– Briony -dijo Ken suavemente-. Jack y yo prometimos que te traeríamos a tu hermana y lo hemos hecho. Esta es Marigold… Mari.
Los ojos de Briony se llenaron de lágrimas.
– Lo siento. No puedo dejar de llorar. Estoy segura que es el embarazo. Estoy tan feliz de que hayas venido al fin.
Mari simplemente la miró, embebiéndose de ella, casi no podía creer que estuvieran en la misma habitación.
– Mírate. Pareces feliz.
– Estoy feliz. -Briony se secó las fluyentes lágrimas-. Whitney hizo algo a mi memoria, y no puedo pensar sobre mi pasado sin sentir dolor. No podía recordar nada, pero tan pronto como lo hice, traté de encontrarte. -Dio dos pasos más cerca pero se paró de nuevo, temerosa del rechazo.
Mari tomó un paso hacia ella.
– Whitney hizo eso a cualquiera que dejaba el recinto. Le gustaba contarme que sabía donde estabas, y lo que podría hacerte si no cooperaba.
Briony agachó la cabeza.
– Lo siento. Ha debido de ser terrible para ti.
– No -dijo Mari rápidamente-. No lo fue. No realmente. -Dio otro paso hacia su hermana-. No conocía ninguna otra forma de vida, y como un niño, era demasiado excitante. Te eché de menos cada día.
Un riachuelo fresco de lágrimas tornó la cara de Briony en rojo brillante. Jack empezó a cruzar la habitación, pero Mari llegó primero. Reunió a su hermana entre los brazos y la abrazó. Jack se paró, a mitad de camino de su esposa, la garganta trabajándole convulsivamente. Si había una cosa que no podía soportar, eran las lágrimas de Briony.
Ken le dió una taza de café, y se sentaron a la mesa de la cocina mientras sus mujeres estaban juntas, rodeándose con los brazos, en la sala de estar.
Jack se restregó la mano sobre la cara.
– Briony me está matando con sus lágrimas. Espero que Mari pueda hacerla parar.
Ken dentelleó una pequeña sonrisa.
– Te ves un poco pálido, hermanito. ¿Qué vas a hacer cuando se ponga de parto?
– Estoy considerando la idea de dispararme a mi mismo. -Daba golpecitos a la mesa incansablemente-. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo están yendo las cosas?
La sonrisa se esfumó, y por un momento Jack vislumbró dolor deslizándose en las sombras de los ojos de Ken.
– No se va a quedar.
– ¿Seguro?
– ¿Por qué lo haría? Ha conseguido todo por sí misma. No soy exactamente normal. Y no es como Briony, ella no va a aceptar de mi lo que tiene que hacer en todo momento.
Jack casi expulsó café por su nariz.
– ¿Es lo que crees? Briony muy a menudo me dice cómo va a ser, excepto quizás en la habitación, e incluso entonces, le gusta lo que le hago o no lo haría. No te engañes a ti mismo, hermanito, mi mujer pone las normas y la tuya lo hará también.
– Quizás. -Ken no podía contarle a su hermano muy bien lo que conllevaba sentir su piel cortándose en rodajas… aunque quizás Jack ya lo hubiera adivinado. Más de una vez había reparado el daño cuando Ken había sido incapaz de sentir la cuchilla de una sierra atravesándole la mano hasta que era demasiado tarde. No quería llegar ahí y ver piedad en los ojos de Jack-. ¿Oíste algo sobre el senador?
– Está siendo ocultado en un lugar sin revelar. Nadie dice cómo de grave ha sido herido. Nada en las noticias. Ni una mínima cosa sobre que fuera disparado y nada en los medios sobre el laboratorio de Whitney. El general mandó dentro un equipo, pero el lugar está abandonado y todos los documentos parecen estar destruidos. Por supuesto, les llevará semanas peinar todo. Whitney se ha trasladado. -Jack frunció el entrecejo-. Logan llamó por radio la pasada noche para advertirnos que Sean había sido visto por última vez tomando un avión en Montana. Está dirigiéndose aquí. Sabes que lo está.
Ken asintió.
– Estaba seguro que la seguiría, pero no pensé que viniera tan rápido. Coge a las mujeres y vete de aquí, Jack. Me ocuparé de él.
Jack gruñó.
– Como si eso fuera a pasar. Ya he llamado a Logan. Estará aquí en una hora, y él protegerá a las mujeres. Voy a estar apoyándote del mismo modo que lo hacemos siempre.
– Sean no va a parar hasta que ella o él mueran. Lo que quiera que Whitney hiciera a esos hombres les hace creer que tienen derechos sobre las mujeres. No les importa si las mujeres les quieren o no; ella es una posesión.
– Le cogeremos. -Los dedos de Jack tamborilearon contra la superficie de la mesa-. ¿Te has dado cuenta que Whitney no está solo en esto? El padre del senador Freeman está implicado, y Mari dejó caer el nombre de un banquero. Ha visto al menos a dos de los otros, y eso significa que las otras mujeres probablemente los hayan visto también.
– Lo que acrecienta el riesgo para ellas. Whitney y los otros van a quererlas de vuelta por muchas razones. Debería haberme dado cuenta cuando Mari realmente no quería hablar de ellos o dejarme ver cuál era su aspecto cuando estaba pensando en ellos, que ellos planeaban borrarse a sí mismos.
– No puedes condenarlas por no confiar en nadie -dijo Jack.
– No, pero estoy un poco cabreado con Mari. Si me hubiera avisado, podría haber tratado de persuadirlas de que había ayuda para ellas ahí afuera. -Mantuvo la cara apartada de su hermano. Mari estaba pensando en dejarle. Iba a unirse con sus hermanas y seguir con su plan original. Estaba desesperado por encerrarla… pero, ¿cómo?
– Confió en ti con su vida, no sólo con las otras mujeres.
– Hizo eso -Ken asintió, y miró fuera por la ventana mientras sorbía su café.
Una hora después. Logan llegó, con la cara sombría y enfadado.
– Divisé a Sean, estoy muy seguro que era él -dijo-. Se agachó entre los árboles y es demasiado cuidadoso para cometer el mismo error dos veces. No tenía una identificación segura así que no pude sacarle de aquí.
– ¿Cómo de cerca está?
– Cerca, Ken. Se está moviendo rápido. Dime lo que quieres y lo haré.
– Te vas a quedar y proteger a Mari y Briony. Jack va a escalar la montaña y dejar que Sean tome una imagen clara de él. Con suerte pensará que soy yo. Intentaré parecerme a Mari e iré a dar un pequeño paseo, llevándole lejos de la casa hasta el manantial que fluye junto al precipicio. Estoy pensando que hará su intento con Mari. Si no, irá detrás de Jack. De cualquier modo, Jack estará esperando o lo estaré yo.
– Y yo hago de canguro.
– Tienes el trabajo más importante, Logan -dijo Jack, acercándose detrás de ellos-. Si algo le sucede a Briony no seré bueno para nadie nunca más.
– Me siento del mismo modo con Mari -añadió Ken-. Si logra pasar sobre nosotros, tienes que matarle. Sin importar qué, tiene que morir.
Logan asintió y miró a las dos mujeres mientras entraban en la habitación.
– ¿Por qué las caras lúgubres? -preguntó Briony.
Jack tomó su mano con un tirón hasta que su cuerpo más pequeño descansaba contra el suyo.
– Vas a tener que bajar al túnel, Bri. Tenemos un visitante desagradable y no podemos tomar ningún riesgo. Toma tu bolsa de emergencia y vete con Mari y Logan.
Mari frunció el ceño y meneó la cabeza.
– Es Sean ¿verdad? Nos ha encontrado.
– Eso es cierto, cariño, y tienes que empezar a moverte -dijo Ken-. Ve con tu hermana y Logan. Nosotros nos haremos cargo de esto.
– ¿Qué? ¿Piensas que voy a esconderme mientras tú y tu hermano ponéis vuestras vidas en riesgo por mí? Piensa de nuevo -dijo Mari bruscamente, los ojos oscuros destellando. Parecía furiosa-. Sean es mi responsabilidad, no vuestra.
– Ni de coña. Métete en el maldito túnel, Mari, donde no tenga que preocuparme por ti mientras me ocupo de este bastardo.
– Voy a permanecer contigo.
Una alarma lumínica se activó en la casa. Una suave alarma zumbaba. Jack y Ken enviaron a Logan una rápida, dura mirada.
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