Donna Leon - La chica de sus sueños

Здесь есть возможность читать онлайн «Donna Leon - La chica de sus sueños» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La chica de sus sueños: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La chica de sus sueños»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Ariana, una niña gitana de tan sólo diez años, aparece muerta en el canal, en posesión de un reloj de hombre y un anillo de boda. Tendida en las losas del muelle, Ariana parece una princesa de cuento, un halo de pelo dorado enmarca su rostro, una carita que Brunetti comienza a ver en sueños. Para investigar el caso Brunetti se infiltra en la comunidad gitana, los romaníes, en lenguaje oficial de la policía italiana, que vive acampada cerca del Dolo. Pero los niños romaníes enviados a robar a las ricas casas venecianas no existen oficialmente, y para resolver el caso Brunetti tiene que luchar con el prejuicio institucional, una rígida burocracia y sus propios remordimientos de conciencia.

La chica de sus sueños — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La chica de sus sueños», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Brunetti enderezó el cuerpo. El otro se acercó a la caravana de la que había salido Rocich la última vez y golpeó con el pie el primer peldaño una, dos, tres veces. Luego retrocedió dos pasos. Brunetti se situó a su lado, el hombre sacó un telefonino del bolsillo de su chaqueta de cuero y marcó un número. Brunetti oyó sonar un teléfono dos veces y responder una voz con una palabra, en un grito. El hombre contestó con dos palabras y cortó. Se volvió hacia Brunetti con una sonrisa cargada de malicia, presentando esta acción como su jugada en la partida que pudieran tener entablada.

Se abrió la puerta de la caravana de Rocich y apareció el hombre fornido. Bajó la escalera y, al llegar abajo, se paró. Brunetti percibió la rabia que emanaba de él como el calor irradia de un horno. Pero no se le notaba en la cara, que estaba tan impenetrable como la otra vez.

Se acercó dos pasos y preguntó algo al otro hombre, que respondió con unas palabras rápidas. Rocich empezó a protestar, o eso creyó Brunetti, pero Tanovic le cortó. La discusión continuó, y Brunetti, que aparentaba no prestarle atención y en realidad sólo podía seguirla por los ademanes y los altibajos de los tonos de voz de los dos hombres, advertía el creciente furor de Rocich.

El comisario cruzó los brazos y extendió sobre sus facciones una expresión de aburrimiento infinito. Se apartó de los hombres y dejó vagar la mirada por la cima de la colina y, sin bajar la cabeza, lanzó una ojeada a la caravana en la que, de nuevo, detectó movimiento, esta vez, detrás de las dos ventanas, que tenía a pocos metros de distancia. Volvió la cabeza hacia el otro lado, mirando a la carretera que discurría frente al campamento, frunció los labios con impaciencia y volvió a mirar rápidamente a la caravana, en la que ahora distinguió lo que parecían dos cabezas en las ventanas.

Tanovic volvió a su caravana. Subió la escalera, entró y cerró la puerta con suavidad, dejando a Brunetti y a Rocich frente a frente.

Signor Rocich, lamento la muerte de su hija. -El hombre escupió al suelo, pero antes volvió la cara hacia un lado-. Yo la encontré en el canal y la saqué del agua -dijo Brunetti, como si esperase que esto pudiera crear un vínculo con aquel hombre, aunque sabía que era imposible.

– ¿Qué quiere, dinero? -preguntó Rocich.

– No; quiero saber qué estaba haciendo su hija en Venecia aquella noche.

El hombre se encogió de hombros.

– ¿Usted sabía que ella estaba allí?

Rocich repitió el gesto.

Signor Rocich, ¿su hija estaba sola?

La diferencia de estatura obligó al hombre a levantar la cabeza para mirar a los ojos al policía. Y, cuando sus miradas se cruzaron, Brunetti tuvo que hacer un esfuerzo para dominar el impulso de dar un paso atrás, a fin de zafarse del furor casi incandescente que despedía aquel hombre. Brunetti había visto reaccionar con rabia a la gente ante la muerte de un ser querido, pero esto era diferente, porque la rabia estaba dirigida al propio Brunetti y no al destino que había acabado con la vida de la niña.

Él había dicho al jefe que deseaba hablar con el signor y la signora Rocich, pero ahora comprendía que cualquier intento de hablar con la mujer, cualquier señal de interés por ella podía provocar una reacción que Brunetti prefería no imaginar.

El hombre volvió a escupir en el suelo y luego bajó la mirada, como para ver cuánto había conseguido acercarse al zapato de Brunetti. Mientras Rocich miraba al suelo, Brunetti volvió los ojos audazmente hacia la caravana en la que ahora, detrás de la puerta, se veía media cara de mujer.

Brunetti preguntó, alzando la voz:

– ¿Tienen ustedes médico?

Evidentemente, la pregunta desconcertó a Rocich, que dijo:

– ¿Qué?

– Médico. ¿Tienen médico?

– ¿Por qué pregunta?

Brunetti adoptó un aire de irritada paciencia.

– Porque quiero saberlo. Quiero saber si tienen médico, si tienen médico de familia. -De nuevo la palabra «familia» se deslizaba en la conversación y en su pensamiento. Antes de que Rocich pudiera negarlo, Brunetti dijo-: Hay fichas, signor Rocich, pero no quiero perder más tiempo buscándolas.

– Calfi, médico de todos -respondió Rocich abarcando el campamento con un ademán.

Brunetti se tomó la innecesaria molestia de sacar la libreta y anotar el nombre del médico.

Rocich no podía dejarlo así.

– ¿Por qué quiere saber?

– Su hija estaba enferma -dijo el comisario. Y era verdad-. Y el médico de la policía quiere ver los análisis de sangre de todos ustedes.

Brunetti se preguntaba en qué medida Rocich había entendido sus palabras. Al parecer, lo suficiente para inquirir:

– ¿Por qué?

– Porque cuando compruebe los tipos de sangre, sabrá quién le contagió la enfermedad -mintió Brunetti.

La reacción de Rocich fue instintiva. Abrió mucho los ojos y volvió la cabeza rápidamente hacia la caravana, pero ya no había nadie en la puerta ni en las ventanas, como si estuviera vacía. Cuando el nómada miró de nuevo a Brunetti, su cara era inexpresiva.

– No entiendo -dijo.

– No importa si lo entiende o no -dijo Brunetti-. Pero queremos comprobarlo.

Rocich dio media vuelta, subió las escaleras de la caravana, entró y cerró la puerta. Brunetti dijo al conductor que lo llevara de vuelta a piazzale Roma.

CAPÍTULO 25

– ¿Te parece que te ha creído? -preguntó Paola a Brunetti aquella noche, sentados los dos en la sala, los chicos, en sus cuartos y la casa, en silencio, con la calma nocturna que invita a dar por terminado el día e irse a la cama.

– No se lo que ha creído -respondió Brunetti, tomando otro sorbo del licor de ciruela que uno de sus informadores pagados le había regalado la Navidad anterior. El hombre, que era dueño de tres barcas de pesca en Chioggia, había resultado una útil fuente de información sobre el contrabando de cigarrillos procedentes de Montenegro, por lo que ni Brunetti ni sus colegas de la Guardia di Finanza manifestaban curiosidad alguna por la fuente, aparentemente inagotable, de los licores -todos, en botellas sin marca- con los que el hombre alebraba las fiestas a numerosos miembros de las fuerzas del orden.

– Repíteme lo que le has dicho, palabra por palabra -dijo Paola, pero entonces se interrumpió, levantando la copa-: ¿Crees que lo fabrica él?

– Ni idea -admitió Brunetti-. Pero es mejor que todo lo que he comprado con el sello del impuesto.

– Lástima.

– ¿Lástima, qué?

– Que no lo fabrique legalmente.

– ¿Para que pudiera hacer más? -preguntó Brunetti, sin acabar de entender la explicación.

– Eso también -dijo Paola-. Pero, sobre todo, para que pudiéramos comprarlo abiertamente, sin tener la sensación de que le debes un favor cada vez que te lo regala.

– Bastante se le paga ya -dijo Brunetti, sin más explicaciones-. Por otra parte, ya sabes lo difícil que es abrir un negocio, y más si necesitas permisos para producir bebidas alcohólicas. No; así le sale más a cuenta.

– ¿Protegido por la policía?

– Y la Guardia di Finanza -agregó Brunetti, sin incomodarse por la ironía-. No los olvides.

Ella apuró el licor, dejó la copa en la mesa y dijo, en el tono de voz que usaba cuando se daba por vencida:

– Está bien. Volvamos al gitano. ¿Qué le has dicho exactamente?

Brunetti sostenía la copa entre las manos.

– Que la niña estaba enferma. Lo que es verdad -agregó, y ahora se daba cuenta de que sólo con Paola podía hablar de esto sin sentirse incómodo-. Y que un médico podría saber, por el tipo de sangre, quién le contagió la enfermedad. -Brunetti lo había dicho impulsivamente, con la esperanza de que Rocich hubiera oído hablar vagamente de transmisión de enfermedades e imaginara que era posible detectar de este modo el foco de una infección. Y que supiera qué clase de enfermedad tenía, o pudiera tener, la niña.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La chica de sus sueños»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La chica de sus sueños» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La chica de sus sueños»

Обсуждение, отзывы о книге «La chica de sus sueños» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x