De repente, sintió un revoloteó en su mente y reconoció el toque de Cami, pero no tenía la fuerza para responder, aunque sabía que causaría desasosiego en la otra mujer. Habrían sentido sus miedos. Y desde luego, habrían sentido el aumento de la energía psíquica… cualquier psíquico lo habría notado. No había manera de contener ese tipo de poder.
Sentía la mente agotada, el cuerpo tan pesado como el plomo. No podía imaginarse cómo se sentía Ken, pero tenía que estar peor. La cabeza le palpitaba con uno de los peores, y más descontrolados dolores de cabeza que alguna vez había experimentado, usar la telepatía y otros talentos psíquicos a menudo los causaban. El corazón le latía demasiado fuerte y rápido, estaba mareada y enferma.
Se imaginó a Ken tumbado en el suelo, en algún lugar del gran complejo, rodeado de enemigos, vulnerable al ataque, y el cuerpo perlado de sudor. Apenas podía respirar por la necesidad de saber que estaba vivo, bien y a salvo. No podía tocar su mente, y estaba segura que si él pudiera tocar la suya para reconfortarla, lo habría hecho. Sólo podía estar tumbada allí, aterrorizada por él, imaginando lo peor sin poder ayudarle.
Nadie podría haber gastado esa cantidad de energía y no tener tremendas repercusiones físicas. Lo había dado todo para salvarla. Se oyó sollozando. El pecho subiendo y bajando. La conmovió estar sollozando en el catre. No pequeñas lágrimas, sino llorando en voz alta para que la oyera todo el mundo. Nunca había hecho esto. Nunca . Era un soldado, adiestrada para la supervivencia. Nunca, nunca, des munición al enemigo en tu contra, y desde luego, nunca les des la satisfacción de meterse con tus emociones.
Todo entrenamiento parecía haber desaparecido en ese instante, dejándola sin control. Necesitaba saber que él estaba a salvo. ¿Cómo era posible que su conexión se hubiera fortalecido tanto que ya no era tan solo sexo? Pensaba que podía haber momentos en su vida que haría que el resto fuera tolerable, pero el estar con Ken Norton lo había cambiado todo. Ella había cambiado. Le había mostrado que la vida podía ser diferente, que podía haber esperanza para ella, podía tener sueños.
Durante unas buenas dos horas estuvo tumbada en la oscuridad, preguntándose si estaba vivo. Por primera vez en su vida, rezó. Whitney les había enseñado a creer sólo en la ciencia y que la gente que creía en un poder más alto eran personas que necesitaban un apoyo. No había tal cosa como Dios, o un salvador, o incluso, un modo de vida aparte de la disciplina y el deber. Había sido adoctrinada desde niña en la creencia de que aquellos que eran piadosos y compasivos, eran borregos, gente esperando que alguien con inteligencia y poder los guiara.
La mayor parte de su vida, se había creído una fracasada porque no estaba estrictamente apegada a las enseñanzas de Whitney. Amaba a sus hermanas, y la mayor parte de lo que ella era, deseaba protegerlas y estar con ellas… no por su tremendo sentido del deber. Nunca había creído en nada excepto en sus hermanas, pero ahora, por si acaso, rezó. Y luego, como si realmente alguien hubiera escuchado su súplica (sin ruido, sin nada que la advirtiera) casi se muere del susto cuando la puerta se abrió y un hombre se deslizó dentro.
– ¿Ken? -lo llamó con voz ronca, todavía incapaz de levantar la palpitante cabeza de la almohada. Era él, amplios hombros, brazos como el acero deslizándose a su alrededor, acercándola. Volvió la cara húmeda por las lágrimas contra su pecho. Se derrumbó en la cama y se percató que él estaba temblando de debilidad-. ¿Cómo lograste llegar aquí? Todavía no puedo moverme.
– No tienes que moverte; acabo de unirme a ti. Mi cabeza parece a punto de explotar. -Se estiró sobre la cama a su lado, las manos recorriéndole el cuerpo para asegurarse de que estaba de una pieza-. Tu coraje me aterroriza. -En verdad le humillaba. Soportar las cosas que había soportado durante toda su vida, permanecer allí y enfrentar a Sean y lo que él tenía la intención de hacerle, entregarse completamente a Ken, un hombre que ella sabía era totalmente peligroso -quizás más- era incluso más de lo que podía comprender.
De repente se tensó.
– Oh, Dios, nena, estás llorando. Vas a romperme el corazón. Se ha ido. Estás a salvo. Estás a salvo conmigo.
Envolvió su cuerpo protectoramente, sintiendo sus temblores y la cara húmeda por las lágrimas contra el pecho. Los dedos enterrados en el espeso pelo mientras la atraía tan cerca como podía, tratando de escudarla de cualquier otro daño.
– Lo siento, cariño. Traté de llegar aquí lo más pronto posible. Te hacen atravesar un infierno y yo no estaba aquí. -Con su llanto no podía respirar. El pecho tenso, la garganta áspera y el pánico en aumento-. Para. -Las manos acariciándole el pelo. Una lluvia de besos sobre su cara y lamiéndole las lágrimas en un esfuerzo por detenerlas-. Lo intenté. Juro que lo intenté.
– Estabas aquí, Ken, lo estabas; me salvaste cuando pensaba que no era posible. -Ahora que estaba con ella, sano y salvo, debería ser capaz de dejar de llorar, pero por alguna razón, tenía las compuertas abiertas y fue peor, alternando entre el hipo y el sollozo, aferrándose a él como una niña. Mari sabía que se avergonzaría por la mañana, pero el abrigo de la oscuridad le dio el coraje para ser honesta-. Estaba tan asustada por ti.
– ¿Asustada por mí ? -Ken cubrió con más besos la cima de su cabeza y descendió por la cara. Rozó con los dientes la barbilla y luego le besó las comisuras de la boca-. Estaba a salvo. Eras la única en peligro. Pensé que me volvería loco. -Le rozó las lágrimas con los pulgares.
Mari se esforzó en recuperar el control. No estaba bromeando; estaba muy conmocionado por sus lágrimas. Le tomó varias profundas respiraciones recuperar la calma.
– ¿Se ha dado cuenta Sean que utilizaste el control de la mente en él? Porque si lo hizo, Whitney sabrá que probablemente yo no pude haberlo hecho, se podría volver loco y matarnos a todos.
– No, no tiene ni idea. Tú lo sabes porque me detuve antes de darte la orden de olvidar qué te había pasado. Puedo implantar recuerdos.
– ¿Lo hiciste con Sean?
– Para protegerte, sí. Cree que tuvisteis relaciones sexuales. Cree que cooperaste con él. No quiero que vuelva por la mañana.
– ¿Cómo pudiste hacerle creer eso?
– Fue bastante fácil. Sus deseos eran muy poderosos, y las imágenes de ti desnuda en su mente eran vívidas. No fue difícil manipularlo una vez que estuve conectado a él. No quería, Mari, pero sentí que no tenía opción. Fue en la única cosa que pude pensar, además de matarle, para protegerte. Y si lo mataba, Whitney descubriría que nos habíamos introducido en su fortaleza. Amañé a Sean y si tenemos suerte, será cuidadoso cuando le dé una prueba a Whitney.
– ¿Me estás pidiendo perdón? -Echó la cabeza hacia atrás lo suficiente para mirarlo, conmocionada que estuviera disgustado cuando lo que él había hecho le había costado muchísimo.
– Lo siento, nena. Es un enemigo poderoso, y debería haber encontrado una forma mejor de eliminarlo permanentemente, pero sólo tenía unos pocos segundos para tomar una decisión y eso fue todo lo que me vino a la mente si queríamos a tu familia a salvo. -Y había estado angustiado y maldiciendo sobre esa decisión cada instante desde entonces. Quería a Sean muerto. Necesitaba a Sean muerto, pero tenía que vivir con el hecho que había dejado vivo al bastardo y Mari no estaba a salvo.
– No tengo ni idea que habría hecho si no me hubieras ayudado -dijo. Los dedos nerviosos le rozaron el pelo, en una caricia inconsciente. Enterró la cara contra la calidez de su cuello-. Whitney dijo que el senador viene hacia aquí, que en concreto pidió hablar conmigo. No tengo ni idea por qué preguntaría por mí, pero Whitney estaba realmente enojado. Tengo la seguridad de que es por eso que me envió a Sean esta noche.
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