Timwick apretó los labios.
– Esto es humillante, Lisa.
– Hazlo -le ordenó Lisa, sonriendo apenas-. No pareces tan indefensa como pensé, Eve.
Timwick se sentó en el suelo y cruzó las piernas.
– ¿Está satisfecha, ahora?
– No, busque y saque la pistola que lleva en la chaqueta. Colóquele la traba de seguridad y arrójela lejos.
– No llevo pistola.
– Sáquesela de encima, dije.
Lisa asintió.
– Terminemos con esto, James.
Timwick maldijo en voz baja, sacó la pistola, le puso la traba y la arrojó al otro lado del claro.
Eve se volvió hacia Lisa.
– Ahora estoy satisfecha.
– Has gastado tiempo valioso. -Lisa echó una mirada al reloj. -Dos minutos, para ser exacta.
– Valió la pena. No confío en él.
– Supongo que es lógico que tengas sospechas. -Hizo una pausa. -Ahora dame el cráneo de Ben, Eve.
– Todavía no.
– ¿Quieres que te diga que vas a recuperar a tu Bonnie? -La miró a los ojos. -No hay forma de estar seguros, pero haré todo lo que está en mi poder para encontrarla. -Su voz estaba cargada de sinceridad. -Te lo prometo, Eve.
Ay, Dios, estaba diciendo la verdad. Bonnie podía volver a casa.
– El cráneo, Eve. No tengo demasiado tiempo. Tengo dinero y documentos para ti en el helicóptero y James hizo los arreglos necesarios para que abandones el país junto con tu madre. Dame el cráneo y James y yo subiremos a ese helicóptero y desapareceremos de tu vida.
¿Llegaría el momento, acaso, en que Lisa Chadbourne dejara de ser una parte de sus recuerdos y de su vida?
– El cráneo.
– Está allí debajo de los árboles. -Eve miró con suspicacia a Timwick mientras caminaba hacia el borde del claro.
– Lo estoy vigilando, Timwick.
– James no va a interferir. -Lisa la siguió. -Quiere ese cráneo tanto como yo.
– ¿Pero qué sucede después de que te entrego el cráneo?
Lisa no respondió. Tenía el entrecejo fruncido.
– ¿Dónde está? ¿Lo enterraste?
– No. -Se detuvo y señaló el maletín de cuero, que estaba semi-oculto por un arbusto. -Allí está.
– ¿Totalmente a la vista? Dijiste que no íbamos a poder encontrarlo.
– Bueno, no era cierto. ¿De qué me hubiera servido enterrarlo o esconderlo? Hubieras traído todo tipo de detectores.
– En este caso, parece que te sobreestimé. -Rió. -Cielos, pensé que habrías inventado algo brillante. -Su sonrisa se esfumó. -Si es que se trata de Ben, por supuesto. Ya nos engañaron en otra oportunidad.
Eve negó con la cabeza.
– Es Ben Chadbourne. Verifícalo tú misma.
Lisa recogió el maletín.
– Tengo entendido que esculpes maravillosamente bien. ¿De veras podré ver el parecido?
– Ábrelo.
Lisa se quedó mirando el maletín.
– No sé si quiero abrirlo.
Eve se encogió de hombros.
– Como digas. Pero me sorprende que te arriesgues a no abrirlo.
– No puedo correr ese riesgo. -Lisa juntó coraje y abrió lentamente las trabas. -Veamos si eres tan buena como dicen… -Dios Todopoderoso. -Se tambaleó hacia atrás y se apoyó contra el árbol, con la mirada fija en el cráneo chamuscado. -¿Qué es…?
– Lamento que no sea tan apuesto como esperabas. A Gary Kessler siempre le gustó trabajar sobre un cráneo limpio, así que me hizo deshacer todo mi trabajo. Recuerdas a Gary, supongo. Le dijiste a Fiske que lo matara, ¿no es así?
Lisa no podía dejar de mirar el cráneo.
– ¿Ben? -susurró.
– Ese es el aspecto que tiene un hombre cuando se lo quema. Se derrite toda la piel y…
– Cállate. -De pronto las lágrimas caían sobre sus mejillas.
– ¿Y ves ese orificio dentado en la parte posterior del cráneo? Eso es lo que sucedió cuando le estalló el cerebro. Sometido a fuego, el cerebro hierve y luego…
– ¡Cállate, maldita!
– Pero la muerte de Gary fue diferente. Le dijiste a Fiske que dejara en claro que tenía que entregarte el cráneo. Le dijiste que querías que lo crucificara.
– No le dije eso. Le dije que te sacudiera para que comprendieras que tenías que ceder. Me vi obligada a hacerlo. Fue tu culpa. Yo quería que todo terminara. Te dije que acabaría si me entregabas el cráneo de Ben, pero no quisiste hacerlo. -Miró de nuevo el cráneo: -Ben…
– ¿Cómo lo mataste?
– Scott Maren le dio una inyección. Fue muy rápido y muy piadoso. No sufrió nada. -Respiró hondo y trató de recuperar la compostura. -Mostrarme este cráneo fue muy cruel, Eve.
– No me hables de crueldad. Mandaste matar a Gary y a Gil. Y casi muere Joe, también.
– ¿Estás satisfecha, ahora? -preguntó Lisa-. Caray, qué dura eres. Y yo que sentía pena por ti.
– ¿Por qué, porque pensabas matarme? ¿Por qué no esperabas que saliera con vida de aquí?
– Te dije que dejaras el cráneo en alguna parte. Sabía que no podía permitirte seguir con vida si me dabas la oportunidad… Es mi trabajo, entiendes. -Se volvió hacia Timwick, nerviosa. -Nos vamos, James. Encárgate de ella.
Timwick se puso de pie lentamente.
– ¿Quieres que la mate?
– No, no es lo que quiero, pero es necesario hacerlo. Así que hazlo.
Timwick miró a Eve. Luego se volvió y echó a andar hacia el helicóptero.
– ¿James?
– Vete al diablo.
Lisa se puso rígida.
– Estuvimos de acuerdo en que había que hacerlo.
Él abrió la puerta del helicóptero.
– ¿Y también dijimos que Fiske me liquidaría a mí? ¿Cuándo iba a ser eso, Lisa?
– No sé de qué hablas.
– De la lista. Le diste a Fiske otra lista. La vi. Combinó tu lista con la mía. Reconocí su letra.
– ¿Cómo puedes ver algo que no existe? -Lisa se humedeció los labios. -Si efectivamente hubo una lista, no la hice yo. Sabes que Fiske a menudo urdía sus propios planes.
– No iba a matar la mano que lo alimentaba, a menos que otra hubiera comenzado a alimentarlo, también. Pensaste que ya no me necesitabas.
– No puedes probar nada. Fiske está muerto.
– Buscarías a otro que te hiciera el trabajo sucio.
– Estás equivocado. -Caminó hacia el helicóptero. -Escúchame, James.
– Ya estoy harto de escuchar. Me voy.
– Te atraparán.
– Si les saco ventaja, no. Eso fue parte del trato. Llamaré a Camp David y les diré que vamos en camino. -Eso me dará suficiente tiempo. -Subió al helicóptero. -Que ardas en el infierno, Lisa.
– ¡Timwick! -Lisa trató de abrir la puerta. -Es una trampa. ¡Es mentira! No tires por la borda todo lo que hemos hecho. Kevin te nombrará…
El helicóptero se elevó y Lisa cayó al suelo.
Eve la observó incorporarse.
Lisa Chadbourne miró a Eve desde el otro lado del claro.
– Tú hiciste esto.
– No, en realidad, lo hiciste tú. Fuiste tú la que me dijo que Timwick había entrado en pánico. Un hombre en estado de pánico se aferra a cualquier cosa.
– Me tendiste una trampa. -Todavía había una nota de incredulidad en su voz.
– El plan fue mío. Pero el que se acercó a Timwick con la lista fue Logan.
– Pero cuando sugerí traer a Timwick no quisiste que lo hiciera.
– Sabía que querrías traer a Timwick. Era una jugada inteligente y tú eres muy inteligente. Si no lo hubieras sugerido, Timwick te hubiera convencido de que era necesario. -Sonrió con aire sombrío. -¿Pero no tuvo que convencerte, no es cierto?
– Todo esto no te servirá de nada. Puedo arreglármelas y conseguir que Timwick… -De pronto, quedó inmóvil. -Ay, Dios, ¿llevas un micrófono encima, no es cierto?
– Así es.
– Y me mostraste el cráneo de Ben para que me alterara.
– Tenía esperanzas de que eso sucediera, sí. La mayoría de las personas se impresiona al ver esqueletos. Sobre todo el de sus víctimas.
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