Pero a Provo, Utah, llegaron noticias de lo ocurrido en Colorado Springs y allí, el jefe local de policía, con certero instinto policial, había despachado autos intercomunicados por radio a todos los centros de compras del pueblo. Dieron con lo que buscaban en el Provo Towne Center. Cada auto llevaba su escopeta reglamentaria y se produjo un épico tiroteo entre los cuatro terroristas y los seis policías -todos los cuales sabían disparar. El resultado de lo que el FBI más tarde clasificó como ataque frustrado fue dos policías malheridos, tres civiles muertos -Un total de once ciudadanos locales se había unido a la batalla campal y cuatro terroristas bien muertos. Lo mismo podía haber ocurrido en Des Moines, pero la policía local tardó en reaccionar y el resultado final fue la muerte de cuatro terroristas, pero también de treinta y un ciudadanos.
En Colorado, dos terroristas quedaron con vida y se atrincheraron en un negocio, a cincuenta metros de un equipo SWAT de la policía y a la espera de la llegada de una compañía de fusileros de la Guardia Nacional, prontamente puestos en acción por el gobernador. Estos tascaban el freno, impacientes por poner en acción la fantasía de todo soldado: maniobrar y disparar hasta lograr eliminar a los invasores y dejarlos convertidos en cebo para atrapar pumas. Esto tardó dos horas en suceder, pero, ayudados por granadas de humo, los guerreros de fin de semana dispararon suficientes tiros como para destruir un ejército invasor y terminaron con la vida de los dos criminales -que resultaron ser árabes, lo cual no sorprendió a nadie- de forma espectacular.
Cuando eso ocurrió, todo el país estaba pendiente de la TV, y reporteros de Nueva York y Atlanta le comunicaban a América lo que sabían, que no era mucho, y trataban de explicar los eventos del día, lo cual hicieron con la precisión de niños que recién comienzan la escuela. Repitieron incesantemente los pocos hechos comprobados que lograron averiguar y convocaron a "expertos" que sabían poco y hablaban mucho.
También había televisores en el Campus y casi todo el trabajo se detuvo mientras las tropas los contemplaban.
"Dios mío", observó Jack Jr. Los demás musitaban o pensaban cosas parecidas, aunque para ellos era un poco peor, ya que técnicamente pertenecían a la comunidad de inteligencia, que no había formulado una advertencia estratégica sobre ese ataque al territorio nacional.
"Es muy sencillo", observó Tom Wills. "Si no contamos con recursos humanos de inteligencia sobre el terreno, es difícil que se nos advierta, a no ser que los malos usen sus teléfonos celulares en forma muy descuidada. Pero a los medios de prensa les gusta contar cómo rastreamos a los malos, y así los malos saben qué hacer y qué no. Lo mismo el personal de la Casa Blanca les gusta mostrarles a los reporteros lo astutos que son y filtran datos sobre inteligencia de señales. La forma en que dan información delicada sobre palabras clave es como para pensar que trabajan para los terroristas. Por supuesto que en realidad esos infelices no hacían mas que pavonearse ante los periodistas, que era lo único que sabían hacer.
"De modo que vamos, oír a los periodistas diciendo eso de 'otro error de inteligencia' todo el día ¿no?"
"No te quepa duda", respondió Wills. "Esa misma gente que quiere deshacerse de la comunidad de inteligencia, ahora se quejará de que ésta no sabe hacer su trabajo -pero sin reconocer el papel que ellos mismos tienen en entorpecer su trabajo como mejor pueden. Lo mismo puede decirse del Congreso, claro. Como sea, volvamos al trabajo. La NSA debe estar a la busca de señales de celebración del bando enemigo; tambien son humanos, ¿verdad? Les gusta golpearse el pecho como King Kong cuando algo les sale bien. Veamos si nuestro amigo Sali lo está haciendo".
"Pero quién es el que dio las órdenes para todo esto?"
"Veamos si lo averiguamos", Aunque Wills no lo dijo, lo importante era determinar dónde estaba el hijo de puta. Una cara y un lugar que le corresponda son mucho más valiosos que una cara sola.
En el piso de arriba, Hendley reunió a su personal jerárquico frente a su aparato de televisión.
"¿Y bien?"
"Pete llamó desde Charlottesville. ¿Adivina dónde estaban los muchachos que estamos entrenando?", preguntó Jerry Rounds.
"Bromeas", respondió Tom Davis.
"No, no bromeo. Eliminaron a los malos, sin asistencia de nadie y ahora están de vuelta en la casa. Un premio extra: Brian -el infante de marina- tenía dudas acerca de su función. Eso, informa Pete, es cosa del pasado. No puede esperar a salir en misión, y Pete cree que ya están listos.
"De modo que sólo necesitamos objetivos verificados?", preguntó Hendley.
"Mi gente está verificando en qué está la NSA. Hay que suponer que en estos momentos los malos se están comunicando. Su período de silencio de radio debería estar terminando ahora", pensó Rick Bell en voz alta. "Si estamos listos para entrar en acción, entremos en acción cuanto antes'
Ése era el departamento de Sam Granger. Se había mantenido en silencio hasta ese momento, pero había llegado la hora de hablar.
"Bien, señores, tenemos dos muchachos listos para salir y encargarse de algunos objetivos", dijo en términos que el Ejército había puesto en uso hace veinte años. "Por lo que me dice Pete, son buena gente, y, con lo que ocurrió hoy, creo que no les faltará motivación".
"¿Qué piensa el enemigo?", preguntó Hendley. No era difícil imaginarlo, pero quería respuestas adicionales.
"Querían aguijonearnos de una forma inteligente. Está claro que el objetivo aquí era golpear en la América media", comenzó Rounds, "Creen que pueden asustamos mostrándonos que pueden golpear en cualquier parte, no sólo en objetivos obvios como Nueva York. Ese fue un elemento astuto de esta operación. Un total probable de quince a veinte terroristas, tal vez algún personal de apoyo. Es un número relativamente elevado, pero no inédito -mantuvieron buena seguridad operacional. Sus hombres estaban bien motivados. No diría que estaban particularmente bien entrenados, más bien fue como meter un perro rabioso en el patio para que muerda a un niño. Han demostrado su voluntad política de hacer cosas realmente malas, pero eso no es sorprendente; también sacrificar personal consagrado a su causa, pero eso tampoco es una sorpresa. Fue un ataque de baja tecnología, sólo malos tipos y armas automáticas livianas. Demostraron crueldad, pero no verdadero profesionalismo. En menos de dos días, probablemente el FBI rastree su punto de origen y quizá también sus rutas de ingreso. No tomaron lecciones de vuelo ni nada por el estilo, de modo que es probable que no estuvieran en el país desde hace mucho. Me interesaría saber quién escogió e hizo la verificación previa de los objetivos. El elemento de sincronización sugiere algún grado de planificación previa, aunque no mucho diría -no es tan difícil mirar la hora en un reloj de pulsera. No tenían intención de huir después de los ataques. Probablemente entraron con sus objetivos ya determinados. A esta altura, apostaría unos pocos dólares a que sólo estaban en el país desde hace una o dos semanas -tal vez menos, dependiendo de cómo hayan entrado. El Buró sabrá eso dentro de no mucho".
"Pete informa que las armas son pistolas ametralladora Ingram. Son bonitas -por eso salen en la tele y en las películas", explicó Granger, "pero no son armas realmente eficientes':
"¿Cómo las obtuvieron?", preguntó Tony Davis.
"Buena pregunta. Supongo que el FBI ya tiene las de Virginia y se está ocupando de rastrear sus números de serie. Son buenos para esa tarea. Deberíamos contar con esa información esta noche. Eso les dará un indicio sobre cómo llegaron esas armas a manos de los terroristas y entonces la investigación se pondrá en marcha".
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