J. Robb - Desaparecida En La Muerte

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Desaparecida En La Muerte: краткое содержание, описание и аннотация

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Una mujer a bordo de un transbordador desaparece en extrañas circunstancias y la detective Eve Dallas se pregunta: si la mujer no saltó y no está a bordo, ¿dónde demonios puede estar?

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– No cojas ideas,- murmuró ella. -Es en la siguiente puerta donde serás útil.- Ella encabezó la marcha y oyó tanto a Roarke como a McNab silbar de placer como algunos hombres lo harían ante la visión de una mujer hermosa.

– El cielo de los obsesos, – supuso. -Selladlo, luego mirad a ver qué podéis encontrar entre todo esto. Peabody, vamos a la segunda planta.-

– ¿Quieres que ponga a alguien para la vigilancia de la calle?- preguntó McNab.

– Él no va a volver. No lo ha hecho desde que cogió esas armas del armario. No necesita este sitio ya.-

– Todavía hay ropas en el armario, – señaló Peabody cuando bajaban. -Las vi cuando comprobé el dormitorio.-

– Te voy a decir qué no vamos a encontrar. No hallaremos nada de sus IDs, ni su efectivo para emergencias, ni tarjetas de crédito o pasaportes.

Ella entró al dormitorio donde la decoración intentaba ser espartana en lo ordenado y hogareño en sus gruesos cojines y tejidos rayados. Ella abrió el armario.

– Tres trajes, negro, gris y marrón. Mira el modo en que están dispuestos, ¿ves los espacios entremedios? Probablemente tiene tres más. Lo mismo con las camisas, los pantalones sueltos. Tomó lo que necesitaba.- Ella se puso de cuclillas, cogió un par de robustos zapatos negros, los giró para revelar los tacones desgastados, las suelas rozadas. -Frugal. Vive cuidadosa, confortablemente, pero sin ningún exceso. Apuesto a que los vecinos van a decir lo buen y agradable hombre que era. Callado, pero amistoso.-

– Tiene divisores en los cajones. Cubos para los calcetines, bóxers, camisetas. Y sí, – agregó Peabody, -parece que hay unos cuantos pares ausentes. El segundo cajón es de ropa deportiva. Camisetas, sudaderas, calcetines de gimnasio.-

– Sigue con ello. Yo iré al segundo dormitorio.-

Cruzando el vestíbulo había una habitación más pequeña decorada en una especie de cubil, Eve abrió otro armario. Ella encontró pelucas, maletines de maquillaje, masilla facial, cajas transparentes conteniendo varios estilos de vello facial, formas corporales.

Se vio a si misma reflejada, por delante y detrás, en las puertas con espejos por el interior.

Empezó una búsqueda sistemática en la habitación, luego en el baño. Él había abandonado mucho, pensó. Equipo normal de aseo masculino. Peine, cepillo de dientes, ropa, discos de música y libros, un par de atendidas plantas de interior.

Todo bien usado, pensó, bien cuidado. Muy limpio, ordenado pero sin ser obsesivo.

Comida en el AutoChef, zapatillas bajo la cama. Daba la apariencia de hogar al que alguien volvería pronto. Hasta que te dabas cuenta de que no había nada importante. Nada que no pudiera ser fácilmente sustituido.

Excepto por la foto encima de su zona de trabajo, reflexionó. Pero él tendría copias de ella. Seguramente él tenía copias de esa imagen que lo guiaba. Ella estudió las pelucas y los otros realces de nuevo.

Había dejado todo esto, y las armas, la electrónica. ¿Abandonando todo en lo que había estado todos estos años? Se preguntó. Él había hecho lo que ya había planeado, por lo que nada de esto le importaba ahora.

Peabody entró. -Encontré una caja fuerte, abierta y vacía.-

– Otra aquí, también.-

– Y trozos de adhesivo detrás de los cajones, detrás de la cabecera.-

Eve asintió. -Debajo de los lavabos del baño, detrás del inodoro. Es un tipo cuidadoso. Diría que mantenía armas, documentos para escapar, en muchos sitios de la casa, en caso de que tuviera que salir corriendo.

– No vamos a encontrarle, Dallas. Está con el viento. Es lo que él hace.-

– Lo que hacía . Diría que ha terminado, por lo que depende de lo que decida hacer ahora. Comprueba la planta baja, ¿lo harás?-

Eve subió arriba para encontrar a Roarke y McNab rodeados de electrónica. En un cuarteto de monitores pequeños vio varios espacios de la casa, Peabody bajando las escaleras, sus dos hombres buscando, una cocina vacía, la calle desde el frente de la casa. Cada diez segundos, la imagen cambiaba a otro lugar.

– El tipo ha cubierto su trasero dos veces, – le dijo McNab. -Este lugar está protegido, ni un solo fallo. Movimiento, calor, luz, peso. Tiene detectores en cada maldito rincón. Y mira.-

Él pulsó un interruptor y un panel se abrió en la pared tras ella. Ella se asomó, viendo las escaleras y el arma pegada a la pared. -Salida de emergencia.-

– Escalofriante. Además, él podía cerrar y bloquear la puerta desde aquí.-

– Es a prueba de láser, – añadió Roarke. -Tiene sus datos y comunicaciones enterrados aquí, pero los estamos sacando. Diría que no está tan bien cubierto como esperaría cuando consideras el resto de la seguridad.-

McNab se encogió de hombros. -Puede que supusiera que no tenía que preocuparse de que nadie llegara tan lejos.-

– O no le importara lo que encontraran a estas alturas.

Ella volvió a mirar la foto. -Es posible. Parece que él ha terminado, y con o sin capa de invisibilidad, se ha ido. Ninguna razón para quedarse en Nueva York. Ha eliminado a su objetivo. Excavamos aquí, esperando encontrar un enlace de adónde puede haber ido. Si no lo encontramos, vamos a tener que contactar con el HSO.

Roarke la echó una mirada larga, fría. -No veo el valor de eso.-

– No es una cuestión de valor. Es SOP (procedimiento operativo estándar – Es su operativo. Si ha huido o les ha traicionado, y tiene un dispositivo tan peligroso como parece ser éste, necesitaremos sus recursos.-

– Danos un momento, ¿te importa, Ian?-

McNab miró a Roarke, luego a Eve. No necesitaba un sensor para notar las señales de tensión y problemas. -Ah, claro. Yo iré… ah, ver si puedo echar a She-Body una mano.-

– Este es mi trabajo, – empezó ella en cuanto estuvieron solos. -Cuando informe de lo que tenemos aquí, Whitney va a ordenarme que me ponga en contacto con HSO y que les dé todo lo que tenga.-

– Tú no tienes nada, – dijo sin alterar la voz, -tan solo la nebulosa conexión en un tal Frank Plutz, con la palabra de una ‘fuente anónima’ conectándolo con HSO y con Buckley.-

– Le tengo montando en el ferry, y no bajando, que autoriza la orden de registro mucho más que lo que la fuente lo hizo. Tengo lo que hemos encontrado aquí.-

– ¿Y qué has encontrado aquí que verifique que sea un operativo del HSO, o que haya tomado como objetivo y matado a Buckley?-

Ella sintió temblar los músculos de su estómago incluso cuando su columna se rigidizó. -Sabemos que tiene un arma potencialmente peligrosa. Puede tener la intención de vender dicha arma. En las manos equivocadas.

– ¿No es HSO las manos equivocadas?- preguntó Roarke. -¿Puedes estar ahí de pie y decirme que ellos no son tan despiadados y mortíferos como cualquier hombre del saco extranjero que puedas nombrar? ¿Después de lo que te hicieron? ¿Lo que ellos permitieron que te hicieran cuando eras una niña? ¿Estando ahí, escuchando, por el amor de Dios, mientras tu padre te pegaba y te violaba, todo con la esperanza de poder usarlo para pillar a un monstruo mayor?-

El temblor en sus tripas se convirtió en irritación. -Una cosa no tiene que ver con la otra.-

– Y una mierda. Trataste de ‘trabajar’ con ellos antes, no hace mucho. Y cuando encontraste asesinatos y corrupción, intentaron arruinarte. Intentaron matarte.-

– Sé lo que hicieron. Maldita sea, esa no era la organización, por mucho que los desprecie, sino los individuos de dentro. Ivan Draski está probablemente ya a un millar de millas de aquí. No puedo perseguirle fuera de Nueva York. No dónde podría intentar vender esta cosa.-

– Lo echaré un vistazo.-

– Roarke --

– Maldición, Eve, no vas a volver a pedirme que me aparte una segunda vez. He hecho lo que me has pedido antes. Lo he dejado pasar. He dejado marcharse a los que formaron parte de los que dejaron que te torturaran y violaran.-

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