Matthew Pearl - El Último Dickens

Здесь есть возможность читать онлайн «Matthew Pearl - El Último Dickens» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Último Dickens: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Último Dickens»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un apasionante y vertiginoso thriller que reabre uno de los más grandes enigmas literarios de la historia. ¿Qué ocurrió con la novela inconclusa de Charles Dickens? ¿Hubo alguna relación entre la repentina muerte del escritor más admirado en vida, y esta misteriosa obra cuya sola mención deja un rastro de cadáveres en tres continentes?
Una brillante y adictiva trama que mezcla el tráfico del opio y la literatura, el efervescente Boston de fines del siglo XIX, el Londres victoriano y la India colonial.
Dejará sin aliento a la cada vez mayor legión de seguidores del maestro de la novela histórica de intriga, y atrapará desde la primera página a los nuevos lectores.
«Matthew Pearl es la nueva estrella deslumbrante de la ficción literaria. Un autor superdotado.» DAN BROWN
«Brillante y erudito.» The New York Times
«Irresistible… Admirable.» The Observer

El Último Dickens — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Último Dickens», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

De vez en cuando la expresión de Datchery se apagaba y perdía el brillo, y a veces los ojos parecían instrumentos más claros y agudos que un momento antes.

Se encontraban en la zona más inhóspita que Osgood hubiera visto en Londres. De hecho, el editor sólo hallaba consuelo en el hecho de que ninguno de los componentes de la lenguaraz masa humana con los que se cruzaban (que, por su aspecto, podrían haber pasado las horas de luz diurna a bordo de barcos o robando) se les había acercado todavía. Algunos les desearon unas sarcásticas «buenas noches» desde ventanas o portales abiertos. Entonces Osgood se percató de que su compañero llevaba un largo garrote. En realidad era algo más complicado que un garrote. En el extremo superior llevaba un gancho y un pincho que sobresalía por un lado.

Datchery notó el interés de Osgood y dijo:

– Sin esto ya nos habrían robado hasta la camisa, estimado Ripley. ¡Estimadísimo Ripley! ¡Esto es Tiger Bay y estamos llegando a Palmer's Folly! -los mismos nombres sonaban como advertencias.

En un estrecho patio había un callejón sin salida al que se accedía bajo un destartalado arco y que acababa en un edificio de tres pisos de ladrillo ennegrecido con una puerta negra y ventanas cegadas. A cada uno de sus lados se levantaban una taberna y una pensión de mala muerte. Al caminar, los pasos de los dos hombres producían un crujido quebradizo. Osgood tardó unos minutos en darse cuenta de que el camino estaba cubierto de huesos de animales y espinas de pescado. Delante de la taberna se había formado una columna de personas de ambos sexos y todas las razas que se empujaban unas a otras para conseguir tener una visión mejor de los escalones de la entrada.

Un hombre llamado el Rey del Fuego llevaba a cabo una exhibición en ellos. Ofrecía, a cambio de una recompensa en billetes pequeños, demostrar su poder de resistencia a toda clase de calor. «¡Poderes sobrenaturales!», prometía a la multitud.

Entre los aplausos y vítores de sus arrebatados seguidores, el Rey del Fuego tragó tantas cucharadas de aceite hirviendo como compraron las donaciones y sumergió las manos en una cacerola de «lava derretida». A continuación, el Rey cruzó las puertas abiertas de la taberna y, por una tarifa algo más alta que la filantrópica muchedumbre aportó de buen grado, allí se introdujo en el horno de la taberna junto a una pieza de carne y no salió hasta que la carne (un filete crudo que había mostrado a su público) estuvo cocinada.

Sin embargo, los dos peregrinos en esta región no permanecieron fuera el tiempo suficiente para verlo, porque Datchery se había acercado a la puerta negra y llamaba ya a ella. Un hombre recostado en un sofá zarrapastroso y desgastado les franqueó la entrada a un pasillo tras el cual subieron unas escaleras estrechas en las que todos los escalones crujían bajo sus pies; tal vez por su estado de deterioro, tal vez para advertir a los ocupantes. El edificio olía a moho y… ¿a qué más? Era un olor denso, embriagador. Entraron por error en una sala en la que se veía un piano con unas pocas personas de público enfrente; todos se volvieron a mirarles y no movieron un músculo hasta que se fueron. Camareras y bailarinas se sentaban junto a, o en las piernas de, marineros y oficinistas. Uno de los miembros del público parecía sostener un puñal entre los dientes.

Osgood no podía ni imaginar qué tipo de exhibición se llevaría a cabo cuando ellos se fueran, ya que no se había escuchado música de piano en el tiempo que llevaban en el edificio.

Siguieron subiendo entre el humo y la bruma.

– Aquí -dijo Datchery con escalofriante rotundidad-. Tenga cuidado, señor Osgood, todas las puertas en la vida pueden conducir a un reino desconocido o a una trampa fatal.

La puerta se abrió a la oscuridad y el humo.

– ¡Nada de armas! -ése fue el saludo pronunciado por una voz grave que parecía pertenecer a una mujer.

Datchery dejó el garrote en el pasillo, al otro lado de la puerta.

Tras un breve y lento ajetreo, se encendió una vela. La exigua habitación estaba abarrotada de personas, la mayoría enroscadas unas junto a otras encima de una cama hundida. Algunas estaban dormidas y otras tantas parecían estar a punto de hacerlo en cualquier momento. A los pies de la cama se sentaba una mujer de pelo plateado demacrada y nerviosa que sostenía una varita de bambú larga y fina.

– Acordaos de pagar, queridos, ¿estamos? -saludó a los recién llegados-. A Yahee, el del otro lado del patio, le ha caído un mes de prisión por mendigar. ¡De todas maneras él no la mezcla tan bien como yo!

La mujer manipulaba una sustancia negra pegajosa sobre una pequeña llama. Tirado en la cama se encontraba un hombre chino en trance profundo, y un marinero lascar con la boca abierta murmuraba para sí, ambos con los ojos brillantes y vacíos. De la boca del lascar se escapaba la saliva entre los dientes podridos y corría sobre las llagas como cráteres de sus labios. Trapos y sábanas colgaban de una cuerda puestos a secar en medio del humo. ¡El humo! Mientras la mujer levantaba la pipa de bambú, Osgood reconoció el olor repulsivo del opio.

Osgood pensó en los libros de Coleridge y De Quincey, dos escritores que, como casi todo el mundo, incluido Osgood, habían tomado opiáceos de la farmacia para paliar los dolores del reuma y de otros padecimientos físicos. Pero los escritores habían consumido en cantidad suficiente para experimentar el torbellino de éxtasis y postración que el opio ejercía en el cerebro. Como De Quincey había escrito en una serie de confesiones publicadas antes de que se convirtiera en el lema de miles, «Ahora la felicidad se puede comprar por un penique y llevarse en el bolsillo del chaleco». Osgood pensó también en la acusación de la policía contra Daniel Sand, que tan lejos quedaba en Boston, asegurando que el muchacho había abandonado todo por la exaltación y el placer del consumo de opio.

– La que tiene Sally es mejor que la de Yahee… Pagaréis como corresponde, ¿verdad, queridos? -repitió la jefa del establecimiento-. Aspirad esto. Después de pagar, naturalmente.

Mientras recitaba sus consignas, una joven menuda que estaba en el otro lado de la inmunda cama de Sally se cayó al suelo con un gemido.

– ¿No se encuentra bien? -preguntó Osgood. Sally le explicó que la joven se hallaba en un estado de sueño pacífico, mejor que si estuviera en la sucia y espantosa tasca donde solía llevarla su madre.

Entonces Osgood cayó en la cuenta. De repente era capaz de poner nombre a la sensación que había experimentado al entrar en aquel lugar. Era una palabra que nunca habría adivinado. Familiaridad .

Ser testigo de aquella inmundicia era como mirar fotografías de escenas de El misterio de Edwin Drood . Le recordaba a la primera escena del libro, cuando el pervertido John Jasper se refugia en sus sueños de opio mientras se dispone a poner en marcha sus malévolos planes contra su sobrino Drood; y la Princesa del Humo era la vieja que preparaba el opio e interrogaba a sus visitantes. También era como la escena que habían montado en el teatro Surrey, sólo que aquí con la aportación del olor real de la droga y su desesperanza.

Aquí tienes otra preparada para ti, queridito. Recordarás, como buena persona que eres, que los precios del mercado últimamente se han puesto por las nubes, ¿verdad que sí?

¡Quedaba demostrado que la expectativa de Osgood no estaba fuera de lugar! Algo debía de haber asimilado Datchery, consciente o no, del proceso de escritura de la novela si conocía aquel sitio. Entonces, una impresión menos tranquilizadora tensó sus nervios al girarse y mirar a Datchery, que estaba detrás de él. Datchery y Sally se miraban con la confianza de un pretendiente y su antiguo amor.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Último Dickens»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Último Dickens» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Último Dickens»

Обсуждение, отзывы о книге «El Último Dickens» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x