El aliento de Saber se le atascó en la garganta. Sabía que eso era un lanzagranadas y no quería participar en eso.
– Va por mi oficina -le informó Jess.
Saber se imaginó oyendo el clic distintivo y luego el golpe mientras la granada era enviada cruzando velozmente el vestíbulo hacia la puerta de la oficina. La casa se agitó mientras la puerta de la oficina explotaba hacia dentro.
Otra vez Jess atrajo a Saber cerca de él cuando la ola de energía se precipitaba sobre ellos. Jess estudió al soldado en el rellano.
– Él dirige todo. Mira, se queda a cubierto por si acaso alguno de los dos que vienen de la cocina pisan un interruptor. Ha perdido a tres hombres y sabe que la casa está cableada, pero es tan frío como un pepino. Va a sentarse allí arriba con su pequeño lanzagranadas, a salvo mientras todos los demás corren riesgos.
– ¿Vamos a salir de aquí en cualquier momento pronto? -Preguntó Saber.
– Tengo un par de cosas de las que encargarme, cariño.
– ¿Cómo seguir vivo?
En la pantalla parecía una zona de guerra. Ella no quería esperar por ahí hasta que los intrusos volaran la puerta del cuarto de ejercicio.
– Tengo que asegurarme de que la oficina se destruye con todo en ella y tengo que matar a todos esos bastardos. Los polis se asomarán en cualquier minuto y no quiero que ninguno de ellos muera porque huí.
Ella no podía discutir con eso, pero no estaba segura de creerle. El hombre tranquilo, indolente con el que había vivido el año pasado estaba irritado, y no iba a levantarse y correr hasta que no hubiera eliminado a los hombres que habían amenazado a su familia. De una forma extraña le hacía sentirse a salvo saber que él era de esa clase de hombre. Pero también se sentía como si debiera agarrarle y atraerlo a su refugio. Ella no confiaba en sus piernas. No había dado un solo paso, y su silla de ruedas estaba al otro lado de la puerta.
– Uno se está cercano a la oficina. La puerta se ha ido. Veamos si mi mecanismo de seguridad funciona. Todos los datos de los ordenadores deberían estar estropeados más allá de toda reparación incluso si lograran conseguir la unidad de disco duro intacta, pero por si acaso… -Murmuró en voz alta, hablando más para sí mismo que para ella.
Saber se recostó más cerca para mirar fijamente el monitor. El humo y el polvo formaban remolinos espesos. Un soldado llevando puesta una máscara de gas emergió de los escombros y se paró a la entrada de la oficina, mirando fijamente hacia adentro. Se dio la vuelta y contempló al hombre en el rellano, sosteniendo en alto su pulgar para indicar que habían encontrado los ordenadores. Ella sintió que Jess se quedaba quieto, y luego la adrenalina lo atravesó. Los brazos se tensaron alrededor de ella, empujándola contra su pecho, bajando la cabeza hacia la de ella.
La explosión inicial sacudió la casa, el suelo, pero no se detuvo allí. Siguieron más, cada una más fuerte que la anterior. La energía les llegó en una serie de ondas. Saber estaba sintiendo náuseas, su cabeza latía. Aun con la presencia de Jess absorbiendo todo eso, la ráfaga inicial era una sacudida para su cuerpo.
Jess levantó la cabeza para echar un vistazo rápido al monitor y juró. La agarró, por primera vez de pie, levantándola con él, arrastrándola hacia la reja.
– Baja las escaleras, toma el equipo. Muévete rápido, Saber.
Ella no podía ver qué le había alarmado, y no esperó a averiguarlo. Alcanzó tantas armas como pudo, tirando las máscaras de gas al túnel antes de caer por el hueco. Las escaleras eran estrechas y pronunciadas, daban a un túnel muy pequeño. Ella podía caminar en posición vertical, pero supo que Jess nunca podría.
– Jess, no tenemos tu silla de ruedas.
– Puedo caminar. No ganaré ninguna carrera, pero en realidad puedo hacer funcionar mis piernas -ya estaba balanceando su cuerpo a través del boquete y tratando de alcanzar las escaleras con sus piernas, empujando la reja detrás de él-. Vamos, va a volar la puerta.
Ella le observó bajar las escaleras, inclinándose para evitar darse en la cabeza mientras se acercaba al fondo. No iba a bajar corriendo por ese corredor hasta que supiera que él estaba a salvo.
– Ve, maldita sea.
– ¿Estás seguro de que puedes hacer esto?
Él le dio un empujoncito, indicando que debería correr delante de él. Saber giró rápidamente y corrió por la longitud del túnel. Era muy pequeña y podía moverse rápido, pero por lo poco que acababa de observar, Jess aún no estaba estable en sus piernas. También era alto, con hombros anchos. Tenía que encorvarse y girar su cuerpo en un ángulo embarazoso para pasar a través del pasillo sinuoso.
La explosión fue fuerte, reverberando a través del túnel. El humo y el polvo llegaron a montones. Un rastro delgado de luz roja guiaba el camino mientras seguían el corredor profundizando en la tierra. Los lados estaban apuntalados con alambre y gruesas maderas sobre las paredes sucias.
– Están dentro -siseó Jess-. Él que intentó obtener datos de la oficina está tostado y el primero en el cuarto de ejercicio no tendrá una oportunidad, pero todavía tendremos al del lanzagranadas, y no podemos ser atrapados dentro de este túnel.
– ¿Estás seguro de que no obtendrán tus archivos? ¿Qué hay acerca del que tenías sobre mí?
– Lo destruí. Corre, Saber, deja de preocuparte por mí. En otro minuto vamos a tener a alguien disparándonos con un lanzagranadas.
Saber le podía sentir justo detrás de ella, así que aceleró su velocidad. No era particularmente fuerte, pero era rápida. La terapia de genes se había ocupado de eso.
– Tu hermosa casa está siendo destruida. -Había intentado no pensar acerca de eso demasiado, pero la pérdida del primer lugar acerca del que había pensado alguna vez como un hogar era devastadora.
– No tiene importancia.
– La tiene. Es la primera casa que he tenido alguna vez. La amaba. -Su vista se enturbió y se enjuagó los ojos, la máscara de gas golpeando fuertemente contra su brazo.
El túnel se curvó y comenzó a subir otra vez. Podía ver que justo delante la delgada línea roja se detenía abruptamente.
– ¿Dónde? Dime donde ir. -Desaceleró, no viendo nada excepto una calle sin salida bloqueándoles el camino. Parecían atrapados.
Él puso una mano en su hombro y se estiró para sentir por encima de ellos con una mano. Inmediatamente el túnel se hundió en una oscuridad completa. No había ninguna luz entrando de ninguna parte para ayudar con la negrura inexorable.
El aliento se le atascó en los pulmones. Jess parecía más grande que nunca, más sólido. La acercó y puso su boca junto a su oído.
– Nada de esto tiene importancia, lo sabes. Nosotros somos todo lo que importa. Tú y yo. Dondequiera que estemos juntos, Saber, esa es nuestra casa. Amarás la nueva casa que voy a construir para ti.
Se estiró sobre ella otra vez y encontró el picaporte que ocultaba la puerta en el techo. Una cabeza se asomó desde arriba y Ken les sonrió.
– Habéis estado divirtiéndoos sin nosotros -acusó.
Jess atrapó a Saber alrededor de la cintura y la sacó del túnel. Ella parpadeó cuando la luz que se filtraba a través del bosque le golpeó los ojos. La casa estaba en llamas a corta distancia. Ken la atrapó con manos firmes y la atrajo hacia arriba, colocándola a un lado para agacharse a recoger el equipo que Jess tenía.
Saber podía ver que estaban rodeados de hombres de cara adusta, todos sosteniendo armas como si supieran como usarlas. Caminantes Fantasmas. Los Caminantes Fantasmas de Jess. Empezó a observar la casa quemarse, su corazón pesado. Mari dio un paso a su lado y le tomó el brazo.
– Siento lo de tu casa.
La compasión era inesperada, pero por primera vez, se sintió como si realmente pudiera ser una parte de estas personas. No sentía nada excepto una compasión y una determinación para mantenerla a ella y a Jess a salvo. Tal vez, simplemente tal vez, ya estaba en casa.
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