Cuando se sentaron en la mesa de roble llena de marcas, Gemma le explicó:
– Crecí en una panadería. Mis padres tienen una pequeña en Leyton. La mayor parte del trabajo lo hace una máquina, claro, pero era bastante fácil persuadir a mamá para que nos dejara meter las manos en la masa.
– Parece una buena educación -dijo Vivian con aprobación mientras vertía el té en el tazón de Gemma.
Una nube de vapor de aroma floral envolvió la cara de Gemma.
– ¿Earl Grey?
– Le gusta, ¿no? Debería de haber preguntado. Es un hábito… es lo que siempre tomo por la tarde.
– Sí, gracias. -Gemma respondió con recato y pensó que si iba a convertir en costumbre el tomar el té en casas así, sería mejor que empezara a apreciarlo.
Tomó el pan con mantequilla en elogioso silencio y recogió las últimas migas del plato con la punta del dedo.
– Señora Plumley…
– Todos me llaman Plummy -invitó Vivian-. Los niños empezaron a llamarme así cuando eran pequeños y así se ha quedado. Me he acostumbrado.
– Bien, Plummy entonces. -Gemma pensó que el nombre le pegaba *. Incluso yendo vestida como iba hoy, con ropa de deporte de colores vivos y un suéter de cuello alto a juego, Vivian Plumley poseía un aura de anticuada comodidad. Gemma notó que todavía llevaba el anillo de boda y se frotó semiconscientemente su propio dedo desnudo de la mano izquierda.
Sentadas en silencio tomaron su té. En esta atmósfera relajada y casi aletargada a Gemma se le ocurrió preguntar tan fácilmente como si hubiera estado hablando con una amiga:
– ¿No encuentra extraño que Connor tuviera una relación tan estrecha con la familia después de separarse de Julia? Especialmente si no había niños de por medio…
– Pero es que él los conocía de antes, a Caro y Gerald. Los conoció a través del trabajo y cultivó su amistad muy activamente. Recuerdo que en aquella época pensé que parecía bastante enamorado de Caro. Pero claro, ella siempre ha coleccionado admiradores de la misma forma que otros coleccionan mariposas.
Aunque Plummy había dicho esto sin el más leve deje de censura, Gemma imaginó de repente a una polilla clavada sin piedad en una tabla luchando por su vida.
– ¡Puaj! -arrugó la nariz con desagrado-. Nunca he podido soportar la idea.
– ¿Qué? -preguntó Plummy-. ¡Ah! Se refiere a las mariposas. Bueno, quizás sea una comparación poco amable. Pero los hombres parecen mariposear inútilmente a su alrededor. Creen que ella necesita que la cuiden, pero la verdad es que ella es muy capaz de cuidar de sí misma. Yo no me imagino algo así para mí. -Le sonrió-. No creo haber inspirado ese deseo en nadie.
Gemma pensó en Rob y en cómo asumió él de manera automática que ella le proporcionaría todo lo que él necesitara, tanto en el aspecto físico como emocional. Nunca se le ocurrió que ella podía tener sus propias necesidades.
– Nunca lo he pensado en estos términos, pero los hombres tampoco se han arrojado al suelo tratando de cuidar de mí. -Tomó un sorbo de su té y continuó-: Acerca de Dame Caroline… Usted dijo que habían ido al colegio juntas. ¿Siempre quiso ser cantante?
Plummy rió.
– Caro ha sido el centro desde el día en que nació. En el colegio cantaba los papeles protagonistas en todos los programas. La mayoría de las niñas la despreciaban, pero nunca pareció notarlo. Era como si hubiera llevado anteojeras negras. Sabía lo que quería y nunca pensó en otra cosa.
– Empezó su carrera bastante pronto, ¿no? -Gemma recordó lo que le había explicado Alison Douglas.
– En parte fue cosa de Gerald. La sacó del coro y la colocó en medio del escenario. Ella tenía el empuje y la ambición necesarias para superar el desafío, a pesar de no tener experiencia. -Alargó la mano y rompió un pedazo de una rebanada de pan que había dejado en la mesa. Luego mordisqueó como experimentando-. Tan sólo compruebo -dijo-. Control de calidad. -Tomó un sorbo de su té y continuó-. Pero entienda que todo esto pasó hace más de treinta años, y sólo unos pocos recordamos a Gerald y Caro antes de que fueran estrellas.
Gemma meditó sobre lo que acababa de oír. Siguiendo el ejemplo de Plummy alargó el brazo y cogió otra rebanada de pan.
– ¿Les gusta que se les recuerde que hubo una época en que fueron gente corriente?
– Supongo que ofrece cierto consuelo.
Gemma se preguntó cómo debía de haber sido para Julia crecer a la sombra de sus padres. Ya era suficientemente difícil, en cualquier circunstancia, deshacerse de la influencia de los padres y convertirse en una persona autónoma. Tomó un sorbo de su té para ayudar a bajar el pan:
– ¿Y es así como Julia conoció a Connor? ¿A través de sus padres?
Tras pensar un momento, Plummy dijo:
– Creo que fue en una recepción para recaudar fondos para la ópera. En aquellos días, Julia todavía asistía ocasionalmente a funciones musicales. Estaba justo empezando a distinguirse como artista y aún no había dejado la órbita de sus padres por completo. -Negó con la cabeza-. Me cogió por sorpresa desde el principio. Julia siempre había preferido los tipos intelectuales o artistas bohemios y Con era totalmente lo opuesto. Traté de hablar con ella, pero no quería oír una palabra.
– ¿Hacían tan mala pareja como usted pensaba?
– Oh, sí -contestó con un suspiro, dando vueltas al té que había en el fondo de su taza-. Incluso más.
Al ver que Plummy no se explicaba, Gemma preguntó:
– ¿Sabía que Connor estaba saliendo con alguien?
Levantó la mirada con sorpresa:
– Querrá decir recientemente. ¿Una novia?
– Una joven con una hija pequeña.
– No. No lo sabía. -Con la compasión que Gemma había empezado a esperar de ella, Plummy añadió-: Pobre chica. Supongo que se habrá tomado su muerte bastante mal.
Las palabras al contrario que Julia parecían flotar en el ambiente.
– Ella ha regresado, ¿lo sabía? -dijo Plummy-. Julia. Al piso. Le dije que pensaba que no quedaba demasiado bien, pero me contestó que era su piso, después de todo, y que tenía derecho a hacer lo que quisiera con él.
Gemma pensó en el estudio de la planta superior sin la inquietante presencia de Julia Swann y sintió una inexplicable sensación de alivio.
– ¿Cuándo se ha ido?
– Esta mañana temprano. Había echado de menos su estudio, la pobre. Nunca entendí por qué dejó que Con se quedara en el piso. Pero no hay manera de razonar con ella una vez ha tomado una decisión.
El afecto y exasperación que había en la voz de Plummy le recordó a Gemma la de su propia madre, quien juraba que su hija pelirroja había nacido terca. Vaya una, Vi Walters, pensó Gemma con una sonrisa.
– ¿Siempre ha sido tan obstinada?
Plummy la observó sin apartar la vista durante un largo espacio de tiempo, luego dijo:
– No, no siempre. -Echó un vistazo a su reloj de pulsera-. ¿Ha terminado su té, querida? Caro ya debe de estar libre ahora. Y esta tarde vendrá otra estudiante, así que será mejor que la colemos antes de que llegue.
* * *
– Caro, ésta es la sargento James -anunció Plummy cuando llevó a Gemma al salón. Luego se retiró y al cerrar la puerta, Gemma notó una corriente de aire frío.
Caroline Stowe estaba de espaldas al fuego, igual que su marido cuando Gemma y Kincaid lo interrogaron dos días antes. Salió al encuentro de Gemma con la mano extendida.
– Encantada de conocerla, sargento. ¿En qué puedo ayudarla?
Gemma notó su mano pequeña y fría dentro de la suya, y tan suave como la de un niño. Sin quererlo, Gemma echó una ojeada a la fotografía de encima del piano. Si bien le había dado una pista acerca de la delicadeza femenina de la mujer, no había ni empezado a expresar su vitalidad.
Читать дальше