Matthew Pearl - El Último Dickens

Здесь есть возможность читать онлайн «Matthew Pearl - El Último Dickens» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Último Dickens: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Último Dickens»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un apasionante y vertiginoso thriller que reabre uno de los más grandes enigmas literarios de la historia. ¿Qué ocurrió con la novela inconclusa de Charles Dickens? ¿Hubo alguna relación entre la repentina muerte del escritor más admirado en vida, y esta misteriosa obra cuya sola mención deja un rastro de cadáveres en tres continentes?
Una brillante y adictiva trama que mezcla el tráfico del opio y la literatura, el efervescente Boston de fines del siglo XIX, el Londres victoriano y la India colonial.
Dejará sin aliento a la cada vez mayor legión de seguidores del maestro de la novela histórica de intriga, y atrapará desde la primera página a los nuevos lectores.
«Matthew Pearl es la nueva estrella deslumbrante de la ficción literaria. Un autor superdotado.» DAN BROWN
«Brillante y erudito.» The New York Times
«Irresistible… Admirable.» The Observer

El Último Dickens — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Último Dickens», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Un allanamiento en Chapman & Hall, los editores ingleses de Dickens. Otro de las mismas características en Clowes, la imprenta. Ambos en la semana del 9 de junio, el día de la muerte de Dickens. En ambos casos parece que no se robó nada.

– No se robó nada -dijo Tom-, porque lo que buscaba Herman, información sobre el final de la novela de Dickens, no estaba allí. Como no se llevaron nada, la policía no tardó en abandonar cualquier investigación sobre el incidente. Por eso le envié un telegrama a Henry Scott pidiéndole respuestas a dos preguntas: ¿entraron por la fuerza en Gadshill tras la muerte del Jefe?, y ¿se llevaron algo? Tiene usted en su mano las respuestas: sí y no.

– Entonces ¿por qué me estaba siguiendo Herman? -inquirió Osgood.

– Eso no lo sabemos, señor Osgood. Pero yo creo que en realidad Herman pudo haberle protegido a usted en el fumadero de opio -dijo Tom-. Probablemente lo único que querían los adictos era robarle; un extranjero vestido con ropa cara era un objetivo que no podían pasar por alto. Herman necesitaba que usted continuara con sus pesquisas, le necesitaba vivo y en buenas condiciones para seguir adelante. Incluso le dejó cerca de los desagües del alcantarillado, donde siempre hay cazadores de las cloacas.

– ¡Él cree que sé cómo encontrar el final! -dijo Osgood-. Y si todo esto es cierto, hay algo peor… -se sentó y apoyó la cabeza en ambas manos para ponderar la idea.

– ¿De qué se trata, señor Osgood? -preguntó Rebecca.

– ¿No se da cuenta, señorita Sand? El parsi, entrenado en sus técnicas de terror y asesinato por los más crueles piratas del mundo, ha puesto Inglaterra patas arriba con la simple fuerza de sus manos desnudas buscando algo, lo que sea, sobre Drood . Y ahora no estaría siguiéndome a mí si hubiera tenido el menor éxito. ¿Y si…? -Osgood se calló hasta que reunió el valor para admitir-: ¿Y si eso significa que no hay nada que encontrar?

– Tal vez sólo sea cuestión de que está mirando en los lugares equivocados -dijo Rebecca valientemente.

– Sí -dijo Tom con un destello de genuina perspicacia. Luego dio un puñetazo en la mesa-. ¡Sí, señorita Sand! Pero no sólo eso. No sólo en los lugares equivocados, sino en el momento equivocado.

– ¿Qué quiere decir, señor Branagan? -preguntó Rebecca.

– Estaba recordando una cosa. Cuando estábamos en América con el señor Dickens, íbamos todos en el tren a la lectura de Filadelfia y el jefe empezó a hablar de Edgar Allan Poe con bastante nostalgia. Nos contó que cuando vio a Poe por última vez en Filadelfia habían hablado de Caleb Williams . ¿Quién era el autor de esa novela?

– William Godwin -dijo Osgood.

– Gracias. El señor Dickens nos dijo cómo le había contado a Poe que Godwin escribió primero la última parte del libro y luego empezó con el principio. Y Poe le dijo que también él escribía sus relatos de misterio hacia atrás . ¿Y si el señor Dickens, cuando se dispuso a escribir su gran novela de misterio, no hubiera empezado por el principio?

Osgood levantó la cabeza, se arrellanó en la silla y consideró aquella idea en silencio.

– Cuando el señor Dickens se desmayó en Gadshill -dijo Osgood abstraído-, había llegado precisamente aquella misma tarde al final de la primera parte del libro. Fue casi como si su cuerpo se rindiera, sabiendo que había terminado su labor, aunque a nosotros no nos lo pareciera.

Tom asintió y dijo:

– ¿Y si hubiera escrito primero la segunda parte de El misterio de Edwin Drood y luego la primera parte a partir de ésta?

– ¿Y si escribió el libro al revés? ¿Y si escribió el final antes? -preguntó Osgood sin esperar respuesta.

– Sin embargo, ninguna de nuestras indagaciones -interrumpió Rebecca- ha indicado dónde podría encontrarse el resto del libro, en caso de que realmente lo hubiera escrito.

– Tal vez intentara dejarle a alguien una clave, decirle a alguien antes de morir dónde se encontraba -reflexionó Tom.

– Las últimas palabras de Dickens -dijo Osgood exaltado-. ¡Le llamaba a él!

– ¿A quién? -preguntó Rebecca.

– Nos lo dijo Henry Scott, ¿no se acuerda? Lo último que los criados le oyeron decir a Dickens fue «Forster». ¡Dickens había dejado algo sin contar a su biógrafo!

Pero, para su gran frustración, John Forster, a quien Osgood y Tom encontraron sentado en su despacho de la Delegación de Salud Mental de Whitehall, meneó la cabeza con expresión asesina. Alzó sus grandes ojos negros al cielo fríamente mientras le acribillaban a preguntas. Sacó el reloj de oro, frotó la esfera con los dedos, lo sacudió como si sacudiera una botella y se removió impaciente.

– Amigos, estoy muy ocupado; muy, muy ocupado. He perdido toda la tarde con una visita de Arthur Grunwald, el actor; ¡un puñetero mentecato como no he conocido alguno en todo el transcurso de mi vida! Pretende cambiar toda la obra de Drood cuando estamos a punto de estrenar. En serio, tengo que acabar mi trabajo de hoy.

– ¿Está usted seguro de que el señor Dickens no intentó decirle algo más en relación con Drood cuando usted llegó a Gadshill? -inquirió Osgood en un intento de llevarle al tema que más les urgía.

Forster se retorció las manos mostrándoselas.

– Estoy que me retuerzo las manos.

– Ya lo veo -dijo Osgood-. Tenemos que saber lo que le dijo.

– Señor Osgood -continuó Forster-, el señor Dickens estaba inconsciente cuando yo llegué a la casa. Si dijo algo, no era comprensible para el oído humano.

– Como en un sueño -añadió Tom meditabundo.

Los otros dos hombres le miraron sorprendidos.

– Una vez el Jefe me habló de un sueño que había tenido -explicó Tom-. En él recibía un manuscrito lleno de palabras y le decían que podía salvar su vida, pero cuando lo miraba no podía entender lo que decía.

– A mí nunca me habló de ese sueño… ¿Cómo es que está usted tan interesado en las últimas palabras que dijo, señor Branagan? -inquirió Forster.

– Señor Forster, si me permite una pregunta… -dijo Tom-. ¿Por qué cree que el señor Dickens pronunció su nombre en su delirio?

– ¿Por qué…? ¡Una pregunta increíble! -le respondió con un rugido. El biógrafo del novelista se puso a lanzar una arenga sobre su amistad de toda la vida y su incuestionable intimidad-. Con toda seguridad, todo esto le sucedió mientras todavía empuñaba esta pluma… -continuó Forster blandiendo la pluma blanca de ganso que había traído de Gadshill-. Supongo que querrá llevársela ya.

– ¿Yo? -preguntó Osgood sorprendido por la oferta.

Forster afirmó con la cabeza.

– Ah, ¿no se lo he dicho? Supongo que se me ha pasado por alto. Verá, han encomendado a la señorita Hogarth que haga el reparto de los objetos del escritorio del señor Dickens. Ha decidido dejarle esta pluma, en la que se seca la tinta de las últimas palabras que él escribió…, a usted.

– Pero ¿por qué? -preguntó Osgood.

– ¡Yo pregunté lo mismo! Ella parece admirar su… ¿Cómo podríamos llamarla? Su entereza a la hora de investigar lo que ha sido de Drood , por absurdo que parezca. Pensé que a lo mejor se iría usted de Inglaterra antes de que pudiéramos encontrarle. Pero, puesto que ha venido… -Forster se la ofreció de mala gana.

Osgood tomó la pluma de ave.

– Gracias -dijo dirigiéndose más a la ausente Georgy que a Forster-. La guardaré como un tesoro.

– Una pregunta más, si es tan amable, señor Forster -dijo Tom-. ¿Cuándo le pusieron la cerradura nueva en esta puerta?

– ¿Qué? -preguntó Forster hablando por primera vez en un tono tranquilo desde que Osgood había llegado a Inglaterra-. ¿Cómo sabe que…? ¿Qué le hace pensar que es nueva, señor?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Último Dickens»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Último Dickens» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Último Dickens»

Обсуждение, отзывы о книге «El Último Dickens» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x