– Tengo guardaespaldas las veinticuatro horas del día -mentí, ya que no quería que se preocupase por mí. Estaba hasta el cuello con sus problemas-. Y sabes que Amelia es una poderosa bruja. No te preocupes.
Se quedó mirándome, pero no creo que me viese en absoluto.
– Tengo que irme -dijo abruptamente-. Quería asegurarme de que estabas bien.
– Vale… Muchas gracias. -Estaba buscando una forma de redondear esa respuesta tan escueta, cuando Niall desapareció de repente de mi salón.
Le había dicho a Tray que llamaría a Jason. No estaba segura de lo sincera que había sido al respecto en ese momento, pero ahora sabía que no me quedaba más remedio. Tal como yo lo veía, el favor de Alcide había expirado; le había pedido ayuda a Tray y éste había quedado fuera del desempeño de su tarea. Ni en broma iba a solicitar que el propio Alcide viniera a cuidar de mí, y tampoco me encontraba cerca de ninguno de los miembros de su manada. Respiré hondo y marqué el número de mi hermano.
– Jason -dije cuando descolgó.
– Hermanita. ¿Qué pasa? -Parecía extrañamente sobresaltado, como si acabase de experimentar algo emocionante.
– Tray ha tenido que irse, y creo que hoy necesitaré algo de protección -dije. Hubo un prolongado silencio. No se apresuró a interrogarme, lo cual era muy extraño-. Me preguntaba si podrías acompañarme. Hoy mi idea era… -empecé, pero luego traté de imaginar cuál era. Resultaba difícil tener una buena crisis cuando la vida real insistía en estar latente-. Bueno, tengo que ir a la biblioteca y recoger un par de pantalones en la tintorería. -No había comprobado la etiqueta antes de la compra-. Tengo que hacer el turno de día en el Merlotte's. Creo que eso es todo.
– Vale -dijo Jason-. Aunque esos recados no parecen muy urgentes. -Otra larga pausa, y entonces añadió de repente-: ¿Estás bien?
– Sí -dije con cautela-. ¿Por qué no iba a estarlo?
– Esta mañana ha pasado una cosa de lo más extraña. Anoche, Mel se quedó a dormir en mi casa, ya que estaba fatal cuando me lo encontré en el Bayou. Esta mañana, temprano, llamaron a la puerta. Fui a abrir y había un tipo muy raro, no sé, estaba como loco. Lo más curioso de todo es que se parecía mucho a mí.
– Oh, no -dije, sentándome de golpe en el taburete.
– No estaba bien, hermanita -continuó Jason-. No sé qué le pasaba, pero no estaba bien. Se puso a hablar como si supiésemos quién era. No paraba de decir locuras. Mel intentó interponerse entre él y yo, y lo arrojó a través de la habitación, llamándolo asesino. Podría haberse roto el cuello si no hubiese aterrizado en el sofá.
– Entonces Mel está bien.
– Sí, está bien. Bastante cabreado, pero ya sabes…
– Claro. -Los sentimientos de Mel no era lo que más me importaba en ese momento-. Bueno, ¿y qué hizo después?
– Dijo no sé qué chorrada sobre que ahora que estaba cara a cara conmigo comprendía por qué mi bisabuelo no quería saber nada de mí, y que todos los mestizos deberíamos estar muertos, pero que estaba claro que éramos parientes, y había decidido que debía saber lo que pasaba a mi alrededor. Dijo que era un ignorante. No entendí gran cosa, pero sigo sin saber lo que era. No era vampiro, y, por su olor, sé que no era ningún cambiante.
– Estás bien, eso es lo importante, ¿verdad?-¿Me habría equivocado al mantener a Jason fuera de todo el asunto de las hadas?
– Sí -dijo, en un tono de voz de repente cauto y afectado-. No vas a contarme de qué va todo esto, ¿verdad?
– Ven a casa y hablaremos de ello. Y, por favor, no abras la puerta a nadie a menos que estés seguro de quién se trata. Ese tipo es peligroso, Jason, y no le importa a quién le haga daño. Creo que Mel y tú habéis sido muy afortunados.
– ¿Estás con alguien?
– No, desde que Tray se marchó.
– Soy tu hermano e iré siempre que me necesites -afirmó Jason con una inesperada dignidad.
– Te lo agradezco mucho -dije.
Al final fueron dos por el precio de uno. Mel vino con Jason. Resultó extraño, ya que tenía algunas cosas familiares que hablar con mi hermano, y me era imposible con Mel delante. Con un tacto que no me habría esperado de él, le dijo a Jason que tenía que irse a casa a por una bolsa de hielo para el hombro, que presentaba un feo moratón. Cuando Mel se fue, invité a Jason a que se sentase al otro lado de la mesa de la cocina, y le confesé:
– Tengo algunas cosas que contarte.
– ¿Sobre Crystal?
– No. Aún no sé nada de lo suyo. Es sobre nosotros. Sobre la abuela. Te va a costar creerlo. -Le advertí justamente. Recuerdo el enfado que había sentido cuando mi bisabuelo me contó cómo mi abuelo y hada mestizo Fintan había conocido a mi abuela, y cómo ella había acabado teniendo dos hijos suyos, nuestro padre y nuestra tía Linda.
Ahora, Fintan estaba muerto (asesinado), como nuestra abuela y nuestros tíos. Pero nosotros vivíamos, y conservábamos una diminuta parte feérica, lo que nos convertía en objetivo de los enemigos de nuestro bisabuelo.
– Y uno de esos enemigos -dije, después de contarle la historia familiar- es nuestro tío abuelo medio humano, Dermot. Les dijo a Tray y a Amelia que se llamaba Drake, supongo que porque suena más moderno. Dermot se parece mucho a ti, y es quien se presentó en tu casa. No sé qué se trae entre manos. Se unió a Breandan, el gran enemigo de Niall, a pesar de ser mestizo y, por ello, exactamente lo que Breandan más odia. Así que, cuando dijiste que parecía que estaba loco, creo que diste con la respuesta. Parece que quiere conectar contigo, pero también te odia.
Jason permaneció sentado, mirándome. Se había quedado completamente inexpresivo. Todos sus pensamientos estaban sumidos en una especie de atasco de tráfico. Finalmente dijo:
– ¿Me estás diciendo que intentó acercarse a ti a través de Tray y Amelia? ¿Y ninguno de los dos sabía lo que era?
Asentí. Hubo otro silencio.
– ¿Y por qué quería conocerte? ¿Quería matarte? ¿Por qué necesitaría conocerte primero?
Buena pregunta.
– No lo sé -admití-. A lo mejor sólo quería ver qué aspecto tengo. A lo mejor no sabe lo que de verdad quiere. -No daba con una razón convincente, y me pregunté si Niall aparecería para explicármelo. Probablemente no. Tenía una guerra entre manos, por mucho que ésta se estuviese librando lejos de la percepción humana-. No lo entiendo -pensé en voz alta-. Murry se presentó aquí mismo para matarme, y era un hada puro. ¿Por qué se comporta Dermot, que está en el mismo bando, de forma tan… indirecta?
– ¿Murry? -dijo Jason, y cerré los ojos. Mierda.
– Era un hada -respondí-. Intentó matarme. Ya es historia.
Jason sacudió la cabeza en aprobación.
– Vale, Sookie -dijo-. Veamos si lo comprendo. Mi bisabuelo no ha querido conocerme porque me parezco a Dermot, que es mi… tío abuelo, ¿verdad?
– Sí.
– Pero al parecer le caigo algo mejor a Dermot, porque lo cierto es que vino a mi casa e intentó hablar conmigo-
Tenía que dar crédito a Jason por esa interpretación de la situación.
– Sí-dije.
Jason se puso de pie de un salto y rodeó la cocina.
– Todo esto es por culpa de los vampiros -espetó. Me atravesó con la mirada.
– ¿Por qué lo dices? -Eso no me lo esperaba.
– Si no hubiesen salido a la luz, nada de esto estaría pasando. Mira todo lo que ha ocurrido desde que salieron por la tele. Mira cómo ha cambiado el mundo. Ahora hemos tenido que salir nosotros. Las siguientes serán las jodidas hadas. Y las hadas no traen nada bueno, Sookie; Calvin me ha advertido en su contra. Crees que son todo belleza, dulzura y luz, pero no es así. Me ha contado historias suyas que te pondrían los pelos de punta. Su padre conoció a un par de ellas. Por lo que dice, estaríamos mejor si estuviesen muertas.
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