"Sí," Niko dijo. "Y no estoy esperando que Lex despliegue una alfombra roja para nosotros cuando lleguemos allí. Las cosas podrían ponerse feas verdaderamente muy rápido. Han pasado un par de horas desde que tú bombardeaste las malditas mentes de esos agentes. ¿Cuánto tiempo hay antes de que tu reverberación comience?"
"Probablemente, no mucho tiempo", admitió ella, mirando hacia abajo a la hierba iluminada por la luna que había en su pies.
Niko levantó su mentón y no pudo contenerse de acariciar la delicada línea de su mejilla. "Razón de más para quedarnos un rato aquí por un tiempo."
Ella se apartó de él, obstinada con la determinación. "Razón de más para seguir antes de que lleguen los golpes de la reverberación. Descansare después de que recuperemos a Mira. "Ella giró sobre su eje alrededor y empezó a caminar hacia el vehículo. "¿Quién conduce, tú o yo?"
"Oye", dijo él, agarrando su mano antes de que pudiera llegar muy lejos. Se acercó a ella y envolvió en sus brazos alrededor de su pequeña espalda, conteniéndola entre su abrazo.
Dios, ella era tan hermosa. Cualquier idiota podía apreciar la frágil, femenina perfección de su rostro: los ojos claros, en forma de almendra que brillaban intensamente como piedras de luna debajo del fleco entintado de sus pestañas, su nariz traviesa y su exuberante, sexy la boca, la piel lechosa que se semejaba al perfecto terciopelo en contraste con el brillo de ébano, de su cabello. La belleza física de Renata era aturdidora, impresionante, pero era su coraje – su honor inquebrantable -, lo que realmente liquido a Niko.
De alguna manera, en el poco tiempo en que ellos se había visto obligado a estar juntos, Renata se había convertido en un verdadero compañero para él. Él la valoraba, confiaba en ella, tanto como lo hacia con cualquier de sus hermanos en la Orden.
"Oye", repitió él, ahora más tranquilo, mirando fijamente su valiente, bello rostro y asombrándose de nuevo por esta extraordinaria mujer que estaba demostrando ser un vital aliado para él. "¿Hicimos un equipo bastante bueno allá atrás, no es cierto?". "Estaba asustada como el infierno, Nikolai", confesó ella en voz baja. "Ellos vinieron a nosotros tan rápidamente. Debería haber reaccionado más rápido. Debería haber…"
"Tu eres increíble". Él aliso un mechón errante de su cabello que estaba en su rostro y lo coloco detrás de la oreja. "Tu eres increíble, Renata, y estoy condenadamente alegre de saber que te tengo a mi espalda."
Ella le dio una pequeña, casi tímida sonrisa. “Lo mismo digo."
Tal vez no era el momento ideal para que él deseara besarla, estando de pie en un tramo olvidado de la mano de Dios en las afueras de la autopista, con un rastro de sangre y muerte detrás de ellos y más de los mismo seguramente por venir en el futuro antes de que este hubiese terminado. Pero todo lo que Nikolai deseaba hacer ahora mismo-lo que él necesitaba, aquí y ahora, en este preciso momento – era sentir los labios de Renata presionándose contra los suyos.
Dejándose ceder por la tentación, se inclino abajo y tomo su boca en un sensible, lento beso. Sus brazos lo rodearon, tímidamente al principio, pero sus manos estaban calientes y lo demostraron cuando ella le acarició la espalda y lo sostuvo contra ella, incluso después de que el beso se hubiese terminado y colocando su mejilla contra su pecho.
Cuando ella habló, su voz era apenas un susurro. "¿Vamos a encontrarla, Nikolai?
Él presiono sus labios sobre la parte superior de su cabeza. "Sí, vamos".
"¿Crees que ella este bien?" Su vacilación fue breve, pero suficientemente larga para que Renata se trasladara fuera de sus brazos. Ella frunció el ceño, sus ojos oscureciéndose con el dolor. "¡Oh, mi Dios… tu no crees que ella este! Puedo sentir tu duda, Nikolai. Tu crees que algo le ha pasado a Mira"
"Es el vínculo de sangre lo que tu sientes", dijo él, ni siquiera cerca de una negación de lo que Renata había leído con tanta precisión en él.
Ella estaba retrocediendo ahora, con sus pies arrastrándose en la oscura hierba mientras se movía hacia la SUV. Su rostro había tomado una mirada afligida. "Tenemos que ir ahora. ¡Nosotros tenemos que encontrar a Lex y obligarlo a decirnos donde esta ella!"
"Renata, todavía pienso que tu deberias esperar aquí un rato y descansar. Si la nueva reverberación te golpea…"
"¡A la mierda la reverberación!" – gritó ella, sacudiendo la cabeza en pánico creciente. "Voy al Recinto de Yakut. Tu puede viajar a lo largo o quedarte atrás, pero yo me estoy largando justamente jodiendo ahora".
Él podría haberla detenido.
Si hubiese querido, él podía haber estado encima de ella mas rápido de lo que podía rastrear, físicamente impidiéndole avanzar otro paso hacia el vehículo. Él podría ponerla en trance con una pasada simple de su mano por el rostro y así obligarla a esperar a que el dolor que probablemente la acabaría completamente no mucho tiempo después de que ellos llegaran al Recinto.
Él podría haber retenido su trasero con alguna diferente manera, pero en cambio él dio vuelta alrededor del lado del conductor de la Humvee negro antes de que ella llegara y le bloqueó la entrada con su cuerpo.
"Voy a manejar", dijo él, sin darle la oportunidad de discutir. "Tu estas pulverizada."
Renata lo miró por un segundo, entonces camino por encima y se subió a el asiento del pasajero.
Ellos encontraron su camino de regreso a la carretera y condujeron la pequeña distancia hacia la propiedad arbolada de Yakut en silencio. Niko apagó las luces mientras se acercaban a un ritmo lento de movimiento. Él estaba a punto de sugerir que deberían ellos salieran afuera y se movieran hacia la casa a pie cuando se dio cuenta que algo estaba fuera de lugar.
"¿Esta siempre así de tranquilo?"
"Nunca", dijo Renata, disparándole una mirada serie. Ella alcanzo detrás de los asientos para tomar algunas de las armas de la Agencia. Ella paso la correa de un fusil automático por su cabeza y luego le entregó a Nikolai uno para sí mismo. "A Lex sólo le habían quedado dos guardias, pero no parece que alguien este por aquí en absoluto."
Y aunque desde esta distancia, Niko detectó el olor de la sangre derramada. Sangre de la Raza, procedentes de más de una fuente.
"Espera aquí mientras voy a echar un vistazo a las cosas".
Ella le dirigió una insubordinada mofa que él podría haber predicho lo que se avecinaba.
Ambos salieron del vehículo y se trasladaron juntos hacia la oscura casa principal. La puerta principal estaba abierta de par en par. Huellas de neumáticos frescos estaban presenten en el camino de grava, anchas, profundas huellas como del tipo que un SUV de gran tamaño dejaría detrás.
Niko tenía la sensación de que la Agencia de Imposición había estado aquí también. La casa estaba completamente en silencio, apestando con el hedor de las recientes muertes de vampiros. Él no tenia la necesidad de encender las luces para ver la carnicería. Su aguda visión se mancho con los dos machos muertos solos en el interior, ambos con tiros a quemarropa en la cabeza de varias rondas.
Él guio a Renata alrededor de los cadáveres, siguiendo a su nariz por la parte posterior de la lugar, a los aposentos privados de Yakut. Él sabía lo que iba a encontrar allí dentro, como bien. Aún así, entró en la habitación y soltó una maldición furiosa.
Lex estaba muerto.
Y con él, su mejor esperanza de localizar a Edgar Fabien esta noche.
Traducido por Laura
La respiración de Renata se paralizó con el sonido de la maldición murmurada de Nikolai. Ella extendió la mano hasta el interruptor de la luz cerca de la puerta abierta del dormitorio de Yakut. Lentamente la encendió.
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