— Undeviginti .
—Joder, es como un puñetero jeroglífico —se desesperó Dicanti. Solo espero que no sea la continuación de un mensaje que dejó en la primera víctima, porque la primera parte se ha convertido en humo.
—Supongo que tendremos que conformarnos con lo que tenemos por ahora.
—Estupendo, Pontiero. ¿Por qué no me dices lo que es undeviginti , para que pueda conformarme con ello?
—Tienes un poco oxidado el latín, Dicanti. Significa diecinueve.
—Maldita sea, es cierto. Siempre me suspendían en la escuela. ¿Y la flecha?
En aquel momento entró uno de los ayudantes de Documentación con el callejero de Roma.
—Aquí tiene, inspectora. He buscado lo que me pidió: Monte Testaccio 16 no existe. Esa calle sólo tiene catorce portales.
—Gracias, Silvio. Hazme un favor, quédate aquí con Pontiero y conmigo y comprueba qué calles de Roma comienzan por MT. Es un tiro a ciegas, pero he tenido una intuición.
—Esperemos que sea mejor psicóloga que adivina, dottora Dicanti. Haría mejor en ir a buscar una Biblia.
Los tres giraron la cabeza hacia la puerta de la sala de reuniones. En el umbral había un sacerdote vestido con clergyman . Era alto y delgado, fibroso, con una pronunciada calva. Aparentaba cincuenta muy bien conservados años, y tenía unos rasgos duros y fuertes, propios del que ha visto muchos amaneceres a la intemperie. Dicanti pensó que parecía más un soldado que un sacerdote.
—¿Quién es usted y qué es lo que quiere? Esta es una zona restringida. Haga el favor de marcharse inmediatamente —dijo Pontiero.
—Soy el padre Anthony Fowler, y he venido a ayudarles —hablaba un italiano correcto, pero algo cadencioso y vacilante.
—Estas son dependencias policiales y usted ha entrado en ellas sin autorización. Si quiere ayudarnos, vaya a la iglesia y rece por nuestras almas.
Pontiero se dirigió hacia el recién llegado, con ánimo de invitarle a marcharse con malos modos. Dicanti ya se daba la vuelta para seguir estudiando las fotos, cuando Fowler habló:
—Es de la Biblia. Del Nuevo Testamento, más concretamente.
—¿Cómo? —se sorprendió Pontiero.
Dicanti alzó la cabeza y miró a Fowler.
—De acuerdo, explíquese.
—Mt, 16. Evangelio según San Mateo, capítulo 16. ¿Dejó alguna otra nota?
Pontiero parecía contrariado.
—Escucha, Paola, de verdad no irás a hacer caso a...
Dicanti le detuvo con un gesto.
—Escuchémosle.
Fowler entró en la sala de juntas. Llevaba un abrigo negro en la mano, y lo dejó sobre una silla.
—El Nuevo Testamento cristiano se divide en cuatro libros, como bien saben: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. En la bibliografía cristiana se representa el libro de Mateo con las letras Mt. Un número a continuación hace referencia al capítulo. Y con dos números más, se indicaría una cita del mismo, entre dos versículos.
—El asesino dejó esto.
Paola le mostró la prueba número 4, embolsada en plástico. Le miraba muy atenta a los ojos. El sacerdote no dio muestras de reconocer la nota, y tampoco se asqueó ante la sangre. Sólo la miró detenidamente y dijo:
—Diecinueve. Qué apropiado.
Pontiero se enfureció.
—¿Va a decirnos lo que sabe de una vez o nos va a hacer esperar mucho rato, padre?
— Et tibi dabo claves regni coelorum, -recitó Fowler — et quodcumque ligaveris super terram, erit legatum et in coelis; et quodcumque solveris super terram, erit solutum et in coelis . Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. Mateo 16, versículo 19. Es decir, las palabras con las que Jesús confirmó a San Pedro como jefe de los Apóstoles y le otorgó a él y a sus sucesores el poder sobre toda la cristiandad.
—Santa Madonna —exclamó Dicanti.
—Considerando lo que está a punto de suceder en ésta ciudad, señores, creo que deberían ustedes preocuparse. Y mucho.
—Joder, un loco errático acaba de degollar a un cura y usted hace sonar las sirenas. No lo veo tan preocupante, padre Fowler —dijo Pontiero.
—No, amigo mío. El asesino no es un loco errático. Es una persona cruel, metódica e inteligente, y está terriblemente trastornado, pueden creerme.
—¿Ah si? Parece que sabe mucho sobre sus motivaciones, padre —se burló el subinspector.
El sacerdote miró fijamente a Dicanti mientras respondía.
—Sé mucho más que eso, señores. Sé quién es.
(ARTÍCULO EXTRAÍDO DEL DIARIO MARYLAND GAZETTE ,
29 DE JULIO DE 1999. PAGINA 7)
SACERDOTE AMERICANO ACUSADO DE ABUSO SEXUAL SE SUICIDA
SILVER SPRING, Maryland (NEWS AGENCIES). Mientras los escándalos de abuso sexual continúan sacudiendo al clero católico en América, un sacerdote de Connecticut acusado de abusos sexuales a menores se ahorcó en su habitación en una institución que trata a clérigos con problemas, según comunicó la policía local a la Agencia American-Press el pasado viernes.
Peter Selznick, de 64 años, había renunciado a su puesto de párroco en la parroquia de San Andrés de Bridgeport (Connecticut), el pasado 27 de abril, justo un día después de que responsables de la Iglesia Católica entrevistaran a dos hombres que afirmaban que Selznick abusó de ellos entre finales de los setenta y principios de los ochenta, según un portavoz de la diócesis de Bridgeport.
El sacerdote estaba siendo tratado en el Instituto Saint Matthew de Maryland, un centro psiquiátrico que acoge a clérigos que han sido acusados de abusos sexuales o “con sexualidad confundida”, según dicha institución.
“El personal del hospital llamó a su puerta varias veces e intentó entrar en su habitación, pero algo estaba bloqueando la puerta”, afirmó en rueda de Prensa Diane Richardson, portavoz del Departamento de Policía del condado de Prince George. “Cuando entraron en la habitación, encontraron el cadáver colgando de una de las vigas vistas del techo”.
Selznick se ahorcó con una de las sábanas de su cama, afirmó Richardson, añadiendo que su cuerpo fue transportado a la morgue para serle practicada una autopsia. Asimismo, negó rotundamente los rumores de que el cadáver estaba desnudo y mutilado, rumores que señaló como “absolutamente infundados”. Durante la rueda de Prensa, varios periodistas citaron a “testigos presenciales” que declaraban haber visto dichas mutilaciones. La portavoz afirmó que “un enfermero del cuerpo médico del Condado tiene escarceos con drogas como la marihuana y otros estupefacientes, bajo la influencia de los cuales habrá hecho dichas declaraciones; dicho empleado municipal ha sido suspendido de empleo y sueldo hasta que deponga su actitud”, finalizó la portavoz del Departamento de Policía. Éste periódico tuvo oportunidad de contactar al enfermero del que partió el rumor, quien rehusó hacer otra declaración que un escueto “I was wrong (yo estaba equivocado)”.
El obispo de Bridgeport, William Lopes, afirmó que estaba “profundamente entristecido” por la “trágica” muerte de Selznick, añadiendo que el escándalo que preocupa a la rama norteamericana de la Iglesia Católica tiene ahora “múltiples víctimas”.
El padre Selznick nació en Nueva York en 1938, y fue ordenado en Bridgeport en 1965. Sirvió en varias parroquias de Connecticut y durante un tiempo breve en la Parroquia de San Juan Vianney en Chiclayo, Perú.
“Cada persona, sin excepción, tiene dignidad y valor a los ojos de Dios, y cada persona necesita y merece nuestra compasión”, afirmó Lopes. “Las perturbadoras circunstancias que rodearon su muerte no pueden erradicar todo el bien que hizo”, finalizó el obispo.
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