"Entiendo lo que quieres decir, Pete", dijo Dominic. "Aún no me voy".
"Tampoco yo", le dijo Brian a su oficial de entrenamiento. "Sólo quiero saber cuáles son las reglas".
Pete no Es dijo que irían haciendo las reglas sobre la marcha. No tardarían en darse cuenta solos de que era así.
Los aeropuertos son iguales en todo el mundo. Como estaban entrenados para demostrar buenos modales, todos despacharon su equipaje, esperaron en las salas de espera adecuadas, fumaron sus cigarrillos en los lugares autorizados y leyeron los libros que adquirieron en los kioscos del aeropuerto. O fingieron que lo hacían. Una vez llegados a la altura de crucero, comieron sus comidas de avión y casi todos ellos durmieron su siesta de avión. Casi todos iban sentados en los últimos asientos de la fila y cuando alguno se movía, pensaban a cuáles de sus compañeros de asiento volverían a encontrar en los próximos días o semanas, o cuanto fuera que tardaran en tener todos los detalles a punto. Todos ellos esperaban conocer pronto a Alá y recoger las recompensas ganadas combatiendo por la Santa Causa. A los más intelectuales Es daba por pensar que hasta Mahoma, las bendiciones y la paz fueran con él, no había descrito con gran precisión la naturaleza del paraíso. Se lo había explicado a personas que no conocían los aviones de pasajeros a reacción, los automóviles ni las computadoras. ¿Cuál era, entonces, su verdadera naturaleza? Debía ser tan maravilloso que desafiaba toda descripción, pero así y todo, era un misterio, y ellos lo descubrirían. Ese pensamiento tenía algo excitante, una suerte de expectativa demasiado sublime para discutirla con los demás. Un misterio, pero un misterio infinitamente deseable. y si, como consecuencia de lo que harían, otros debían ir también a reunirse con Alá, bueno, eso también estaba escrito en el Gran Libro del Destino. Por el momento, todos dormitaban, dormían el sueño de los justos, el sueño de los futuros Santos Mártires. Leche, miel y vírgenes.
Jack descubrió que había algo misterioso en Sali. El legajo de la CIA hasta especificaba el largo de su pene en la sección "Seso y Sexo".Las putas británicas afirmaban que era de tamaño absolutamente promedio, pero de aplicación inusualmente vigorosa -y que dejaba buenas propinas, lo cual lo hacía atractivo a sus sensibilidades comerciales. Pero, a diferencia de la mayor parte de los hombres, no hablaba mucho de sí mismo. Más que nada, hablaba de la lluvia y el frío de Londres y alababa a su ocasional compañera, halagando así su vanidad. Que regalara cada tanto un lindo bolso -Louis Vuitton, casi siempre les agradaba a sus chicas habituales, dos de las cuales informaban a Thames House, nueva sede del Servicio Secreto y el Servicio de Seguridad Británico. Jack se preguntó si recibirían su paga por servicios prestados por parte de Sali y del gobierno de Su Majestad. Probablemente era buen negocio para las chicas, aunque seguramente Thames House no regalaría zapatos ni bolsos.
"Sí, Jack", Wills alzó la mirada de su pantalla. "Cómo sabemos que este Sali es de los malos?"
"No estamos seguros. No hasta que haga algo o interceptemos una conversación entre él y alguien que no nos gusta".
"Así sólo lo estoy verificando".
"Correcto. Vas a hacer muchos trabajos así. ¿Alguna intuición sobre el tipo?"
"Es un hijo de puta lascivo".
"Por si no lo habías notado, es difícil ser rico y soltero".
Jack parpadeó. Tal vez se lo había buscado. "De acuerdo, pero a mí ni se me ocurre pagar, y él paga mucho".
"Qué más?", preguntó Wills.
"No habla mucho que digamos".
“¿so qué te dice de él?"
Ryan se reclinó en su silla para pensar. Tampoco él Es hablaba mucho a sus amigas, al menos no de su nuevo trabajo. En cuanto uno decía "administración financiera", la mayor parte de las mujeres tendía a amodorrarse como reflejo de defensa. ¿Significaba algo? Tal vez Sali simplemente no era hablador. Tal vez era lo suficientemente seguro de sí mismo como para no necesitar impresionar a sus amigas más que con su dinero -siempre usaba efectivo, nunca tarjeta de crédito. ¿y por qué? para que su familia no se enterara? Bueno, tampoco Jack Es contaba a mamá y papá de su vida amorosa. De hecho, era raro que llevara una amiga al hogar de la familia. Su madre tendía a espantarlas. Curiosamente su padre no. La doctora Ryan impresionaba a las mujeres con su poder. y mientras que a la mayor parte de las jóvenes Es parecía admirable, a otras Es parecía terriblemente intimidante. Su padre dejaba muy de lado todo lo que tenía que ver con el poder y los invitados sólo veían a un caballero amable y bonachón, esbelto y de cabello gris. Más que nada su padre le gustaba jugar a la pelota con su hijo en el césped que daba la Bahía de Chesapeake, tal vez porque así recordaba momentos en que la vida era más simple. Para eso tenía a Kyle. La menor de los Ryan aún estaba en la escuela primaria y pasaba por la etapa de hacer furtivas preguntas acerca de Santa Claus, pero sólo cuando mami y papi no estaban allí. Siempre había un chico en la clase que quería que todos se enterasen de lo que él ya sabía -siempre había uno así- y Katie ya sabía la verdad. Aún le gustaba jugar con sus muñecas Barbie, pero sabía que su mamá y su papá las compraban en Toys R Os en Glen Burnie y que eran ellos los que armaban la escenografía navideña, actividad que su padre adoraba, por más que refunfuñara al hacerla. Cuando uno dejaba de creer en Santa Claus, la vida entera comenzaba a rodar cuesta abajo…
"Sólo nos dice que no le gusta hablar. Nada más", dijo Jack tras reflexionar por un momento. "No se supone que debamos transformar deducciones en hechos, ¿verdad?"
"Correcto. Muchas personas no piensan así, pero no aquí. Dar las cosas por sentadas es la madre de todos los errores. El psiquiatra de Langley se especializa en interpretar. Es bueno, pero hay que aprender a distinguir entre la especulación y los hechos. Bien, cuéntame acerca del señor Sali", ordenó Wills.
"Es lascivo y no habla mucho. Especula en forma muy conservadora con el dinero de su familia".
"Hay algo que haga pensar que es malo?"
"No, pero vale la pena vigilarlo por su religiosidad, aunque no diría que es extremista en ese aspecto. Aquí faltan elementos. No se jacta, no es exhibicionista como suele serio una persona rica de su edad. ¿Quién comenzó a investigarlo?"
"Los ingleses. Hubo algo en este tipo que excitó el interés de sus analistas en jefe. Luego Langley echó una mirada y comenzó su propio legajo. Luego, se interceptó una conversación entre él y otro tipo que tiene un legajo en Langley. La conversación no trató de nada importante, pero existió", explicó Wills. "Y, sabes, es más fácil abrir un legajo que cerrarlo. Su teléfono celular está codificado en las computadoras de la NSA, de modo que escuchan cada vez que lo enciende. Creo que vale la pena mantenerlo bajo observación, pero no estoy seguro de por qué deba ser así. En este negocio, uno aprende a confiar en los instintos, Jack. De modo que te nombro experto residente en este joven".
"¿Y debo investigar qué hace con su dinero…?"
"Así es. Sabes, no hace falta mucho para financiar una banda de terroristas -al menos no para las cifras que maneja él. Un millón de dólares es mucho dinero para esa gente. Viven al día y sus gastos de mantenimiento no son muchos. Así que debes vigilar los márgenes. Lo más posible es que trate de ocultar lo que hace bajo el ala de sus transacciones grandes".
"No soy contador", señaló Jack. Su padre se había graduado de contador hacía tiempo, pero nunca había ejercido, ni siquiera para llenar sus propias planillas fiscales. Tenía un estudio de abogados que lo hacía.
"¿Sabes aritmética?"
"Sí, claro".
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