– Shake It Up-.
– Eso es correcto. ¿Ella fue con él? -
– Fue como un aniversario. Un mes. Ella se reunió con él para cenar, después se fueron a la obra. Le dio un pequeño perro de peluche. -
Eve recordó la recogida de animales. -¿Qué tipo de perro?-
– Uno marrón y blanco pequeño. Si usted se frota las orejas dice Te amo. Mamá. -
– Está bien, nena, está bien. Eso es todo, teniente.
– Jo, tú me has ayudado mucho. Tú ayudaste a Deena hablando conmigo, recordando. -
– ¿Lo hice?-
– Sí, lo hiciste. Gracias. -
Jo volvió la cara hacia el pecho de su madre. La Sra. Jennings asintió con la cabeza a Eve, luego apagó.
Eva cogió la bolsa de evidencia, se acercó al escritorio de Peabody. -Puede que tenga algo. Dos programas de mano para una actuación de Columbia, una de sus mejores amigas confirma que Deena asistió con el UNSUB, en mayo dieciséis. -
– ¿Dos? Ella mantuvo la suya. -
– Parece lógico. Yo los estoy llevando al laboratorio ahora, personalmente. Tengo más búsquedas, pero esta unidad no se ocupará de ellas. Estoy trabajando desde casa después de ir al laboratorio-.
– Roarke está en EDD.-
– Mierda. Bueno, voy a verlo en casa más tarde. También tengo que ir por la escena. Le dio a Deena uno de los juguetes de peluche. Podría tener suerte allí. Voy a correr, a conseguir la cosa para el laboratorio a primera hora mañana. -
– Si llego a algo, mientras tanto, serás la primera en saberlo.-
– Sí, haz una secundaria, y agrega un airboard Anders. Negro con franjas de carreras plateadas. Deporte de calle. Es posible que lo haya comprado junto con los zapatos. -
– Lo tengo.-
Eva sacó su vínculo mientras se dirigía hacia el garaje.
Teniente-dijo Roarke.
– Tengo un trabajo de campo, luego voy a trabajar desde casa. Estoy saliendo ahora., ¡ah, Simplemente para tu información. -
Levantó la ceja. -Entonces, supongo que tendré que volver a casa. -
– Lo siento. Cuando lo hagas… vamos a hablar de eso después. -
– Si tú lo dices. Voy a estar allí… con el tiempo. Come algo, y no esperes por mí-, ordenó y cortó la transmisión.
Ella frunció el ceño ante la pantalla en blanco. Estaba molesto cuando lo oyó. No debería haber pedido un trabajo policial si iba a estar molesto porque no podía llevarlo de regreso a casa.
Ella lo cocinó todo el camino hasta el laboratorio, y entró preparada para masticar el corazón de Dickhead, si él le daba algún pero.
– ¿Qué es?- Ladró ante ella. -Es el puto final de la jornada para mí, ya me tienes aquí…- Se detuvo, palideciendo un poco mientras se deslizaba a una distancia segura. -Jesús, Dallas, ¿me acabas de gruñir?-
– Voy a hacer algo más que gruñir. Voy a arrancar tu hígado con mis propias manos y me lo comeré. -Ella golpeó los dos programas de mano sellados hacia abajo. -Uno de ellos va a tener sus huellas. Quiero sus malditas impresiones y a la mierda tu final del turno-.
– Hey, hey, hey. Hubieras utilizado al menos un soborno decente. No es que me gustara tener uno, en virtud de las circunstancias -, añadió a toda prisa. -Simplemente decía-.
Con los hombros encorvados, tomó uno de los programas de mano con las pinzas, lo colocó en una gasa estéril. Corrió un escáner en la parte delantera, introdujo algo en su computadora. Dejó escapar un largo suspiro de sufrimiento.
– Tengo manchas, muchas de ellos, algunas parciales, -un par decentes y eso sólo en la cubierta de uno. ¿Sabes cuántas personas manejan este tipo de cosas? ¿Tienes las personas para compararlos, empaque, embarque, desempaque, distribución, entrega?. -
– Quiero todas las impresiones, y las manchas en ellos, dentro y fuera analizado e identificado-.
– No es un complemento de mierda. Lo haremos, vamos a lograr que se haga, pero no es muy fácil con esta mierda, muchas manos sobre ellos-.
– Sólo consigue las impresiones. Yo voy a hacer la eliminación. -
– Por supuesto que lo harás. -Señaló a donde ella estaba -o se sentaba- en sus trece. -Tenemos lo que pediste esta mañana. He trabajado yo mismo, y puse dos de mis mejores en ella. Hicimos nuestro trabajo, y vamos a hacer esto, también. Así que no saltes a mi garganta. -
Debido a que respetaba su enojo y su orgullo mucho más que su lloriqueo y mentira, ella asintió con la cabeza. -El hijo de puta que mató a Deena MacMasters manejó uno de estos. Tuvo que hacerlo. No tengo una cara, no tengo un nombre. Tengo líneas, avenidas y ángulos, pero no tengo un sospechoso viable. Vamos a llegar el final de las primeras cuarenta y ocho horas, y no tengo ningún sospechoso. -
– Vamos a conseguir lo que necesitas-.
Dio un paso atrás, las manos en los bolsillos. -Dos puestos en caja, al lado de la base tercera, los Yankees, primer partido en casa en julio.-
Él le enseñó los dientes en una sonrisa. -Eso está mejor.-
Qué demonios, pensó mientras caminaba de regreso a su coche. Él se lo había ganado.
Empezó a dirigirse de nuevo a la parte alta, hacia la casa, entonces se dio cuenta que no estaba tan lejos, no realmente, de la nueva casa de Louise en el West Village. Un desvío rápido, y podía cumplir con su deber.
Probablemente Louise ni siquiera estaba en casa. Probablemente. Y si Charles estaba podía decir que paró en el camino a casa para ver si había algo que podía hacer para el sábado.
Ella se había descolgado, y no estaría más de treinta minutos.
Excelente plan. Ella pidió la dirección, que no podía recordar, en el tablero, y comenzó a manejar esquivando, su camino hacia el sector más de moda.
Frondosos árboles, piedra arenisca, ladrillo viejo y pequeños patios delanteros ordenados hacían de este segmento de la Villa Occidental un atractivo barrio. Flores abiertas, perritos haciendo cabriolas en los extremos de la correa en manos de personas que podían permitirse el lujo de pasear en una tarde de lunes a viernes. Vehículos, de la variedad inteligente y brillante, se alineaban en las aceras. Ella consiguió un lugar a dos esquinas de su destino y utilizó el tiempo de caminata para ejecutar probabilidades.
En su perfil, Mira dijo que trabajaba, y puesto que era mejor que el promedio en e-competencias, tal vez trabajaba en ese campo. El equipo dio a la idea algún mérito con setenta y dos puntos de probabilidad.
Va con eso, pensó, si hubiera asistido a Columbia, había tomado cursos electrónicos. Más, sin duda, de lo que se requería para algún grado. Posiblemente, se especializó en algunos e-campos.
Tocaría la fuente allí, pensó, y refinaría su solicitud de búsqueda a Peach Lapkoff para incluir a estudiantes de los estados del sur que se habían especializado en o tenido un fuerte enfoque en e-grados.
Inmersa, podría haber seguido si Louise no la hubiera saludado.
– ¡Dallas! Tienes que ser la última persona que esperaba ver pasar por aquí. -
Distraída, Eve se detuvo, miró por encima. Y allí estaba la novia -la que sería la novia-, con sus cabellos de sol con una gorra de color rosa, con una camiseta manchada de tierra y un par de pantalones de algodón holgados. El médico tenía una especie de pequeña pala en la mano mientras que las flores florecían a sus pies.
– Yo estaba en el barrio. Más o menos. ¿Sabes realmente hacer eso? -Eve señaló al montón de flores que se entendían detrás de una puerta de hierro.
– Yo lo hice. ¿Quién si no lo haría? -Riéndose, Louise se quitó los guantes del mismo color de su gorra. -Yo iba a conseguir a alguien para hacerlo, entonces pensé, por el amor de Dios, si puedo penetrar en el abdomen de alguien, debo ser capaz de cavar en un poco de suciedad. Es muy divertido! -
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