Cami tocó la mano de Mari en un esfuerzo por consolarla. Una inundación fresca de lágrimas quemó detrás de los párpados de Mari, luchó por contenerse, mantener su cara tranquila cuando estaba hecha pedazos.
– Pienso que podemos prescindir de la presencia de Camelia. Llévenla de nuevo a su cuarto. -Había un filo en la voz de Whitney, como si su paciencia se estuviera acabando.
El doctor comenzó a hablar en su grabadora, una descripción lenta y cuidadosa de cada pulgada de su cuerpo. Era una narrativa desapasionada, una clínica descripción que sólo sirvió para hacer que la situación pareciera peor.
Sintió un aliento a lo largo de su cuello, un susurro de un toque contra su garganta. Jódelos, Mari. Piensa en mí. Piensa en nosotros. Puedo llevarte lejos de ese cuarto y de aquellos viejos verdes. Este es probablemente el único modo en que pueden acabar, atando y exponiendo a una mujer de esa manera. Eres tan hermosa que tienen miedo de tocarte, y eso ahora mismo está bien. Yo tendría que matarlos y esto significaría revelar el gran plan. Ahora si yo te atara, no sonaría como un reptil muerto, yo te jodería tan caliente que probablemente me deshonraría. Y probablemente no debería ni haber soplado la palabra. Infiernos, mujer, ni siquiera puedo pensar en ti sin ponerme duro como el infierno.
La voz de Ken se deslizó en su mente, un susurro jocoso que la hizo querer reírse.
Luchó para mantener la energía sólo en una línea, lejos de todas las demás, pero aún si la descubrieran, sospecharían que se comunicaba con las otras mujeres. ¿Puedes realmente alejarme de este cuarto mientras ellos hacen esto ?
Ken descansó su cabeza en su brazo. ¿Qué podría darle para que se desligara, mientras Whitney y su patético doctor la torturaban? Había una hipótesis, pero no sería hoy. Su equipo estaba en el lugar. Ahora que habían encontrado el refugio diabólico, tenían que preparar un plan para sacar a las mujeres vivas. Whitney no vacilaría en matarlas y destruir todas las pruebas de su investigación. Ken no tenía duda de que el complejo entero estaba alambrado para hacerlo volar si fuera descubierto.
¿ Ken ? Su voz era inestable. Su cólera golpeaba en ella. Golpeando en su cabeza de manera que esta palpitaba.
Lo lamento nena, sólo me concentré demasiado en tu situación.
No podían entrar solamente disparando sus armas, pero Peter Whitney, con todo lo que Lily había dicho, tenía que morir. No podían permitirle seguir con sus viles experimentos. Solo podía imaginar como se sentía Mari. Este lugar había sido su casa, aquel hombre su única guía estable, y de todos modos era tratada de la misma manera que Ekabela lo había tratado a él. Desnudándolo completamente, deshumanizándolo, despojándolo de su orgullo de su decencia y reduciéndolo a algo menos que un animal.
Mari olía la selva, sentía el calor y la humedad de las gotas de lluvia en su piel. La sensación era real, tanto que oyó el grito de un mono y la llamada persistente de las aves. Mantuvo sus ojos cerrados, sabiendo que veía un recuerdo de Ken debido a un descuido provocado por lo que sentía. El olor de sangre atacó sus fosas nasales y probó el sabor cobrizo en su boca. Una cara estaba allí, un hombre con los mismos ojos muertos de Peter Whitney, y el cuchillo en su mano estaba cubierto de sangre. Ken estaba estirado, atado fuertemente con delgados alambres que cortaban su piel.
Mari no había notado que tuviera cicatrices en sus muñecas y tobillos, pero con este pequeño vislumbre de su pasado, estaba segura que las tenía. ¿Por qué no había notado algo tan importante?
Bebé. Susurró con cariño como una caricia física. No podrías notarlo con todas las demás cicatrices. Siento haberte llevado ahí. Fue un accidente.
Lo sé. Lamento que yo no pudiera confortarte. Porque al lado de lo que él había aguantado, los castigos humillantes de Peter Whitney eran cosas de niños. Y esta era una forma de castigo más que un registro documentado para Whitney. Había dejado el complejo sin permiso, y esto era una cosa que ella sabía que él odiaba. Pero no se agachaba delante de ella, desapasionadamente cortando con un cuchillo muy afilado su piel mientras los demás se agrupaban a su alrededor riéndose y burlándose.
Mujer, se supone que te consuelo, no que compartimos recuerdos.
El recuerdo me estabilizó. Puedo pasar por esto. Odiaba la idea de que vieran las marcas que me dejaste en el cuerpo y que supieran como las habías puesto. Pensé que convertirían algo especial en algo totalmente diferente, pero estoy orgullosa de las marcas que me dejaste. Que se joda Whitney. No va a alejarte de mí.
Otra vez sintió la caricia de sus dedos a lo largo del cuello, como si la acariciara como a un gatito. Bien por ti. Ese hombre no puede llevarse nada de lo que hicimos o tuvimos juntos, no es nada Mari, nada en absoluto. Estoy contigo. Aquí mismo. No puede separarnos ahora, no importa cuanto lo desee. Te tomé en la selva, y puedo tomarte en algún sitio mucho mejor. Pero, amor, tengo que ser capaz de imaginarte con ropa. Me estás matando.
Otra vez quiso reírse y tuvo que mantener su expresión exactamente igual. Le costó mucha disciplina, pero lo consiguió. No podía creer que la hiciera querer reírse cuando estaba expuesta y vulnerable con Whitney y su doctor disecándola como un bicho, bien quizás no disecándola. Ken había sido disecado, cortado en trocitos, despojado de su dignidad y luego de la piel de su espalda. No se imaginaba el dolor o la rabia o la completa desesperación. Era la peor desesperación, sentirse totalmente indefenso.
Whitney estaba loco. Le había tomado años reconocerlo -para todos ellos admitirlo- porque eran totalmente dependientes de él para todo. No tenían verdaderamente ningún contacto con el mundo exterior ni podían ir a alguna parte para evitar las demandas interminables y los experimentos. Con el recuerdo del pasado de Ken, se sentía más relacionada con él, y la unión se sentía más íntima. Se agarró a su mente, queriendo que la mantuviera centrada.
El sexo es grandioso contigo. Estaba alegre con todo su ser -habían tenido buen sexo y esperaba tener más- pero por otra parte, quería importarle más que en ese nivel.
Sí, el sexo es grandioso mientras es con mi compañera. No he tenido exactamente mucho de eso últimamente. No pensé que pudiera.
Había tal honestidad en su voz, que sintió que las lágrimas la quemaban otra vez y tuvo que luchar para no traicionarse. No tenía que decírselo, pero lo entendía. Había sido lastimado y cortado, cuando él estaba totalmente erguido, tenía que doler. ¿Es doloroso ?
Hubo un pequeño silencio y se encontró conteniendo su aliento. Sabía que no quería contestar, que sopesaba sus palabras.
Ken suspiró y miró arriba al cielo. Sabia que llegaría el momento en que le tendría que explicar esto, confesarle que no era sólo su cara la que revelaba al monstruo, que Ekabela había traído a aquel monstruo a cada aspecto de su vida.
Maldición no se lo iba a decir, no cuando estaba estirada en una mesa y algún hijo de puta fotografiaba las marcas que había dejado en el interior de sus muslos.
No tienes que decírmelo…
No es eso. No quiero que te alejes de mí.
Hubo una impresión de risa. Estoy amarrada en este momento.
Le envió una impresión de un gemido. No digas amarrada. Sabes lo que me pasa al minuto en que lo dices. Las cosas que podría hacerte, el modo en que podría hacerte sentir.
La risa en su mente fue como una caricia, frotando todo su cuerpo hasta que lo sintió por todas partes, hasta que lo sintió en su alma. Sí, hay dolor, pero de un modo bueno. No hay mucha sensación por regla general, y cuando estoy lleno y listo, la piel se estira tan firmemente apretando que me toma mucho para estimularme. Soy áspero y tengo que serlo. La cosa es, Mari … Se sentía como un pervertido. Era la última persona que ella necesitaba a su alrededor.
Читать дальше