La puerta se abrió. Mari se puso rígida. Aunque estaba de espalda a la puerta, supo el momento en que Peter Whitney entró en el cuarto. Había un olor distinto en él que no podía identificar completamente, algo… apagado.
– Bien, bien -dijo el doctor a Whitney como saludo-. Nuestra pequeña Mari metida en problemas como de costumbre. Has sido retirada de la aventura.
Mari no tenía idea de lo que Whitney había dicho, pero no iba a darle algo gratis. Se dio vuelta, estirándose perezosamente, esforzándose por parecer aburrida.
– Soy un soldado. Sentarme a esperar al idiota de Brett era aburrido. Me arriesgué y fui por un poco de acción. Es para lo que fui entrenada.
– Estás entrenada para seguir órdenes -corrigió Whitney-. Rose, sal ahora.
Rose apretó el brazo de su compañera. Su cuerpo bloqueó el gesto. Sin una palabra salió del cuarto, dejando sola a Mari con Whitney y Sean.
– Sean me dice que necesitas la píldora del día siguiente para estar seguros que no estás embarazada. ¿Has estado confraternizando con el enemigo?
Ella levantó la cabeza y lo miró fijamente a los ojos.
– Ken Norton. Fue quien me disparó. Parece que también lo hizo parte de su programa. -Vio el cambio en su expresión. Euforia. Esperanza. Las emociones jugaban detrás de su expresión superior. La quería embarazada de Ken Norton.
– ¿Entonces Sean tiene razón y podrías estar embarazada? -Whitney sabía su ciclo mejor que ella.
Mari se encogió de hombros.
– Tuvimos sexo. Supongo que podría pasar.
Whitney la estudió con la misma indiferencia que había notado cuando estudiaba a sus animales en el laboratorio.
– Esperaremos unos días y la examinaremos.
Sean avanzó agresivamente.
– No. De ningún modo. Si esperamos, será demasiado tarde y tendrá que abortar.
– Norton tiene un código genético extraordinario -dijo Whitney-. Entrenado en el Centro, el niño podría ser todo lo que hemos estado esperando. No, esperaremos y veremos. Mientras tanto, Mari, necesita un chequeo para determinar si sus heridas de todos modos pueden perjudicarle, y por supuesto, estará encerrada durante unos días para estar seguros de que no tenemos una repetición de este incidente.
Si pudiera establecer que había desertado por motivos de inactividad, que la rebelión entre las mujeres era sobre todo debido al aburrimiento, él podría entenderlo. Whitney los había educado en un ambiente militar, y estaba preparado para razonar que después de tener ejercicios físicos y aprender sobre armas durante horas cada día, no podrían solo estar sentadas.
– Necesito acción. Doctor Whitney. ¿Espera que me quede sentada porque un hombre me golpeó? Me volveré loca. Soy un soldado. Al menos déme algunos ejercicios de formación. Las otras mujeres sienten lo mismo.
Él se rió de ella, una fría y vacía sonrisa.
– ¿Quieres que crea que la inactividad es la razón por la que ha estado causando tantos problemas últimamente?
– Algunas veces traté de hablarle -fulminó con la mirada a Sean como si no le hubiera llevado los mensajes al doctor-. No me dejaban acercarme.
– ¿Y tu rechazo a Brett? ¿También era aburrimiento?
Mari frotó la palpitación de su cabeza.
– Brett es un asno. No quiero tener a su bebé. Dejé esto muy claro. No es tan inteligente como usted parece pensar. Y es demasiado fácil hacerle perder los nervios. Mi niño siempre va a estar tranquilo bajo el fuego. Nunca la he perdido durante una misión, ni una vez. Leí el archivo de Brett, y tiene cuestiones que mejor no pasar a la siguiente generación.
– Bien pensado Mari, como siempre -dijo Peter Whitney-. ¿Y tienes objeción en tener un niño de Ken Norton?
– No tengo ninguna, aunque me gustaría leer su archivo si tiene uno. Por lo que puedo ver, tiene extraordinarios talentos psíquicos, y ha ganado una reputación como uno de los mejores francotiradores en el negocio. Me lo dijo Sean.
– No lo hice.
– Estaba en tu mente cuando te pregunté sobre Norton.
– ¿Quiere qué crea que dejaste esta instalación a fin de participar en una misión porque estabas aburrida?
Lo miró sin estremecerse.
– Sí. Y lo haré otra vez en la primera oportunidad si me hace seguir viviendo como hasta ahora. Nadie puede vivir así. Tenemos que correr y seguir trabajando en nuestras habilidades, tanto físicas como mentales. Nos estamos volviendo locas sin hacer nada todo el día.
Whitney levantó una ceja.
– Supongo que podríamos fingir que no me has amenazado con cortar mi garganta en la primera oportunidad que tengas y que la única razón de que no lo has hecho es porque he comprado tu cooperación sosteniendo un arma en la cabeza de las otras mujeres, tus aburridas hermanas soldados.
Mari, silenciosamente maldijo su gran boca. Lo había amenazado en muchas ocasiones, queriendo decir cada amenaza. Whitney no iba a comprar su acto de cooperación. Intentaría otro recurso. Mari bajó la mirada a sus manos esposadas, tratando de parecer regañada. Sean gruñó con incredulidad y ella le lanzó una rápida mirada.
– Hay una cosa más que debería saber. Encontré a Lily. Encontré a su hija. Salvó mi vida. -Deprisa alzó la vista para ver la expresión de su cara.
Hubo un largo silencio. Whitney estaba de pie sin moverse o hablar, parpadeando como si estuviera confundido.
– ¿Doctor Whitney? -Sean rompió el silencio-. ¿Necesita un vaso con agua?
Whitney sacudió la cabeza.
– Lily es brillante. Últimamente he estado tan orgulloso de su trabajo. Ella fue una principiante rápida y muy astuta. ¿Parecía sana?
Mari asintió.
– Parece muy sana y es obviamente feliz.
– Y embarazada. ¿Por qué no me dijo de su embarazo? -Whitney se inclinó, pegando su cara cerca de la suya, con ojos furiosos. Podía enfadarse notablemente cuando alguien frustraba sus proyectos. Y ahora estaba enojado.
– No tuve oportunidad, y no sabía si estaba enterado, y quise decírselo suavemente. Sé que la buena crianza es importante para usted, y yo estaba… asustada. -Dejó que su voz se calmara intentando parecer indefensa y apenada. No era buena en esta mierda de ser actriz. Preferiría hervir en aceite a fingir preocupación y ser una pequeña muchacha de mirada nerviosa.
Rose le aseguró que lo de la muchacha funcionaba, sin embargo, se sentía al borde de la desesperación. Ellas le dijeron que los soldados siempre se enamoraban de ella, y Whitney se sentiría repugnado y se alejaría. Las otras mujeres realmente tenían mucha práctica en parecer llorosas. Todas se habían reído de ella, y ahora mismo lamentaba no haber prestado más atención a sus lecciones. Realmente, quería que Whitney se alejara
– ¿Vio a su marido?
Mari otra vez asintió. Una cosa que había aprendido sobre Whitney durante todos estos años consistía en que tenía pocas habilidades sociales. Rara vez se molestaba en leer a la gente, seguramente no lo bastante para saber si decían la verdad o no. Si pudiera decirle lo que quería oír… Eligió sus palabras con cuidado.
– Sí, es definitivamente un buen soldado y psíquicamente talentoso. -Mantuvo su tono renuente.
– Pero… -presionó Whitney.
– Dudo que sea su igual intelectual.
– ¿Por qué lo piensas?
Whitney nunca antes había preguntado su opinión. Esta era una pregunta de broma; lo sabía por su tono y la mirada aguda que le dirigía.
– No tengo ni idea.
– Lily es incuestionablemente brillante.
– Como dije salvó mi vida. Ha descubierto que el Zenith mata si se queda en nuestros sistemas demasiado tiempo, pero usted ya debe saberlo.
– Por supuesto.
– ¿Y los riesgos son aceptables porque…?
– No tengo que contestarle.
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