ya era bastante malo, pero encima a Bettybarr se le ocurrió una idea: se acerca y me pone un gorrito de color amarillo. Le dije: «Perdone, pero ¿usted conoce a alguien que lleve un gorro así?» Y me contestó: «Tú lo llevas.» El domingo, el último día, estábamos trabajando en la cubierta superior del transbordador de Algiers, que navegaba arriba y abajo. Toda la gente del barco estaba allí arriba, mirándonos. Vi que había dos payasos bebiendo cerveza directamente de la botella y supe inmediatamente que iba a tener problemas. Vinieron a mi lado. Yo estaba allí, sonriendo a la cámara con aquella ropa blanca, y empezaron a hacer ruido, aspirando como si dieran besos, ya sabes, y preguntándome si estaba echando las redes o qué. Justo entonces, llega Bettybarr con un gorro de marinero y yo pienso: «Mierda, ya empezamos.» Ella estaba a punto de ponerme el gorro en la cabeza, y le digo: «Perdone.» Me vuelvo hacia los dos imbéciles de las botellas y les digo: «Si oigo una jodida palabra más, alguien va a saltar por la borda.» Betty Barr se queda atónita, como congelada, totalmente inexpresiva. Dice: «Ya basta por hoy. Recojamos y desembarquemos.»

– ¿Y qué hicieron aquellos individuos?

– Nada. El transbordador amarró y bajamos. Pero, luego, estábamos en el bar aquella noche, en el Roosevelt, y me preguntó: «¿Me lo dedicabas a mí?» Como si yo hubiera querido destacar. Le contesté: «No, era un asunto entre aquellos tipos y yo, y tenía que hacerlo.» Y ella dice: «Ya.» Se acaba su copa, me mira y dice: «¿Quieres subir a la habitación?»

– ¡No jodas!

– Subimos a su suite.

– Ya.

– Me desnudó.

– ¡No jodas!

– Me dijo: «Tienes un cuerpo maravilloso.»

– ¿Sí?

– Nadie me había dicho eso nunca. No sé qué decir del suyo. Sin ropa era más grande, ¿sabes?, más suelto. Y tenía la piel tan blanca que parecía más desnuda que las chicas que tienen la piel suave y marcas de bronceado. Luego, cuando lo hicimos, resultaba extraño oír agitarse y gemir a aquella mujer madura que olía a jabón de baño.

– Ya, pero estaría bien, ¿no?

– Estuvo bien. Después, cuando nos quedamos tumbados, volví a sacar el tema.

Mario sonrió.

– Me refiero a lo de los dos imbéciles, a por qué había tenido que decirles algo. Me pidió que apagara la luz. Yo le digo: «No entiendes cómo me sentía, ¿verdad?» Va y me contesta: «Jack, de verdad que no me importa demasiado cómo pudieras sentirte. Si no quieres que te miren, no te pongas delante de una cámara.» Intenté explicarle que si algún tipo volvía a irse de la lengua como aquéllos la iba a armar. ¿Y sabes qué me dijo?

– ¿Qué?

– Dijo: «Mientras yo te pague no lo harás. Y ahora, por favor, apaga esa maldita luz.»

– Tío, qué tía más dura.

– Tienes razón. Era una tía dura. Y también ella tenía razón. Si no me gustaba estar allí sintiéndome como un gilipollas, no tenía que hacer de modelo. Ni siquiera por el dinero que pagaban… Y sabía que podía conseguir más trabajo gracias a ella. Yo vivía en Magazine, en un cuchitril casi sin muebles, odiaba mi trabajo y estaba pensando en la posibilidad de casarme. ¿Te acuerdas de Al, el tío de Leo? No, eso fue antes de que tú entrases aquí. Fue con Maureen, la hija de Al, con quien estuve a punto de casarme. -Jack cogió su copa y tomó un trago lentamente deleitándose-. Iba a decir que, si lo hubiera hecho, ahora no estaría aquí. Pero es precisamente ahí donde estaría, en el jodido negocio de la funeraria. Ahora mismo estaría allí, con los guantes puestos. Bueno…

– Estabas en la cama con la tía.

– Bettybarr. Ella ya roncaba y yo estaba desvelado, tratando de decidir si era más importante el dinero o el respeto a uno mismo. O sea, me estaba excusando a mí mismo. Tal vez no fuera una cuestión de respeto, a lo mejor era simplemente que no me gustaba ser tímido. Estaba pensando que si hubiera hecho anuncios de camiones, o de aceite para motores, ¿sabes?, de tabaco de mascar o algo así… cuando de repente oigo un ruido junto al tocador. Levanto la cabeza y, ¡joder!, había un tío en la habitación. -Jack hizo una pausa y tocó su vaso-. ¿Por qué no me lo llenas otra vez?

Mario le llenó de nuevo el vaso rápidamente.

– ¿Quieres más hielo?

– No, ya está bien. -Bebió un trago-. No me lo podía creer, un tío allí, de pie, junto al tocador. Veo que pasa por delante de la ventana y se mete en la sala. Espero, y no oigo nada, así que bajo de la cama, me pongo los pantalones y me acerco de puntillas a la puerta. El fulano había encendido la luz de la mesita y estaba sacando cosas de la maleta de la señora y metiéndolas en una bolsa que llevaba. Así que empecé a acercarme a él.

– ¡No jodas!

– Era más o menos de tu altura. ¿Cuánto mides tú, metro sesenta y cinco?

– Metro setenta.

– No era demasiado grande. Tal vez sesenta kilos.

– Yo peso setenta y cinco.

– Así que me pareció que no habría ningún problema mientras no llevara pistola.

– Ya. ¿Y la llevaba?

– Precisamente en aquel momento se dio la vuelta y nos quedamos mirándonos. El tipo dijo, con mucha calma: «Seguro que me he equivocado de habitación. Ésta no es la 1515, ¿verdad?» Y yo le dije: «Ni de lejos.» Y entonces, ¿sabes qué hizo? Se sentó en una silla, sacó un cigarrillo y me preguntó: «¿Le importa si fumo?» Y yo le dije: «¿Por qué, está nervioso?» Y él dice: «Nunca me había pasado antes.» Enciende su cigarro. Le pregunto si nunca le habían sorprendido. «Sí, pero no me han condenado. ¿Y a ti?» Le digo que me han cogido una vez por robar entradas en el Superdome y que me han puesto una multa de doscientos pavos. Él dice: «No quiero parecer un llorica, no me gustan los lloricas, pero éste iba a ser mi último trabajo. Quieren que me dedique a la venta de coches con mi cuñado.» Por la forma de decirlo, se notaba que no le apetecía nada. O sea, el asunto era mi propio cuñado. Me refiero a Leo. Ya entonces estaba intentando convertirme en enterrador. Era como si tuviésemos algo en común.

– Tú y aquel tipo.

– Sí, Buddy y yo. Porque se trataba de él, Buddy Jeannette, el fulano que acabo de ver muerto.

– Pero, si no era demasiado fuerte, ¿por qué no lo agarraste?

– ¿Para qué?

– Y luego llamabas a la policía.

Jack hizo una pausa y bebió un trago.

– Era como si… ¿nunca has conocido a alguien que te gustara desde el primer momento y con quien te sintieras de acuerdo, como si tuvieras algo en común?

– Sí, pero aquel individuo se había colado en la habitación.

– Y empezó a hablar como si estuviésemos en el vestíbulo. Era algo nuevo, como un juego, y yo quería ver adónde nos llevaba. Llegados a ese punto, ¿por qué no?

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Bandidos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Bandidos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
libcat.ru: книга без обложки
Jose Abasolo
Elmore Leonard: Bandits
Bandits
Elmore Leonard
Arthur Hailey: Traficantes de dinero
Traficantes de dinero
Arthur Hailey
Mercedes Guerrero: La Última Carta
La Última Carta
Mercedes Guerrero
Lucy Gordon: Aprendiendo a Amar
Aprendiendo a Amar
Lucy Gordon
Отзывы о книге «Bandidos»

Обсуждение, отзывы о книге «Bandidos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.